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Opinión

21 de Agosto de 2024
Rafel Rosell
Rafel Rosell

Del rezago a un despertar global: universidades ante los desafíos del siglo XXI

Foto autor Rafael Rosell Aiquel Por Rafael Rosell Aiquel

La misión de la universidad no ha cambiado, pero el desafío que enfrentamos hoy tal vez sea el más grande que se le ha presentado desde el Renacimiento y la Revolución Industrial. A diferencia de esos procesos anteriores, ahora debemos enfrentar un momento histórico en un contexto completamente diferente, más demandante y complejo.

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Las universidades han quedado rezagadas, no hay duda. Las instituciones que históricamente han debido ir delante de los procesos, hoy se ven superadas por la velocidad de los cambios en un contexto de profundas transformaciones globales. De fondo, la realidad social, política y económica obliga a una lucha contra la pobreza, la defensa del trabajo decente, así como a responder a las presiones migratorias, las desigualdades y la crisis medioambiental, poniendo a prueba a las democracias. En este nuevo escenario, enfrentar estos problemas en solitario no sólo es difícil, sino imposible. La pandemia del Covid-19, el cambio climático y el crimen organizado son una muestra patente de que hoy la respuesta debe contemplar la firme promoción de los bienes públicos globales, que no pueden ser monopolios de un territorio o un Estado, sino que deben responder a iniciativas conjuntas, propias de la sociedad del conocimiento.

Y ante este cuadro, ¿cuáles son las instituciones llamadas a colaborar en estos desafíos? Precisamente las universidades. Existe consenso en que la educación tiene un rol fundamental en el desarrollo de las sociedades y, lo más importante, en la inclusión social, dado que es a partir de su acceso que se obtienen las herramientas necesarias para el desarrollo de los méritos y talentos de amplios sectores de la sociedad. Así lo señala el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que promueve el acceso equitativo a la educación superior en favor del desarrollo personal y la dignidad humana. El ODS 4, justamente, plantea alcanzarlo antes de 2030, destacando el papel crucial de las universidades en este objetivo.

La misión de la universidad no ha cambiado, pero el desafío que enfrentamos hoy tal vez sea el más grande que se le ha presentado desde el Renacimiento y la Revolución Industrial. A diferencia de esos procesos anteriores, ahora debemos enfrentar un momento histórico en un contexto completamente diferente, más demandante y complejo. Los desafíos que enfrenta la humanidad son globales, y las fronteras físicas, administrativas y geográficas son cada vez más difusas y permeables. Por lo tanto, el desarrollo de las regiones, los países y los continentes requiere respuestas universales.

Nace entonces la imperiosa necesidad de fortalecer la internacionalización de las universidades, lo que incide en su calidad y en la formación de personas con conciencia humana universal, formando los líderes que el hoy y el mañana necesitan. Las universidades deben ir delante de los procesos y han quedado rezagadas, ya que la velocidad de los cambios es mayor que la capacidad de las instituciones para adaptarse a las nuevas exigencias que el mundo enfrenta. Como diría Jane Knight, es necesaria la integración de una dimensión internacional, intercultural y global en las funciones de docencia, investigación y servicio de una universidad.

Hace algunos días, junto a un grupo de estudiantes de la Universidad del Alba de La Serena, Chillán y Santiago, estuvimos en Bucarest, Rumanía, participando en la Escuela de Verano “Gobernanza y Políticas Públicas, Nuevos Líderes para el Siglo XXI”, que es organizada por la prestigiosa Escuela Nacional de Estudios Políticos y Administrativos (SNSPA), el Foro Académico Permanente Latinoamérica, Caribe y Unión Europea (FAP ALCUE), el Departamento de Relaciones Internacionales e Integración Europea, y SCHOLAS OCCURRENTES, organización que promueve la educación sin fronteras.

La relevancia de este encuentro es alta, pues reúne a jóvenes de toda Latinoamérica, para intercambiar opiniones en un ambiente participativo y abierto. Las clases, impartidas por profesores de la SNSPA, políticos y profesores de la Unión Europea, rumanos y latinoamericanos, abarcan desde el estudio de conflictos y gestión de crisis, pasando por los derechos de la naturaleza hasta la Unión Europea como Actor Global.

Prestemos atención, porque este es el camino de integración que necesitamos: futuros líderes formados con un enfoque en la internacionalización de su trabajo, interesados en conocer otras realidades y enfrentar juntos los desafíos globales. Desde nuestra Universidad, tenemos la responsabilidad de avanzar en esta dirección, promoviendo la democratización y redistribución del conocimiento, el acceso a la producción intelectual universal, el respeto a la diversidad cultural y la creación de una gobernanza basada en la humanidad como alteridad, los derechos humanos, la solidaridad, la paz, la inclusión y la cohesión social.

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