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Volver a lo básico: las historias de quienes se agotaron de apps de citas como Tinder y hoy prefieren conocer a una persona en la vida real

Si la tendencia de descargar aplicaciones de citas está bajando a nivel mundial, es porque las personas han expresado agotamiento ante las decepciones que la experiencia en estas plataformas digitales les ha dado. Ante la ansiedad de cumplir con las características que se han escogido para mostrar en un perfil digital, Alejandra González, psicóloga del Centro Psicológico de la Persona, la Pareja y la Sexualidad dice que ve a miles de pacientes que están solteros o separándose y que ya colgaron la esperanza de encontrar una cita en Tinder. "Me dicen: 'Si es tanto lo que tengo que hacer, prefiero abortar misión'".

Por Camila Ossandón
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El movimiento de deslizar con el dedo hacia la derecha o a la izquierda se usa para vitrinear en una tienda virtual. Para encontrar un lugar donde alojarse. También, para decidir si la foto y el perfil de una persona en una aplicación serviría para tener citas y, potencialmente, un encuentro amistoso, sexual o romántico. Podría ser para una relación fugaz o a largo plazo. O para desechar completamente cualquiera de las opciones anteriores.  

Ese swipe, ese rápido ‘aprobar’ o ‘desechar’,  es el que ahora está entrando en cuestión. A finales del mes pasado, la aplicación de citas Tinder reportó un 12% menos de descargas a nivel mundial. Es su cuarto trimestre consecutivo a la baja, según Sensor Tower. “El poder ‘rechazar’ o ‘aceptar’ tan fácil a las personas, las objetiviza demasiado”, opina el ingeniero en computación y doctorando de la UC, Martín Muñoz. Asegura que la característica mercantilista de un sistema “que hace más de una década vino a revolucionar la forma de conocer gente para tener una cita romántica, ahora, incomoda”.

Es la interfaz de esta tecnología la que ha saturado la experiencia de conocer a otro. El objetivo y la conclusión del movimiento del swipe, al principio, era poder pasar rápidamente algo que “no” te gusta. Por eso, cuando se integró el sistema a las aplicaciones de citas, un error común era deslizar a la izquierda o “rechazar”, cuando en realidad, se quería “aceptar”.

“Si la gente está haciéndole el quite a estas aplicaciones, o bien van a tener que actualizarse o van a aparecer otras. Es el caso del swipe. Por alguna razón, ese movimiento de deslizar hacia la izquierda o hacia la derecha pegó demasiado y se volvió estándar, icónico. Si aparece otra aplicación que encuentra otra cosa, se va a transformar en un nuevo estándar. De repente usar más la cámara, por ejemplo, o si permite usar la información guardada en el teléfono“, dice Martín Muñoz.

Aunque puede ser también que quienes buscan conectar se estén aburriendo de la pantalla. Según Alejandra González, psicóloga de CEPPAS, “el poder llevar la vida cotidiana a las aplicaciones y el mundo en línea se saturó en todos los dispositivos después de la pandemia. El que hoy día puedas tener espacios de diversión y de confianza, a través de la pantalla, se hace mucho más difícil”.

Para algunos, puede ser un misterio cómo enfrentarse al acto de presentarse frente a una persona sin antes haber explorado su imagen, sus gustos o su origen. Pero esa información, ese “beneficio de anticiparse”, de alguna forma, ya no está pudiendo sopesar la serie de decepciones y soledad que genera una plataforma de citas.

“El aislamiento social que genera no ver quien está detrás de la pantalla es tan dañino para la salud mental, que hoy las personas prefieren ir y conocer a la gente en lugares cotidianos. Se tiran a la piscina, en ese sentido. Además, la oferta para conocer gente es más amplia que antes. Si antes existían los equipos para salir a correr, hoy día hay grupos de gustos comunes en áreas bastante más diversas”, dice González.

Ese aislamiento se puede generar, por ejemplo, después de la decepción de salir en un par de citas con la persona que ‘aceptaste’, y la conexión termine con un ghosting de un momento para otro.

“Quizás no es la tecnología o la interfaz de la que nos hemos aburrido, sino de la forma en que la gente ha usado esta herramienta”, opina Nicolás Suazo (34), músico de profesión, cantante lírico y usuario habitual de Tinder. “Es tan simple como ser claro con tus intensiones y sentimientos y respetar el tiempo de la otra persona”, continúa. 

Conectar en citas a la antigua

En muchos casos y durante muchos años, la suerte de los usuarios de las aplicaciones no ha sido la de encontrar alguien que aclare qué es lo que quiere de inmediato. Por eso, según explica la psicóloga Alejandra González, es que hoy quieren volver a conocerse, conectar y tener citas a la antigua. “El simple hecho de verse en vivo y hablar, rompe con la ansiedad de estar detrás de un perfil escrito para apuntar a los estereotipos de atracción”.

Nicolás Suazo recuerda que sus mejores experiencias han sido para encontrar amistades, incluso compañeros de departamento. Por eso mismo, cree que “la aplicación funciona”. Pero sus relaciones más largas las ha encontrado en situaciones de la vida real.

“En mi caso, las relaciones largas que he tenido han surgido siempre ha partir de una amistad o vínculos que he tenido en la universidad, o colegas, o personas que conozco hace mucho tiempo y en algún momento se dio una relación mucho más grande“, cuenta. “La vida, de alguna forma, te pilla en algún momento y te junta con alguien. Puede ser en el trabajo, en el gimnasio, en un café, en el bar. Pero siempre teniendo claro lo que tú quieres y teniendo claro lo que quieres ofrecerle a una persona”.

No es que conociendo a alguien en un bar no haya que cumplir expectativas. La diferencia es que en la conversación, o en los encuentros reiterados -si vas a un taller o a un grupo con intereses similares, por ejemplo- puede que hayan más oportunidades de “lanzarse a la piscina”, de probar, fallar y enmendar. No hay un swipe de rechazo inmediato por no cumplir con un perfil en específico.

Estar soltero sigue siendo una posibilidad

“Me gusta el deporte; No fumo; Soy Sagitario; Me gusta viajar y ver películas”. “Todas descripciones de un ideal estereotipado que se traza en la aplicación”, dice González. Fotos con filtro; en el ángulo adecuado; en el momento adecuado. “El volver a lo presencial tiene que ver con eso. Veo a miles de pacientes que están en sus 40, solteros o separándose y ya colgaron la esperanza de encontrar una cita en Tinder. Me dicen: ‘Si es tanto lo que tengo que hacer, prefiero abortar misión’.” 

“Fue lo que me pasó después de dos intentos de citas por Tinder”, cuenta Pilar Navarro (37). Había decidido chatear con una persona que le atrajo por su fotografía durante dos semanas. Cuenta que se fue de viaje y buscaba Wifi solo para hablar con él. Cuando volvió, tuvieron la primera cita en un bar. Ella asumió que él también se había entusiasmado, porque a la semana le pidió otra cita.

Pero en la segunda, estuvieron juntos un rato y el semblante de él cambió rápidamente. La dejó en su casa y no le volvió a hablar en tres días. Hasta que ella le preguntó “por qué el ghosting”, y él le dijo que “se sentía exigido como si estuviese pololeando y eso no era lo que él quería”. 

“Ninguna de las personas que me gustó querían lo mismo que yo: conocerse y tratar de ver si se lograba algo en el futuro. Solo querían un rato y ya. Me demoré como dos semanas en olvidarlo. Así que ahora, adiós Tinder”, cuenta Navarro. 

La autora del libro de ficción “All This Could be Different”, que habla sobre los problemas que enfrenta su protagonista al tratar de ser “cercana y abierta con cualquiera” o de “lanzarse a la piscina” en sus relaciones amorosas y de amistad, escribe también que “mucha de la gente que se aventura a tener citas fuera de las aplicaciones, han aceptado que la soltería es un posible resultado de sus elecciones, y que es más preferible para ellos que años de infelices robos”. 

Aceptar la soltería en vez de volver al vicio del swipe. “Hay gente que se ha quedado bien sola y que renuncia a la vida en pareja. Es como: ‘Si ya no puedo… Si ya estas aplicaciones dejaron de satisfacer mis necesidades. Si es tanto el riesgo… Mejor no lo hago’, relata Alejandra González. 

Nicolas Suazo cuenta que su peor experiencia también tuvo que ver con un exceso de expectativas. “Una vez me junté con alguien y habían pasado dos horas y ya me había pedido pololeo e ir a vivir juntos. Fui súper claro de que era una instancia en la que no estaba buscando una relación así, a la primera”, dice.

Lo de conocer al amor de tu vida en el metro, no pasa

También existe el otro lado de la moneda, de tratar de dejar las aplicaciones de citas y poner las expectativas en lo presencial. “Todo se ha vuelto bien mecánico, la gente se ha vuelto cómoda para poder conocer a alguien. Ya no es directa. Si estás hablando con alguien, le podrías invitar a tomar algo en la vida real. Pero no se atreven en vivo y sí se atreven detrás de una pantalla”, señala Suazo.

“Hay una ensoñación, un romanticismo que no ayuda”, dice Alejandra González. “Lo de conocer al amor de tu vida en el metro no pasa. Lo problemático es que nos siguen vendiendo eso cuando la realidad está a una distancia tan sideral de ese romanticismo, que abruma“, continúa.

La salida de esa bruma que habla de un encuentro romántico ideal está en la introspección. “El ‘cómo estoy’ más que el ‘cómo me veo’. Más que qué imagen estoy proyectando’, dice González. Alude a que concentrarse en quién uno es en realidad y no en la foto, es clave. “No se puede tener la mejor coyuntura solamente para mostrar una imagen”.

Se puede ver en la comparación entre seleccionar una foto para el perfil de Tinder, o arreglarse para una cita presencial que tendrá una conversación distendida en un restorán. No es lo mismo, no es una imagen estática, es una imagen dinámica que puede tener permiso para fallar sin ser borrada del mapa inmediatamente. Lo que sí puede pasar, es que verse cara a cara no resulte, o no haya conexión y haya, efectivamente, un rechazo. Aunque más sutil.

No hay que olvidar que hoy también existe el miedo a recibir un ataque inesperado por un engaño en la app de citas —como ha sucedido este año en Colombia, donde incluso advirtieron del peligro de usar Tinder en ese país-—. La gente, también se cuestiona más el uso de las plataformas digitales para conocer gente. “Eso debe influir en tenerle un poquito de asco a esta objetivización de la gente”, teoriza Martín Muñoz. 

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