Entrevistas
4 de Octubre de 2024Gepe: “Pertenezco a una generación de música más discreta y de ambiciones más sencillas”
El cantautor chileno acaba de lanzar su nuevo disco, en el que reconectó con la intuición para hacer canciones que usaba hace dos décadas. En conversación con The Clinic, explica el proceso creativo de este trabajo, hace un balance de sus dos décadas de trayectoria y analiza el presente de la industria musical y su lugar en ella. “La verdad es que disfruto más lo que hago ahora”, admite.
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Daniel Riveros no recuerda bien si era “Stargate” o “Interestelar” pero sabe que en alguna película de ciencia ficción hay una explicación teórica a lo que siente. El músico, que bajo el seudónimo de Gepe ha trazado uno los caminos más relevantes del cancionero chileno del nuevo milenio, está cumpliendo 20 años de carrera en solitario, aunque le cuesta ver ese recorrido de forma lineal.
“No me acuerdo de la película pero hay un gallo que hablaba de que el tiempo se pliega un poco y la idea de que el tiempo va pasando no se siente tan así. O sea, 20 años a mí me parece más cerca que 10 años, eso es lo que te quiero decir. Siento que estoy reviviendo esa sensación de motivación por hacer música. No es que antes haya estado más o menos motivado, pero siento una idea como de respetar lo intuitivo, tal cual sucedía hace 20 años atrás”, explica Gepe.
Fue hace dos décadas que, luego de integrar el dúo Taller Dejao, Gepe se aventuró con su primer EP solista, “5×5”, y un año después, su álbum debut, “Gepinto”. En esos trabajos quedaban claro los dos ingredientes principales de su propuesta, música de raíz latinoamericana y pop, los cuales hasta el día de hoy combina en diversas medidas y con distintos aderezos.
“Nunca pensé que iba a ser músico. Quizás lo soñaba pero nunca me predispuse a eso. Entonces es raro empezar a hacer algo que te gusta tanto y las circunstancias se empiezan a dar para poder abrirse camino en eso, es genial. Esos primeros años fueron como ‘mira, se puede ser músico, sin saber música, sin saber grabar, sin saber hacer canciones, sin venir de una familia de músicos’. Eso, que ahora puede sonar súper ridículo, en ese tiempo era para mí algo súper central. No tener ni las herramientas ni el conocimiento para hacerlo y poder hacerlo, era genial”, rememora sobre sus inicios.
En el otro extremo de esa trayectoria, aparece “UNDESASTRE”, su flamante disco, aunque como plantea el mismo Gepe, quizás no hay tanta distancia entre el punto de origen y el hito más reciente. Quizás no es una línea recta, sino más bien un círculo donde el cantante se encuentra, de alguna manera, revisitando lugares ya conocidos.
“Hace unos años atrás me apareció la idea de ‘oye, hay que grabar las cosas tal cual uno las siente’ y me empecé a acordar de cómo lo hacía hace 20 años atrás y me conecté con esa parte”, dice.
Esa forma de trabajar ya había sido esbozada en el EP “Realismo”, que lanzó en agosto de 2022. La premisa era que cada canción era un mundo en sí misma y había que priorizar eso, sin intentar encajarla en un concepto o una sonoridad global. Reforzando eso, tanto en ese EP como en “UNDESASTRE”, Gepe dejó de lado su práctica usual de aliarse mayoritariamente con un productor para crear un disco y colaboró con varios, entre ellos el colombiano Julián Bernal y los nacionales Pablo Stipicic, Camilo Artigas y Cristián Heyne, su dupla más habitual.
“En general no había ningún concepto sonoro, no había una columna vertebral que hubiese que respetar, sonoramente hablando. Y la parte conceptual de letra, o de vibra si se quiere, salió sola. Al final, la mayoría de las canciones tienen como una sensación que es bastante unívoca, una cierta idea de como un desarme también, como de exponerse hasta cierto punto, de exponer ciertas sensaciones o escenas más crudas y dejarlas ahí nomás, sin trabajarlas mucho más, sin envolverla en ningún tipo de arreglo”, señala.
Como ejemplo, cita la letra de “Bandera de arena”, donde canta “Quiéreme, no me quieras más. Dame la paz y la guerra”. “Me cuesta incluso analizar eso, pero me pareció que ese momento en que esa letra apareció, fue un momento de conexión auténtica supongo”, dice y agrega: “Me parece algo bastante personal, en un sentido como re inconsciente. No sé de donde saqué eso pero me hace mucho sentido en el yo más íntimo”.
–La idea del desastre aparece en un par de canciones y le da título al disco. ¿Qué hay en ese concepto que terminó teniendo tanto protagonismo?
–Básicamente es el primer nombre que se me ocurrió y fue como la idea o la sensación que comandó todas las canciones. Las canciones en gran medida ya estaban compuestas, pero la idea de grabar las canciones tal cual se compusieron sin cambiar mucho las frases, sin cambiar mucho las imágenes, fue gracias a tener ese título como obligación, como concepto madre. Todo tiene que estar desarmado, todo tiene que estar expuesto, todo tiene que ser honesto.
–¿De alguna manera le costó esa forma de trabajar? Quizás implicaba dejar de lado cierto perfeccionismo o no ser tan meticuloso.
–De hecho, fuimos totalmente meticulosos. Es un equilibrio roto en el fondo, trabajar con lo intuitivo pero siendo muy meticuloso. Algo así como: “Ok, este fue el impulso base, vamos a respetar eso pero también quiero grabarlo de la manera más auténtica posible”. Y esa manera más auténtica posible puede llevarse a cabo en 10 minutos, como “Noche de sol”, que se compuso y se grabó muy rápido; o al contrario, como “Bolero libra”, “Bandera de arena”, “Araña pollito”, que se grabaron durante muchos meses. “Playaplaya” nos demoramos un año en hacerla”.
La chilenidad contemporánea
Son las tres de la mañana y empieza a temblar. Los muros se trizan, se rompen platos, la televisión está a punto de caerse. A pesar del revuelo, las personas saben que al día siguiente tienen que ir a trabajar, que la vida sigue.
La escena anterior es la que describe Gepe en “Araña pollito”, la canción que abre el disco. “Yo creo que el terremoto, tanto como un montón de cosas que suceden en este país, son cosas con las que aprendemos a vivir y aprendemos a levantarnos de todos los porrazos que nos damos constantemente y nos curten, nos identificamos con eso. Somos quienes somos gracias a la sobrevivencia y a la resiliencia que tenemos respecto a ese tipo de situaciones. Por lo tanto, esa canción, más allá de hablar puntualmente del terremoto, habla sobre nuestra personalidad, de quiénes nacimos acá o vivimos acá desde hace un buen tiempo”, explica Gepe.
Gepe recuerda que esa idea sobre la resiliencia de los chilenos nació a partir de una conversación con el viudo de Margot Loyola, Osvaldo Cádiz, con quien tiene hace años una estrecha relación y a quien entrevistó cuando buscaba inspiración para el disco. También habló largamente con Isabel Parra, a quien se puede escuchar en dos tramos del álbum, en uno de ellos asegurando que “las canciones ayudan pero no solucionan”.
“Quise preguntarles acerca de los procesos que a mí no me habían tocado vivir. Al haber nacido hace 80 años atrás, como ellos dos lo hicieron, sin duda que tienen una experiencia de 40 años que yo no tengo, estando en dos áreas distintas pero similares, ligadas a la música de raíz”, señala Gepe.
La relación de Gepe con lo folclórico es indesmentible y en “UNDESASTRE” se plasma abarcando la acepción más amplia de la palabra, la que comprende la totalidad de las expresiones de carácter popular. Muchos de los sonidos que lo influencian, las palabras que elige o las temáticas que aborda son propias de la identidad chilena contemporánea. Eso es coronado por las colaboraciones con una variada muestra de músicas locales, que encabeza Mon Laferte y completan Movimiento Original, Gabriela Arcos, Belencha y Torito Alfaro; además de los invitados internacionales, el mexicano Rubén Albarrán de Café Tacvba, los colombianos Monsieur Periné y el uruguayo Juan Wauters.
–Hay muchas características del disco que hacen que se sienta muy chileno. ¿Hay una intención consciente por representar una cierta chilenidad?
–Siendo súper honesto, la verdad que nada consciente. Yo más que hacer música, escucho música y entonces lo que permea en mí es la música que escucho. Yo estoy rodeado de sonoridades chilenas porque mis amigos más cercanos, que tengo la suerte de que sean además quienes me acompañan sobre el escenario, son personas que están ligadas a la tradición de la música chilena, son súper apegados y lo viven cotidianamente. Y como yo me junto con ellos y soy fan de la música, absorbo eso.
–Su anterior disco con canciones inéditas, “Ulyse” (2020), tiene mucho que ver con la contingencia chilena de ese entonces y el estallido social. ¿Qué siente al mirar atrás a esa época? ¿Cree que parte de esas añoranzas lograron capitalizarse de alguna manera o quedó más como un período extraño que terminó por no dar frutos?
–Creo que llamarle periodo extraño hace que se quede como en un momento y es como dejarlo ahí aislado. O sea, creo que sí sirvió, en el sentido de que se armó una idea de constitución, se armó un despertar de la gente. Y más allá del despertar puntual, de lo que haya sucedido en las calles, hubo una idea de colectividad que creo yo que no se había visto hace mucho tiempo. Lo cual, más allá de que me haya parecido bonito, me pareció verdadero y honesto. Y eso no se pierde. Esa idea está ahí. Esa idea de colectividad creo que, hoy por hoy, es muy necesaria y eso sí trasciende más allá de lo puntual. Más allá de lo que haya sucedido y se pueda discutir, esa idea de colectividad, por lo menos yo, no la había sentido antes. Probablemente sí había atisbos de eso después de los terremotos, después de ese tipo de tragedias, pero aquí hubo una unión colectiva bastante linda entre un montón de gente, entre una sociedad que se había criado de manera bastante independiente unos de otros.
Gepe: ícono independiente
A principios de 2019, Gepe firmó un contrato con el sello discográfico Sony Music. El hito era especialmente simbólico, considerando que su propuesta era una de las más emblemáticas de la escena del pop chileno independiente que estalló en la primera década del 2000.
La dimensión del trabajo junto a la empresa multinacional quedó plasmado en “Ulyse”, que contó con la producción del destacado argentino Cachorro López, ganador de 12 Latin Grammy por su trabajo con artistas como Julieta Venegas, Reik, Natalia Lafourcade y Vicentico. Estos dos últimos, colaboraron en canciones del disco, siendo el tema con Vicentico merecedor de la primera nominación al Latin Grammy de Gepe.
“Fue un desafío lindo y se llegó a lugares bacanes”, recuerda Gepe, pero añade; “Sucedió algo súper atípico y terrible, que fue la pandemia, que nos incomunicó totalmente y nos imposibilitó de poder llevar a cabo una gira como correspondía, ya que yo había firmado con Sony Music México y lo que venía después de que saliera el disco era ir a tocar allá, a Estados Unidos y ese tipo de cosas. Y no se pudo, por lo tanto como que todo eso se frustró”.
Además, la voz de “TKM” explica que le fue difícil adaptarse a métodos de trabajo distintos, algo que acarreaba el hecho de tener un equipo de personas mucho más grande del que estaba acostumbrado. Por lo mismo, luego de “Ulyse” terminó su relación con Sony Music y volvió a Quemasucabeza, el emblemático sello independiente con el que ha publicado la mayoría de su catálogo.
“Aprendí cómo se mueve ese ambiente, que es bien distinto. Hay mucha gente y eso implica una burocracia bastante grande. Yo no estaba acostumbrado a eso, pero lo aprendí, lo vi, tuve esa experiencia, me enriquecí de eso y ahora sigo adelante con mi mundo más independiente, que era a lo que estaba acostumbrado antes. Justamente, por eso mismo para este último disco me tomé todo el tiempo que fuese necesario”, cuenta.
–Usó la palabra “independiente”, que es una etiqueta comúnmente usada para describir su proyecto. ¿Qué significa ese concepto para usted?
–Creo que es la estética de una generación. Mis compañeros y compañeras de generación, la Javiera (Mena), el Alex (Anwandter), inclusive el Manuel (García), inclusive el Nano (Stern), toda esa paleta de colores distintos musicales, nacimos en lo independiente y es nuestro origen. Y de alguna manera, a mí por lo menos, ser fiel a lo independiente me parece lo más natural y lo más cómodo”.
–Aunque los nombres que mencionas siguen vigentes, también representan la música de las dos décadas pasadas ¿Cómo evalúa la vejez de esa generación?
–Para no ocupar ningún cliché del paso del tiempo, de que uno es mejor acá o peor allá, yo siento que los que te acabo de nombrar siguen manteniendo su mundo y eso los valida mucho como artistas. El Nano, tampoco es que lo tenga tan cerca, pero me encantó ese giro que hizo haciendo documentales, recopilando la información que a él le interesa; o la Javiera haciendo sus discos en su mundo, en su lenguaje; o el Alex también haciendo sus disco a su tiempo, en su lenguaje. Esa cuestión hace que el tiempo haya jugado a su favor. En mi caso, también he aprendido más, ha pasado más agua bajo el puente, lo cual hace que yo pueda disfrutar más lo que hago. Siendo súper sincero, la verdad es que disfruto más lo que hago ahora. Soy mucho menos ansioso o nervioso, pongámosle. Y eso creo que se traduce también en que la gente también lo disfruta. Ve que un artista lo está pasando bien, que está relajado, haciendo lo que le gusta, por lo tanto ellos también disfrutan. Yo siendo público, me encanta ver a un artista que es dueño de sí mismo, dueño de su obra.
–Hoy sería difícil pensar en el surgimiento de una generación como la de ustedes, considerando el protagonismo que tiene la música urbana. ¿Cómo ve el momento musical actual?
–Es bacán que cada 20 , 25 años, vaya apareciendo algo distinto y que contradiga lo anterior, me parece lo más sano. O sea, creo que la generación nuestra, a comienzos de los 2000, no necesariamente iba en contra de lo que sucedía hace 20 años atrás, pero un poco lo obviaba y armaba un lenguaje propio. Como que nosotros armábamos lo independiente, a escala chica y bacán que se mantuviera así. Y si alguien más nos quería escuchar, fuera de ese círculo como más íntimo, genial también. Por lo tanto, es como una manera de trabajar que se convirtió en una estética.
Y 20 o 25 años después, las cosas son totalmente distintas. Hay una industria de vuelta, hay una música como la música urbana que se condice con eso también. El artista de música urbana, de Chile o de cualquier parte del mundo, maneja un lenguaje de multinacional, grande, de canciones súper amplificadas, que aparecen en todo. Yo pertenezco a una generación de música más discreta quizás, o de ambiciones más sencillas, de ambiciones más independientes. No sé cómo decirlo bien, pero nosotros nos criamos en un ambiente más piola nomás, y ahora la estética es otra y bien por eso también. Es genial que la generación de lo urbano contradiga a la generación anterior porque son tiempos distintos y lo más probable es que en 20 años será de otra manera.
–Y pensando en todo lo que ha cambiado la industria en estos años, con la inmediatez que hoy en día impera, ¿preferiría sacar un disco en el contexto actual o en el contexto de hace 20 años?
–Supongo que sacar un disco ahora me parece más interesante. Yo creo que la mejor música, en general, no sólo la mía, siempre está por venir. Por lo tanto, no soy nada de nostálgico con lo anterior. Le tengo mucho cariño a la historia, al recorrido que hemos hecho, pero siempre lo mejor está por venir y siempre lo mejor se está haciendo, y el desafío de hacer música hoy me parece mucho más interesante que el desafío de haber hecho música hace 20 años.
–¿Aunque esté la sensación de que hoy día es más difícil que la música trascienda o que tenga el espacio que se merece, en vez de pasar de moda al día siguiente?
–Me sigue pareciendo más interesante ahora. O sea, captar la atención de la gente ahora me parece un desafío mucho más interesante Preguntarse cómo se hace, intentar captar el lenguaje o la emocionalidad de la gente hoy por hoy. Imagínate abrirse espacio ahora con un disco. Es muy difícil, muy interesante.