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Entrevistas

25 de Marzo de 2023

Giorgio Boccardo, subsecretario del Trabajo: el estratega tras la unanimidad en el Senado y su rol en la segunda línea del poder

Giorgio Boccardo, subsecretario del Trabajo.

Fue un trabajo minucioso el que desplegó el militante de Comunes para alinear a todos los senadores en la votación del proyecto de 40 horas. Pero esa labor, reconoce, tiene costos personales. Cuando el Presidente Boric -con quien es cercano desde la época universitaria- le ofreció el cargo, confiesa que aceptó de inmediato, pese a que significaría giros en su vida. Hoy, es parte de los subsecretarios que permanecen en sus puestos desde el primer día de gobierno, superando dos cambios de gabinete.

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Fue una noche de enero de 2022 -a semanas de casarse con su actual esposa- cuando Giorgio Boccardo Bosoni (41) recibió una llamada del entonces presidente electo, Gabriel Boric, para pedirle que asumiera la Subsecretaría del Trabajo. Llegó en un momento inesperado: en menos de 24 horas viajaría por tres semanas a Costa Rica para celebrar su luna de miel.

El sociólogo de la Universidad de Chile, investigador y doctor en estudios latinoamericanos y en ciencias sociales aceptó y, aunque sabía que llegar a la segunda línea del poder del gobierno significaba un giro en su vida, estaba dispuesto a asumirlo, con una pequeña condición: concretar su viaje.

Luego de tres semanas en el país centroamericano, comenzó a adentrarse a lo que sería su nuevo rol. De partida, tuvo que cambiar su teléfono Nokia -que le permitía solo hacer y recibir llamadas y enviar mensajes de texto- a un smartphone.

–Yo soy bien tecnológico, lo que pasa es que no me gusta estar tan híper ubicable todo el día– aclara.

No fue lo único que cambió. Antes de asumir cocinaba -algo que le fascina- todos los días y trotaba cinco o seis veces por semana. Desde el 11 de marzo de 2022, su paso por la cocina se redujo a tres días y se levanta para salir a correr, de vez en cuando, a las 5.30 de la madrugada.

Pero el desafío de asumir como subsecretario trajo consigo un giro mayor: vivir en Santiago, a casi 130 kilómetros de Viña del Mar y de Valparaíso. En la primera ciudad nació y en la segunda residió parte de su vida.

–El mar se extraña mucho, el aire, la velocidad con que se vive el día. No son dos ciudades grandes, pero no viven con la intensidad que se vive acá en Santiago.

Mientras está sentado en un sillón negro en su oficina en el Ministerio del Trabajo, junto a una ventana que da hacia la esquina de la calle Teatinos con Huérfanos, pleno centro de Santiago, reconoce que todavía le cuesta adaptarse a la capital.

–Pensé que venía más de paso, pero ya llevo casi la mitad de mi vida acá. Sigo sin considerarme santiaguino– señala.

Los costos y beneficios de la segunda línea del poder

¿Qué le dijo el Presidente cuando le ofreció el cargo?

–Me plantea que necesitaba que asumiera la Subsecretaría del Trabajo, que era importante avanzar en la reforma del programa, que creía que yo ahí podía jugar un rol tanto por elementos técnicos como de conocimiento en el mundo sindical. Me encargó también que mantuviera una línea bien fuerte con temas del futuro, del trabajo, que eran temas en los que yo había estado trabajando.

¿Y cuál fue su respuesta?

–De inmediato le dije que sí, que obviamente compartía el tema del programa y que quería que contara conmigo para empujarlo, porque además yo creía que era central para el país, también un poco por todo lo que se había vivido en los últimos años en Chile. Nadie que hubiera peleado por esto en los últimos 20 años se podía restar. O sea, creo que no había espacio para eso y, por lo tanto, cuenta conmigo.

¿Cuáles son los costos y beneficios de asumir un cargo como subsecretario de Estado? En la segunda línea política del gobierno. 

–Yo más bien lo veo de otra manera. Yo lo veo como que a uno le toca una responsabilidad específica dentro de un equipo que está jugando para ganar el partido. A ti te toca jugar en una posición y hacer tu trabajo en un contexto más general, lo que te permite muchas veces también estar enfocado en sacar algunas tareas sin tener que estar en la primera línea de exposición. Eso también permite que juegues tu papel en términos de ir diseñando algunas de las políticas, empujándolas.

Eso significa que el trabajo que realizan las subsecretarías no tienen la misma visibilización que los ministerios. 

–Es que tiene que ser así, porque la responsable política del ministerio es la ministra. Nosotros (los subsecretarios) somos responsables de avanzar en las líneas específicas que nos corresponde, idealmente evitar que los conflictos escalen a la línea superior. 

Creo que cada uno aquí juega su papel cuando se juega coordinadamente, y creo que como lo hemos hecho acá en este ministerio con el subsecretario de Previsión Social (Christian Larraín) y con la ministra (Jeannette Jara) se logran también buenos resultados. Implica mucho trabajo en equipo.

Giorgio Boccardo, subsecretario del Trabajo.

Libros y militancia: la relación con el Presidente Boric

No es primera vez que Giorgio Boccardo (Comunes) se desempeña en política. En 2004, mientras estudiaba sociología en la Universidad de Chile, ingresó al Movimiento SurDA, con el que salió electo presidente de la FECh. Un cargo en el que estuvo entre 2006 y 2007, sucediendo al ahora ministro de Economía, Nicolás Grau.

Por aquellos años fue que Boccardo y Boric se conocieron. Y aunque el tiempo pasó y el ahora subsecretario del Trabajo finalizó sus estudios y entró al mundo académico, ambos mantuvieron una relación cercana, y seguían encontrándose en espacios políticos.

Cuando el Movimiento SurDA se fraccionó, de hecho, el sociólogo ingresó a la Izquierda Autónoma, colectivo en el que estuvo hasta 2019 y que también integraba el jefe de Estado. Ambos fueron parte, además, del grupo que creó la Fundación Nodo XXI en 2012, tras las movilizaciones estudiantiles.

–Siempre tuvimos una relación como dirigente estudiantiles. Militamos juntos muchos años.

Pero hay otro interés que los unió: la lectura.

–Siempre tuvimos un diálogo político y también, yo diría, de mucho intercambio de lectura. Los dos somos muy buenos lectores, entonces siempre estábamos leyendo y nos recomendábamos libros.

La Silla del Águila de Carlos Fuentes y Por El Bien Del Imperio de Josep Fontana, y algunos de tinte socialistas y otros de historia, son parte de la lista de obras que ambos han compartido. 

El contacto entre los dos, pese a que siguieron caminos diferentes después de la universidad -pero siempre relacionados a la política- se mantuvo. Incluso, hasta cuando Boric ganó la primera y segunda vuelta presidencial, en 2021.

–Estuve en los equipos que participaron de la elaboración de parte del programa laboral– cuenta Boccardo.

Cuando Gabriel Boric asumió como máxima autoridad del país, ¿le costó llamarlo Presidente?

–Yo creo que siempre es importante cuando uno asume cargos, que además son públicos y que requieren de cierta institucionalidad, de cierta jerarquía también, es importante asumir desde el inicio… en general para toda nuestra generación nombrarnos como subsecretario, ministra, Presidente, nos costó quizás acostumbrarnos.

Y porque varios de los que llegaron al Gobierno mantenían relaciones cercanas por las carreras políticas que habían impulsado en la universidad. 

–Por lo mismo yo creo que varios entendimos rápidamente que era un elemento importante, porque los cargos, las instituciones, también tienen su prestancia y hay que fortalecerlas. Por lo tanto, en la medida que muchas veces uno no entiende esos códigos, a veces también las debilita. Entonces sí, al principio era un poco extraño, no te lo voy a negar, pero siempre lo creímos sumamente necesario.

Las conversaciones con el Presidente -dice Giorgio Boccardo- continúan. No son semanales, pero de vez en cuando debaten sobre temas como la conducción del gobierno y el proceso político de Chile, o también comparten opiniones sobre la coyuntura. 

Proyecto 40 horas: la estrategia tras la unanimidad del Senado

A más de un año de su asunción, el militante de Comunes es parte del grupo de subsecretarios que ha permanecido en el puesto designado. Desde que asumió la actual administración se han concretado dos cambios de gabinete

En el segundo ajuste ministerial, el Presidente Boric modificó 15 de las 39 Subsecretarías de Estado. 

–Me parece que cualquiera que esté acá tiene que estar disponible a cualquier movimiento que implique fortalecer el avance del gobierno– dice al respecto.

Aún así, reconoce que un rearme del puzzle genera nerviosismo, sobre todo por los rumores de pasillo. 

Si te metes en esa discusión como que inmediatamente dejas de trabajar.

Sin embargo, asegura que eso no le pasó. Y es que para el segundo cambio de gabinete -dice- no hacía otra cosa que pensar y trabajar en el proyecto que reduce la jornada laboral de 45 a 40 horas, que fue aprobado por unanimidad el martes en la sala del Senado y pasa a su tercer trámite a la Cámara de Diputadas y Diputados.

Ese día, desde la testera, el subsecretario del Trabajo aplaudía junto a ministras de Estado el triunfo del gobierno. El respaldo a la columna vertebral de la agenda laboral de esta administración era importante, sobre todo porque dos semanas antes la Cámara Baja propinó un duro golpe para el Ejecutivo con el rechazo a la reforma tributaria.

Senado. Foto: Agencia Uno.

Para evitar un resultado como ese con la iniciativa que reduce la jornada laboral, desde la Subsecretaría del Trabajo desplegaron una estrategia que, además de incorporar diálogos con sindicatos y el mundo empresarial, contemplaba conversaciones minuciosas con los 45 senadores, que se gestaron -en varias ocasiones- en el edificio del organismo, en Huérfanos 1273, durante largas horas. 

Los asesores del equipo de Boccardo incluso se repartieron -en un esquema que ordenaron en una pizarra de corcho- a los parlamentarios con los que iban a dialogar constantemente. Con algunos se reunían en grupo -según las sensibilidades políticas-, y con otros por separado.

Por su puesto, varios nombres fueron designados exclusivamente para tratar con el subsecretario. 

–Dentro de una bancada hay distintas sensibilidades, entonces eso implica conversaciones muy pero muy específicas. Pero esto hay que hacerlo, y es la única forma de asegurar que finalmente los respaldos estén.

¿Cómo se logra alinear a todas las bancadas, desde oficialismo hasta oposición, para tener unanimidad?

–Lo primero fue construir un gran proceso de diálogo social que permitiera, en el fondo, recoger y reconocer todas las inquietudes, temores, preocupaciones que había en los distintos sectores, tanto productivos como sindicales. Y eso nos llevó a iniciar un proceso de diálogo social que abarcó las 16 regiones del país.

Esto, además, acompañado de un trabajo técnico bien robusto, donde se fue sistematizando todo este trabajo.

¿Y con el Senado?

–Tuvimos que empezar a construir un diálogo social, no solo en el momento que tú presentas las propuestas, sino que de ahí en adelante empezar a tener conversaciones periódicas con los distintos senadores y senadoras para ver cuál es la recepción del proyecto.

Además, en un contexto donde por lo menos en las primeras etapas… yo al menos no conocía a la gran mayoría de los senadores. De pronto te ven un poco chico inexperto, entonces romper esas barreras e ir construyendo un espacio de conversación fue uno de los primeros desafíos a llevar adelante.

¿En algún momento del proceso de diálogo con las bancadas de senadores, temieron que el debate se pudiese estancar?

–Sí. En algún momento en el mes de diciembre del año pasado habíamos estado varias sesiones sin poder convocar a la comisión de Trabajo, en parte porque estábamos todavía avanzando en acuerdos, pero también porque se suspendían por el tema del fiscal nacional.

¿Era difícil dialogar con ese ambiente?

–Cuando no se destrababa la discusión sobre algunas medidas de adaptabilidad con participación de los sindicatos pensamos que quizás no se iba a llegar a un acuerdo global dentro de la comisión, pero entendíamos que si no lográbamos ese acuerdo en la comisión probablemente en sala la discusión… había que hacerse cargo también que como Ejecutivo en el Senado no tenemos mayoría.

¿Facilitó su trayectoria laboral el diálogo con el mundo sindical para la elaboración de la propuesta?

–Es fundamental que los sindicatos jueguen su papel en este tipo de reforma y nos exijan y nos demanden y planteen sus críticas como tienen que plantearlas. Creo que eso es central en cualquier proceso de avance en este tipo de reforma, pero también cuando están esas sensibilidades, quizás estas trayectorias previas ayudan a que la conversación avance. Una de las cosas que es bien importante en esto es saber dónde le aprieta el zapato cada uno.

En el caso de la oposición significó, por lo menos en mi caso, desde ‘hola, me llamo Giorgio Boccardo, subsecretario del Trabajo’, hasta ir construyendo esa confianza de que se podía, en el fondo, tener un espacio de conversación importante.

Esa construcción de confianzas también la tuvo que hacer con el empresariado.

–Tanto a nivel empresarial como a nivel político se tuvo que invertir bastante tiempo en construir esa confianza. En mi caso, además, porque no solamente vengo del mundo de la izquierda, me dediqué varios años a estudiar, a discutir, a acompañar los procesos del mundo del trabajo, además que tengo todo escrito sobre lo que pienso. No tiene que ver con los tuits, sino que con un trabajo mucho más sistemático, investigaciones, opiniones. Eso quizá en un comienzo me planteaba como distante a la posibilidad de construir acuerdos con el mundo empresarial.

Pero ahora juega un rol como autoridad de gobierno. 

–Una vez que asumimos como gobierno, como autoridades, tu responsabilidad es avanzar en el objetivo del programa.

¿Qué anécdotas o enseñanzas quedan del diálogo en el Congreso? Es un proceso que deberán repetir en la Cámara de Diputados para evitar una comisión mixta.

–Las primeras dos semanas, tanto en la comisión como en las primeras reuniones en el Senado, yo sentía que nos veían como muy chicos, muy nuevos, y eso en las primeras reuniones nos lo hacían sentir.

No te tomaban mucha atención. Cuando uno les venía a contar cuál era la reforma que queríamos impulsar como que te miraban harto con distancia o como “¿cómo puedes creer que esto va a resultar? Las cosas funcionan de otra manera”.

Si hubiese sido un rostro más conocido, ¿cree hubiese sido distinta la situación?

–Creo que al final, de cierta forma, ayudó el hecho de que pudiéramos partir como relaciones como más de cero. Y eso, claro, tiene la desventaja inicial que a lo mejor eres menos conocido, en mi caso nunca he sido parlamentario, pero se dio el espacio para ir construyendo un espacio de diálogo.

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