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Cultura & Pop

9 de Septiembre de 2023

El final de los 60, una década efervescente

Anita Klesky, César Antonio Santis y Gloria Benavides

Crónica de un Chile de los años 1968 y 1969, donde aún se compraba los alimentos vitales al kilo o al litro, abundaban los pantalones “pata de elefante”, las camisas multicolores y con diseños psicodélicos y la radio era la reina del hogar.

Por Marcelo Sandoval C.

Llegaba a su fin la agitada década de los 60. Dos millones y medio de habitantes en Santiago. En total, éramos siete. La capital, como siempre, el centro neurálgico. Sus límites urbanos: aunque parezca increíble, eran por el norte, el estadio Santa Laura; por el sur, el paradero 25 de la Gran Avenida donde hoy se emplaza Vespucio y la estación Intermodal de La Cisterna. Por el poniente, Las Rejas y por el oriente, la zona entre urbana y rural cercana a la Escuela Militar.

Un país que aún compraba sus alimentos vitales al kilo o al litro, en el almacén de barrio o en el emporio del inmigrante español, que nunca faltaba y pagando en escudos. Una república que luchaba por crecer y donde a nadie se le pasaba por la mente lo que sucedería a principios de los 70.

Convivían los conservadores con los liberales, los coléricos y después los hippies. Ese era el Chile de 1968 y 1969.

Las calles Bandera y Ahumada, eran los epicentros del Chile de entonces. Allí estaba el gran comercio. Allí crecía tímidamente Falabella y empezaban a morir, lentamente, Peñalba y Los Gobelinos. Una capital donde recién se empezaban a construir grandes obras arquitectónicas. Un país donde emergían las poblaciones populares en San Miguel y La Cisterna y donde villas como Joao Goulart ya eran conocidas.

Una micro demoraba cerca de unan hora y veinte minutos entre el centro y el pueblito de Maipú, así se denominaba. Se llegaba hasta ese hermoso lugar pasando chacras, esteros y fundos. Para ir a Lo Barnechea, la única micro que llegaba hasta el pueblito de Las Condes -como decía Chito Faró, en su inolvidable composición “Si vas para Chile”-  demoraba tiempo similar.

Había pocas clínicas no como en la actualidad. El servicio médico generalizado estaba en la salud pública de los hospitales, y los establecimientos que estaban cerca de los terminales norte o sur acaparaban a los enfermos venidos de otros puntos del país.

Un Chile que bailaba al ritmo del go go y donde la radio era la reina del hogar. Donde Mirella Latorre, Luchita Botto o Nieves López Marín eran las estrellas del star system radial.  Mientras que Julio Gutiérrez, Ricardo García, Robinson Retamales, Soledad de los Reyes y un joven Freddy Hubbe eran los encargados de traernos los éxitos musicales del momento.

Sólo dos canales de televisión: el 13 de la Universidad Católica y el 9 de la Universidad de Chile. Una programación variada y entretenida que mezclaba las teleseries nacionales, los noticieros, musicales y magazines con las grandes series norteamericanas como “La caldera del diablo” o “Daniel Boone”.

Los años 1967, 1968, y 1969 también encontraron a todas las universidades agitadas en torno a temas de reivindicación, iniciándose así un período de huelgas encabezadas por los centros de alumnos de la Universidad Católica de Valparaíso y Santiago, Universidad Santa María, Universidad Técnica, y en la Facultad de Filosofía y Educación de la Chile, donde estaba el Pedagógico.

Fueron los años de los pantalones “pata de elefante”, las camisas multicolores y con diseños psicodélicos; de las juntas en Lyon con Providencia, del café Coppelia, del Drugstore, de San Diego y las tiendas que ofrecían -por primera vez- la posibilidad de comprar a crédito. También de los ponchos, los pelos largos y las camisas wash and wear y de la reforma universitaria que consolidó a la Universidad de Chile como el eje cultural de discusión crítica.

Poca tele, mucha radio

“Sácales la balas a tu fusil/sácales las balas”, cantaban los Bric a Brac, mientras que Patricio Renán decía que “Soy culpable” y el Clan 91 imploraba a San Isidro con “Díselo a la lluvia”, temas que daban inicio al año 68 con un ambiente del espectáculo variado y bastante entretenido.

Los integrantes del Clan 91, nuestros Four Seasons criollos en compañía de Fresia Soto, cantante nuevaolera, la Carmela de una versión de La Pérgola y más tarde vedette en el Bim Bam Bum.

La televisión en verano no era como la de hoy. Los canales 9 y 13 partían sus transmisiones a las 17.00 horas, recién en marzo volvían al horario de inicio de las 13.30 y con sólo once horas al día. Pocos televisores en Santiago, aunque la Casa Diana de San Diego ya ofrecía créditos para comprarlos. Lo mismo que los refrigeradores o las lavadoras, las grandes salvadoras del género femenino.

Y qué hablar de teléfonos, eran escasos. Los números no sobrepasaban los cinco dígitos y los que los que tenían uno en su casa, eran “ricos”. Porque el concepto de necesidad o de artículo esencial, como hoy se le define, no entraba en la mente de las clases media y baja.

En España, a principios del 68, nació Felipe de Borbón y Asturias; y en Nueva York un grupo de intelectuales marchaba contra la guerra de Vietnam. Acá en Santiago, Patricio Renán le confidenciaba a María Inés Saéz en una revista que “estos doce meses que comienzan serán para consagrarme”.  Y Luz Eliana, la cantante top del momento, ya desde el año anterior se vestía y pintaba al estilo Twiggy, la raquítica top model del momento.

Y, Viña, siempre Viña, se aprontaba para su tradicional Festival de la Canción. Luz Eliana era la favorita, y por los palos arremetía una debutante que el año anterior había mostrado sus primeras garras: Gloria Simonetti. Explicaciones iban y venían, que el show, que la Municipalidad, que los sellos, en fin… igual que siempre. Lo único claro, Radio Minería sería la encargada de emitir el espectáculo a todo Chile. ¿La tele?: sólo lo consignaba en los noticieros.

Protab, la productora de entonces, afinaba sus programas y anunciaba que estaba lista su gran teleserie para el 68 “El socio”, de Genaro Prieto, con libreto de Alicia Santaella y dirección de Helvio Soto. Actuaron Marcelo Gaete, Sara Astica y Leonardo Perucci. El año anterior debutaron las novelas chilenas con “Los días jóvenes” que dirigió Herval Rossano.

Sonia Viveros protagonista de “El Litre”, la primera sitcom realizada en Chile por los estudios de Protab.

Mirella Latorre, entre la radio y la tele, viajaba a Cuba junto a su marido Augusto Olivares y en plena recepción en La Habana, Alejo Carpentier le preguntaba: “¿Cómo está Lucho Gatica?”.

Cuando en ciudad de El Cabo, el doctor Barnard realizó su primer transplante de corazón, el Festival de la Canción de Viña del Mar ardía. La ganadora era “Nany”, Luz Eliana; mientras que “la niña bien que canta mal”, Gloria Simonetti, quedaba en segundo lugar. En folklore, el joven Ricardo de la Fuente -compositor y ex ejecutivo de TV- pasaba sus vacaciones en Mendoza y se enteraba que su “Camanchaca y polvareda”, ocupaba el primer puesto.

La música del Festival de Viña del Mar y sus participantes marcaban los primeros seis meses del ambiente. Pero si hubo alguien que se llevó todos los honores, no fue Armando Manzanero, quien vino y le fue muy bien. El rey fue otro: el argentino Sandro, el gitano. Sus movimientos escénicos, su carisma y simpatía calaron hondo y desde ese momento se mantiene en el recuerdo. Sus éxitos “Quiero llenarme de ti” y “Una muchacha y una guitarra” permanecieron largo tiempo en las parrillas programáticas radiales.

Cuando Estados Unidos efectúa el primer bombardeo sobre el puerto fluvial de Hanoi, en Vietnam del Norte, los primeros días de marzo, la televisión del Chile de 1968 retornaba a la normalidad horaria y una noticia marcaba la pauta: nacía el tercer hijo de Mario Kreutzberger y Temy Muchnick y recibía el nombre de Francisco; pesaba tres kilos 200 gramos. Su ya conocido, aunque aún no tan famoso padre, decía que él debería bajar algunos kilos. Pesaba 90.

En Radio Balmaceda, el productor musical, Jorge Pedreros confeccionaba la pauta de éxitos y ubicaba en el primer lugar a Frank Sinatra con “El mundo que conocimos”, detrás a Roberto Carlos quien había sido número uno en San Remo y se especulaba de una visita al Canal 13, pero pedía mucho dinero: 10 mil escudos y once pasajes desde Río.

El mundo está cambiando… y cambiará más

Los noticieros, con nuevos formatos y auspiciadores se aprontaban a debutar. Pepe Abad en el Canal 9 con “El Continental”, mientras que el “joven maravilla”, César Antonio Santis con “Martini al Instante”, en Canal 13. El primero, a las 21.30 horas, el otro, a las 22.00.

Pepe Abad, recordado presentador de noticias de esa década.
Pepe Abad, recordado presentador de noticias de esa década.

En el Canal de la Universidad de Chile, se anunciaba con bombos y platillos que esa estación con 60 mil kilowats podría llegar a Curicó. La televisión se veía en Santiago, Valparaíso (Canal 5) y donde las señales pudieran “rebotar”. Las provincias no conocían de este adelanto y los sectores rurales, perdidos en los valles costeros o cordilleranos, ni se la imaginaban. Para ellos, la radio mandaba. Y Don Francisco era la estrella de los “Domingos alegres” en Radio Corporación, ubicada en calle Morandé en los altos del Teatro Antonio Varas.

En Estados Unidos, Martin Luther King, líder del movimiento negro norteamericano, fue asesinado en Memphis por un blanco que consigue huir y es tema de análisis del programa de Canal  9 “Chile TV”, que dirige el periodista y director, Antonio Freire.

En el mismo canal, dos galanes marcaron las revistas de la época, el locutor Alfredo Valenzuela y el periodista y director, Sergio Riesenberg encargado del “Hit Parade” del 9 donde entre actuaciones de nacionales como Los Ramblers, Isabel Adams, Marisole y José Alfredo Fuentes era posible ver a Palito Ortega, Mina de Italia y al joven descubrimiento de Paul Mc Cartney, Mary Hopkins quien con su canción “Those were the days” marcaría la pauta musical del 68 y el 69. Después, poco se sabría de ella.

Mary Hopkins estrella de la música inglesa descubierta por Mc Cartney quien le escribió “Those were the days”.

El movimiento teatral también descollaba. Los premios del grupo “El Cabildo” con Delfina Guzmán, Shenda Román, Nelson Villagra, Luis Alarcón y Jaime Vadell conseguidos el año anterior, los marcaba para tener un 68 “redondito”.

En las poblaciones, en una carpa, al más puro estilo de la que usaba Violeta en La Reina, “La niña en la palomera” itineraba en La Victoria con la hermosa morena, María Eugenia Cavieres, cosechando éxitos para la obra de Cuadra.

Para los que creen que las emisiones satelitales son sólo de ahora, desde el Covent Garden de Londres, canal 9 (hoy CHV) nos trajo, en directo, el triunfo de Massiel con su “La La La”, en el Festival de Eurovisión, imponiéndose al cantante inglés más famoso de ese tiempo, Cliff Richards.

Si las lavadoras, los refrigeradores y los televisores eran aún productos difíciles de adquirir, sólo los tocadiscos tenían cierta popularidad. No había fiesta donde no se escuchara a Yaco Monti cantar “Está dormida” y bailarlo casi apretado, ya que la presencia de padres y tíos en los eventos familiares o “malones” hacía imposible otras demostraciones de afectos.

Aunque mayo del 68 se inició con anuncios de paz para Vietnam, en París se venía la tormenta, como escribían grupos conservadores para referirse al alzamiento del mundo estudiantil que marcó un hito mundial importante. Pero no podemos olvidar que en Chile, eso sucedió un año antes con la toma de la Casa Central de la Universidad Católica con el mítico lienzo: “Chileno: El Mercurio miente”.

En la televisión local, Allison Mc Keznie, Mia Farrow sufría de amor por Rodney Harrington en “La Caldera del diablo” que Canal 9 emitía los viernes, cerca de las 22.00 horas, después de que la buenamoza Diana Sanz entregaba el  informe del tiempo.

“El mundo está cambiando/y cambiará más /el cielo se está nublando/hasta ponerse a llorar/y la lluvia caerá” vociferaban los uruguayos “Iracundos” en los “Sábados Alegres” de Don Francisco, a las 20.00 horas, en Canal 13, después del episodio de “Disneylandia”.

Alejandro Michel Talento, el tío Alejandro, tenía mucho que decir con su “Gran Sábado Gran”, del 9, la competencia del Canal 13. Y en este mismo canal, los capítulos de “Daniel Boone” con Fess Parker, eran todo un suceso entre niños y adolescentes.

El 20 de mayo, las autoridades francesas suspendieron el Festival de Cannes. Por esos días, Aldo Francia afinaba el guión y la producción de “Valparaíso mi amor” y el joven director de canal 9, Miguel Littin, anunciaba planes cinematográficos.

Los periodistas Luis Hernández Parker y Carlos Jorquera, explicaban en radio y TV los pormenores del atentado que el 9 de junio terminó con la vida de Robert Kennedy, en plena campaña presidencial.

Los éxitos musicales de entonces incluían “Mrs. Robinson” de Simon y Garfunkel y “Hello Goodbye” de Los Beatles. En los estudios de Canal 9, Hernán Pereira en su espacio “Special” presentaba al Maijope Show (Maitén Montenegro, Jorge Rebel y Pepe Gallinato”) y le pedía a un jurado el nombre de la nueva Miss Ritmo, la señorita Yasna Carrión (hoy una destacada odontóloga y profesora universitaria, y madre de una periodista).

En Londres, se hablaba de la decadencia de Twiggy; y en Santiago, en el Canal 9, Flora Roca hablaba de moda, mientras en el 13, en el programa “Gente Joven”, la periodista, María Elena Aguirre presentaba moda hippie y contaba  a “Teleguía” que “no me importaría que un hijo mío se vistiera así”.

Coléricos, así se hablaba de los jóvenes de entonces, rebeldes, contestatarios.

Hasta mediados de los 60 la frase típica en los domingos familiares era, ante la intervención de un infante, “los niños no hablan en la mesa”. Ya en el 68, hablaban y algo discutían con sus padres, dependiendo de la familia la aceptación o rechazo al comentario infantil.

Estrellas en Santiago: Aznavour, Raphael, Hervé Vilard

Poca agua cayó ese año, eso sí… mucho frío y goterones de nieve, en la precordillera. De La Florida, ni se hablaba; hacia ese sector corría el tren que iba a San José de Maipo y los paseos eran a Las Vertientes, con casi dos horas de viaje. Si uno iba a Valparaíso en ferrocarril, eran tres horas y media; en bus, sólo dos y media.

El 30 de junio de 1969, Justo Camacho, en otro noticiero del Canal 9, informaba del triunfo de los gaullistas en París y la radio no dejaba de tocar a Hugo Montenegro con la banda sonora de “El bueno, el malo y el feo”.

Julio Moreno Toledano y Julio Martínez afinaban comentarios sobre las Olimpíadas de México, y Raúl Matas anuncia en Buenos Aires que Raphael iría a su show en esa capital  y después viajaría a Santiago.

La publicación en julio de ese año de la encíclica “Humanan Vitae” sobre el tema de concepción ocasionó polémicas en todo el mundo. En Chile, la revista Paula se refirió al tema y dijo que “este país y Canadá son el paraíso de la píldora anticonceptiva”.

Ese mismo mes, en Canal 9 se produjo “una toma” por parte de un grupo de trabajadores, y empezaron los problemas que impedían la normal salida al aire de sus programas.

Herval Rossano viajó a Buenos Aires para ver -en vivo y en directo- a Aznavour y conocer la planta de movimientos de su show, que traería a la TV chilena. El armenio francés llegó a los pocos días. Lo presentó en un programa Pepe Quixe. Cantó y sólo alcanzó a estar diecisiete horas en Santiago, ciudad que conocía desde principios de los ’60 cuando filmó parte de una película.

“El amor es azul” cumplía tres meses sonando y sonando en radios y convirtiéndose en favorita en las disquerías y hasta a Marta Blanco, panelista del programa-concurso de TV, “¿Quien soy yo?”, le preguntaban si le gustaba Paul Mauriat.

En agosto, cuando Nixon se presentó como candidato a presidente de EEUU, y los tanques soviéticos entraron en Praga, las aventuras de “Mi marciano favorito” eran furor por el Canal 9. Lo mismo que “Misión Imposible” en el 13, donde veíamos con asombro -con anuncios y premarketeo del episodio- a un Martin Landau caracterizando al mismísimo Hitler.

Un sábado de fines de agosto, Miguel Davagnino presentaba los musicales y publicidad de Don Francisco en sus “Sábados Gigantes”, los peruanos entraban en crisis al suspenderse la Constitución y la reina del glamour cinematográfico argentino, Mirtha Legrand iniciaba sus famosos almuerzos en televisión, que hasta hoy continúan, ahora a cargo de su nieta Juana Viale.

En la capital mexicana, Angélica María seguía ostentando el trono de la “Novia de América”, pero en su vida sentimental ya no estaba al lado de Enrique Guzmán. Este último había puesto sus ojos en la estrella de Buñuel: una mayorcita Silvia Pinal. Se casaron, y serían padres de la excéntrica rockera Alejandra Guzmán.

El antiguo Telesistema Mexicano -hoy Televisa- grababa en el castillo de Chapultepec, “Carlota y Maximiliano”, sobre la popular pareja de emperadores y donde nuestra Sonia La Unica, tenía un pequeño papel cantando ante la emperatriz.

En Chile, Ricardo García -hombre de radio y TV- presentaba a la estrella francesa, Hervé Vilard, todo un acontecimiento. Las “coléricas” no dejaron dormir a los huéspedes del céntrico y elegante Hotel Crillón donde se hospedó el cantante. Dueño de un gran histrionismo, el intérprete de “Capri se acabó” hasta se desmayó en un tumulto.

A propósito de teleseries, aparte de las chilenas y de los innumerables teleteatros que se hacían sólo estaba en la parrilla de Canal 13, “El amor tiene cara de mujer”, presentado como “El gran teleteatro Ponds” para su producto Angel Face.

¿Qué dijo Onassis a Jackier?

Los graves incidentes entre católicos y protestantes, en Irlanda del Norte, eran tema de un foro donde fue invitado el periodista estrella del 67, Eugenio Lira Massi. Allí debatió sobre éste y otros tópicos.

Desde Estados Unidos, José Feliciano traía su “Light mi fire” y Steppenwolf su “Born to be wild”, cuyos estribillos sonaban a todo dar en una tienda de discos de Huérfanos, al lado del cine que anunciaba el estreno de “El planeta de los simios”.

El 12 de octubre se inauguran los XIX Juegos Olímpicos en México. Fue contundente el dominio negro en las pruebas de velocidad y se reivindicaron los derechos de esa raza. Por esos días, ver una persona de color en Chile era como sacarse la lotería, pero se hablaba con cariño y aprecio de los “negritos”, como se acostumbraba decir, en ese tiempo. Algo impensado en la actualidad.

Octubre también era el mes de la “Semana del niño”, siete días seguidos para festejar al infante, a la madre, al profesor, etc, etc. Por supuesto, sin la parafernalia de hoy puesto que eran actividades que se desarrollaban en los colegios.

“Lo que cuenta el viento”, en radio Portales y “La tercera oreja”, en Agricultura eran los radioteatros de misterio que todos escuchaban. Los que veían televisión a esa hora, seguían a David Janssen como “El Fugitivo” o se asombraban de la muerte de los alienígenas en “Los invasores”, protagonizada por un joven Roy Thinnes. El mismo actor se repetía el plato en el Canal 9 con la obra de William Faulkner, “Un largo y ardiente verano”.

El 20 de octubre de ese mismo año, la prensa rosa de entonces, la internacional, la de farándula y toda, toda, anunciaba con bombos y platillos el matrimonio de Jackie Kennedy y Aristóteles Onassis. No se demoró mucho en aparecer el “pelambre” a la singular e insólita pareja, en especial a Jackie. En la radio, durante el concurso de la “Lotería Musical” un auditor opinó: “No tiene respeto, lo hace por plata”. En la tele, Don Francisco en sus “Gigantes”, ironizaba: “A lo mejor quería conocer Grecia”.

En todas partes, era el tema que marcaba la pauta. Al interior del clan Kennedy… sorpresa y molestia. Aún vivía la matriarca Rose. En Buenos Aires, todos los diarios destacaban el pasado de Aristóteles en ese país. El chiste de la época. “¿Que le dice, Onassis a Jackie antes de casarse: Soy un muchacho aún”, haciendo referencia a la canción “Ternura” del intérprete chileno Osvaldo Díaz. ¡Chancho en misa ese matrimonio!, decían los jóvenes hippies que se juntaban en Provi. Aún no se acuñaba el término “lolo” como genérico.

En noviembre se escuchaba con dolor acerca de la matanza de Tlateloco en México y se anunciaba el triunfo de Nixon en las elecciones de EE.UU. “Mala onda”, dicen algunos. Las adivinas auguran “años difíciles”. No estaban muy equivocadas, aunque no creo que pensaran que ese personaje sería determinante en la historia del Golpe de Estado de Chile, como sabemos hoy a través de los documentos liberados en el Pentágono.

En todo el mundo, el éxito era “Hey Jude” de Lennon y Mc Cartney, canción en realidad compuesta sólo por Paul y dedicada a Julian, el hijo de John Lennon, en el momento en que sus padres se divorciaban. En América Latina empezaban a aparecer los carteles de “Yankee go home”.

En el Brasil de Roberto Carlos, Maysa, Jobim y Vanussa los militares tomaron nuevamente el poder y no se sabía si habrá Festival Musical el próximo año, donde Gloria Simonetti estaba invitada.

A las 13.30 horas, de lunes a viernes, Radio Portales presentaba entrañables personas de esos días de radio como la Sinforosa, Celedonio, La Raca, La Pela y La Menche, los clásicos de “Hogar dulce hogar”. Se comentaba que hasta el Presidente Frei Montalva y doña Maruja lo escuchaban.

Cuando caía la tarde, en el Canal 13 el tío Sergio Silva llegaba con sus “Clases Alegres”, programa de concurso infantil donde el premio eran productos Ambrosoli.

Y los que no tenían televisión seguían en la radio, a las 20.30 horas, “Residencial La Pichanga” con doña Fortunata y el hermano Ceatoleí, un radioteatro donde se podía seguir -con humor- el devenir futbolístico de entonces.

Raphael sonaba y sonaba y le decía a Laura “Cuando tú no estás”.

Los sábados, cerca de las 23.00 horas, el showman nacional, Luis Dimas, recibía a grandes figuras como Silvia Piñeiro o el cantante Karl Martin, el del hit “Volverás con el sol”.

“La peste vietnamita”, como se conocía al resfrío de la época causaba estragos y el Pollo Fuentes era uno de los afectados. Si seguía con fiebre no podía grabar el capítulo de su teleteatro dominical en el 13, donde actuaba con una de las grandes del teatro chileno: Elena Moreno.

Dos buenamozas y conocidas periodistas de Canal 13 anunciaban matrimonio y la revista “Teleguía” decía que había que ir juntando plata para los regalos de Silvia Pellegrini y Pilar Vergara, la joven conductora de “Cinco octavos”.

“Amalia” era la novela chilena del segundo semestre. Una historia ambientada en Argentina en los tiempos del dictador Rozas y la protagonizaban Lucy Salgado, Leonardo Perucci y Silvia Santelices.

Una de las seguidoras de la creadora de la minifalda, Mary Quant, era Gloria Aguirre, pero cuando le preguntaban por los hippies respondía: “No los entiendo”. Tampoco los captaba el cura Hasbún, quien a la misma consulta respondía: “¿Desodorante Speed Stick de Menem?. Y no es propaganda”.

“Vi que brillaba una luz en el cielo estrellado / era la luz de mi amada en aquel ventanal”, así decía –en español- la letra de “Dalila” del joven galés Tom Jones, un naciente ídolo en nuestro mercado. Pero en Londres era tan famoso que los británicos lo veían por todos lados. Víctor Jara, por esos días invitado por el Reino Unido, decía tener a Ricardo García como testigo de fe que “me confundieron con Tom Jones”.

Otra cantante chilena de la época se alegraba de los cambios juveniles, pero Verónica Hurtado reconocía que “entendía a los hippies, pero no le gustaría ser como ellos”. En cambio, Fresia Soto no los atacaba, ni los defendía. Con sus trajes último modelo, pero más clásicos, prefería los colores fuertes.

Aparece Julio, Favio y otros

La veda de la papa. Aunque nadie se acuerde en diciembre del 68 se nos prohibió comer este tubérculo. Todo por culpa de la sequía. Bastantes infracciones se detectaron y fueron tema de conversación para el espacio de televisión de Gabriela Velasco, quien anunciaba que dejaría el programa porque estaba embarazada.

Y los aficionados al fútbol se preparaban para la final del Campeonato de Primera División. Los porteños estaban eufóricos por la buena campaña que había desarrollado su equipo, Wanderes, junto a Donato Hernández. Les llamaban “los panzers” y, de verdad, arrasaron con todo. Fueron campeones en 1968, dejando atrás a Colo Colo, La “U” y la “UC”.

Las ventas navideñas estaban en su mejor momento y la tienda Balutt y Benedetto, con grandes espacios de publicidad en los diarios ofrecía telas y estampados psicodélicos a nueve escudos el metro. Una casa de moda del centro ofrecía, por esas mismas fechas, un vestido corto a solo 98 escudos.

El Cinerama Santa Lucía exhibía “Vacaciones en Rusia” que se había convertido en todo un éxito de taquilla, lo mismo que “Al ponerse el sol” protagonizada por Raphael, que llevaba 33 semanas en cartelera.

En la compañía Teatro Teknos que funcionaba en la Sala Camilo Henríquez de calle Amunátegui, la profesora y actriz, Gladys del Río destacaba en “Pan caliente”. En la radio, Gianni Morandi sonaba con su hit “El juguete” y en los programas políticos se hablaba de lo complicada que serían las elecciones del 70.

Si algunos jóvenes preferían la música folclórica o mejor dicho la Nueva Canción Chilena, los favoritos eran Patricio Mans y los Parra. Violeta ya no estaba y su legado aún no golpeaba fuerte. Sin duda, se le respetaba, quería, pero no se había explotado el fenómeno. Y Cecilia aún no grababa la primera versión de “Gracias a la vida”.

La llegada de 1969 tenía ritmo argentino con las baladas de Leonardo Favio, que ¡¡cómo no!!  era el gran invitado para el Festival de la Canción de  Viña del Mar, además de la naciente estrella española, Julio Iglesias, recién llegado de Benidorm. En ese mismo escenario, Gloria Simonetti se cobraba la revancha y se ganó al público, quedando en el pasado las pifias de 1968.

Las multitiendas del centro ofrecían variados planes de crédito para comprar televisores. Los que contaban con la “cajita mágica” recibían en sus casas visitantes asiduos, especialmente los fines de semana. En los barrios, decenas de familias pagaron las cuotas del televisor ofreciendo funciones en  sus casas o departamentos. Por un cuarto de escudo se podía ver los domingos las aventuras de “El Zorro” con Guy Williams o las aventuras de “Cachencho” con Fernando Gallardo. Luis Dimas se casó y su colega Luz Eliana, lo reemplazó un sábado animando su show del  Canal 9.

En abril aún no había telenovela nacional, pero se anunció la visita del astro argentino Palito Ortega, su hit “La Chevecha” competía con las canciones de Leonardo Favio y con “Puerto Montt”, de Los Iracundos.

El montaje de “Nos tomamos la universidad” con Héctor Noguera, Violeta Vidaurre y Silvia Santelices, en el Teatro Camilo Henríquez, fue todo un éxito. Humberto Lozán y René Duval llegaron a los rankings con “El mambo del taconazo” y “El partido por la mitad”.

En deportes, el equipo de fútbol de la Universidad de Chile fue “amo, dueño y señor” de la década de los ’60, ganando cinco campeonatos, saliendo vicecampeones en otros tres, y logrando dos terceros lugares, con el glorioso equipo del “Ballet Azul”.

En 1969 el “Ballet Azul” cerró su ciclo brillante con otro título, el que le permitió disputar la Copa Libertadores de 1970, llegando hasta las instancias de semifinal. 

En 1968 y 1969 se realizaron los últimos grandes clásicos universitarios, y los torneos internacionales de verano, en el Estadio Nacional, con la presencia de equipos famosos como el Santos de Pelé y otros de Argentina, Uruguay y Europa. Además de la participación de cuadros nacionales, como las Universidades de Chile y Católica, y también Colo Colo.

En mayo y abril de 1969, la canción “Dizzy” que cantaba Tommy Roe sonaba en todas partes. Lo mismo que “Acuario, deja que el sol brille”, de la ópera rock “Hair”, tema que recreó en un musical Maitén Montenegro.

El estreno del año fue, sin duda, “Romeo y Julieta” de Franco Zefirelli con Olivia Hussey y Leonard Whiting, cinta que todos los estudiantes querían ver, aunque la calificación chilena impide el acceso a  los menores de 14. Las niñas estaban  locas por el joven galán y la música del filme, de Henry Mancini se encaramó a las listas de popularidad. El corte de pelo de este famoso Romeo se impuso entre los “jóvenes paltones” (antiguos “pitucos”) de los colegios particulares del gran Santiago.

“Get back” de Los Beatles se bailaba en las discotecas de todo el mundo y en Estados Unidos sorprendieron a “la novicia voladora”, Sally Field, coqueteando y bailando con David, el solista galán de “Los Monkees”, cuyo show -exhibido en Canal 13-  no se perdían los niños y jóvenes chilenos.

Un pequeño paso para el hombre…

Todo el mundo hablaba del futuro, del próximo alunizaje, de cómo sería el planeta con el correr de los años y los norteamericanos Zager and Evans lo cantaban con su hit “In the year 2525”.

Jorge Navarrete ya trabajaba en el plan de concreción del nuevo canal nacional. Cuatro productoras estaban empezando a proveer el material, se compraban series y se alistaba la casona de San Martín con Alameda, donde funcionarían los estudios.

En el canal 13, Patricio Bañados era confirmado como el presentador de la llegada del hombre a la luna. Santiago se volvía loco. Todos querían ver este acontecimiento. La gente se las ingenió con amigos o familiares que tenían un aparato de TV.

El comentario era general: ¿Qué pasará cuando ponga el pie?, “¿Se producirá una explosión?, ¿Aparecerán los extraterrestres?”. Los niños y adolescentes tenían que realizar tareas sobre el tema.

El 20 de julio de 1969 los astronautas dieron los primeros pasos en la luna, permaneciendo 21 horas y 36 minutos. Clavaron en el suelo una bandera de Estados Unidos y hablaron por radio con el presidente Richard Nixon, en la Casa Blanca. Las palabras del Comandante Niel Amstrong pasaron a la historia:  “Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”!.

“La luna no era de queso”, decía con sentimiento un niño en el programa “Colorín Colorado” del Canal 13 con la tía Chany y más tarde con la tía Sandra (Solimano).

La tía Sandra (Solimano) en Colorín Colorado  o el Enano Colorín, programa del 13.

A mediados del 69 sucedio el Tacnazo, movimiento militar encabezado por el general Roberto Viaux Marambio que tenía como bandera de lucha el mejoramiento económico y beneficios de los militares.

Mientras, y al ritmo de “Sugar Sugar”, de Los Archies.  “Haz el amor y no la guerra”, los jóvenes hippies protestaban contra el conflicto de Vietnam.

“Credence Clearwater Revival”, el grupo “Three Dog Night” y “The Temptations” eran los favoritos de los coléricos. Pero los chilenos sonaban fuerte y había fans club de todos: el Pollo, el argentino Juan Ramón, Cecilia, Marisole y Alan y sus Bates.

Y aunque la población chilena se declaraba católica en su gran mayoría, en ese tiempo comenzó a aparecer con gran fuerza la Iglesia Evangélica, que predicaba en las calles y la gente despectivamente les llamaba “canutos” a sus feligreses.

El 17 de agosto de 1969 se realizó Estados Unidos el famosos Festival de Woodstock, que llegó a ser más que un concierto de rock; fue la expresión del sentir de la generación joven por sus ideales y su filosofía de paz y amor. La cultura hippie se oponía abiertamente a lo establecido y en especial a la guerra de Vietnam. Lo que comenzó como un evento para ganar dinero se convirtió en un hito juvenil.

Entre los artistas que participaron estaban The Who, Janis Joplin, Jimmy Hendrix, Santana y Joan Báez. En Chile, la repercusión no fue inmediata, pasaron unos meses, casi a finales del 69 llegó en gloria y majestad esta música “chillona, para niñitos locos”, como dijo más de una abuelita de entonces.

El Pacto Andino era tema de los noticieros y Justo Camacho, en el Canal 9, aprovechaba de invitar a los santiaguinos a comprar la última novedad tecnológica en Internach, una tienda ubicada en la primera cuadra de Ahumada.

Aunque la música en español e italiana con Gigliola Cinquetti y Doménico Modugno nunca desapareció, la influencia anglo marcó la pauta con grupos como “Steam” y RB Grave con su famosa “Take a letter “.

El 15 de octubre del 69, los noticieros chilenos y los diarios llevaron en sus portadas el tema del día: millones de personas se manifestaban en todo el mundo contra la intervención del ejército de Estados Unidos en la guerra de Vietnam. En Santiago, en los alrededores de la embajada de Estados Unidos, frente al Parque Forestal, se produjo la quema de la bandera y los universitarios chilenos también respaldaron el movimiento antibélico.

Las Supremas se tomaron los últimos meses de ese año cuando a  Diana Ross no se le pasaba por la mente pelearse con sus queridas compañeras. Su hit “Someday we’ll be togheter” se escuchaba en las tres discotecas que visitaba Graciela Romero para su reportaje sobre estos antros (según ella): “Le Signe” y “Catacumbas”, las preferidas del “bochincheo” (exceso de bulla) juvenil.

La española Karina con sus “Flechas del amor” y “Donald” con su “Verano naranja” anunciaban que el verano del 70 se venía encima.

Pero la inocencia estaba sucumbiendo. La luna no era de queso, la guerra no era como en las series de la televisión y los Estados Unidos no era el país protector, estilo Kennedy que amaban los chilenos.

Nixon no era para nada querido. La política chilena ya tenía contrincantes para las elecciones presidenciales de 1970. Allende recorría el país, Tomic se lanzaba y Alessandri volvía. Los jóvenes de los 70 eran otros, la experiencia de la década anterior ya los había marcado.

Un nuevo canal de televisión estaba por aparecer en Chile. Los Beatles vivían los descuentos, pero los jóvenes chilenos ni de lejos sospechaban que sus sueños de justicia e igualdad tampoco durarían. Tres años después, se hacían trizas, aplastados por una dictadura militar que parecía tan lejana a nuestra tradición democrática, y que llegó para imponer a sangre y fuego un sistema que hasta hoy nos pesa y no podemos cambiar para logar un país más equitativo y solidario.

“Dream is over”…decía John Lennon en su emblemática canción “God”. Tenía razón: el sueño de los años 60 había terminado.

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