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8 de Diciembre de 2023

Consumo de alcohol disminuye entre los jóvenes: cómo es el carrete juvenil en donde el trago está siendo desplazado por otras drogas

Carrete Sin Alcohol Ilustración: Camila Cruz

El consumo de destilados y fermentados alcanzó un 39% de prevalencia en la población, según reportó el Senda. Es la cifra más baja en 30 años. La disminución es notoria en el segmento juvenil: el 52% de quienes tienen entre 18 y 25 años declaran haberse embriagado por lo menos una vez durante el último mes. ¿El alcohol está dejando de ser el principal atractivo de las fiestas juveniles? The Clinic conversó con quienes exploran otras drogas con el fin de saber qué buscan los jóvenes a la hora de irse de fiesta y buscar recreación.

Por Benjamín Puentes

El 15° Estudio de Drogas en Población General, recientemente publicado por el Senda, constata que el consumo de alcohol entre los chilenos va a la baja, alcanzando un 39%. La variación más brusca la presenta el tramo etario que va desde los 18 a los 25 años, la cual muestra un 40% de prevalencia en el consumo de alcohol, lo que representa una disminución de catorce puntos porcentuales respecto a la medición de 2020. Además, el 52% declara haberse embriagado durante el último mes, contrastando con el 59% del último estudio.

‘‘El que toma alcohol suele ser más jugoso. Es un ambiente súper distinto. En las fiestas electrónicas están todos en su parada, en su volá, nadie se molesta, todo paz y amor’’, opina Josefa (23). Comenzó a frecuentar las fiestas electrónicas a los 19 años. Mientras aumentaba su gusto por el techno y las raves, disminuyó su interés por la forma común de irse de fiesta, es decir, tomando alcohol y en discotecas. ‘‘A mí el copete me bota, al otro día estoy todo el día vomitando’’, agrega. 

Senda indica a The Clinic que “el descenso en el consumo de alcohol no es algo que haya ocurrido en este último estudio”. “La baja que observamos ha sido permanente desde 2014, por lo que más bien podría tratarse de cambios en la relación con esta sustancia en particular, especialmente en segmentos más jóvenes”, plantea.

Javiera (23), al igual que Josefa, opta por formas alternativas de carretear: en fiestas con música electrónica y evitando el alcohol. Respecto al ambiente dentro de las discotecas tradicionales –en las que se baila reggaeton y el principal protagonista es el trago– comenta que ‘‘es más para coquetear, es más sexualizado. En las fiestas electrónicas se va con la intención de bailar no más’’. 

Según Camilo Obregón, químico analista y uno de los fundadores de la Fundación Reduciendo Daños –ONG chilena que busca mitigar los riesgos asociados a las drogas mediante la entrega de información y tests para verificar la calidad de diversas sustancias– hay una diferencia entre quienes se emborrachan y los que consumen otras drogas: ‘‘El consumidor de otras drogas sabe lo que quiere, se informa, puede dosificar e incluso buscar cierto tipo de sensaciones en específico, el consumidor de alcohol no busca algo en particular, no busca una experiencia, consume porque es la droga socialmente aceptada y porque lo hace todo el mundo’’. 

‘‘Siento que el alcohol es una sustancia que por lo general a la gente la lleva a desinhibirse y a comportarse más hacia afuera’’, comenta Tomás, de 24 años. Frecuenta raves y fiestas en las que busca otro tipo de recreación: más sensorial, íntima y sin tanta interacción con el resto. 

Javiera comenta que a estas fiestas no se asiste con intención de socializar. No es nada parecido a ir a un pub, tomarse unos tragos, envalentonarse e ir a buscar nuevas amistades. Más bien, se va en búsqueda de un disfrute individual. Las drogas y el techno contribuirían a este fin: ‘‘Estás ahí, en tu volá, con tus sustancias, bailando solo y no necesariamente con otra persona. Entonces estás ahí, drogado, la persona al lado está en la misma, en la parada de que no te voy a mirar y no te voy a criticar y no te voy a hablar, si alguien habla es como hueón, cállate, escucha la música’’.

En las fiestas electrónicas o raves el principal protagonista es el éxtasis. ‘‘Es como lo más común que se usa en los carretes de electrónica porque la sensación que te provoca, al escuchar la música, es como si tu cuerpo la fuese acompañando. Es una droga muy sensitiva’’, afirma Josefa. 

Las fiestas electrónicas entregan una particular escena: en lugar de vasos con alcohol, en las raves circulan botellas con agua. Además, gafas oscuras para ocultar la dilatación de las pupilas y un coyac en la boca para hacer frente a la tensión en la mandíbula que provoca el éxtasis. 

Por otro lado, los consumidores están al tanto de que las mezclas de sustancias son complicadas. El alcohol es incompatible con los estimulantes como el éxtasis, dada la posibilidad de que en un local lleno de gente y al estar bailando por horas, se agudice la deshidratación que la misma pastilla provoca.

‘‘En general el alcohol no se mezcla con nada, básicamente  por la posibilidad de deshidratarte, te puede dar un sobrecalentamiento’’, afirman desde Fundación Reduciendo Daño. 

Josefa también apunta a que el alcohol provoca más descontrol: ‘‘Más peligroso es el copete, es lo que realmente saca la gente fuera de sí. Con eme yo soy más prendida solamente, pasándola mejor, más amorosa quizá’’. 

La joven agrega que un carrete en el que todos están en éxtasis es impensado ver una riña: ‘‘Con el eme jamás te vas a ir a pegarle a un hueón, la gente no se pone violenta o jugosa. En el caso de los hombres no te vas a poner jote, lo que sí pasa con el alcohol’’. Sin embargo, menciona que ‘‘lo que sí es riesgoso es tener que tratar con un narco’’.

Accesible, pero dentro de ciertos círculos 

A pesar de la creciente percepción de que las drogas se están masificando, las cifras apuntan a que el consumo se da dentro de círculos cerrados. El estudio del Senda apunta a que el éxtasis presenta 0,5% de prevalencia. La medición anterior (2020) constataba un 0,3%. 

Respecto a otras sustancias, la prevalencia de los alucinógenos aumentó de 0,8% a 0,9%. El listado de sustancias con mayor prevalencia lo encabezan los tranquilizantes autorecetados con 1,8%. 

La marihuana, por su parte, presentó una prevalencia de 10,9%, disminuyendo casi un punto porcentual respecto a 2020. El segmento que va desde los 26 a los 34 años es el que mayor prevalencia presenta, con 19%. Así mismo, la percepción de riesgo del cannabis aumentó de 31% a 41% en la medición actual.

Dentro del circuito techno ‘‘hacer una mano’’ –expresión callejera para referirse a la compra de droga– no es una tarea difícil. Tomás afirma que dentro de su círculo ‘‘toda la gente se conoce entre sí, la gente que vende por lo general es gente del grupo, uno le compra a alguien conocido, algún referido, gente que también hace música’’. 

Desde Fundación Reduciendo Daños perciben un aumento en la popularización de ciertas drogas. Además, mencionan que los vínculos sociales juegan un papel importante respecto al acceso a estas: ‘‘Creemos que esto tiene que ver mucho con  las redes sociales, ya que para comprar sustancias era antes entre redes de amigos, o metiéndose a una población. En cambio ahora es Grindr. Tú prendes el Grindr y en media hora te estás comprando una pastilla y unos cuantos gramos de cocaína’’. 

Lo anterior podría deberse al alto precio de las drogas sintéticas. A pesar de la facilidad para comprar, no siempre es posible acceder a droga de calidad. Josefa afirma que ‘‘es fácil encontrar mano, pero una buena mano, ahí es complicado. Yo le compraba a un traficante y creo que lo metieron preso. Desde esa vez creo que no he vuelto a probar pilas buenas. Él traía de Alemania, pero era carísimo, a veces 10 lucas una pila y hasta 15 de repente’’.

Según cifras del OS7 entregadas a The Clinic, este año se han decomisado 53 mil pastillas de éxtasis, además de 853 mil gramos de ketamina, unas de las materias primas del tussi. 

El Senda advierte que las drogas son un mercado en ascenso y que tiende a la diversificación: ‘‘​​Este es un desafío que no solo tiene Chile, sino que el mundo, por el dinamismo, constante evolución y bajo costo de producción de las drogas sintéticas. En 2021 las incautaciones aumentaron en 40% y ya se han identificado 1.184 nuevas sustancias psicoactivas que están siendo reguladas a nivel mundial’.’

Introspección, explosión sensorial e intimidad

Como una alternativa al éxtasis, los hongos psilocibios entregan similares estímulos sensitivos, además de causar leves alucinaciones visuales. También inducen a la introspección y sus consumidores afirman ver las cosas desde otra perspectiva. Solo en 2022 el OS7 decomisó 140 kilos de hongos en el país. 

Quienes frecuentan el éxtasis por lo general también se aventuran con los hongos, aprovechando además que no causan resaca. Bajo sus efectos, los espectáculos visuales que ofrecen las fiestas techno son particularmente atractivos. La idea al tomar hongos  no es borrarse y olvidarse de uno mismo. Todo lo contrario.

Javiera probó los hongos psilocibios por primera vez con su pareja. Respecto a esa primera experiencia, comenta que ‘‘me mostró el mundo de otra forma, como si fuera niña, sentía que todo era maravilloso, hermoso y nuevo. Me quedé mirando una telaraña y no podía creer lo increíble que era. Preguntaba qué es esta geometría que hizo esta araña, que normalmente no tiene conciencia, tan simétrico, o sea, es como una geometría sagrada… Me quedé mucho rato mirando eso’’. 

Sin embargo, quienes toman hongos afirman que su uso tiene más ribetes de ritual íntimo que de fiesta descontrolada. Josefa, en cuanto a su experiencia, cuenta ‘‘que para mi el hongo es como más natural, así como para estar echada en el pasto’’ y que en ningún caso iría a una fiesta bajo el efecto de la psilocibina. ‘‘A mí, ver hueás me atrapa. Hay gente que es más psicodélica, pero a mí me daría miedo estar encerrada, rodeada de gente y en hongos’’, expone. 

Dentro de quienes frecuentemente ocupan drogas de este tipo, ya sean hongos, toda clase de alucinógenos, o estimulantes como el éxtasis, se habla del set-and-setting. ‘‘Con las drogas psicodélicas la puedes pasar muy bien o muy mal’’, afirma Camilo Obregón, de Fundación Reduciendo Daño. Respecto al concepto, agrega: ‘‘Una traducción sería el dónde y el cómo. Los psicodélicos, y las drogas en general, pueden convertirse en una muy mala experiencia dependiendo del contexto. Por ejemplo,  consumir drogas con gente en la que no confías, en lugares donde no te sientes seguro’’. 

‘‘Está dispuesto el espacio para que uno no tenga que interactuar con todo el mundo’’, apunta Tomás, respecto a las fiestas electrónicas, agregando que ‘‘tener que relacionarse con otros puede provocar un mal viaje’’. Dentro de estos carretes, la explosiva sociabilidad que produce la borrachera es incompatible con lo que buscan quienes asisten: intimidad, seguridad y goce individual.

Las sustancias como los hongos y el éxtasis, por lo general, deben tomarse en un ambiente más controlado que el que ofrece una discoteca, que usualmente está llena de personas alcoholizadas y en consecuencia extrovertidas. Respecto a la experiencia de consumir drogas, Tomás apunta a que es una búsqueda más íntima. ‘‘Estas drogas son introspectivas, te llevan como hacia adentro, a conectar con una parte de tí y desde ahí uno interactuar con el resto’’, dice

‘‘Escuchar música en éxtasis es una experiencia más íntima, y sobre todo si vas con un grupo cercano, creo que se genera ahí un vínculo con tu propia tribu’’, reflexiona Javiera. ‘‘Es como si estuviésemos tomando medicinas y escuchando los tambores de la tribu’’, concluye.

Evitando ‘‘pálidas’’ e intoxicaciones

Quienes experimentan con drogas o son usuarios frecuentes deben hacer frente a experiencias en que el efecto se les sale de las manos, ya sea por mezclar sustancias, tomar dosis desmedidas o simplemente cuando el cuerpo reacciona mal al consumo. 

Una de las combinaciones prohibidas es la del alcohol con el éxtasis. De hecho, una máxima dentro de los consumidores de droga es que mezclar con trago es cruzar una línea roja.  Josefa recuerda: ‘‘Lo he hecho y la verdad no lo recomiendo, lo que yo he experimentado son pérdidas de memoria, lagunas mentales’’. Se le vienen a la mente experiencias parecidas con el tussi. 

‘‘En el caso del tussi, este ya es una mezcla de drogas en sí’’, comentan desde Fundación Reduciendo Daño. ‘‘Con el tussi tenemos que ser enfáticos porque ni siquiera sabemos qué hay ahí’’, añade. 

Respecto a las sustancias de fabricación casera como el tussi, el Senda menciona que ‘‘en general, los peligros de las drogas sintéticas están relacionados con que los consumidores no saben exactamente la composición de las sustancias que están usando, lo que incrementa los riesgos de intoxicación o situaciones más graves. Y este es precisamente uno de los riesgos sanitarios de su masificación’’. De esta manera, mezclar alcohol con sustancias cuya procedencia y composición nunca es transparente es una verdadera ruleta rusa.

La Fundación Reduciendo Daño es una ONG chilena que se instala en algunas fiestas electrónicas –como la fiesta Dame, por ejemplo, que se realiza en Santiago– entregando flyers con información y test colorimétricos que responden a ciertas sustancias. Estos test se utilizan para que los consumidores puedan saber si la droga que les vendieron es tal y para contrarrestar la natural opacidad del mercado clandestino de sustancias. 

La fundación nació en 2018 y entre sus intenciones se encuentra el mitigar los daños a la salud que implican las drogas. ‘‘Las drogas siempre causan daño’’, enfatiza Camilo Obregón, pero a la vez piensa que un consumo informado puede hacer la diferencia. Según una base de datos de la fundación, el 70% de los test de éxtasis aplicados en 2022 dio como resultado la presencia de la sustancia, mientras que en el 30% restante la prueba arrojó que se estaba en presencia de otra droga. 

Por otro lado, desde la fundación reafirman la importancia de tener condiciones óptimas para consumir drogas, denunciando que hay discotecas que hacen la vista gorda a esta situación, no tomando en cuenta que dentro de estas se consumen drogas y por tanto no se toman las medidas de seguridad apropiadas: ‘‘La mayoría de las fiestas, especialmente las discotecas, no tienen medidas para esto. Muchas discotecas cortan el agua de los baños o sobrevenden entradas y esto es un riesgo’’. 

Según el estudio del Senda, en Chile aumentó la percepción de riesgo del alcohol: pasó de 85% a 89% la proporción que cree que el trago representa un riesgo a la salud. El mismo organismo constata que una de cada diez muertes en Chile es producida por el alcohol. Esto equivale a casi tres mil personas que mueren por su ingesta a los 40 años. Para Javiera ‘‘el copete está normalizado’’ y es contradictorio que sea muy fácil de acceder, en contraste con las drogas ilegales.

Obregón resalta que el alcohol, a pesar de ser legal, es una droga. ‘‘La más dañina de todas’’, subraya. Menciona también que un consumidor de éxtasis ‘‘puede irse caminando a su casa en sus cinco sentidos. El alcohol te puede dejar tirado, todo depende de cuánto aguante tu cuerpo’’.

‘‘Yo creo que es algo que hay que experimentar’’, apunta Josefa respecto a las drogas recreativas como una alternativa al alcohol. Sostiene su punto a pesar de estar consciente de los perjuicios a la salud que provoca el consumo de sustancias. ‘‘De repente uno igual tiene que encontrarse con un centro suyo, como de cariño, hacia ti mismo y hacia tu círculo cercano. Los hongos y las drogas ayudan a eso’’, concluye.

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