Secciones

The Clinic
Buscar
Entender es todo
cerrar
Reportajes

La política y el poder a la mesa: los restaurantes donde los políticos van a comer y tomar decisiones  

Porque en las sedes de los partidos y las reuniones de directorio no son los únicos lugares donde se toman decisiones y se llega acuerdos. Restaurantes, bares y cafés también son escenarios de la contingencia nacional.

Por Rocío Latorre y Álvaro Peralta Sáinz
Fotos: Lautaro Ruminot/The Clinic
Compartir

Se sabe que los restaurantes no son un espacio exclusivamente para alimentarse. Es cierto, el primer objetivo de una visita a este tipo de recintos es seguramente el comer algo. Pero claro, también se puede transformar en una oportunidad para reunirse con otras personas. Y esto último es justamente lo que políticos y personajes relacionados con el poder hacen muchas veces al momento de ir a un restaurante.

Porque si se supone que la política es el arte de los acuerdos, hay que reconocer que para llegar a estos muchas veces no hay nada mejor que compartir una mesa. Así las cosas, no es raro encontrar distintos comedores de la ciudad donde es común divisar a dirigentes políticos, empresarios o editores de medios en general. Es decir, gente con poder.

Como Tomás Mosciatti, uno de los propietarios de Radio Bío-Bío, quien visita prácticamente a diario el restaurante Lusitano de Antonio Bellet, a pasos de la radio donde también conduce el noticiario matinal.

Ahora bien, por lo general se asocia a los restaurantes en que se juntan políticos a gente de izquierda o al progresismo en general. Poco se habla de personeros de derecha vistos en estas instancias. “Es cierto, los políticos de derecha son más reservados. Por lo mismo no se les ve tanto reunidos en restaurantes o bares”, sostiene un analista político y conocedor de este sector. Aún así, todavía quedan algunos locales clásicos como el Sheraton San Cristóbal, donde personeros de la vieja guardia de la UDI como Carlos Bombal o Víctor Pérez suelen armar reuniones. Más en su bar que en el restaurante.

Restaurantes
Sheraton San Cristóbal. Foto: Lautaro Ruminot/The Clinic.

Siempre con poca gente y con la posibilidad de llegar directo a sus dependencias desde el estacionamiento subterráneo, destaca por ser un sitio discreto. Por lo mismo ha podido mantenerse en el tiempo como un buen lugar para reunirse sin hacer mucho ruido.

Las mismas condiciones hacen de los hoteles Four Points en Santa Magdalena y Marriott en Avenida Kennedy, otros puntos de reunión para personeros de la derecha clásica. Con menos discreción, pero más sabor e informalidad tenemos al Tip y Tap de la calle San Crescente, donde también se ven de tanto en tanto algunos dirigentes de la actual oposición.

“Salvo muy a lo lejos, algún almuerzo en el Baco o Starnberg, somos más de reunirnos en casas”, confidencia un militante de Evópoli. Tal vez una excepción a todo esto sea el restaurante Amandine, ubicado en la esquina de Enrique Foster con Apoquindo (como parte del hotel Hyatt Centric). Además de encontrar muy buena comida, es posible divisar a gente ligada a la derecha como Gonzalo Cordero (también habitué del japonés Shogun), Pauline Kantor o Gonzalo Müller; además del periodista y director de Ex-Ante Cristián Bofill.

Un Clásico

Más allá de buscar a un determinado sector político, lo más pertinente es tomar nota de los lugares elegidos por distintas figuras para juntarse con los suyos. Ya sea por trabajo o simplemente placer. Probablemente uno de los lugares más emblemáticos para encuentros políticos en la capital sean los que se dan en la añosa Confitería Torres de la Alameda y su café ubicado al interior del Centro Cultural La Moneda.

Confitería Torres. Foto: Lautaro Ruminot/ The Clinic

Cuando Luis Boric, padre del mandatario, visita a su hijo en La Moneda, es usual verlos compartiendo en la Confitería Torres, la original. A diferencia de Buenos Aires y su circuito de cafés y bares notables como La Ideal o Tortoni, la Confitería Torres es de los pocos de su estilo en Santiago con mozos antiguos y que prácticamente han trabajado toda una vida allí.

Dada la cercanía de la confitería con el Palacio de La Moneda, la sede de la Democracia Cristiana (DC) y la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), es habitual que además del propio Boric, sea posible encontrarse al timonel DC Alberto Undurraga compartiendo un almuerzo. O a algún personero de la CUT.

Aún más cerca de La Moneda está el Café Torres, donde suele reunirse el Socialismo Democrático luego de las reuniones del comité político de los lunes en la sede de Gobierno. Salvo algunos pocos que prefieren ir al Cívico, ubicado a escasos metros de ahí. ¿Y el Torres de Isidora Goyenechea? Ese local tampoco se queda atrás. De hecho ahí se selló en abril una comida de la Democracia Cristiana en apoyo al gobernador regional Claudio Orrego para su reelección. Aunque meses más tarde, el ex DC notificó que iría en un cupo independiente. Cosas que pasan.

El tour gastronómico del Presidente

Se sabe que el presidente Gabriel Boric es un tipo inquieto, con aficiones varias que van más allá de la política y cruzan hacia terrenos como la política, el fútbol, la poesía, música y —por qué no decirlo—, la ciudad.

Por lo mismo no es raro que acostumbre a recorrer los pequeños comercios y cafés de su barrio. Además de ser un fiel seguidor de las redes sociales de éstos. A la hora de alimentarse el Presidente también tiene sus favoritos.

Conocida es su predilección por La Terraza desde sus tiempos de estudiante de derecho en la Universidad de Chile. Y conocido es también el ahora llamado Barros Boric, un Barros Luco con los agregados de palta tomate y mayonesa. El propio Presidente lo catapultó a la fama cuando —ya electo y con escolta— llegó una noche de sábado al local a pedir el mentado emparedado en formato para llevar.

Otro local predilecto de Boric fue el peruano Puerto Esmeralda. Ubicado en la calle del mismo nombre, al menos se le veía en los tiempos que vivió en el Barrio Bellas Artes. De esos tiempos también viene su costumbre de visitar —hasta la actualidad— el histórico restaurante chino Hao Hwa de calle Monjitas. Más conocido cariñosamente como “los chinos gay”.

También se sabe que de tanto en tanto, tal vez con un dejo de nostalgia por su Punta Arenas natal, manda a pedir algún sándwich a la versión santiaguina del muy puntarenense Kiosko Roca, ubicado en la calle Huérfanos. Por otra parte en el Barrio Italia, más específicamente en la calle Crédito, está ubicado Chiloé en tu Mesa, un pequeño restaurante que ofrece curanto —a la usanza de la isla—, y otros platos tradicionales de la cocina chilena. Tomó mayor notoriedad desde que en mayo del 2023 el Presidente lo visitó un fin de semana, sorprendiendo al resto de los comensales.

Lo hizo también al inicio de su gobierno cuando visitó Da Renzo en Guardia Vieja. O cuando ha asistido al español Carrer Nou junto a sus hermanos. Es que ese pareciera ser el sello de los desplazamientos gastronómicos de Boric, más en la onda esparcimiento que de trabajo. Por eso los suele hacer en compañía de familiares o amigos. Para reuniones de trabajo, comentan en su entorno, prefiere sitios más privados como su casa o la de otros personeros de su confianza.

Amadine, restaurante frecuentado por personeros de oposición. Foto: Lautaro Ruminot/The Clinic.

Distrito oficialista

Con la llegada del Frente Amplio al Gobierno, podríamos decir que la zona de influencia gastronómica del oficialismo cambió.

Si durante los dos mandatos de Sebastián Piñera lo que mandó fueron zonas como Isidora Goyenechea y algunos rincones de Vitacura, podríamos decir que desde marzo de 2002 —e incluso antes—, la cosa se movió más hacia Plaza Baquedano y sus alrededores.

De esta forma es que emerge la fuente de soda La Terraza, que podríamos decir que entra en la categoría de clásico para frenteamplistas y dirigentes del Partido Comunista (PC), tienda cuya sede está inmediatamente al cruzar Vicuña Mackenna. Y que tras el incendio de La Hacienda Gaucha en medio de las protestas de 2019, quedaron “huérfanos” de punto de encuentro.

La fuente de soda, casi en el límite de Santiago con Providencia, es una de las predilectas para pasar luego de extensas jornadas en La Moneda. La Terraza congrega desde altas autoridades a mandos medios, como jefes de gabinete o de prensa. Aunque los primeros, en ocasiones, prefieren su pedido para llevar.

Los “parroquianos” afirman que han visto —entre otros—  al titular de Educación, Nicolás Cataldo, bajar del auto que lo traslada a retirar su respectivo sándwich para llevar a casa. Pero en el sector, y cuando esta generación aún estaba lejos de llegar a La Moneda, no siempre fue La Terraza el “spot”.

De características similares, El Rincón del Sabor —un par de cuadras al poniente por la Alameda—, fue el primer boliche que congregó a esta nueva generación política por allá por 2016, cuando recién nacía el Frente Amplio. Y sirvió como punto de encuentro con la dirigencia más joven del PC.

Y si de desayunos o brunch se habla, no son pocos los frenteamplistas que acuden hasta Uncafe —antes Cafetería Feras— en el Parque Bustamante. En el segundo piso, alberga el cowork Selva, utilizado por el centro de pensamiento de Revolución Democrática, Rumbo Colectivo. No muy lejos de esta zona, pero más hacia el oriente está el restaurante Damajuana. Ubicado en la calle Condell, podríamos definir como un borde del Barrio Italia.

Este local se ha transformado en el último tiempo en uno de los favoritos del Frente Amplio. E incluso algunos militantes comunistas, quienes lo usan más bien como lugar de celebraciones. De hecho, un cumpleaños de la titular del trabajo Jeannette Jara, se celebró en este sitio especializado en comida chilena de autor.

El ya mencionado Chiloé en Tu Mesa, en otro extremo del Barrio Italia, también suele concentrar visitas de los más jóvenes personeros de gobierno. No muy lejos de ahí está la clásica Trattoria Da Noi, que, un poco a contra corriente en el área, sigue siendo un reducto frecuentado por gente ligada al Partido Socialista.

Fuera de esta zona y derechamente en Providencia -y volviendo al Frente Amplio- está Los Canallas, un bistrot ubicado en la calle Holanda casi esquina Providencia. Desde su apertura en el año 2020, ha cautivado no tan solo a los vecinos de ese barrio. La demanda es tal que cada día, luego de la jornada laboral, hay extensas filas para poder ingresar. Tanto así, que el local debió expandirse, absorbiendo un negocio continuo y hacia un segundo piso donde antes funcionaba una papelería.

Los Canallas es ideal para terminar el día con coctelería o derechamente piscolas. Pese a su expansión, sus platos no han sufrido mayor alza en el precio. Tampoco ha disminuido la calidad. Es habitué la directora de Iguales, María José Cumplido; el ministro de Energía —y exvecino del barrio—Diego Pardow; el exsubsecretario de Relaciones Económicas, José Miguel Ahumada; entre otros.

Y si no hay mesas, es usual que se busquen alternativas por el mismo sector, como en el vecino Rishtedar, especializado en comida india.

Restaurante
Blue Jar. Foto: Lautaro Ruminot/The Clinic.

El centro todavía es el centro

A pesar de todo lo que se dice y ha pasado en el centro cívico de Santiago, lo cierto es que la concentración de dependencias gubernamentales, además del ex Congreso Nacional y el Palacio de Tribunales, hace inevitable que en sus restaurantes y cafés —los nuevos y los viejos que van quedando—, suelan darse reuniones y encuentros de personajes políticos de diversas tendencias.

De esta forma, a todo lo descrito en torno a lo que pasa con la Confitería Torres habría que agregar también, por ejemplo, al Maldito Buen Café de la calle Valentín Letelier. Ahí es posible encontrarse con todo tipo de funcionarios de La Moneda y de algunos ministerios cercanos.

Otro café donde se puede ver a una buena cantidad de personalidades es el que funciona al interior del Museo de Arte Precolombino, en Bandera. Aquí llega gente como la Ministra de Ciencia, Aisén Etcheverry, o el histórico dirigente comunista, Lautaro Carmona, pasando por gente como el Ministro de Educación Nicolás Cataldo, el diputado frenteamplista Diego Ibáñez o la ex ministra del gobierno de Sebastián Piñera y presidenta de Evópoli, Gloria Hutt. Y claro, también se divisa a ministros de la vecina Corte Suprema. Todo muy calmado y bien resguardado por la estructura del edificio colonial que alberga al museo.

Para el final dejamos al Blue Jar, uno de los mejores resturantes y cafés de la ciudad. Históricamente ha tenido entre sus comensales más fieles a funcionarios gubernamentales que trabajan en La Moneda, Cancillería y otros ministerios cercanos. Tanto así que actualmente no es raro ver por las mañanas al Presidente Boric pasando a buscar, o tomarse ahí, su primer café antes de entrar a La Moneda.

Con vista al mar            

“Actualmente hay muchos dirigentes de partido importantes que son de provincia. Y muchos de ellos son parlamentarios, por lo que no pasan mucho por Santiago. Sus reuniones se hacen en Valparaíso y Viña entre semana distrital y semana distrital”, asegura alguien que se mueve entre el mundo legislativo porteño y el ejecutivo santiaguino.

En este contexto es que aparece el clásico hotel Cap Ducal, propiedad del concejal Tomás de Rementería, padre del diputado socialista del mismo nombre. El restaurant del hotel —con forma de barco— en Viña del Mar,  se ha convertido en un punto de encuentro luego de las extensas jornadas en el Congreso en Valparaíso para dirigentes del PS y del PPD.

Un poco más transversal es el Portofino en Valparaíso, o el Sheraton Miramar. Allí se han organizado reuniones tanto de Chile Vamos como del Socialismo Democrático. Y hablando del mar, pero esta vez en Santiago, resulta imposible no mencionar a La Calma. Ubicado en la Avenida Nueva Costanera de la comuna de Vitacura, sin lugar dudas debe ser el mejor comedor de pescados y mariscos que existe en el país.

La Calma. Foto: Lautaro Ruminot/The Clinic.

Propiedad de Mauricio Fredes, exdueño de La Vinoteca, el restaurante se ha convertido también en uno de los favoritos de la expresidenta Michelle Bachelet desde que volvió definitivamente a Chile. “Le gusta mucho y por lo mismo va bastante”, indican desde su entorno. Aunque claro, igual que el Presidente Boric a la hora de salir a comer, se tratan de instancias más bien recreativas. Porque para hacer política, prefiere la privacidad.

Otro habitué de La Calma es el actual presidente de la Fundación Chile y Consejero del Banco Estado, Pablo Zamora. Quien, a su vez, acaba de debutar en el rubro gastronómico con su restaurante Nobel en el museo de Pablo Neruda en Isla Negra.

¿En público o en privado?

Si bien se supone que la discreción es el principal atributo que debe tener un café, bar o restaurante para poder ser usado con fines políticos, la verdad es que esto no siempre es así.

“Depende en lo que uno ande. Hay ocasiones en que uno obviamente requiere juntarse en un café muy piola donde nadie te vea. Sin embargo, hay otras en que es importante ser visto reunido con tal o cual personas”, explica un experimentado operador político.

Así las cosas, los bares de hoteles aparecen como los lugares más indicados para las reuniones de bajo perfil o casi secretas. Y si hay un privado, como en la Confitería Torres o en algunos restaurantes japoneses, muchísimo mejor.

Por otra parte, si lo que se quiere es ser visto, lo mejor es un lugar como el restaurante Baco de Nueva de Lyon, donde un día cualquiera a la hora de almuerzo es posible toparse con el exministro Ricardo Solari, el actual candidato a alcalde de Huechuraba Max Luksic, la ministra del Interior, Carolina Tohá, el escritor Arturo Fontaine. O incluso el empresario Álvaro Saieh.

“Pero en el Baco no se puede conversar nada en serio, porque todos te ven y escuchan”, sostiene un parrroquiano.

Y hablando de empresarios, ¿qué pasa con ellos? La verdad es que cuesta encontrárselos por ahí. ¿La razón? “Prefieren cultivar el bajo perfil y hacer cosas más privadas en sus casas. Además, tiene la infraestructura adecuada para hacerlo. Si me apuras, esas reuniones pueden ser el momento preciso para aprovechar de mostrar sus hogares, su arte, todo”, explica un analista.

Si a eso agregamos que hay empresarios —sobre todo del ámbito financiero— que tienen hasta cocineros y comedores privados en sus oficinas. Por eso es más o menos lógico no encontrárselos por ahí en algún buen restaurante o café de la ciudad. Bueno, ellos se lo pierden.

Temas relevantes

#Comida#la ruta#Restaurante

Comentarios

Notas relacionadas