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2 de Abril de 2024

Rita Segato, escritora feminista: “Creo que desde el margen del mundo se piensa mejor, se ve la realidad con mayor nitidez”

Desde Buenos Aires, Rita Segato se dio el tiempo de reflexionar y conversar con The Clinic sobre el libro “Escenas de un pensamiento incómodo. Género, violencia y cultura en una óptica decolonial”, que presentará en Chile entre el 4 y el 14 de abril en la FIL CS 2024 de Recoleta.

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Rita Segato es profesora, escritora, antropóloga y feminista oriunda de Buenos Aires, Argentina. Ha publicado artículos y libros, entre los que destacan “Las estructuras elementales de la violencia” (2003), “La nación y sus otros: raza, etnicidad y diversidad religiosa en tiempos de políticas de la identidad” (2007) y “La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez” (2014).

Entre el 4 y el 14 de abril presentará el libro “Escenas de un pensamiento incómodo. Género, violencia y cultura en una óptica decolonial” (2022) en la Feria Internacional del Libro de las Ciencias Sociales, en el Zócalo de la Municipalidad de Recoleta.

En el libro que viene a presentar la escritora feminista, nos introduce en una crítica al patriarcado: nos hace repensar los problemas de la sociedad con respecto a los femicidios y la violencia de género, además de la deconstrucción de lo que es el patriarcado.

Racismo y migración

– El fenómeno de la migración se ha dado con mucho énfasis luego de la pandemia, en distintos formatos, ya sea por necesidad, por asilo político, por toma de territorios, también por trabajos o estudios. En Latinoamérica se han intensificado distintos tipos de racismo, sobre todo con los migrantes venezolanos, haitianos o colombianos. ¿Cómo ves tú este panorama y cómo esto influye en las mujeres migrantes?

– El racismo siempre fue una cuestión interesada. No creo en la autenticidad del racismo, ya que siempre responde a un interés, inclusive y siguiendo al autor que considero que ha servido de guía en mi reflexión teórica, Aníbal Quijano, hay un día en que el racismo tiene una fecha de nacimiento, de invención. 

El racismo que conocemos, que se focaliza en los pueblos vencidos, en los pueblos derrotados, en el proceso de conquista de negros e indígenas, es lo que nos hace discriminar a las personas que tienen esa marca, que es la marca de los pueblos vencidos en el proceso de conquista y colonización. Ese racismo no ha existido siempre.

Son nuevos desdoblamientos de ese origen y de esa forma de mirar los cuerpos. 

– En algunos de tus escritos y conversatorios has afirmado que la colonialidad nos roba la memoria. ¿Por qué lo planteas así? 

– Bueno, el robo de la memoria tiene que ver con que en nuestros países son muy pocas las personas -o casi nadie- que tiene clara su genealogía. No solamente las personas que descienden de afrodescendientes o indígenas y sus mestizajes, sino también aquellos que en origen venimos desde Europa, también sufrimos el mismo robo de memoria.

Casi no podemos reconstruir más de una generación más allá de los abuelos, no hay memoria. En el continente europeo, la gente que se ha quedado allá si tiene memoria, genealogía de más generaciones, tiene la posibilidad de esa memoria de arraigo en un lugar.

El robo de la memoria dañó mucho a nuestro continente y sobre todo a las personas que vienen de un mestizaje indígena o de un mestizaje afrodescendiente, pocos te pueden decir “bueno parece que mi abuela era mapuche”.

Patriarcado y lucha de la politicidad del feminismo

– ¿Cómo crees que el patriarcado le sirve al capitalismo y cómo el capitalismo depende del patriarcado para existir?

– Bueno, no lo decimos nosotras, nos lo demuestran ellos. Primero viene un periodo multicultural que es a fines de la caída del muro de Berlín, el surgimiento de un nuevo mundo que se pensó sin guerra fría y la propuesta del occidente, muy especialmente de los Estados Unidos, del multiculturalismo. 

El Occidente hace la concesión del multiculturalismo: no hay una crítica a la riqueza, no hay una crítica a la acumulación concentración, pero hay un distribucionismo, hay minorías que configuran identidades políticas y hay que darles una porción de la torta a cada uno, sin criticar de dónde sale la torta y sin criticar sobre todo la posición del blanco.

Eso después se intenta corregir súbitamente, después de 70 años de feminismo: de pensamiento, reflexión, filosofía, crítica de la filosofía, crítica al psicoanálisis, critica el derecho, crítica a la ciencia, crítica a las humanidades por parte del pensamiento feminista.

Y de repente surgen en 10 años un montón de gente, desde Canadá hasta Tierra del Fuego, para frenar el movimiento de las mujeres a toda velocidad. Ellos y ellas nos están diciendo que la reivindicación de las mujeres fragiliza el edificio del poder.

– En este libro que vienes a presentar hay una invitación a reivindicar la lucha de la politicidad del feminismo a nivel latinoamericano. ¿En qué sentido debemos luchar las mujeres latinoamericanas para que también tengamos una porción de la torta?

– Yo creo muchísimo en el poder de la palabra por mi propia experiencia, por mi propia vida, porque en mi caso he pensado, he escrito, he hablado, pero sin esforzarme porque mi palabra llegue a algún destino.

Cuando uno pronuncia una palabra y esa palabra nombra algo que está en la experiencia de la gente, esa palabra circula sola, sin que uno haga absolutamente nada.

Entonces, las palabras tienen un extraordinario poder en nuestra especie, hay palabras sembradas y no significa que todo el tiempo esas palabras sembradas tengan que manifestarse como un movimiento social o como algún tipo de acción de un grupo, ellas están y ellas van transformando nuestra manera de vivir, de ser, de pensar y de sentir.

Yo sitúo la política feminista ahí, en cómo vivimos, en cómo cuidamos, en lo que digo. Por ejemplo, maternar es político en cómo tejemos la sensibilidad ética y la piel política de nuestros hijos, su capacidad empática, su sufrimiento frente al dolor de los otros, de las otras personas y de las otras sociedades.

Reflexionar desde Latinoamérica

– ¿Cómo ves al movimiento feminista en Latinoamérica?

– Camina por diferentes cauces, por diferentes estratos. Como te decía antes, las mujeres estuvimos pensando sobre nuestra posición, nuestros problemas y nuestros dilemas.

Lo que sí hay que entender es que el movimiento de las mujeres y el pensamiento feminista no es para las mujeres solamente, sino para todo el mundo, o sea, es una contribución, es una lucha por la humanidad.

– ¿Quiénes han sido tus referentes de mujer a lo largo de estos años? 

– Mi biblioteca está en Brasil y la extraño hace cinco años, porque me pilló la pandemia acá. Yo he enseñado en la universidad, antes de jubilarme, como profesora regular antropología de la mujer y después antropología de género y tengo una biblioteca preciosa con autoras que me gustan.

Tengo varias, como Sherry Ortner, que es una de las muchas norteamericanas que fueron una gran influencia en mi pensamiento feminista. Nancy Chodorow también.

Judith Butler, que enseñé en mis disciplinas durante mucho tiempo y están citadas en el libro.

– ¿Por qué es importante reflexionar desde Latinoamérica? 

– Yo creo que desde el margen del mundo se piensa mejor, se ve la realidad con mayor nitidez. Hace mucho tiempo que lo pienso. 

Desde el lugar del poder, ellos consiguen una gran cantidad de información, emplean mucha energía y mucho tiempo en ver cómo hacen para no perder poder, para la manutención del poder, pero no ven con claridad la vida, la realidad. 

Tanto Europa como Estados Unidos lo saben y hay varios indicios de que hay una percepción desde los países del norte de que su imaginación intelectual está en decadencia, no solamente el mercado, la productividad y la tecnología.

La imaginación intelectual también está bastante vacía, justamente por la posición de poder y desde el margen, desde afuera de ese poder se piensa con mayor lucidez.

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