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23 de Marzo de 2024

El origen del dress code en Chile: qué es vestirse bien en una sociedad en que llamar la atención es mal visto

Vestimenta Ilustración: Camila Cruz

La importancia de la vestimenta tiene su propio dicho: "como te ven, te tratan". ¿Por qué el chileno le da tanta importancia a cómo se vistan los demás? Básicamente, porque "al vestirnos expresamos quiénes somos dentro del cuerpo que habitamos", dice Loreto Martínez, del Colectivo Malvestidas. Y esto, junto con "la fuerte sociedad clasista en la que vivimos" puede llegar a costar el trabajo de una persona o hacerlo objeto de burlas o críticas. Si bien existe la posibilidad de que esto cambie con las nuevas generaciones, es una costumbre que lleva siglos y que viene, incluso, desde afuera de nuestro país.

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Solo faltaba que María Fernanda Barrueto (41) pasara la última entrevista de trabajo -que era presencial-, y el rol de anfitriona de una clínica sería suyo. Se alistó de manera semiformal para la ocasión: se puso unos jeans negros, zapatos, una chaqueta escocesa y se alisó el pelo. Sin embargo, cuando llegó a la clínica y la enfermera la recibió para entrevistarla, las primeras palabras que escuchó fueron: “Con ese pelo, no. Con esa vestimenta, no”. 

Así, la profesional de la salud comenzó a explicarle de qué manera debía ir vestida para el trabajo. “Tenía que usar pantalón de tela, blusa blanca, zapatos de taco y arreglarme el pelo”, describe Barrueto. “Yo tenía que gastar 300 mil pesos en el uniforme que me estaba exigiendo”. 

El tema del dress code o cómo deben las personas vestirse para ciertas situaciones sociales, ha sido también debate en las esferas políticas. En el 2005, el exsenador Alejandro Navarro fue blanco de críticas por asistir al Congreso con jeans, zapatillas y sin corbata. En el 2018, Jaime Bassa fue emplazado por integrantes de la Cámara de Diputados por estar sin chaqueta ni corbata en la Comisión de Defensa Nacional. Incluso, el presidente Gabriel Boric fue -y aún es-, cuestionado por su decisión de no usar corbata. 

El origen del dress code

La preocupación por la vestimenta tiene raíces en los tiempos más tempranos de la humanidad, según Martina Barroeta, egresada de Derecho en la Universidad de Chile especializada en vestimenta y derechos humanos. “En la Edad Media había una necesidad de poder identificar a cada persona según el rol que cumplía. Por tanto, a cada persona se le asignaba una cierta forma de vestir. Y eso nos permitía reconocerlos cuando estaban en la calle”, cuenta.

De acuerdo con la experta, esto se hizo más urgente cuando las ciudades comenzaron a expandirse y el anonimato se convirtió en la regla. Así, la necesidad de uno por saber entre quiénes está se hizo mayor. “En la colonización se trajeron leyes de España que dictaminaban qué era lo que tenían que usar los judíos o funcionarios del gobierno, y eso de alguna forma se replica acá”, explica Barroeta. Eso, según la experta, marcó un inicio para que los chilenos nos dejemos guiar por las apariencias. 

“Cuando nos vestimos, lo que hacemos es sumar a nuestro cuerpo un sistema complejo de comunicación, que expresa con mayor o menor consciencia quiénes somos dentro del contexto que habitamos”, explica Loreto Martínez Labarca, cofundadora del Colectivo Malvestidas que nació en 2016. “Al ser la sociedad chilena una sociedad fuertemente clasista, la vestimenta y las características corporales del cuerpo que viste, determina nuestro valor dentro de esta jerarquización social”, añade.

“Uno necesita leer al otro para saber cómo lo trata. La clase social la hallamos muy fuerte en la vestimenta”, indica la socióloga María Alejandra Energici de la Universidad Andrés Bello. Además, agrega que esto sucede porque cada estrato social tiene una estética distinta.

Sin embargo, aclara que estas no son las únicas normas sociales a las que la vestimenta está sujeta. “También hay ciertas nociones de que es lo femenino y lo masculino. Por ejemplo, no es lo mismo una mujer que anda con aros de perla y con blusa, que una mujer que anda con un peto. Ahí también se están jugando nociones respecto de qué es lo femenino, de qué es la edad, qué es lo apropiado para cierta edad”, comenta. 

De acuerdo con Martina Barroeta, las instituciones estatales también mantienen la idea de que el dress code es importante y dice quién somos. Toma, por ejemplo, la vigencia del control preventivo de identidad desde 2016, que permite que Carabineros de Chile o Policía de Investigaciones soliciten la identificación de cualquier persona que se crea constitutiva de delito.

“Ahí tienes una institución que refuerza esta cultura al darle libertad a agentes de la policía de controlar la identidad de una persona si está, por ejemplo, vestida de buzo o tiene una polera de Colo-Colo”, explica la abogada experta en vestimenta y derechos humanos. 

Una cultura donde llamar la atención es mal visto

Para la socióloga Energici, la sociedad chilena es sobria para vestirse. “Nosotros lo que queremos es mimetizarnos con el otro. Tenemos como una lógica de camuflarnos”, indica la experta. “Entonces, es una cultura donde efectivamente llamar la atención es muy mal visto. Hay una norma, que es un poco paradójica, porque es: verte bien es no verte”, añade. 

Esto mismo le pasó a Jazmín Pavez (30), a quien siempre le gustó vestirse con ropa ancha, usar prendas capaces de darle una silueta nueva y esconder su cuerpo. Sin embargo, su familia nunca lo aprobó. “Te ves horrible” y “¿Cómo vas a salir a la calle así?” eran comentarios usuales que sus parientes le decían cuando se vestía. “Yo me quería vestir como yo quisiera, me sentía cómoda así”, explica. 

Una de sus mayores críticas fue su abuela, quien siempre le insistía que debía vestirse como una señorita. Ella, al contrario de su nieta, usaba faldas largas, camisas planchadas, tacos y siempre iba bien peinada. 

La noción sobre qué es vestirse bien también varía según el grupo social. Por ejemplo, según Martina Barroeta, las generaciones más antiguas se inclinarán a una estética más apegada al old money y se preocuparán sobre el material de la ropa. Mientras, otras estarán ocupadas de escoger vestimenta en la que se pueda ver la marca. “Vestirse bien no es lo mismo para todos los chilenos, pero sí a ciertas figuras o roles se les va a exigir una cierta vestimenta, porque está fuertemente codificado. Y uno de esos roles, por ejemplo, es de ser el presidente de la República”, indica Barroeta.

Si bien romper la regla de lo que está establecido en cuanto al dress code aún es castigado socialmente, Barroeta asegura que esto está cambiando con la llegada de nuevas generaciones. “Me maravillo mucho con la diversidad que estoy viendo y con la cada vez menor reverencia a los códigos tradicionales que puedan sostener generaciones más bajas”, explica. “Probablemente eso tiene que ver con cuestiones con el acceso a internet, a la multitud de referentes a los que uno puede acceder ahora”, plantea. 

Loreto Martínez Labarca, del Colectivo Malvestidas, también coincide con Martina Barroeta. Sin embargo, agrega que la llegada de la migración, la cultura coreana, el feminismo, son algunas de las razones por las que la vestimenta del chileno está cambiando. “Yo creo que es evidente que hoy existe mayor diversidad, mayor acceso y mayor oferta para el consumo de ropa”, indica. 

Para María Alejandra Energici, esto no es tan así. Según la socióloga, la forma en la que se visten las nuevas generaciones es homogénea entre sí. “¿Se atreven más? Claro, intergeneracionalmente nos parece que sí. Porque en nuestra generación mostrar el cuerpo era impensable. Pero si tú las miras entre ellas [las nuevas generaciones], lo único que varía es el color”, explica. 

“Que la vestimenta no hable más de ti de lo que tú vas a hablar”

Tannia Lupe (24) es captadora de talento y se dedica desde hace ocho meses a reclutar personas para trabajos de bodeguero, operador de grúa y tomador de pedidos. Ahí, la joven realiza cerca de 40 entrevistas presenciales al mes. Para ella, la vestimenta es una manera de saber si el postulante es indicado para el trabajo. “Demuestra la importancia y compromiso que tienen las personas”, explica.

En su caso, cuenta que el 90% de las personas que se presentan vienen de manera informal o inadecuada. “Son muy pocos los que llegan a la oficina de manera presentable”, cuenta. “La gente llega vestida como que recién se levantó, muy informal. Con shorts, chalas, petos, minifaldas”, describe Tannia Lupe.

Al igual que ella, Joana Martínez y Rodrigo León son headhunters de Mandomedio. La empresa se dedica a reclutar a personas que puedan cumplir un rol profesional, de subgerentes o jefaturas. Para ellos, dress code también es importante a la hora de contratar a un postulante, pues refleja el rostro de la empresa. 

“Si tú estás postulando a una empresa que quiere transmitir una imagen innovadora, disruptiva, de empresa joven, probablemente muchas de las personas que trabajan ahí tienen tatuajes, usan el pelo distinto, usan aros prominentes”, ejemplifica León. En el caso contrario es lo mismo. Si una empresa quiere dar una imagen de confianza, lo más probable es que tienda a buscar profesionales con un dress code mucho más formal. 

“Lo que hay que tratar cuando uno va a una entrevista presencial, es que la vestimenta no hable más de ti de lo que tú vas a hablar”, indica León. “Lo  que recomendamos es ir vestido como te sea natural, pero no de forma en que la vestimenta hable mal. Ojalá que la vestimenta pase a ser algo neutro”. 

Joana Martínez complementa que la vestimenta nunca debe tomar protagonismo en una entrevista de trabajo, aunque sí debe ser tomada en consideración. “Finalmente, lo que uno trata de ver es que haya coherencia entre lo que el candidato me cuenta, lo que estoy viendo y el cómo me lo cuenta”.

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