La ruta del café: siete lugares para tomar los mejores de la ciudad

La calidad del café que tomamos los chilenos ha experimentado grandes y rápidos cambios durante los últimos cincuenta años. Esto, porque hasta pasada la mitad del siglo pasado el hábito de beber café estaba reservado para tan solo unos pocos que tenían acceso a las escasas cafeterías existentes en Santiago, Valparaíso y otras ciudades importantes del país. Mientras tanto en los hogares más se bebía té, maté o el llamado café de trigo. Además, encontrar una cafetera doméstica era algo muy fuera de lo común.

Sin embargo, por esos años también comenzaba a hacerse un espacio en nuestras mesas el café instantáneo -primero con una sola marca y luego con varias-, el que llegó a hacerse tremendamente transversal, ya que estaba presente en todo tipo de hogares nacionales e incluso en restaurantes.

A contar de los años 90, las cafeteras importadas comenzaron lentamente a llegar a los hogares, con lo cual el famoso tarro -o frasco de vidrio después- del café instantáneo fue desplazado por las bolsas de café en grano y, varios años más tarde, por las novedosas cápsulas. Y en paralelo a todo esto que sucedía en las casas chilenas, primero en restaurantes y bares y más tarde en las cafeterías -que llevan décadas multiplicándose por todo el país-, lo que se ha visto es una evolución increíble.

Así las cosas, mientras hasta hace un par de décadas el mayor refinamiento del café se daba en torno a las opciones de espresso, cortado y capuccino; ahora la cosa va mucho más allá, con maquiatos, lattés, filtrados y mucho, pero mucho más. Y por si esto fuera poco, entraron a jugar otros parámetros, como el origen del grano, su tostado, molienda y el método utilizado para preparar el café. En resumen, todo un mundo que a uno lo obliga, o más bien lo invita, a tratar de proponer su propia ruta del café -en este caso- santiaguino.

El centro de Santiago ha sido por décadas sinónimo de consumo de café. Es que en este sector partieron los tradicionales salones de café atendidos exclusivamente por mujeres, que más tarde darían paso a los hoy casi extintos “cafés con piernas”, donde lo que menos importaba era justamente la calidad de lo que se bebía.

Pero más allá de todo esto, siempre es bueno destacar que en pleno centro de la ciudad -y solo a pasos de La Moneda- se encuentra el Blue Jar (Amanda Labarca 102, teléfono 961554650, Santiago), un muy buen restaurante que, además, tiene un servicio de cafetería de primer nivel y que funciona de lunes a viernes a contar de las ocho de la mañana. Bueno, aquí es posible desayunar tranquilamente o tomar un café al paso, siempre en muy buenas condiciones. Por lo mismo, vale la pena probar su Capuccino ($2.300), probablemente el mejor de la ciudad, o alguna otra especialidad de su carta de café. Es que aquí, siempre se va a la segura.

Ahora bien, para los que se mueven por el sector de Providencia, lo cierto es que existe un lugar que no se puede pasar por alto y que es Felix Café (Coyancura 223, local 2, teléfono 975484482, Providencia). Se trata de un lugar pequeñito, pero con un café maravilloso y que parte atendiendo a las siete y media de la mañana. Por lo mismo, no son pocos los que pasan por este lugar antes de ir al trabajo y desayunan ahí, a la pasada, sentados justo afuera del local. Y ojo, porque todo lo que tienen para acompañar el café (muffins, galletones o lo que sea), siempre es de primerísima calidad. ¿Qué pediría aquí? Un simple espresso ($2.000), que siempre está muy bueno y te deja listo para arrancar el día.

Continuando desplazándonos hacia la zona oriente de la ciudad podríamos llegar hasta el Puelo Café (Las Catalpas 1522, teléfono 229482569, Vitacura), un lugar medio escondido en una pequeña calle cercana a la exrotonda Pérez Zujovic y donde hacen un poco de todo. Me explico. Es un lugar donde se puede almorzar, pero también comer algo liviano hacia la noche o simplemente tomar un trago. Y por las mañanas funcionan como café y, de verdad, uno muy bueno. Además, tienen un brunch que vale la pena probar. Pero volvamos a lo que nos convoca, el café, porque en este lugar saben de tostado, origen y método de preparación; así que lo mejor es dejarse llevar por su carta. ¿Mi recomendación? Solo para mostrarles algo distinto, les diría que se fueran por un Cold Brew ($4.000), un café frío que se obtiene tras un largo proceso de inmersión del grano molido. Potente, rico y muy refrescante. Ideal para esa primavera que, esperamos, ya llegue.

Pero bueno, la verdad es que la oferta de buenos lugares donde beber café y por ahí comer algo es más que abundante por estos días en Santiago. Por lo mismo es imposible no mencionar por ejemplo al Coffee Culture, que partió en Maipú pero ya tiene una sucursal también en Independencia. Estos tipos son unos capos del café y, de hecho, surten de granos a varias buenas cafeterías santiaguinas. Además, en sus locales se puede no solo disfrutar de un muy buen café si no que también comprar buenos granos para llevar a casa como también cafeteras y otros accesorios ad-hoc.

En la misma onda está la gente de Café Altura, con locales en Recoleta y Providencia, donde además de probar muy buen café uno se puede aperar con todo tipo de accesorios y granos. Al final, un verdadero panorama y más encima con buen café.

Ahora bien, es imposible cerrar este texto sin mencionar dos lugares a estas alturas históricos donde quizás no encontremos el mejor café de la ciudad pero sí un espacio que por sí solo ya es valioso y pertinente de visitar. Me refiero a la Pastelería California (Irarrázaval 1570, teléfono 222042382, Ñuñoa), donde siempre es un agrado parar por un café y unas palmeras, como para recordar Ñuñoa antes de tanto edificio y chistes en relación a la comuna.

El otro sitio cafetero histórico es el Café Haití (Ahumada 140, teléfono 227374323, Santiago), donde se sigue tomando de pie, aunque ya no se puede fumar en su interior. Si les gusta el fútbol, aquí se podrán topar con antiguos jugadores, dirigentes y periodistas especializados que siguen juntándose en este lugar donde lo que más se hace -además de tomar café- es conversar y conversar como si fuese el último día en que se junta uno con lo amigos. Porque al final de eso se trata el café. Obviamente de beber algo bien hecho y que nos guste, pero también de quitarle unos minutos a nuestra rutina por un café junto a amigos, extraños o simplemente el diario o un libro. Porque, como alguna vez me señaló el cineasta Helvio Soto, “cuando uno compra un café, en realidad está comprando también un poco de tiempo”.