Columna de Matías Walker: Nunca es tarde para hacer las cosas bien

Lo que pase este domingo 7 de mayo me toca en lo más profundo. Aún cuando se da la paradoja que nuestro partido Demócratas no lleva candidatos, por estar en formación, en lo personal deseo como nadie que este barco arribe por fin a buen puerto.

La razón es simple: por un capricho del destino me tocó habilitar el proceso anterior como presidente de la Comisión de Constitución de la Cámara de Diputados; y tras el triunfo del Rechazo el 4 de septiembre me tocó participar ahora en la habilitación del nuevo proceso, esta vez como presidente de la Comisión de Constitución del Senado.

Por supuesto que en lo colectivo siento que como país no podemos desaprovechar esta nueva, y quizás última oportunidad de darnos como nación un nuevo pacto social; pero sería un acto de cinismo de mi parte ocultar que un nuevo fracaso sería también una tremenda frustración personal, pues fueron cientos de horas de trabajo legislativo las destinadas a generar un mecanismo que creemos democrático, participativo, justo y paritario. No podemos fallar como país; la democracia que tanto costó recuperar no admite ni merece un nuevo tropiezo.

No será fácil desacoplar este nuevo proceso del anterior: en la retina de quienes votan este domingo, y más allá de sus ideas, vuelven a aparecer los fantasmas de aquel carnaval de intolerancia, de funas estridentes, de aniquilación de la verdad que había en el otro, de imaginarios refundacionales, del silencio cómplice de las voces (supuestamente) más racionales que callaron por temor, o simplemente por cobardía; esa fiebre que en dichos de Juan Carlos Altamirano quiso hacer de Chile un nuevo experimento, nunca supimos de carajo de quién.

Sumado a ese mal recuerdo reciente, se suma el triste presente de un país cada día más violento, con casos de secuestros y sicariatos que hace algunos años solo veíamos en las series de Pablo Escobar; con una economía que no despega y una fuerza laboral que aumenta, pero que no encuentra empleo.

A pesar de este sombrío escenario, confío que la sabiduría del pueblo de Chile sabrá levantar la cabeza más allá del horizonte; más que mal, las encuestas nos siguen indicando que, a pesar de todo, la mayoría de nuestros compatriotas sigue deseando una nueva y buena Constitución.

Una carta fundamental que, como repetía con porfía Patricio Zapata, debe ser una casa común, de todos y de todas. Aprendimos luego del 4/S que el título de aquel libro del profesor de derecho constitucional es mucho más que un slogan, hoy es una necesidad.

Con estas reflexiones solo espero una cosa: que la gente vote, que lo haga más allá de ser el voto obligatorio (reforma que también impulsamos); que votemos por las y los mejores, independiente de la lista por la que compitan; que votemos por quienes entiendan qué es y de qué se trata una Constitución: la ley de todas las leyes, la que procese nuestras diferencias en democracia y que permita, cuando se asome un nuevo tirano, ponerle límites al poder.

De usted depende, de todos nosotros depende, el darnos en este hermoso país una nueva oportunidad. Al final de cuentas, nunca es tarde para hacer las cosas bien.

* Matías Walker (Demócratas), abogado, senador por la Región de Coquimbo y expresidente de la Comisión de Constitución.