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Reportajes

4 de Junio de 2023

Luna de Haití: la historia tras el campamento haitiano de Maipú, donde viven desde hace seis años 78 familias y 60 menores de edad

Campamento de haitianos en Maipú. Foto: Gonzalo Ríos.

Fue en 2017 cuando comenzaron a llegar las primeras familias haitianas al terreno ubicado entre Alberto Llona y Vicente Reyes. Han pasado seis años desde que se asentaron en ese lugar, donde actualmente viven 78 familias haitianas y 60 menores de edad. El terreno utilizado es del Ministerio de Bienes Nacionales, organismo que está en proceso de traspasarle el sector al Serviu, para que se implemente el Plan de Emergencia Habitacional, impulsado por la actual administración. Esta es una crónica de cómo viven las familias actualmente y las escuelas que hay para los niños del sector.

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El campamento Vicente Reyes de Maipú. Ese fue el destino que un grupo de migrantes haitianos, en busca de un lugar para asentarse, definieron en 2017 para construir, con placas de OSB y metales, lo que serían sus nuevos hogares. Han pasado cinco años desde su llegada y la toma, que comenzó con ciudadanos del país caribeño, se mantiene y es conocida popularmente como Luna de Haití. Según las estimaciones de quienes residen ahí, hay 78 familias haitianas y alrededor de 60 menores de edad.

Se trata de un asentamiento informal ubicado en un terreno entre las calles Alberto Llona y Vicente Reyes. Por las mañanas no hay mucho movimiento. A las 10.00 horas del último martes de mayo solo se ven a algunos residentes que salen a comprar a los almacenes del barrio para desayunar, mientras pasan dos camiones ofreciendo balones de gas por altoparlante.

También hay otros negocios, como barberías y salones de manicura, pero aún no abren sus puertas.

Anase, migrante haitiana de 37 años, comienza a trabajar desde temprano. En la vereda que colinda con su casa, instala todos los días un toldo azul y colgadores con prendas de vestir. No habla bien español, pero con dificultad explica que hace cinco meses llegó al campamento y vive junto a su esposo y tres hijos. Entre ellos hablan en lengua criolla, como lo hacen la mayoría de los habitantes del campamento que nacieron en Haití.

Al entrar a la toma Luna de Haití -ubicada al interior del campamento Vicente Reyes en la que también viven ciudadanos de otras nacionalidades-, lo primero que se ve son autos y casas de diferentes colores y tonalidades.

En medio de ese espacio está la sede del Comité Migrante para el Desarrollo Social de la Vivienda. Un proyecto impulsado por Techo Chile y Enel, mediante el cual también se proveyó al campamento, en 2021, de conexiones eléctricas.

El comité está a cargo de Octavio (53), uno de los primeros migrantes haitianos en asentarse en el campamento. Llegó en 2017. Para ese entonces, recuerda, vivía un grupo de chilenos que les cobraban 80 mil pesos a los extranjeros por arrendar una pieza que ellos mismos habían construido. Esa dinámica se mantuvo por varios meses, hasta que un día -dice- llegaron funcionarios de la Municipalidad de Maipú al asentamiento informal.

“La gente de la municipalidad entró al campamento para hacer reuniones. Cuando llegaron nos dijeron que no teníamos que pagar arriendos por las piezas, porque los que nos cobraban no eran dueños del terreno. Pero, si no les pagábamos nos cerraban las puertas con clavos y se generaban pleitos“, recuerda Octavio.

Al pasar el tiempo, los migrantes comenzaron a organizarse y conformaron un comité. Octavio fue electo como presidente. Los chilenos que cobraban por las habitaciones, en tanto, vendieron las piezas en 100 mil pesos y se fueron del campamento.

El dirigente de Luna de Haití dice que las condiciones de vida del asentamiento informal son mejores que antes. Cuentan con luz y agua -aunque reclama que a veces no siempre llega a todas las casas-, y afirma que hay diálogo constante con la Municipalidad de Maipú.

“Nos ayudan para las postulaciones de viviendas. El jueves tengo reunión con la municipalidad para que veamos ese tema. Ya hay un joven del campamento que le dijeron que en octubre de 2024 podría tener su casa”, relata.

También cuenta que reciben ayuda de varias organizaciones que le hacen clases de español a los adultos y menores de edad del campamento. Varios de ellos, dice Octavio, nacieron ahí. Otros, están por llegar.

“Tenemos a varias mujeres embarazadas, que pronto tendrán a su hijitos y nacerán acá, en el campamento”, relata Octavio.

Las acciones de la Municipalidad de Maipú

La toma Vicente Reyes -donde está Luna de Haití- fue la primera en instalarse en el sector de Camino Melipilla, en 2017, en Maipú. Es uno de los 1.290 campamentos de Chile, según el Catastro Nacional de Campamentos 2022-2023, elaborado por Techo Chile.

Poco a poco la población comenzó a aumentar y a expandirse a los otros puntos del lugar, conformando así otros tres asentamientos informales: Villa Ferrocarril, El Trébol y Santa Marta

Desde la Municipalidad de Maipú estiman que hay al menos 460 familias habitando ese sector -que abarca los cuatro campamentos-, pero que el número podría ser mayor, ya que en un hogar podría haber más de una familia. 

Sin embargo, no cuentan con un registro exacto de cuántos migrantes haitianos viven en la comunidad Luna de Haití, de la toma Vicente Reyes. 

Tampoco hay una cifra actualizada sobre cuántos migrantes haitianos residen en el país. El último catastro de estimaciones de extranjeros –realizado por el Servicio Nacional de Migraciones (SERMIG) y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE)cifraba en 1.482.390 las personas extranjeras en Chile, al 31 de diciembre de 2021. De ese total, un 12,2% (180.272) correspondía a migrantes haitianos

El catastro de Techo Chile, en tanto, detectó que 39.567 familias migrantes viven en campamentos, lo que corresponde a un 34,7% del total de hogares en estos asentamientos.

Ese mismo registro posiciona a Maipú como una de las comunas de la Región Metropolitana con más asentamientos informales, con un total de 13.

Ante la instalación de campamentos en la comuna, específicamente los ubicados en la intersección de Camino Melipilla, desde el municipio liderado por el alcalde Tomás Vodanovic (RD) precisan que se realizan regularmente operativos para impedir la instalación de nuevas viviendas en el sector y, junto con eso, controlar la expansión

Asimismo, detallan que se han impulsado acciones sobre orientación para postulaciones a subsidios habitacionales, como también operativos de salud, desratización y apoyo en trámites para la regulación migratoria. Además, en el contexto del Plan Invierno, se han entregado colchones, mangas plásticas, pañales, vales de gas, frazadas, entre otros.

Pese a las acciones impulsadas por la municipalidad, los vecinos del sector demandan más medidas, sobre todo de seguridad y regularización. 

Una vecina, que reside a unas cuadras del campamento y prefiere mantener en reserva su nombre, afirma que los hechos de delincuencia son constantes y que afectan tanto a menores de edad como a adultos. 

Según un informe realizado por la Dirección de Seguridad Municipal en 2022, con foco en el cuadrante del campamento, los delitos denunciados con más frecuencias fueron daños (22), robos con violencia o intimidación (20) y amenazas (18)

Los puntos de mayor concentración de casos policiales, en concreto, se presentan en la intersección de Camino a Melipilla con Cerro Sombrero, en Vicente Reyes con Alberto Llona y en el servicentro Copec, ubicado en Camino a Melipilla.

Martín Vásquez, joven de 18 años que vive hace cinco meses frente al campamento Vicente Reyes, comenta que los habitantes del asentamiento informal son “tranquilos”, pero agrega: “He escuchado que muchos de los que viven acá se van para la Plaza de Maipú y empiezan a asaltar a la gente”.

También comenta que antes de llegar su nueva casa “estaba un poco asustado, porque no cachaba cómo era la toma. Me adapté y no he tenido ningún problema”, y relata que todos los domingos ve a grupos de migrantes haitianos, vestidos formalmente, ir a misa.

Su abuela, Mónica Hernández, piensa similar. “Mala convivencia no hemos tenido”, dice. Sin embargo, reconoce que faltan medidas para abordar las consecuencias del campamento, como el agua que proviene de las tomas y que circula por las calles. “Es agua podrida, muy hedionda, y eso molesta. Faltan leyes para que se organicen bien”, comenta.

Alicia Cruz, vecina del barrio ubicado cerca del campamento, también destaca la cercanía de los migrantes haitianos con la religión. Es Testigo de Jehová y cuenta que, debido a la congregación criollo haitiano de Maipú -a la que pertenecía en 2021-, pudo conocer a los residentes del campamento. 

“Yo aprendí a hablar creolé, entonces les hacía clases para estudiar la biblia, eran varias las personas interesadas. Muy trabajadoras y respetuosas, también estudiosas”, comenta Cruz. 

Y recuerda: “Nunca he tenido una mala experiencia. La verdad es que siempre participaban adultos y niños. Son personas muy religiosas”.

Un terreno estatal

El campamento Vicente Reyes fue declarado como asentamiento precario por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo.

El sector en el que está instalado es de carácter estatal. Un informe de 2022 de la Seremi de Vivienda de la Región Metropolitana detalla que el terreno se divide en lotes: dos pertenecen al Serviu Metropolitano y otro al Ministerio de Bienes Nacionales. En este último está ubicada la toma Luna de Haití, que abarca una superficie de 5.804,5 m². La parte restante del predio es utilizada por un Centro de Control y Certificación Vehicular 3CV, dependiente del Ministerio de Transportes.

Andrés Hidalgo, seremi de Bienes Nacionales de la Región Metropolitana, explica una de las dificultades que existen para enfrentar la problemática del campamento Vicente Reyes en su totalidad es que “muchas de las personas que viven ahí no tienen documentación“. Así también, remarca “ese terreno tiene muchos dueños, lo que también complica su manejo“.

Sin embargo, puntualiza que desde Bienes Nacionales están trabajando en traspasarle el terreno que es de su pertenencia -pero con destinación al Ministerio de Transportes- al Serviu, en el marco del Plan de Emergencia Habitacional, impulsado en este gobierno.

La estrategia, a cargo del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, consiste en abordar el déficit habitacional y construir 260 mil viviendas sociales a marzo del 2026. En su rol de colaborador, el Ministerio de Bienes Nacionales está a cargo de la entrega de terrenos fiscales para la ejecución del proyecto.

“El manejo humano y el asentamiento precario del suelo le toca a Serviu. Nuestro trabajo como Bienes Nacionales es proveer de suelo al Serviu para enfrentar la emergencia habitacional. Entonces, como es un trabajo en conjunto, nuestro objetivo es entregarle todo ese triángulo a Serviu para que pueda organizarlo completo, porque la posibilidad de construir viviendas sociales ahí es más o menos grande“, comenta Hidalgo.

Así también, comenta que en el terreno colindante al de Bienes Nacionales, que pertenece a Serviu (Vicente Reyes N°110), ya hay un proceso de ejecución para un proyecto urbanístico que contempla la construcción de viviendas sociales, en conjunto con la Municipalidad de Maipú.

“Hay un acuerdo tripartito entre Serviu, la municipalidad y comités. Ese proyecto esta financiado, diseñado y el suelo está disponible. Espero que lo entreguemos en este gobierno”, señala el seremi de Bienes Nacionales de la RM.

La búsqueda de educación

La Escuela Ramón Freire de Maipú queda a menos de 15 minutos caminando de la toma conocida como Luna de Haití. Por su cercanía, varios migrantes del país caribeño que residen en el campamento decidieron inscribir a sus hijos en ese establecimiento educacional.

El inspector general de la escuela, Francisco Hernández relata que en 2019 fue el año en que comenzaron a recibir a varios menores de edad haitianos.

“Al principio nos costó bastante interactuar con ello”, cuenta, y recuerda que una de las principales dificultades fue el idioma.

Por lo mismo, el año en que ingresaron los nuevos estudiantes, desde la escuela impulsaron medidas para trabajar el entendimiento. En las mañanas, previo a que iniciara la jornada de clases, junto a una psicopedagoga del establecimiento que habla creole, realizaban actividades para que los menores de edad haitianos aprendieran castellano. 

Ese trabajo, dice Hernández, se mantiene actualmente para quienes tengan mayor complejidad de aprendizaje. 

“Nosotros tenemos una niña que no entiende nuestro idioma, entonces tenemos una persona encargada que hace la traducción. Es una trabajadora del área de psicopedagogía que habla creole y tiene mucha relación con los niños del campamento”, cuenta.

También, comenta que entre los mismos estudiantes haitianos se apoyan, ya que algunos manejan el castellano “al revés y al derecho”. 

“Tenemos un estudiante de cuarto básico que viene en el horario de la mañana a clases, pero también asiste a la de las tardes, para ayudar a una niña, también de cuarto básico, con la traducción. Los sentamos juntos y, mientras los profesores van haciendo su clase, él va traduciendo”, explica Hernández.

Otra de las dificultades que tuvieron que abordar como escuela fue la integración de los estudiantes. El inspector afirma que por lo general los alumnos “son súper respetuosos”. Sin embargo, reconoce que han existido episodios de discriminación.

“Hace unos días tuvimos que hacer una intervención con el psicólogo de la escuela porque hubo un episodio en que dos niños se trataron de guatón y de negro, pero eso lo trabajamos y lo resolvimos en el momento”, señala Hernández. 

El inspector general de la Escuela Ramón Freire, además, destaca que los alumnos haitianos son muy estudiosos y que asisten a clases “aunque llueve o truene. Nunca faltan”.

Pero también lamenta que varios de ellos, a veces, se retiran antes de terminar el año escolar, porque se van de Chile, o a veces se ausentan un año y luego regresan.

“Es lamentable”, dice.

El reloj marca las 13.15 en la toma Luna de Haití de Maipú, en la que hay poco movimiento. A esa hora los menores de edad salen de sus casas con uniforme y, acompañados de adultos, caminan hacia la escuela para comenzar sus clases. 

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