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23 de Marzo de 2024

Vivir y morir en Un Nuevo Amanecer de Cerrillos: el brutal crimen en el corazón inaccesible de una toma sin Estado

Un Nuevo Amanecer de Cerrillos Fotos: Nelson Mena / Infografía: Camila Cruz

Lourdes Ortiz (51) murió acribillada en su propia casa a principios de marzo. La había comprado en 2020, cuando un grupo de haitianos y chilenos se tomó un predio de 20 hectáreas y comenzó a lotear terrenos para construirlos y después venderlos. Hoy, entre cifras desiguales y elucubraciones sobre lo que pasa y no pasa adentro de Un Nuevo Amanecer, se dice que la toma más grande de la Región Metropolitana tiene 14.000 habitantes y que nadie ha ido a regularizar ni el agua, ni la luz, ni la seguridad. En esta investigación, el hijo de la mujer ecuatoriana habla con The Clinic y denuncia que la policía nunca llegó al lugar donde había sucedido el crimen: "Ni las balas fueron a recoger a la casa donde ocurrió todo. El vecino cogió los casquillos de las balas y cuando hablé personalmente con él me dijo que nunca nadie vino a reclamarlas. Yo a ese lugar no vuelvo”.

Por

La noche del 8 de marzo de 2024, Inés Fuentes (54), actual dirigenta social de la toma Un Nuevo Amanecer en Cerrillos, estaba tendida en el sillón de su casa en la calle América Indígena. Lo había comprado de segunda mano, porque el suyo se lo había dejado a la hija en la casa de al frente, donde vivió pagando arriendo hasta tomarse esos 30 m2 en 2020, y convertirlos en su propia casa. Se estaba fumando un cigarro, tranquila, cuando le llegó un WhatsApp: “Mataron a una mujer en Los Domínicos”. Inés apagó el cigarro y se enderezó.

Recuerda haber pensado que a Los Domínicos ella no entraba a esa hora. “No voy a arriesgar la vida por alguien que quizás después no me va a venir a dejar ni una flor por todo el trabajo hecho”. Esa noche, después de mirar su celular, esperó adentro de su casa a que llegaran los Carabineros. Hasta que vio por la ventana pasar el reflejo de las luces rojas y azules de alarma. “Yo pensé que iban a entrar a reventarlo todo, que ahora sí que iban a allanar para buscar al culpable”, dice hoy. “Pero nada. Llegaron a la entrada, estuvieron una hora y se fueron”. 

La casa que Lourdes Lucciola Ortiz, ecuatoriana, le había comprado a unos haitianos el año en que se inauguró la toma, está levantada en el corazón de la toma. Esa noche, un hombre de la misma nacionalidad le disparó siete veces al cuerpo en su cocina, la grabó mientras yacía muerta sobre un charco de sangre en el piso. Y se fue.

Inés Fuentes muestra desde la calle Salvador —la avenida del templo evangélico— una ampolleta que cuelga sobre un poste al final del camino. Esa luz marca el límite del sector de La Paz con la calle Los Domínicos. “Ahí no se dobla si no quieres arriesgar la vida. Menos, a pie”, insiste Inés Fuentes. En esa calle, a cinco cuadras de la casa de Lourdes Ortiz, su nuera llamó a J.F.G para decirle que su mamá estaba muerta.

J.F.G. (25) es uno de los tres hijos de la mujer acribillada que se vinieron a Chile desde Ecuador. Esa noche estaba en el mismo trabajo que había conseguido hace siete años. Contestó el teléfono y escuchó a su pareja llorar mientras le contaba la noticia. Salió del lugar a las 20:30 pm para ir a buscar el auto que su jefe le había prestado y que estaba estacionado en un sector más cercano a Cerrillos. Quizás así, llegaba antes. “Yo pensé que a mi mamá la había matado una bala loca. Que se había puesto al medio de una balacera sin querer y que podría haber sido un accidente”, relata. “Pero a ella le pasó esto por estar metida entre medio de dos bandas. Ella era amiga de todos”. 

Cuando llegó a la toma había pasado una hora y media desde la llamada telefónica, que según cuenta él, fue inmediatamente después del asesinato. J.F.G. entró con la camioneta hasta la puerta de la casa en Los Domínicos. Recuerda que no había nadie, ni un alma, que todo estaba oscuro, que los casquillos de las balas estaban tirados y que un vecino, lo ayudó a recogerlos mientras él cargaba a su madre para llevarla a la urgencia del Hospital El Carmen en Maipú. Se demoró 22 minutos. Ahí se encontró con su hermana, entregó a su madre, y esperó.

Lourdes Ortiz, de 51 años, fue reanimada en urgencias, subió al pabellón y murió después de una toracotomía exploradora, una incisión urgente en el pecho para revisar el pulmón, el esófago y el corazón. 

La PDI llegó esa noche al hospital. J.F.G. los reconoció de inmediato y les pidió ayuda para ver a su madre. Ellos le tomaron declaraciones y le informaron que los protegerían . Después, se fueron. En la toma Un Nuevo Amanecer, mientras tanto, uniformados de la 30° comisaría estacionaron un vehículo blindado con balizas blancas y patente TPB337 en la calle Lo Errázuriz, justo arriba del parque. Por una calle aledaña al área verde, entraron dos radiopatrullas sedán Toyota y una SUV Nissan hasta la avenida 16 de Julio, que es la vía principal y más accesible. Hicieron una ronda pero no llegaron al lugar de los hechos.

El coronel Gonzalo Uribe se quedó en la entrada y declaró: “Una mujer habría llegado hasta el Hospital El Carmen con cinco impactos de bala en el pecho, los hombros y las piernas disparados desde armas automáticas, en lo que probablemente habría sido un enfrentamiento de bandas”.

Paul Martinson, fiscal asignado al caso que llegó al centro asistencial junto al Equipo de Crimen Organizado y Homicidios, ECOH, de la PDI, realizó un punto de prensa desde el Hospital El Carmen. El persecutor dijo que “ella habría sido el blanco de la situación. Tenía antecedentes por delitos relacionados con la Ley de Drogas y, el asesinato habría sido en un domicilio que preliminarmente, no era el de ella”. Días después sabríamos que esa información era un error.

Martinson aseguró que “se instruyó que se constituyera el sitio del suceso y se realizara una investigación por parte de la Brigada de Homicidios de la PDI, Investigaciones Especiales, Anti Narcóticos y el Centro Nacional de Análisis del Crimen. Ellos van a realizar la inspección en el hospital para tomar los antecedentes, harán la fijación del sitio del suceso y búsqueda de evidencia balística en el sitio correspondiente a donde habrían sucedido los hechos”.

La Policía de Investigaciones no llegó a la toma esa noche. Lo hizo, según testigos, al día siguiente. 

—A mi mamá la mataron por estar metida entremedio de los asuntos de dos bandas. Eran sus amigos, por ellos llegó a vivir a la toma en un primer lugar”—, comienza a relatar J.F.G. 

—¿Qué fue lo que pasó?

—Esa noche, la llamó uno de ellos y le dijo: ‘Juntémonos, para que tengamos una reunión, y no tengamos problemas’. Se citaron en la casa de mi mamá a conversar, y los imbéciles, se pescaron a balazos. Cuando fui a tratar de tomar represalias, me dijeron que ellos habían creído que mi mamá les estaba tendiendo una trampa para que los mataran a todos. Esa es la excusa que me dieron, y yo creo que es falsa.

Siempre hay uno que es el más psicópata. Ese fue el que empezó a disparar primero. Quería matar a toda costa por el gusto de hacerlo. Los de la otra banda alcanzaron a escapar. Mi mamá quedó sola ahí y la mataron a ella. Fue gratuito. Distinto hubiese sido un sicariato pagado. Esto no fue un ajuste de cuentas.  Yo no sabía en lo que andaba ella porque no me contaba nada. Ella sabía que yo la iba a retar. 

—¿Tuviste algún aviso, alguna amenaza de que esto podría haber pasado? 

—No. Nada ni nadie me dijo que tenía que sacarla de ahí rápido. Aunque yo siempre le decía que vendiera la casa que tiene en Ecuador y que con esa plata se fuera de ese lugar. Por una casa en Ecuador te pueden dar 100 mil dólares. Pero nunca quiso. Nunca me hizo caso. 

Después de que le hicieran firmar el papel de defunción de su madre en el hospital, J.F.G. dice que no la volvió a ver hasta que se la entregaron en el cajón. La velaron en una casa con tres hermanos más y su tía y luego, J.F.G. se endeudó para mandarla de vuelta a Ecuador. No la pudo acompañar porque no alcanzó a tramitar el permiso especial que necesitaba para salir del país por la muerte de un familiar teniendo arraigo nacional. Había tirado unos fuegos pirotécnicos hace años.

Pasillo a la entrada de Un Nuevo Amanecer.

Hipnotizadas por un sueño sin ley

J.F.G. dice que no sabe exactamente por qué su mamá dejó Ecuador. Después de nacer, se crió con su abuela en una hacienda de la ciudad de Esmeraldas, lugar de playas calipso pero que en 2022, fue catalogada por el Departamento de Estado de EE.UU como uno de los lugares para no viajar por los niveles de muerte y violencia. “En Ecuador vivíamos bien”, relata. “Pero mi abuela después de morir dejó una hacienda grande por la que mis tíos se empezaron a pelear. Mi mamá no hacía caso a los problemas, quería vivir tranquila, quizás por eso se fue”.  

Lourdes Ortiz fue mamá a los 16 de su primer hijo y a J.F.G. lo tuvo a los 26. Después de eso, se vino a Chile. Acá, la esperaba su hermana. J.F.G. cuenta que le perdió la pista un buen tiempo, hasta que después empezaron a hablar por teléfono, pero que en realidad, no la conoció bien hasta que a los 18 años, sacó su pasaporte y se vino a Santiago. Llegó a trabajar a una panadería con su tía y a vivir en un cité. Lourdes Ortiz estaba presa en ese entonces por delitos relacionados a las drogas. Él la fue a visitar al tercer día de haber bajado del avión, en el invierno de 2017.

En 2020, Lourdes Ortiz salió de prisión. “Mamá, ya estás afuera. Quédate tranquila. No molestes”, le dijo su hijo. Pero ella, que ya llevaba más de una década acá, buscó volver donde las amistades que la habían llevado a la cárcel en primer lugar. 

“Se enteró de que se estaban tomando unos sitios en una explanada grande en Cerrillos y partió para allá”, cuenta J.F.G. Mismo patrón que el 13 de julio de 2020 había llevado a 72 chilenos, 8 peruanos, 2 argentinos y 2 colombianos, a lotear con sus propias manos los primeros polígonos de un vertedero de 40 hectáreas. 

Inés Fuentes fue una de las primeras mujeres en llegar a tomarse un terreno. Ella fue también la que registró a los primeros habitantes de Un Nuevo Amanecer en un post it rosado que conserva hasta hoy.

Inés Fuentes, dirigente social de Un Nuevo Amanecer.

La mañana de ese jueves, fumó durante horas apoyada en el marco de su ventana. Lo que no dejaba de mirar, era la gran explanada color trigo y llena de basura que inundaba la vista hasta la línea del horizonte que dibuja la Autopista del Sol, en los límites, y que da comienzo a la parte más al sur de Estación Central. Ese departamento emplazado en uno de los bloques de la Villa Oreste Plath, daba directamente a la calle América Indígena. La misma que Fuentes ve desde su ventana hoy en la vereda del frente. 

“Yo siempre tuve en la cabeza que algún día iba a tener la oportunidad de dejarme caer a un campamento, a una toma, a lo que fuera”, empieza a contar Fuentes. “Yo siempre ahorré toda mi vida. Ahorré y ahorré, pero nunca llegué a tener mi casa propia. Postulé muchas veces al subsidio y me lo negaron porque me faltaba plata. O por cualquier cosa. Después me aburrí de insistir y dije que no iba a postular nunca más. Me las lloraba todas”, dice. Esa mañana su sueño se cumplió. Recuerda que su sobrina llegó gritando que habían personas corriendo por el vertedero. Como si se tratara de una carrera donde el que llega primero se lleva la mejor recompensa. 

Inés Fuentes bajó descalza a la calle. Sin bolso, sin comida de la despensa, sin nada. Cruzó la calle y vio la única baranda que separaba el terreno del resto de la ciudad. “Era como esas barreras de fierro delgadas que ponen en las carreteras altas para que los autos no se caigan por el cerro. Un corte de sierra bastó para romperla”, cuenta.

Imagen de los restos de la barrera que delimitaba el terreno de la toma en 2020.
Dron muestra las 20 hectáreas empezando a ocuparse en 2020.

Tomó unos palos que encontró en el basural y le pidió a su sobrina que le lanzara unas sábanas viejas por la ventana. Enterró con fuerza cada pilote formando los vértices de un cuadrado, enrolló las sábanas en espiral, las amarró para hacer una cuerda larga y las incrustó en cada una de las cuatro esquinas. “Mi cuadrado”, recuerda haber dicho en voz alta. 

Esa noche, ella y quienes alcanzaron a llegar antes de que se oscureciera completamente el predio, acamparon en el lugar. Apiñados alrededor de una fogata, cada uno puso una carpa de playa y un saco de dormir en la tierra. A las cuatro de la madrugada, Inés Fuentes cruzó la calle y subió de vuelta a su departamento. “No aguanté el frío así que me devolví. Mejor bajaba al día siguiente”, dice. 

El orden dentro del caos

Entre el 13 y el 16 de julio de 2020 —fecha que da nombre a la calle principal de la toma para conmemorar la fundación del “Campamento América Indígena”, hoy “Un Nuevo Amanecer”— llegaron 500 personas al lugar. Inés Fuentes lo sabe porque a la mañana siguiente, cuando bajó a su cuadrado, vio llegar las micros que estacionaban en la explanada de Lo Errázuriz desde las que bajaban corriendo hordas de personas. “Venían en grupos de a 20 o de 30 y corrían como si estuviesen entrando a un festival, como un desfile de hormigas avanzando rápido por la tierra. Ahí yo dije ‘no, a mi nadie me va a quitar lo que es mío’. Nos reunimos con los que habían llegado la noche anterior, agarramos un cuaderno y empezamos a anotar los nombres. Uno por uno”. 

Inés Fuentes fue la primera vice presidenta de la directiva social de Un Nuevo Amanecer. Cuando mataron de martillazos en la cabeza al chileno-haitiano que había sido elegido presidente, ella, con pena por perderlo pero sabiendo que sus problemas eran por afuera y no en la toma, ascendió. El miércoles de esta semana, cuando abrió la puerta de su casa, mostró las 11 carpetas de distintos colores que tiene en su escritorio de trabajo. 

Abajo, el primer mapa de Un Nuevo Amanecer creado por Tomás Ives en 2022. Además, se agregó el lugar donde yacían los rucos que la Municipalidad de Cerrillos retiró a mediados de marzo.

Mapa 2022. Fuente: Tomás Ives.

En ellas, están las copias de los Certificados de Nacimiento, Cédulas de Identidad, el Registro Social de Hogares, el Certificado de Antecedentes y las cartolas del banco de todo quien pretenda formar parte de la comunidad de Un Nuevo Amanecer. “La gente me dice la ‘Dirigenta Principal’. Yo soy la fiscalizadora de este lugar, porque soy la más ordenada y luchadora. Digo las cosas a la cara y no tengo miedo”, cuenta.  ¿Cómo llegó a administrar 11 barrios o sectores construidos en una explanada de 20 hectáreas laberínticas que se puede recorrer completa en seis horas? Tomás Ives (42) la ayudó. Artista social de profesión —y actual asesor técnico de las dirigencias sociales de la toma—, partió por entregarle los colores y los escudos. 

Naranjo para el suyo, Oreste Junior. Turquesa para Oreste Unido, lila para Casa Digna, morado para Los Mosqueteros, amarillo para La Paz, rojo para Naciones Unidas, café para Los Combatientes, Azul para Salvador, celeste para Los Domínicos, rosado para Arcoíris de Lo Errázuriz y verde para Ferrocarril. 

El 16 de julio de ese 2020, Ives estaba ayudando en las ollas comunes organizadas por la organización de Mariano Puga en Villa Francia, Estación Central. “Coincidente con la época del primer retiro de los fondos de la AFP, las familias que iban a buscar comida se redujeron un montón. Pasamos de servir 600-650 porciones por jornada a servir solo 250. Un día hicimos lentejas con longaniza, no teníamos capacidad de refrigeración y no podíamos botar la comida. Un compañero dijo que conocía un lugar, un botadero en Lo Errázuriz, donde se estaba levantando una toma”, recuerda hoy. 

Cuando llegó, no lo podía creer. Más de 500 personas construyendo casas con pallets, paneles de OSB, latas y fierros. Tenían materiales de construcción profesionales, el lugar estaba rodeado por camiones que bajaban maderas y paneles para venderlos en la calle e incluso, después llegó maquinaria más pesada para ayudar a levantar las estructuras. “Yo nunca había visto algo así”, dice. 

Hombre construye las vigas del techo de su casa en 2024.

“La gente vivía en los guettos, en los cités o arrendaban casas en situaciones más precarias que lo que estaban construyendo”, continúa Ives. “Con los fondos del retiro, la pobreza como la conocíamos hasta hace 20 o 30 años empezó a cambiar. Los lugares que solían ser campamentos o rucos y que pretendían servir de vivienda temporal, empezaban a tener paredes sólidas, baños, fosas sépticas y proyecciones a largo plazo”, agrega.

La toma de estos terrenos sigue siendo igual de ilegal que como partió. No importa que ahora hayan casas de hasta tres pisos para 15 personas. Los dueños de las 20 hectáreas comprendidas entre la Autopista del Sol, la calle y el parque Lo Errázuriz, América Indígena y la berma de Calle Ferrocarril, son las empresas Copec, Goodyear, Sociedad Minera Nueva Cerrillos, Explotadora Minera Cerrillos, Sociedad SironValle, Transportes Burrows, Inmobiliaria Inversiones Lo Errázuriz, Armando Núñez y finalmente, un pedacito es del Fisco —que la Municipalidad de Cerrillos atribuye a la comuna de Maipú—. Abajo, un mapa que delimita a los dueños por sector.

Mapa 2022. Fuente: Tomás Ives.

Las otras 20 hectáreas que no han sido tomadas, pertenecen a la Sociedad Minera Arrip, que tiene sus oficinas en la calle aledaña —Salvador Allende— y también, que trabaja con Metro S.A. en excavación, carguío y transporte. El cambio de suelo aquí y en las otras 20 ha, costaría 100 millones de dólares. Un proyecto habitacional de viviendas tardaría cuatro años, según dijo la consultora inmobiliaria GPS Property a Emol esta semana. 

En 2022, los privados y la municipalidad se enfrentaron en una demanda que barajaba la responsabilidad sobre lo que pasa en estos terrenos: quién los cuida, quién los limpia, quién gana con lo que pasa allá adentro. “Son ellos los que nos tienen de manos atadas”, comienza a decir la alcaldesa de Cerrillos, Lorena Facuse. “No puedo entrar a casa ajena y decir “no construyan aquí”. No tengo atribuciones dentro de lo privado. ¿Quién gana? No lo sé, pero solo podrían ser ellos esperando a que se decida urbanizar y la plusvalía de ese suelo aumente”, dice.

Pero en 2020, los pobladores de la toma eran los únicos que empezaban a ganar. A los pocos días de tomarse el predio, los chilenos y los haitianos dejaron de usar los terrenos para su propia vivienda. La idea de empezar a construir casas para luego venderlas empezó a expandirse esa misma semana según cuentan Fuentes e Ives. Según la dirigenta, los hombres se paraban a promocionar en las veredas que se vendían casas a “precio huevo” como si de una feria se tratara y gritaban: “¡Lleva un terreno por 500 mil! ¡700 mil!”.

Avance del Campamento América Indígena en 2021. En 2022, pasaría a llamarse la toma “Un Nuevo Amanecer”. Foto: Tomás Ives.

Muchos números, pocos cambios

Bajo esa lógica, hoy existen diversos datos desplegados por varias instituciones, que hablan del perfil y la cantidad de población de la toma Un Nuevo Amanecer. No es fácil casarse con un número de habitantes a 2024: los últimos datos oficiales del Serviu en el Catastro de Campamentos, que muestran el que hasta entonces se llamaba “Campamento América Indígena”, son del 2022: 1.378 hogares y 3.274 habitantes. Un estudio de caracterización de los hogares de Un Nuevo Amanecer, realizado por Techo Chile ese mismo año, cuenta 2.000 familias y 3.264 personas. Por su parte, los dirigentes sociales contaron 1.997 casas. 

Hace un mes, un video publicado en TikTok mostraba el recorrido de la toma en motocicleta. Él dijo que encontraba “increíble” que 14 mil personas vivieran ahí adentro. No existen cifras públicas oficiales que hablen de esa cantidad a 2024, pero según información recopilada por la Municipalidad de Cerrillos, “el total de familias catastradas es de 4.117 y se estima un crecimiento explosivo de más de 14.000 personas en 2023”. Inés Fuentes está de acuerdo y estima la misma cifra, haciendo un cálculo con los registros de cuántos lotes hay en cada uno de los 11 sectores —entre 120 y 150— y cuántas personas, “al ojo”, viven en cada casa —de 1 a 15—. 

En los últimos dos años no han habido cifras nuevas y oficiales sobre Un Nuevo Amanecer. El Ministerio de Vivienda y Urbanismo responde que no se ha hecho porque es difícil. “Realizar un catastro en un campamento, tiene múltiples desafíos de coordinación, distribución, comunicación con la comunidad y disponibilidad de recursos. A modo general, en 2024 incorporamos los polígonos de nuevos asentamientos precarios que han surgido en el país”.

Techo Chile caracterizó en 2022 el perfil socioeconómico de las personas que llegaron a vivir a Un Nuevo Amanecer, cifras que Tomás Ives también ha utilizado para registrar la historia de la toma, con el fin de crear un sistema de ahorro para la vivienda y postulación a subsidios que convierta a la toma en un “barrio transitorio” —como La Chimba en Antofagasta—.

“Las cifras no deben haber cambiado mucho”, dice Ives. En el estudio, el 73% de la población de la toma provenía de Haití, el 15% de Perú y el 1% de Chile. El resto, se dividía entre dominicanos, venezolanos y colombianos. Ese año, solo 45 personas venían de Ecuador —1%—. Una de ellas era Lourdes Ortiz, que le compró su casa en 2020 a un hombre haitiano en $9.000.000.

El costo de querer vivir más tranquilo

A J.F.G, nunca le gustó la toma, pero tres años después de que su madre comprara, él compró también. “Yo solo quería que saliéramos de ahí. Estaba lleno de basura, despertábamos con noticias de asesinatos. Yo quería pagar mi renta y vivir normal, tranquilo. Nunca me hubiese movido para allá si no me hubiese separado de la pareja con la que vivía en otra comuna”, explica. 

Además, necesitaba dinero para la música que estaba empezando a hacer y distribuir entre su círculo en Chile. A los 14 empezó a componer dembow y música urbana, a los 20 ya estaba grabando con un productor amigo. “Me ofrecían pagar $3.000.000 para vivir en un techo tranquilo, en vez de gastar los 400 mil pesos que estaba pagando por arriendo. La casa la pagaba en un año y de ahí era libre de invertir para mi música de ahí para adelante. Todo lo demás estaba en contra. Me quedaba lejos del trabajo, la locomoción no entraba nunca al lugar”, cuenta.

La semana en que murió acribillada su madre, tuvo que cancelar la grabación de su quinto videoclip —que él mismo dirige y gestiona—. Lo reemplazó por la grabación de una canción en homenaje a su mamá que puso en un video con fotos y empezó a distribuir por WhatsApp a su familia y amigos. 

Como J.F.G, el 36% de la gente que vive en la toma tiene entre 18 y 60 años, según la caracterización de Techo-Chile en 2022. 39% tiene menos de cinco, o sea, que el grueso de esta población está conformado por niñas, niños y adolescentes. Al igual que J.F.G., el 70% de personas están empleadas, con una mediana de ingreso per cápita de 270 mil pesos e ingreso promedio por hogar es de 477 mil pesos. Solo el 23% tiene capacidad de ahorro con un monto promedio de $82.547. J.F.G asegura que él también, pero que para repatriar a su madre en Ecuador, esta semana se tuvo que endeudar. 18% de sus vecinos de la toma, también. 

Desde su trabajo, hoy recuerda que su madre también trataba de guardar dinero, pero que era difícil. En las mañanas vendía ropa y zapatillas en la feria de Cerrillos. Por las tardes, preparaba tragos en su casa para que quienes venían de vuelta del trabajo, pasaran el rato en paz. 30% de esos trabajadores puede haber provenido del rubro de la construcción, 15% en comercio, 7% en transportes y 4% en la industria manufacturera. El 78% de la gente, le puede haber pagado en efectivo frecuentemente, y el 60%, con tarjeta de débito. Aunque el 90% de ellos, sí o sí tenían Cuenta Rut, continúa el estudio de Techo-Chile.

Eso significa, que la tasa de regularización dentro de la población de Un Nuevo Amanecer es alta. Tanto así, que desde la Municipalidad de Cerrillos aseguran que “la alta dotación de estudiantes que se han inscrito en los colegios de la comuna y que pertenecen a Un Nuevo Amanecer genera una demanda de recursos superior”. Y es que cerca de la mitad de las familias están constituidas en un hogar nuclear bi-parental con hijos (39,2%).

Un laberinto de caminos de tierra

Una vivienda semi-consolidada es una casa que cumple con ciertos estándares de construcción, pero no tiene acceso ni a luz eléctrica ni a agua potable regularizada. El 51% de Un Nuevo Amanecer, tiene una vivienda semi-consolidada. Pasando la entrada angosta por la calle Oreste Junior. El suelo ahí es llano, con tierra y maicillo suelto en un principio. Después de unas vueltas de izquierda a derecha, está “la 16 de julio”, como le llaman a la avenida principal. Se nota que autos pesados y camiones han circulado por ahí: hay piedras grandes sueltas en la mitad del camino. También socavones en las orillas, y hoyos tramposos creados por las ruedas del camión de bomberos, que ha tenido que ingresar al menos a tres incendios importantes desde 2021.

Pero si uno levanta la mirada, ahí están. Las casas semi-consolidadas, los restoranes, los almacenes, la peluquería. Los balcones de fierro y madera con terminaciones diseñadas profesionalmente —por su corte milimétricamente perfecto para lograr diseños y patrones bonitos, con curvas, o flores talladas—. Los colores caribeños, verde turquesa, rosado Cartagena, amarillo piel, amarillo neón, azul y otros.

Y los portones. Bien podrían haber sido las puertas de una casa europea, pero que compraron aparte y pegaron junto a paneles de lata para proteger una casa creada con una mezcla de ladrillos, fierro y paneles de OSB.

—La hora para caminar sin atochamiento por aquí es a las cuatro de la tarde. Justo antes de que vuelva la gente del trabajo y los niños del colegio—, comenta Inés Fuentes, mientras guía el camino por este laberinto que todavía ilumina el sol, pero que ya tiene las ampolletas colgadas a los cables de electricidad prendidas.

—¿Tu crees que si ellos pagaran tendrían la luz prendida a esta hora? No. Por eso quienes queremos nuestra casa estamos esperando que vengan a sentarse a hablar con nosotros. Cóbrenoslo todo como a la gente normal”—, continúa. 

Adentro no hay un sistema de clases caracterizado por el tamaño o estructura de la casa. “No está Vitacura por un lado y Cerrillos por el otro”, dice Fuentes. “Las casas más pequeñas no están necesariamente determinadas por la cantidad de recursos que hay dentro de ella. El 30% de la gente en la toma, vive sola. Es reflejo también de la nueva necesidad habitacional que ha surgido en las ciudades de Chile”, complementa Tomás Ives. Él pintó los letreros de las calles. 

Pero eso es solo en la avenida principal. 

Testigos en la toma cuentan que han visto a un vecino balear a otro por haberse colgado de su cable de la luz y provocado un corto circuito. La brutalidad solo aumenta: mataderos de chivos y pollos que traían para vender adentro de la toma desde los criaderos de Talagante o Padre Hurtado. Restos de pieles de gatos y perros. “Está el mito de una casa embrujada que está hueca en la Calle Alegría, y que adentro, hay una fosa para tirar cuerpos. Pero eso es un mito, nadie lo ha visto”, dice Fuentes.

La idea de un cementerio clandestino adentro de la toma surgió a principios de este mes, después de que la alcaldesa subrogante Verónica Montecinos declarara que estaba segura de su existencia.

No fue ese el primer problema para la administración actual de la comuna. Lorena Facuse, oriunda de Cerrillos, recuerda haber elevado volantines en familia en el terreno de Lo Errázuriz. “Tenemos un problema terrible, la gente que vive en la toma se cuelga y se le corta la luz a los vecinos que estaban ahí antes, que son los vecinos de Villa Francia. Entonces, se enfrentan entre ellos. Como yo no tengo atribuciones en este terreno privado, creo que Enel debería demandar a los dueños privados del terreno por la cantidad de plata que están gastando”.

El quiebre que determinó el abandono

Inés Fuentes denuncia haber tenido solo una reunión en una mesa de trabajo que integraban dirigentes de la toma, la municipalidad y los privados durante 2021. Pero que después, se terminó, y ese abandono de acuerdos y organización, le abrió la primera puerta al crimen desde que habían llegado a Un Nuevo Amanecer.

La municipalidad demandó a Copec y GoodYear, por el incremento en los gastos y carga en retiros de residuos a través de las bateas que habían instalado en los límites de los sectores pertenecientes a ambas empresas en la toma. Jorge Salgado, director jurídico de la Municipalidad de Cerrillos, explica que al final la institución perdió la demanda porque la Corte de Apelaciones desestimó el documento enviado para reclamar el apoyo monetario que estaban solicitando. “Las empresas quedaron indemnes y se bajaron de la mesa. Hasta hoy, tampoco han efectuado lo que tiene que hacer un dueño de un terreno para recuperar lo que es suyo”.

Sumado a eso, la municipalidad no envía monitores ni seguridad ciudadana al interior de la toma. “Tampoco queremos exponer a los inspectores a que sean maltratados o vayan a tener algún conflicto con la gente de allá”, agrega Salgado. La comunicación entre los dirigentes de la toma hoy y la municipalidad para buscar soluciones, están casi cortadas, según relatan desde las dirigencias sociales.

“Teniendo el campamento más grande de la RM podríamos tener tantas oportunidades de intervenir y trabajar en conjunto. Pero como municipalidad, como gobierno, como legisladores, estamos lejos de saber la realidad de esta toma y de adecuarnos a su envergadura”, continúa Facuse. “Me imagino que podríamos hacer algo a través del Ministerio de Energía, podríamos poner energías renovables, u otras ideas”.

Casa en la Avenida 16 de Julio de la toma Un Nuevo Amanecer.

Según vecinos externos a la toma, el sentimiento de abandono allá adentro es tal, que incluso, la posibilidad de que los pobladores de Un Nuevo Amanecer se tomen la Autopista del Sol, es real. “Cortar los suministros que vienen desde San Antonio por ejemplo, sería “una forma de protesta ante la falta de cuidado de los ciudadanos por parte del Estado. Si los pobladores no lo han hecho, es porque la esperanza del pobre es demasiado larga”, concuerdan entre ellos. 

Según consigna el municipio, se han centrado en coordinar con ENEL Chile medidas de mitigación respecto al suministro eléctrico, así como la recolección de desechos domiciliarios que aumentaron exponencialmente en dicha zona, contigua a la Villa Oreste Plath. Las prioridades, estarán en “ensanchar más calles dentro de la toma. Erradicar las casas ubicadas cerca del talud de la autopista que puedan derrumbarse con las lluvias y, aumentar la seguridad en el sector durante los fines de semana. Los vecinos ya no pueden dormir”.

Estado y balas perdidas

La ausencia del Estado de derecho quedó marcada después del 2021, en especial, en el sector de Los Dominicos, donde se empezó a acumular todo el negocio nocturno desde la pandemia. Ahí estaba la casa de Lourdes Ortiz. Vecinos cuentan que aunque había cuarentena, no había control de policías. Los autos de alta gama hacían filas frente a los estacionadores y dejaban millonarias propinas. Todo para entrar a las discos y a los prostíbulos.

Hace una semana, la municipalidad desalojó rucos que se habían instalado en dos sectores distintos afuera, pero pegados a la toma. La mayoría de ellos estaba por la Calle Ferrocarril. Los últimos 4 estaban hacia el sector Arcoíris de Lo Errázuriz, del cual la calle principal, es Los Domínicos. Vecinos describen a la gente que vivía ahí como adictos que esperaban que las mafias les fueran a vender.

“Todo el mundo sabe que hay venta de droga en la toma. Nunca me gustó eso, porque sabía que cosas así de terribles podían pasar”, dice J.F.G. “En la toma era típico amanecer con la noticia de un asesinato o un crimen en la calle. Pero nunca pensé que sería mi mamá la que después iba a ser noticia. Todavía no me lo creo, y eso que he sufrido”, comenta en voz baja mientras mira el suelo y se lamenta.

En 2023, 13 personas desaparecieron por crimen con presunta desgracia adentro de la toma, según datos consultados por la municipalidad a Carabineros de Chile. Oficialmente, murieron 4. En 2022 fueron 33 desaparecidos. No existe una tipificación de esta figura en el código penal, por lo tanto, no se constituye un delito tampoco. También ese año se encontraron 32 armas y se tipificaron 21 delitos por tráfico de droga, consumo y cultivo. “Después de que se desarmara la mesa se nos desordenó todo”, lamenta Inés Fuentes. 

“La toma es un mundo de nadie. Allá hacen y deshacen como quieren. Yo no sé muy bien cómo llegamos a este punto, dice J.F.G entre lágrimas. “Ni las balas fueron a recoger a la casa donde ocurrió todo. La PDI llegó al hospital a preguntarnos antecedentes, porque piensan que somos una familia a la que hay que tenerle ojo y se fueron. El vecino cogió los casquillos de las balas y cuando hablé personalmente con él me dijo que nunca nadie vino a reclamarlas y que él tampoco las llevó. Ahora no sé donde están las balas. Yo a ese lugar no vuelvo”. 

Nadie llega al corazón de la toma

Consultados por el actuar de los equipos de la PDI esa noche y al día siguiente, desde la ECOH se restan de hablar porque consideran que es jurisdicción de la Brigada de Homicidios. Aseguran tener evidencia, a pesar de no haber entrado nunca al lugar de los hechos, según consigna J.F.G y más testigos. Fuentes adentro de la institución aseguran que las calles de la toma son muy angostas para entrar en auto. Lo mismo dicen en Carabineros.

“Hicimos las calles exactamente para que pudiesen entrar los vehículos de emergencia en caso de cualquier catástrofe. Todos quienes forman parte de la comunidad están en la obligación de construir sus casas dejando entre 3 y 5 metros de calle para que pasen estos vehículos”, explica Inés Fuentes. En el mapa de Tomás Ives —2022— también está marcado con una línea roja el recorrido que podría tomar un camión de bomberos, una ambulancia o una patrulla de seguridad e investigación. Los Domínicos es una de las avenidas principales que están completamente marcadas por esa línea roja. El mapa de abajo muestra las calles por donde pasan los vehículos de emergencia.

Gráfica: The Clinic.

El fiscal Marcos Pastene a cargo de la Fiscalía Occidental que opera también para la comuna de Cerrillos, cuenta que están dedicando fuerzas a “construir un equipo con analistas, criminólogos asistentes sociales y área jurídica para ser capaces de levantar información útil respecto a las tomas”. Pero también, explica que las denuncias no son muy exiguas en estos sectores. “No más de 70 llamados en 2023”, dice. “El método tradicional de la denuncia y la investigación no es factible en este tipo de situaciones, porque la gente tiene miedo”. Además, concuerda con los datos de que Cerrillos tiene la menor dotación de retenes de carabineros y fiscales en la región. 

En la actualidad, hay 72 carabineros para la comisaría de Vista Alegre y 37 en la subcomisaría del sector de Buzeta, según cifras que obtuvo la Municipalidad de Cerrillos. Esto, para una población que según las proyecciones del INE, es de más de 90.000 personas. 1 carabinero por cada 826 habitantes. Si hay 14 mil personas en Un Nuevo Amanecer, ahí adentro hay actualmente 1 carabinero por cada 128 vecinos de la toma. Eso, solo en caso de estar todos disponibles.

Desde la Delegación Presidencial, reconocen la falta de Estado en las tomas y campamentos de la RM. La delegada Constanza Martínez cuenta que en Cerrillos se han llevado a cabo más de 30 intervenciones. “Estamos implementando una estrategia para devolver la presencia del Estado a estos lugares a través de intervenciones que contemplan fiscalizaciones, demoliciones de casas narco, mataderos, investigaciones a largo plazo y medidas de mitigación”. Pero no especifica en ningún caso que haya un plan focalizado para la toma Un Nuevo Amanecer.

El sentimiento actúa de JFG es de resignación. Dispara contra las policías, asegurando que “no tienen idea lo que están haciendo”. Pero también advierte: “Lo hecho, hecho está. La toma es una locura y yo solo puedo decirle a la gente que o salga de ahí, o aproveche desde ya de demostrarle a sus familias que los quieren”.

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