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Göran Therborn. Fotos: Lautaro Ruminot

Política

16 de Agosto de 2024

Göran Therborn, sociólogo sueco: “Este ciclo de izquierdas en América Latina no parece capaz de alcanzar grandes transformaciones”

De visita en Chile por motivo de la inauguración del año académico de unos magísteres de la Universidad Alberto Hurtado, el profesor de la Universidad de Cambridge señala que el Presidente Boric no alcanza a representar un nuevo tipo de izquierda.

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Profesor emérito de la Universidad de Cambridge, el nombre de Göran Therborn —sueco, de 82 años— puede no ser muy reconocido en la vida cotidiana. Pero, cuando se trata de sociología, su figura no pasa desapercibida, área por la cual es doctorado y ha recibido otros reconocimientos honoris causa por sus contribuciones.

De hecho, su última visita a Chile tiene por motivo ese tópico: la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Alberto Hurtado le invitó a la inauguración del año académico del Magíster en Sociología, además del Magíster en Ciencia, Tecnología y Sociedad.

Fue en esa casa de estudios donde dictó una charla magistral, en la cual abordó algunos tópicos en esta entrevista: las izquierdas en el mundo, las derechas radicales e, inclusive, las grandes batallas del siglo XXI.

Con una gran meditación antes de abrir la boca para hablar sobre aquellos temas —con un pausado pero perfecto español—, Therborn es claro en algo: las izquierdas están detenidas en América Latina, e identifica —y precisa— que las derechas no son amenazas para las democracias, sino para las sociedades.

—En Latinoamérica hay rostros considerablemente visibles tanto de izquierda y derecha, aunque quizás quienes más se destaquen por su altisonancia sean Nicolás Maduro, Gustavo Petro, Javier Milei o el expresidente Donald Trump. ¿Qué identifica en esas personas?

—El régimen actual de Venezuela de Nicolás Maduro no se puede incluir en la izquierda, que tiene un origen en la revolución bolivariana, que fue una gran revolución social y política. Actualmente el régimen de Maduro es solamente un régimen político para mantener su poder. En cuanto a la izquierda latinoamericana, podemos decir que hay una constelación de grandes figuras de la izquierda reformista: Petro en Colombia, Lula en Brasil, y Andrés Manuel López Obrador y su sucesora (Claudia) Sheinbaum en México. Pero, lamentablemente parece que los tres, por lo menos Lula y Petro, están en una situación con muchas restricciones. Es decir, parece que este ciclo de izquierda en América Latina no parece capaz de alcanzar grandes transformaciones.

Hay una gran interrogante sobre el caso de México, donde el partido Morena y la nueva presidenta tienen un espacio político, pero no estoy seguro si tienen suficiente espacio social e imaginación política para realizar lo que antes se llamaba la cuarta transformación.

—¿Por qué ocurre que la izquierda no puede concretar sus cambios?

—En los casos de Petro, de Lula y del Presidente Boric en Chile, falta apoyo popular suficiente para resistir y para trascender el poder institucionalizado de la derecha.

—El Presidente Boric comenzó su carrera política como un dirigente estudiantil movilizado, luego ingresó al Congreso con posturas más a la izquierda de la Concertación, y llegó a la Presidencia con un discurso más suavizado respecto a su agenda. ¿Ve en el caso de Boric lo que ocurre de forma general en las izquierdas, de no poder implementar sus cambios?

—En el caso de Chile, claro que la derrota del plebiscito constitucional de 2022 fue un punto de inflexión de la política chilena. Y parece que anteriormente las dinámicas de las movilizaciones de 2019 desaparecieron con el covid, con la pandemia. El resultado del plebiscito revela que hay sectores de las clases populares, los más pobres y marginalizados, a quienes la izquierda o con quienes la izquierda no tiene conexiones o raíces. Ese es el problema en el caso chileno.

En el caso brasileño, el PT (Partido de los Trabajadores) de Lula jamás ha tenido una mayoría parlamentaria. Siempre ha sido dependiente de manejar y comprar apoyo de esta casta corrupta que domina el Congreso de Brasil. En Colombia parece más complicado. Colombia no tiene largas tradiciones de izquierda. Es la primera vez que se rompió la hegemonía de los partidos establecidos. Petro me parece que es un político muy listo, pero su coalición es muy heterogénea, y hay grandes fuerzas movilizadas contra él y entonces parece que ahora no tiene mucho espacio político.

—Con el ejemplo de las izquierdas que menciona en la región, ¿Boric alcanza a representar a un nuevo tipo de izquierda que se avecina?

—Sí, en alguna manera sí. Creo que es el primer líder estudiantil que como joven ha llegado a la Presidencia. Probablemente, no lo sé, esto es un hándicap para él, pero no tiene la misma experiencia política de Lula, Petro o AMLO, entonces, no creo que Boric representa algo más, algo nuevo. Constituye algo nuevo, pero no sé si representa tendencias más amplias.

“La nueva derecha radical no es una amenaza para las democracias: son amenazas para las sociedades”

—Cuando hablamos de derechas en América Latina, pueden distinguirse entre el estilo del presidente argentino Javier Milei o del presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, que ambos están en la misma vereda ideológica, pero pareciera que la implementan de un foco distinto. ¿Qué derecha pareciera aproximarse en América Latina? En consideración de que en Chile las encuestas vaticinan que el próximo mandato será de ese grupo.

—No creo que se pueda generalizar sobre la situación latinoamericana en cuanto a la nueva derecha radical. Por lo menos, hasta ahora, son corrientes muy diferentes. Aunque, ahora, Milei sirve como una figura para toda la derecha latinoamericana, pero la dinámica de la nueva derecha en Chile parece ser diferente. 

Milei surgió casi naturalmente de las minas de todos los proyectos políticos en Argentina, la crisis permanente, el fiasco de (Mauricio) Macri me parece que fue decisivo. Y, por otra parte, (Sergio) Massa fue un caso extraordinario. Es un político muy listo, pero era ministro de Finanzas del Gobierno de Alberto Fernández y candidato a la Presidencia con una tasa inflación de más del 100%, algo completamente impensable. La crisis del peronismo, la conversión de los radicales al neoliberalismo da a Milei una posición bastante fuerte y, hasta ahora, su apoyo heterogéneo ha sido estable.

—¿Qué tanta influencia puede generar Javier Milei en el resto de países?

Probablemente será una figura inspiradora para la derecha radical y para una corriente de la extrema derecha europea. Hay tentativas del Vox español de organizar o agrupar una internacional de derecha radical, donde Milei ahora es la figura más importante. Pero, esto no significa necesariamente que la dinámica del surgimiento de Milei en Argentina puede replicarse en otros países. Probablemente no.

—¿Conoce a José Antonio Kast?

—Sí, y es un tipo muy diferente. También es el único líder de la nueva derecha radical en las Américas y en Europa que viene directamente de la burguesía tradicional, que fue un diputado de la UDI. Tiene menos atracción plebeya de tipos como Trump o Milei.

José Antonio Kast
José Antonio Kast en un evento de derechas ultraconservadoras en Hungría este año.

—¿Lo califica como alguien de derecha radicalizada? Entendiendo que tiene un partido inscrito y ha respetado los resultados electorales.

—Sí, es un derechista radical. Se debe añadir que gran parte de la nueva derecha radical no es, en efecto, una amenaza a la democracia; son una amenaza a la sociedad, a la igualdad y la justicia social. Pero, su carácter de amenaza a la democracia es exagerado. Aunque, hay una diferencia entre la derecha radical europea y la derecha radical americana. En cuanto a la derecha radical europea, se puede decir que ahora, por lo menos en el futuro próximo, la derecha radical, Le Pen, Meloni, no son amenazas serias de la democracia.

El caso en las Américas era un poco diferente. Tanto Trump como Bolsonaro contemplaron un golpe para anular su derrota electoral. Y Trump trató de organizar un tipo de fraude electoral en Georgia. Pero, al final, al contrario con el fascismo clásico, ni Trump ni Bolsonaro tenían el coraje y la fuerza para realizar un golpe a la democracia. Entonces, es por esto que Kast no es tan diferente a Milei o a los otros radicales de derecha.

—¿Qué escenario prevé para Latinoamérica en el corto plazo? 

— Creo que no se puede esperar mucho en términos de reformas sociales y de igualdad. Hay algunas posibilidades en las que se puede aumentar el salario mínimo, algunas cosas, pero parece que reformas institucionales de servicios públicos de salud, de educación, no parecen posibles en la coyuntura actual. 

Parece que Lula intenta jugar un papel progresista en la escena internacional. En ese sentido, podría realizar algo, en cuanto a las metas de desarrollo de la ONU con su campaña en el grupo de los 20 y también en otros conflictos mundiales. Me parece que la mejor posibilidad de hacer algo estructural de las instituciones y de los servicios la tiene Claudia Sheinbaum. 

—¿En qué momento los gobiernos de izquierda caen en el síndrome de los gobiernos de pato cojo?

La política en general y América Latina es cíclica, con sus ascensos y descensos. Me parece que, por lo menos, generalmente en América Latina y con una excepción en México, en este ciclo político se han agotado las posibilidades de fuerzas progresistas de gobiernos a realizar cambios. Cuando viene un nuevo ciclo progresista, llegará. Pero, una cosa se ha logrado: una emancipación paulatina de América Latina de la tutela norteamericana. Eso es importante y tiene raíces profundas en los cambios de la política y economía mundial. Podríamos esperar que América Latina será más independiente, más mundializada en comparación a la situación anterior.

—¿Cuál es el gran desafío del siglo XXI?

Primero, la habitabilidad del planeta. El desafío de las catástrofes, del cambio climático que llegan a ser cada vez más severos y desastrosos. En esto hay tres grandes posibilidades. Una: una catástrofe apocalíptica. Dos: un nuevo capitalismo verde post fósil, que representa la política hegemónica actualmente, pero probablemente no va a ser exitosa. Tres: una transformación en términos de justicia climática y de justicia social. Ninguno de estos tres escenarios son muy probables en su totalidad. Todas las tentativas de enfrentar el cambio climático serán bloqueadas por una u otra parte. La crisis climáticas es el gran desafío del siglo XXI.

Lo segundo es la situación geopolítica. El fin de la globalización y el surgimiento de la geopolítica imperial que aquí la cuestión es sin será posible manejar pacíficamente el declive socioeconómico de los Estados Unidos y de occidente. Es una cuestión de paz o guerra.

En tercer lugar sigue siendo el tema de la desigualdad humana. El neoliberalismo reversó los procesos de igualdad que ocurrieron después de la segunda guerra mundial. En muchos países en Europa y en América Latina, en Argentina por ejemplo, toda la igualdad económica que ocurrió después de ese evento quedó abolida. Entonces, el tercer desafío del siglo es que la desigualdad humana va a fortalecerse o va a cambiar? Es imposible evaluar las probabilidades, pero hay una potencial de rebelión en el sur global. La década de 2010 fue el período histórico, en 120 años, el período récord de movilizaciones populares demandando la salida del Gobierno de turno. Entonces, esto significa que hay una insumisión popular en el mundo, sobre todo en el sur, que podría estallar en cualquier momento. Esto es, por lo menos, cierta esperanza que hará avances sociales en el siglo XXI. 

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