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Lucy Cominetti
Foto: Philippe Vigoroux

Tiempo Libre

31 de Octubre de 2024

Lucy Cominetti regresa a la actuación tras seis años: “Para las actrices y actores siempre existe el miedo a desaparecer”

La actriz chilena vuelva a actuar tras una prolongada pausa que la tuvo lejos de la televisión, las películas y el teatro. Lucy Cominetti decidió regresar a las tablas, con la adaptación de Gaslight, obra cumbre del dramaturgo británico Patrick Hamilton. Sobre su regreso, asegura que está abierta a trabajar en teleseries, pero dice que aún no la han llamado. En conversación con The Clinic, aborda la maternidad, su preparación para volver a actuar y las repercusiones en su carrera de la denuncia contra Nicolás López.

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Lucy Cominetti recuerda una de las últimas producciones que se exhibieron antes de su pausa en la actuación en 2018. Se trata de Mujer saliendo del mar, película que fue rodada en 2012 y que coprotagoniza con Antonella Orsini, pero que en 2018 se presentó en festivales de distintos lugares del mundo.

“Todavía hay gente que me escribe por esa película”, dice la actriz, sentada en el interior de una cafetería en Las Condes. Ese mismo año, Canal 13 emitió la tercera temporada de Soltera otra vez, donde Lucy Cominetti tuvo su último papel en la televisión nacional, tras participar en Preciosas, Secretos en el jardín y Chipe libre.

Tambien en 2018, Cominetti fue una de las ocho mujeres que, a través de un reportaje publicado en la revista Sábado, denunciaron episodios de abuso y acoso sexual por parte de Nicolás López. Sobre la coincidencia entre la denuncia y su salida de pantalla, la actriz dice que no tiene cómo saber si hay una correlación entre ambos hechos; lo que sí comenta es que fue una decisión dedicarse a la maternidad durante este tiempo.

Tras cinco años alejada de la actuación, Cominetti considera que este es el año para regresar, y lo hará en La trampa, adaptación de Gaslight, obra cumbre del dramaturgo británico Patrick Hamilton sobre la manipulación, escrita en 1938.

La obra, dirigida por Bárbara Ruiz Tagle y con un elenco que también integran Elisa Vallejos y Camila Oliva, se estrena el 8 de noviembre y tendrá funciones de jueves a domingo en la sala Zocco de Lo Barnechea, hasta el 15 de diciembre.

—¿Por qué decidió volver a la actuación en este momento y con esta obra en particular?

 —Porque me gusta el proyecto. Cuando me la mandaron el texto, sentí que era un personaje muy desafiante, que desde la obra en general tiene un… muy exigente en cuanto a lo emocional en la parte actoral. Creo que el viaje que hace el personaje me parece muy atractivo. Y encontré que era un gran desafío, pero una buena obra para volver a subirse al escenario.

—¿Cómo ha sido cambiar su estilo de vida y volver a los ensayos?

—Es muy distinto a la vida que llevaba. Tuve un hijo, así que me tomé una pausa para criarlo y estar presente en estos años en que era más pequeño. De alguna manera, todo se ha dado de forma muy natural. No siento que me haya costado tanto retomar el ritmo. Es como andar en bicicleta, algo que uno ya tiene incorporado. La parte más difícil de estos ensayos, quizás, tiene que ver con que la obra es compleja; es un texto exigente tanto en lo autoral como en lo interpretativo. El mayor desafío está en navegar cada día por estas emociones y esta complejidad, más que en el hecho de regresar.

—La obra original es de 1938 pero el título, Gaslight, está totalmente vigente ¿Qué le produce el concepto en sí de la obra, de esta manipulación sutil? 

—El gaslighting es algo muy incorporado en la sociedad hoy en día. Aunque es una forma de manipulación y violencia psicológica, está más presente de lo que pensamos en las relaciones en general, en los medios de comunicación, y en la forma en que nos relacionamos cotidianamente. Por ejemplo, en las parejas, ocurre mucho con la infidelidad: cuando encuentras o ves algo y te dicen ‘no, lo que viste no es real, estás loca.’ Esa es una forma sutil. Hay otras más violentas que buscan hacerte cuestionar lo que vives, lo que crees, lo que piensas, lo que viste o hiciste. Y creo que esto se da mucho en distintos tipos de relaciones, no solo de pareja, sino en relaciones tóxicas en general, que están muy viciadas y donde controlar al otro es comúnmente el objetivo.

“En otros momentos era más vulnerable a lo que otros pudieran pensar”

En La trampa, el concepto se desarrolla a través de una pareja en la que ocurre esta manipulación. Rebeca, el personaje que interpreta en la obra, comienza a dudar de sí misma. “El problema del gaslighting, y donde creo que más daña a una persona, es que te quiebra internamente; te hace dudar de ti misma, de lo que ves, y de si estás cuerda o no. Creo que llegar a ese nivel de duda sobre uno mismo es devastador, porque en la vida cotidiana uno puede tener dudas respecto a ciertas capacidades, pero este tipo de manipulación va mucho más allá”.

—¿Cree que hay alguna relación en la temática de esta obra donde usted decide retornar y las denuncias que en su momento hizo sobre Nicolás López?

—No me lo tomé como algo que se estaba repitiendo en mi vida, ni como si hubiera alguna motivación, conexión o que el destino me estuviera colocando en este lugar. Simplemente me pareció que el texto era bueno, que el personaje era muy desafiante, un gran personaje que iba a significar crecimiento para mí. El proceso de transitar por ahí iba a ser un crecimiento personal. Por eso creí que era una buena forma de volver, y me parece que tratar el tema es importante. Pero no lo relacioné con nada personal, en realidad. No sentí que tuviera una misión, ni que hubiera algo predestinado, para nada.

—Me decía que había sido complejo navegar por algunas emociones durante los ensayos. ¿Por qué?

—Es una obra que, especialmente para los protagonistas, tiene mucha intensidad emocional. Navegar por emociones complejas, difíciles y desgastantes también. En ese sentido, ha sido un gran trabajo. Sobre todo al principio, porque después uno ya va agarrando un ritmo, y tu cuerpo también va entendiendo un poco más lo que está ocurriendo. Pero al principio, a veces salía de los ensayos como un trapo y pensaba: ¿en qué me metí?’

—¿Tiene más presión la primera función por su retorno?

—Tampoco me lo he tomado como una presión extra solo porque sea un retorno. He vivido mucho el proceso. Es el proceso en el que he estado más presente, concentrada en el trabajo y en lo que tengo que hacer, sin tanto ruido del exterior. Quizás en otros momentos era más vulnerable a lo que otros pudieran pensar, a las expectativas de los demás o a lo que se pudiera esperar de mí en algún trabajo.

—¿Le pasaba eso con las teleseries o películas?

—Me pasaba que era más vulnerable a la opinión externa. Hoy día siento que, no te puedo decir que no me importa nada. No, porque no sería real. Pero me importa bastante menos que antes. Hay una cosa en mí que está más firme con respecto a eso.

—¿Le gustaría volver a trabajar en teleseries?

 —Sí. Yo disfruto mi oficio. A mí me gustan… Si bien creo que los formatos son muy distintos y las formas de trabajo son muy distintas, disfruto esas diferencias, disfruto mi oficio. A mí me gusta mantenerme cómoda. Entonces, si creo que hay un buen proyecto, feliz de hacerlo. Independiente de si es en televisión, si es una teleserie.

—¿Considera que está en desventaja por haber estado tanto tiempo fuera de tratar de integrarse a una teleserie?

–Claro, para las actrices y actores en general, siempre existe el miedo a desaparecer, y en algún momento lo experimenté, especialmente cuando tuve a mi hijo. Pero uno también toma decisiones y elige. En algún momento tienes que ordenar tus prioridades. Siento que no se puede hacer todo; no sé si es posible ser una mamá muy presente y al mismo tiempo trabajar 12 horas diarias en un canal de televisión de lunes a sábado. Tomé una decisión, que por supuesto tiene costos en lo laboral y en la carrera, pero para mí era más importante estar muy presente en los primeros años de mi hijo, porque eso no se va a repetir.

—¿Pero la dejaron de llamar en algún momento? 

—Bueno, tampoco me han llamado. Mi última teleserie fue Soltera otra vez. Después empecé a trabajar en radio y me llamaron para un proyecto, pero por los horarios no era compatible. Luego quedé embarazada, y después vino el estallido, y luego la pandemia; así que también se dejaron de hacer proyectos. Hoy en día, el único canal que produce teleseries es Mega y no me han llamado, siendo muy honesta. Así que no sé si es que me dejaron de llamar por algún motivo. 

—¿Participar en el reportaje en que se denunció a Nicolás López siente que le cerró las puertas?

—No podría saberlo. No tengo certeza. A mí no me gusta suponer cosas, porque no sirve de nada. También me salí un poco cuando fui mamá. No me han llamado de Mega, el canal donde trabajaba antes, Canal 13, dejó de hacer teleseries, y TVN nunca más hizo teleseries. Tampoco digamos que hay muchas oportunidades y a mí no me están llamando. No hay tantas. Así que no podría asumir que fue por A, B o C. Si me preguntas si es por eso, no lo sé.

—¿Tuvo un costo económico haber tomado la decisión de salir de las producciones?

—Por supuesto. Fui muy ordenada con el tema del dinero porque los actores vivimos en incertidumbre e inestabilidad. Hay momentos en que te llaman de todas partes y no alcanzas a hacer todo, y hay momentos en que puedes estar cesante seis meses o un año. Esa es la realidad del 90% de los actores; no es algo excepcional. Así que, como sabía eso, siempre fui muy austera en mis gastos y aproveché los buenos momentos para ahorrar mucho.

—¿Qué significó para usted ser madre? 

—Para mí, tener un hijo fue una decisión que empecé a sentir ya tarde. Pensé que no iba a ser mamá. Estaba muy enfocada en mi carrera, en desarrollarme en distintas áreas y en estudiar. Tenía la mente en otro lado, y dentro de esa vida, un hijo no cabía, porque siempre supe que era una responsabilidad muy grande. Luego, comencé a sentir que sí quería ser mamá, que quería conocer ese lado de la vida. Es un cambio muy grande, porque te alteran todas las prioridades; te das cuenta de que esas cosas que quizás antes eran muy importantes ya no importan tanto. Me enfoqué en vivir más que en estar en la cabeza todo el tiempo. Creo que esto tiene que ver con una mayor firmeza en la vida, con seguridad.

—¿Cree que Chile ha cambiado en cómo se trata a las denunciantes entre el caso Nicolás López y el caso Monsalve?

—No, nos falta mucho. En todo lo que he podido ver, leer y escuchar, la sensación que me queda es que a nadie le importa realmente la víctima o la denunciante. Porque al final, lo único que veo es a un grupo de personas tomando el caso para sacar algún provecho político o para golpear al gobierno, y a otro grupo tratando de salvarse el pellejo ante un error. Veo a gente en los medios de televisión hablando con una liviandad impactante, con mucho morbo. Hay titulares en la prensa que son ambiguos, que al final solo buscan que la gente haga clic. Pero no veo a nadie preguntándose: ¿cómo está esa mujer? ¿Qué estará sintiendo? ¿Qué necesita? A nadie. A mí sí me importa la denunciante.

—¿Lo mismo que describe ahora pasó hace cinco años?

—Es idéntico. No hay cuidados. Entonces, si al final queremos evolucionar, hay que dejar de querer figurar tanto con respecto a un tema y ser más cautos y cuidadosos. Hay que dejar de opinar con tanta liviandad sobre cosas que, al final, nadie sabe. Todos suponen.

—¿Está trabajando en otros proyectos?

–He estudiado yoga, meditación, meditación kundalini, meditación budista y tarot. Son intereses personales que creo que, en algún momento, quizás los voy a hacer cuajar en algo, pero por ahora simplemente tomo inspiraciones y conocimientos de distintos lugares, de cosas que me interesa investigar. Creo que muchas veces explicamos la realidad desde un lugar muy racional, muy mental, muy intelectual, y hay muchas cosas que no entendemos; muchas cosas que todavía no se sabe bien por qué ocurren. Creo que hay un mundo sensorial que quizás aún nos queda por descubrir.

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