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El manual del maldito ciclista: la difícil convivencia vial en dos ruedas

El ciclismo urbano está integrado a la convivencia vial pero, como en todo sistema, hay algunos que no procesan sus reglas y se comportan como el odioso de la fiesta. Conversamos con el ministro de Transportes y un experto sobre este espécimen, y el estado de la infraestructura ciclística del Área Metropolitana, donde el 70% de las ciclovías no cumplen con los últimos estándares.

Por Marcelo Contreras
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Creí que era el momento de adelantar por la ciclovía de Andrés Bello por Providencia rumbo al poniente, no venía nadie por la pista contraria. Acelero y la ciclista delante, sin mediar aviso, giró hacia la izquierda en dirección a un semáforo, bloqueando el paso. Freno, esquivo a medias, salgo eyectado, y caigo a centímetros de la calle. 

Para mi suerte, ningún vehículo venía cerca en ese tramo donde automovilistas y motoristas acostumbran a acelerar como clasificando en una qualy.

Me incorporé a medias tanteando rasmilladuras, eventuales cortes y un rápido chequeo a la cleta, mirando de tanto en tanto a la ciclista inmutable que esperaba el cambio del semáforo, completamente ajena a mi porrazo. 

Era una treintañera con una trajinada mochila de mezclilla superpoblada de parches y chapitas. La más vistosa, algo descolorida, lucía el rostro sonriente de Felipe Camiroaga.   

-Tienes que avisar si vas a virar- dije molesto.

-¿Y qué vas a hacer? – respondió.

-Nada. Solo te estoy diciendo que si vas a doblar con la bici, tienes que avisar. Eres un vehículo.

Por su expresión, “bici” y “vehículo” parecían incompatibles en la misma sentencia.

Luz verde. La ciclista que le importaba un rábano prevenir virajes, tal como un montón de autos lo hacen en el creciente parque automotriz sin activar luces, acomodó sus audífonos y se alejó lentamente cruzando Andrés Bello. 

El 48% de los conductores de bicicleta fallecidos es por imprudencia, según establece el reporte Siniestros de Tránsito de Ocupantes de Bicicletas y Consecuencias (2021), del Consejo Nacional de Seguridad de Tránsito, Conaset. 

La velocidad y la consiguiente pérdida de control es la tercera causa de los decesos. 

“Junto con ello”, dicta el informe, “82,1% de los siniestros y 94,7% de los fallecidos en bicicleta fueron debido a una colisión”. 

Suena terrible, pero el contexto es que en 2021 murieron 75 ciclistas en accidentes viales en todo el país, la cifra más baja en una década.

Mi aperrada Trek Marlin 5, probablemente el modelo más común en Santiago, se fue al taller con algunos daños. Un horrible moretón con el aspecto de un tatuaje deforme cubrió la cara interior de mi muslo derecho. Pasados varios meses sentí un poroto bajo la piel. Fui al médico. 

“No te preocupes”, dijo. “Son secuelas de la contusión. Va a desaparecer. Fue un buen costalazo”. 

Ciclistas en Santiago
Ciclistas en Santiago / Fotos: Sebastián Sobarzo.

Falta de educación

El ministro de Transportes y Telecomunicaciones Juan Carlos Muñoz, que ha hecho de la bicicleta un sello de su presencia mediática, junto con alentar el uso del sistema público de transportes, concede que hay usuarios que no comprenden su condición en el tráfico urbano. 

“La bicicleta es un vehículo más en las calles”, responde por escrito, “y quienes las utilizan deben respetar a todos los usuarios de las vías, ya sean otros ciclos, motos, autos, transporte público o peatones”.

Entre las malas prácticas recurrentes enumera “no respetar la luz roja del semáforo o el sentido del tránsito en las calles, usar las veredas sin respetar a los transeúntes, y circular a altas velocidades”. 

Diego García, arquitecto, fundador de Pedaleable y profesor de la Universidad Diego Portales, considera que, en general, los usuarios de ciclovía respetan las normas de tránsito, “a diferencia de los espacios compartidos donde no hay ciclovías, hay transporte público y automovilistas”. 

Cree difícil tipificar a los pedaleros capitalinos por la diversidad de su configuración. “Hay tanto gente joven como adultos mayores, mujeres, hombres, etcétera, y cada uno de estos puntos de vista, representa una ciudad y comportamientos distintos”. 

El ministro Muñoz revela que las conductas de los ciclistas que lo cabrean “son aquellas que ponen en riesgo o incomodan a los peatones”. 

“En las vías los vehículos de mayor envergadura deben tener especial cuidado con los más pequeños o frágiles”, explica. “El respeto que los ciclistas exigimos de conductores de buses y automóviles, debemos brindarlo especialmente a quienes se desplazan a pie”.

Diego García menciona la ley de Convivencia de Modos de 2018, que modificó la Ley de Tránsito con énfasis en la protección de “peatones y los conductores de ciclos (bicicletas, scooters, patines, skates, entre otros)”, como dicta la web ministerial de Transportes, que permite multar a pedaleros y peatones. 

“No se puede cruzar en cualquier lado”, ejemplifica García, “pero hay muy poca fiscalización, y eso es una ausencia tanto para vehículos motorizados y no motorizados”. 

El ministro Juan Carlos Muñoz
El ministro de Transportes Juan Carlos Muñoz. Foto: AgenciaUno.

Pagando por pedalear

En marzo de 2022 un ciclista de 23 años murió en la intersección de Blanco Encalada con Abate Molina en la comuna de Santiago, cuando un bus viró en dirección norte, sin advertir su presencia. Según explica el ministro Muñoz, “muchas veces los conductores quedan con puntos ciegos que les impide detectar a un ciclista o un peatón con sus espejos”. 

Por esta razón, detalla, los nuevos buses deben incluir equipamientos ad hoc. “Hemos exigido la instalación de sensores y cámaras que permitan al conductor contar con una mirada más completa”.

Países Bajos y Francia subvencionan a los trabajadores que acuden a sus empleos en bicicleta. ¿Qué chance tiene una medida así en el país? 

“En Chile existen empresas privadas”, responde el ministro, “que están fomentando el uso seguro de las bicicletas y del transporte público entre sus trabajadores para el desplazamiento diario, entregando capacitación y herramientas en coordinación con el MTT a través de Conaset”.

Este tipo de instancias implica un avance insoslayable considerando la realidad de la década anterior. Diego García recuerda que en el arranque de Pedaleable hace diez años, el tema era la falta de infraestructura. Las ciclovías eran escasas, los estacionamientos de bicicletas prácticamente inexistentes, y los pedaleros preferían las veredas por temor a la calle y la falta de carriles exclusivos. 

“Hicimos una campaña de educación vial -Compartamos la calle-, para empezar a generar esta convivencia entre vehículos motorizados y no motorizados”. 

“De ahí en adelante”, continúa, “la construcción de ciclovías ha ido aumentando y son consideradas en los últimos programas de gobierno. Hay un avance sin vuelta atrás”. 

En la capital, el ministerio de Transportes definió un decreto, el 102, cuenta el arquitecto, “que ayuda a generar un estándar de calidad de la ciclovías”.  

“Con esos parámetros hicimos la evaluación del recorrido de todas las ciclovías en Santiago”, cuenta, “y nos dio que el 70% no cumple la norma”. 

Aún así, desde 2019, “todos los ejes ciclistas construidos ya vienen con esta incorporación, y son aprobados y son de buena calidad. Van por la calle, tienen buen ancho, las intersecciones son seguras y segregadas”.

García pedaleó más de 500 kilómetros de ciclovías capitalinas entre 2021 y 2022. Los tramos quedaron registrados por GPS “para obtener velocidad promedio, pendiente, distancia y gasto energético del mapeador”, explica la web de Pedaleable, junto con un registro en cámara de video en 360º. 

Las rutas fueron calificadas desde “alto” a “muy bajo” en cuanto a calidad, junto con explicar si el trazado va por la calle, parque o acera. 

“Había lugares donde decía que había ciclovía y en la realidad no”, explica el arquitecto. Ejemplo, Manquehue, “donde lo que hay es un espacio para poder circular, un área peatonal, pero no es ciclovía. Hubo que ir descartando”.

La conclusión es que existen 450 kilómetros “de ciclovías reales, construidas, con un ancho determinado y una ubicación específica”. 

Como comparativa, Buenos Aires cuenta con 300 kilómetros, Lima 278,94, y Bogotá 564 kilómetros

Ciclistas en Santiago
Ciclistas en Santiago.

Ni chicha ni limonada

Como ciudadano que se transporta regularmente en bicicleta, cuando atropellan y fallece un ciclista, es como si muriera alguien de tu equipo. Una linda práctica, pero conlleva peligro.

Creo absolutamente en los beneficios de una ciudad pedaleable, como estoy convencido de la conveniencia de ajustar algunas costumbres, y dejar de actuar como si disfrutáramos de inmunidad frente a las reglas del tránsito. 

En esa indefinición, donde el ciclista urbano no se asume como un vehículo regido por normas, podemos ser un estorbo y un peligro, sobre todo bajo las siguientes conductas innecesarias:

-La vereda es mía: este ejemplar, que muchas veces suele ser un repartidor acortando camino, es uno de los más patudos. En un choque ciclista-peatón, quien lleva las de perder es el segundo. 

-Voy sin manos: la ajetreada ciclovía de Andrés Bello es como un imán para este subgénero compuesto mayoritariamente por hombres pedaleando con las manos en posición de genio saliendo de la lámpara, o en los bolsillos. Si eres un niño, okey por un rato cuando aprendiste la gracia. En ciclovías de alto tráfico con velocidades consistentes -el promedio en Santiago es de 21 kilómetros por hora-, por muy rápidos que sean los reflejos, no se puede desatender el volante. 

-Llevar la contraria: un clásico. Ciclovía estrecha con un solo sentido como ocurre en Santa Isabel, de poniente a oriente, con tráfico en contra. En Portugal, dotada de ciclovías separadas, no es raro el espécimen cletero que toma la ruta equivocada. 

-De a dos: pedalear en formación pareada para ir conversando dificulta el tráfico, y resulta imprudente si la ciclovía tiene doble sentido.    

-No te veo: Solo el 56,2% usa luz roja trasera, un 27,4% luz delantera amarilla o blanca, y apenas el 28,6% dispone de elementos reflectantes en la ropa (*).   

-Casco de adorno: aunque el 67,3% (*) de los pedaleros usa el casco correctamente, el resto no tiene, va suelto, o colgando en el manillar. Científicamente comprobado que el casco sólo protege abrochado bajo el mentón. 

-Sin aviso: los virajes deben ser anunciados sacando el brazo correspondiente. No hay más ciencia y no cuesta nada.    

-Tengo calle: la ciclovía está ahí, disponible, señalizada, paralela, y va un pedalero por la calle. Porque sí.  

-Sin bajarse: ese pedalero que cruza la calzada por el semáforo o el paso de cebra sin descender de la bici, cuncuneando y obsesionado con no apoyar ningún pie, como si fuera un concurso, cancelado. 

(*) Informe Uso de elementos de seguridad y hábitos de los Conductores de bicicleta de la Región Metropolitana (2020) para Conaset. 

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