La librería regalona del Presidente Boric: la historia de libros “El Cid”, el corazón literario de Barrio Lastarria

Entre las tiendas que saltan a la vista de la gente que pasea por la calle Merced, en pleno barrio Lastarria, destaca una vidriera repleta de libros antiguos. Un abanico de portadas que van desde los años cuarenta -perfectamente mantenidas a pesar del paso del tiempo- decora la fachada del lugar.

Se trata de el “El Cid”, una librería con 37 años de historia, a través de los cuales ha recibido como clientes al exPresidente Ricardo Lagos y al actual Presidente de la República, Gabriel Boric.

Su dueño es Carlos Vivar quien recientemente cumplió 67 años de vida, y 41 años dedicado al oficio de los libros usados. Su apellido no deja indiferente a los lectores: tiene el mismo apellido que el protagonista del Cantar de Mio Cid, Rodrigo Díaz de Vivar.

Relata que todo empezó por la necesidad de mantener a su familia en el marco de la crisis de 1983. Por este motivo, entró al negocio sin un establecimiento fijo. “Fue mi primera práctica. Pero estuve cuatro años en la calle para aprender, y fueron muy bien aprendidos”, comenta Vivar en conversación con The Clinic.

Posteriormente, en el año 1987, la librería se estableció en el Barrio Lastarria. El librero cuenta que, a pesar de que seguían los resabios de la crisis, su emprendimiento tuvo éxito debido a la buena calidad de los libros que empezó a acumular en sus estanterías. Muchos de ellos firmados por autores como Pablo Neruda, Gabriela Mistral y Enrique Lihn.

Un catálogo único

Al ingresar a la librería, inmediatamente impresiona la forma en que los libros repletan cada rincón: armónicos dentro de su desorden. Sobre los mesones se ven libros de filosofía, poesía, derecho y ficción. Y en cada pila existe la posibilidad de encontrarse con una sorpresa distinta.

Entre uno de los montones, por ejemplo, se encuentra la primera edición de Los Convidados de Piedra (1978) de Jorge Edwards. En su primera hoja sigue el precio original del año en que se publicó: $2.500. Pero al consultar en la caja, el dueño del local sucintamente define que su precio actual es de $15.000.

Carlos Vivar admite que el proceso de clasificación es complejo y nunca termina, por lo que siempre debe estar presente para atender a sus clientes: “Uno está ahí para revisar de acuerdo al ejemplar que se compra, a la edición, si está firmado o no”.

En su catálogo virtual, la calidad de los ejemplares se distingue con las etiquetas “Buen estado”, “Correcto estado” o “Aceptable estado”. Entre ellas, se encuentran impresiones de filosofía que datan de 1830. También, se puede navegar entre todas las primeras ediciones y los libros que contienen dedicatorias de los propios autores hacia los antiguos dueños.

Al preguntarle sobre el libro más valioso de su catálogo, Carlos responde con la actitud de un padre que no puede elegir un hijo favorito: “Todos mis libros son valiosos”.

Distinguida clientela

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El Presidente Gabriel Boric, es uno de los clientes habituales de El Cid. Desde que fue electo, ha asistido al menos tres veces a la librería. La primera ocasión se registró en febrero del 2022, mientras buscaba obras de poesía. Luego, en abril de ese mismo año, se llevó una de las primeras ediciones de Lecturas para Mujeres, de Gabriela Mistral. El último registro fue en julio, oportunidad en la que compró La Cueca Larga, de Nicanor Parra.

Otro rostro destacado de la política nacional que ha adquirido obras de esta librería es el exPresidente Ricardo Lagos. Antes de haber sido electo presidente, compró Historia Natural de Chile, del abate Juan Ignacio Molina, para regalárselo al papa Juan Pablo II en su visita al país.

Al consultarle por esta y otras autoridades que formaron parte de su clientela, Carlos Vivar elude el tema de forma discreta y respetuosa. De inmediato comenta que “viene de todo: políticos, universitarios, niños, mucho jubilado. Creo que abarcamos a todo el espectro de lectores”. 

A pesar de que ha visto desaparecer muchas librerías en Santiago, cree que su trabajo jamás podrá ser reemplazado por los libros electrónicos. Está esperanzado por los nuevos clientes que no dejan de aparecer. “Me llama mucho la atención cuando vienen jóvenes que les gusta la literatura y saben de libros. Eso me dice que nuestra profesión tiene futuro”, concluye.