Secciones

The Clinic
Buscar
Entender es todo
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad
Reportajes

Hijos de la tierra: el proyecto que busca salvar una lechera gracias a la inédita alianza entre mapuches y empresarios

Un proyecto llamado Kume Ulmen buscar cambiar el destino de 3.850 hectáreas de El Huite, un predio que pasa por Paillaco, Futrono y Los Lagos. En ese territorio funciona Chilterra, una de las grandes proveedoras de leche del país, que hace dos años entró en una Reorganización Judicial. Para no perder la inversión hecha, que consta de animales e infraestructura de primer nivel, El Huite está bajo ocupación productiva de trabajadores y comunidades mapuche que sostienen la operación. El plan de los representantes de Kume Ulmen es industrializar la lechería y salir de la producción de materias primas. Los dueños de Chilterra están de acuerdo. Solo falta que las comunidades puedan comprar a través de Conadi, en un proceso que ha tenido una serie de dilaciones.

Por Jimena Villegas
Kume Ulmen, la propuesta mapuche para salvar a uno de los grandes productores lecheros del país
Kume Ulmen, la propuesta mapuche para salvar a uno de los grandes productores lecheros del país
Compartir

La mañana del 24 de julio de 2023, un grupo formado -entre otros- por Pedro Herrera, werkén del Parlamento de Autoridades Ancestrales; el ingeniero agrónomo de la lechera Chilterra, Alejandro Cordero, y Gabriel Troncoso, representante de la comunidad Michillanca y coordinador con el sindicato de trabajadores de Chilterra, llegó hasta el segundo piso en La Moneda. Iban a juntarse con el psicólogo Víctor Ramos Muñoz, secretario ejecutivo del equipo que, desde el 21 de junio de ese año, trabajaba en la Comisión Presidencial para la Paz y el Entendimiento. Esa entidad, creada por el presidente Gabriel Boric, debe entregar este mes las bases del camino para un “pacto de convivencia, paz y entendimiento” que permita dejar atrás el conflicto que se vive en las regiones del Biobío, La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos. 

Ese grupo de representantes y voceros sureños iba a ver a Ramos, precisamente, para mostrar una solución económica concreta y de largo plazo. La idea, llamada Kume Ulmen, propone un giro productivo para todo el territorio que los mapuches denominan Wallmapu y el Estado de Chile llama Macrozona Sur. Aquella mañana el grupo mostró un breve documento que lleva por nombre “Buen Vivir”. 

En él se explica cuál sería el primer paso. Consiste en hacerse cargo de 3.853 hectáreas, que equivalen en extensión a la comuna de Vitacura en la Región Metropolitana y que están ubicadas entre Paillaco, Futrono y Los Lagos, en una serie de predios con uno principal llamado El Huite. En ese lugar está la operación de Chilterra, un grupo lechero y agrícola que llegó a ser uno de los tres más grandes del país y que aún es controlado por la familia Ríos y capitales neozelandeses. En principio, hay acuerdo para que lo antes posible deje de ser así: El Huite pasará a manos mapuches.

***

Pedro Herrera es el secretario ejecutivo de Kume Ulmen y, por tanto, una de sus voces autorizadas; como werken, es un hombre de confianza de los lonkos, que son las autoridades ancestrales de los mapuches. Herrera explica que Kume Ulmen es el nombre una corporación agroalimentaria y también un concepto de modelo productivo. Explica que, si todo resulta como ha sido planificado en esta suerte de programa piloto, después de lograr que se adquieran -por la vía de los mecanismos que ofrece la Conadi- los títulos de propiedad de El Huite, la corporación se hará cargo de la gestión comercial del predio. 

Eso implica a los animales, las salas de ordeñe y las lecherías que hay en el fundo: “Cada una, por lo que hemos visto, de unos mil millones de pesos”, dice Herrera. José Santelices, director de comunicaciones de Kume Ulmen, agrega: “Es una infraestructura de primer nivel”. Chilterra cambiará de nombre, pero no de orientación. El plan es empezar a fabricar productos lácteos propios, como mantequilla o queso, de modo que haya valor añadido más allá de las materias primas. También se planea construir un molino para competir en otra área productiva que -se indica- está muy castigada. 

El grueso del trabajo seguiría en manos de quienes hoy ya se desempeñan en Chilterra, porque conocen la operación, son especialistas lecheros. Herrera ahonda: “Los dueños de la tierra pasan a ser socios rentistas. La empresa les trabaja la tierra y los trabajadores la operan. Esto implica una distribución distinta de los beneficios, que es para los trabajadores, para las familias rentistas y obviamente para la industria, que debe manejar la propiedad, la educación, la investigación y la infraestructura”.

Kume Ulmen tiene como espejo el exitoso modelo que se ha desarrollado en Nueva Zelanda para el bienestar y la convivencia con la población maorí. Allí, el Plan de Acción 2012-2017 fue empujado desde el Ministerio de Asuntos Maoríes, que es conocido como una de las instituciones más modernas del mundo en temas de inserción y desarrollo de los pueblos indígenas. Aquí -como indica Herrera- la iniciativa no es estatal, sino un mandato de la Autoridad Nacional Ancestral Mapuche. 

Con Kume Ulmen se busca que el negocio -porque eso es- sea desarrollado entre privados y, como plantea el actual controlador de Chilterra, Ricardo Ríos, en un camino que al partir es completamente voluntario: “Entre las partes no hay vínculos legales, solo buena voluntad”, indica. El objetivo de la corporación es que el trabajo productivo que se haga permita sacar a las comunidades de mapuches de la pobreza y, a la vez, se genere bienestar para toda la zona y sus habitantes, por medio de un modelo de trabajo que se define como sustentable, regenerativo y colaborativo. Los cálculos de Herrera hablan de beneficiar a unas 500 mil personas. 

Kume Ulmen, la propuesta mapuche para salvar a uno de los grandes productores lecheros del país
Kume Ulmen, propone un giro productivo para todo el territorio que los mapuches denominan Wallmapu y el Estado de Chile llama Macrozona Sur.

Es -afirma el secretario general de Kume Ulmen- un modelo muy distinto del que se impone hoy en Chile: “Lo que se ha hecho hasta ahora, no específicamente en El Huite, pero sí en toda la zona, es una explotación extractivista de los recursos. Las empresas vienen, explotan la tierra por unos años y se van. Nosotros lo que queremos es industrializar y construir una mejor vida a largo plazo”, agrega. José Santelices afirma: “En la zona tenemos agroindustrias transnacionales, como Soprole o Nestlé. Se habla de que traen inversión extranjera, pero cuando bajan la cortina se van con su capital y no vuelven. Lo que queremos es entrar a competir con esas agroindustriales tradicionales. Ser una empresa chilena y con nuestro propio sello”. 

Pedro Herrera cree que dejar atrás conceptos como extractivismo y monopolios abre la puerta a terminar con un sentimiento de permanente frustración en la zona: “La idea es extirpar de las cabezas la idea de pobreza, para poder administrar riquezas, porque lo que tiene la tierra es riqueza. Así se distribuye abundancia”, agrega. Para él, la violencia que “se ha incrustado” en Wallmapu tiene su ancla en la pobreza: “Hay una disputa por lo mínimo. Nosotros, al haber sido despojados, hemos tenido que de alguna forma sobrevivir. Pero no es que nosotros la pongamos por delante para desarrollarnos”. 

Herrera cita el tratado de Tapihue que, en el año 1825, firmaron los mapuches y el recién formado gobierno de Chile: “Hicimos un contrato de paz y convivencia comercial y política duradera con el Estado y los hermanos chilenos. Lo que nosotros proponemos con este proyecto es una acción de paz, haciendo que la gente tenga mejor vida, construyendo instituciones que promueven la buena vida”.

Citado por Comisión Presidencial para la Paz y el Entendimiento, en la sesión número 15, del 16 de noviembre del año pasado, el periodista y autor de libros históricos Guillermo Parvex habló de ese tratado: “Según las investigaciones y resoluciones de las Naciones Unidas, este pacto nunca se ha respetado”, señala el acta de esa reunión. También se afirma que la visión sobre el rol que han tenido los mapuches en Chile “ha mutado en las últimas décadas hacia una imagen negativa, impulsada por los intelectuales de la época”.

Una minuta sobre Kume Ulmen del año 2023 explica que los lonkos que empujan esta propuesta -unos cien, dice Pedro Herrera- están convencidos de que “el futuro de Chile depende de la agricultura”. Saben también que uno de los factores que condiciona el desarrollo del agro en el país es “la crisis alimentaria en curso”. Entre las ideas fuerza que se presentan en el proyecto hay dos visiones clave. Una es que el éxito del modelo depende de una colaboración estrecha entre tres estamentos: comunidades mapuches, trabajadores y empresarios. la otra es que se necesita combinar pasado y presente: respetar la sabiduría ancestral y a la vez incorporar prácticas empresariales modernas. 

***

Ricardo Ríos Pohl es ingeniero civil en informática y partió su camino como empresario lechero en 1992, tras comprar y junto a su esposa, Sandra Grob, 200 hectáreas del Fundo Santa Laura en Paillaco. Él lo describe de un modo menos técnico y dice: “Me casé con una señora que quería una vaca y yo sabía tanto vacas como de turbinas espaciales”. En 2018, ya bajo el nombre Chilterra, que se creó en 2006 y con participación de capitales neozelandeses, su empresa producía más de 28 millones de litros al año. 

En el mejor momento, la operación tenía más de 3.900 hectáreas de tierras propias, 3.300 hectáreas de tierras arrendadas, 13 mil vacas y 9 salas de ordeñe. Pero eso se acabó. En julio de 2022, Chilterra recurrió a tribunales para una reorganización judicial (RJ), que permite a una empresa deudora dar continuidad parcial a las actividades comerciales y económicas y reestructurar sus activos y pasivos, mediante un acuerdo con sus acreedores.

El grupo Chilterra es una compañía constituida por Chilterra S.A., que es dueña del terreno, y por Agrícola Dos Ríos Ltda., propietaria del ganado, maquinaria, equipos y responsable de la fuerza laboral. Los datos indican que la deuda acumulada ascendía alrededor de US$ 60 millones. Ricardo Ríos dice: “Por años tratamos de construir una fábrica, para salir del extractivismo económico del sector, pero no pudimos”. En la solicitud de RJ se apunta para explicar la crisis, entre otros factores, a aumentos de costos de producción y precios de los insumos. 

Parte de la tormenta está atada a la amenaza del cambio climático, que -según se indica en la RJ- llevó a un cambió en el modelo de producción de leche, tras los efectos de la sequía del verano de 2015. Eso implicó gastos en modernizar el equipamiento, pero también llevó a una caída en la producción, con su consecuente caída de los ingresos.

Hoy, Ricardo Ríos dice creer profundamente en la oportunidad que Kume Ulmen ofrece para El Huite. Ríos dice: “Desde el momento en que entramos en reorganización judicial, todos los buitres cayeron encima. Hemos tenidos una cantidad de juicios que no te imaginas y al final Larraín Vial nos hizo perder la empresa. Yo tengo cinco hijos y ahora cuatro nietos y tengo la esperanza de que, si me porto bien, sean felices. Lo justo es decir que ya perdimos y que si los mapuches creen que es bueno comprar y salvar esto que lo salven”.

Pedro Herrera explica su punto de vista: “No podemos decir que hicimos una toma, porque somos los dueños ancestrales. Pero sí declaramos un pacto de protección de las tierras, para ordenar y asegurar un funcionamiento distinto. No estamos recuperando para seguir con el extractivismo como uso de la riqueza, sino para cambiar”.

El Huite está, en este momento, a cargo de comunidades mapuche y trabajadores del sindicato de Chilterra, en lo que se conoce como ocupación productiva. “Cuando entramos en un proceso de Resolución Judicial, las comunidades saltaron de inmediato a tratar de evitar que la empresa se perdiera”, dice Ríos. Está seguro de que, en parte, esa acción de buena voluntad está atada al buen trato que Chilterra ha dado a sus empleados desde siempre.

El pacto de protección permite a las comunidades mapuches recuperar terrenos que quepan dentro de la restitución de tierras, que es el mecanismo definido por Estado de Chile para devolver territorios a los pueblos indígenas. Herrera dice: “Lo que hicimos fue incentivar a que esas comunidades comprasen los espacios que estaban en la Reorganización Judicial de la empresa Chilterra, para después colocar el modelo económico administrativo en el lugar”.

Junio de 2023: El Presidente Gabriel Boric firma el documento de creación de la Comisión Presidencial para La Paz y el Entendimiento que esperan las comunidades mapuches. Foto: AgenciaUno.

Ese modelo -afirma Herrera- implica cumplir con todas las reglas impositivas y de gestión que se exige en Chile a cualquier empresa del país. Pero la administrar de la unidad productiva será de acuerdo a la visión que Kume Ulmen propone.

***
En un intento de traducción, podría decirse que Kume Ulmen significa protección de las riquezas, administración de las abundancias. Küme es bueno y ulmen viene de Gvlmen, que es un rol ancestral similar a un ministro de Economía y Hacienda. 

Es una tarea concreta de muy largo plazo y lo que corresponde -dice Pedro Herrera- es comprender que la abundancia se genera sin agotar la tierra. De hecho, agrega, dura para siempre. De todos modos, el plan tiene fechas. Para una fase inicial se calculan unos cinco años y con el proyecto total andando dos décadas: “En 20 años nosotros deberíamos tener andando una visión distinta de la economía en Wallmapu”, afirma Herrera.

El ingeniero agrónomo Alejandro Cordero fue uno de los asistentes a la reunión en julio del año pasado en La Moneda. Además de trabajar en Chilterra, tiene su propio emprendimiento, la destilería Ciervo Austral. Lleva 15 años en grandes operaciones agrícolas de producción primaria de leche y cereales. Dentro de Chilterra, forma parte de los equipos de presupuesto y control de gestión de la producción. “Me invitaron como parte de la empresa que es propietaria de estos terrenos que son interés para el proyecto productivo”, afirma.

Explica que apoyó con datos en torno al potencial productivo y el impacto económico de reactivar esos terrenos: “Es un proyecto bien interesante”, señala. Para él la clave está en cambiar la dinámica: “Estos terrenos están dedicados hoy día a la producción primaria de leche. En el fondo, se vende leche cruda a una planta procesadora”. En ese modelo, son los compradores quienes ponen el precio de adquisición. Tener la capacidad de ser un competidor más, “a escala mediana o grande”, cambia las cosas. “También está el trabajo dentro del modelo cooperativo de producción”, señala Cordero.

Pedro Herrera afirma: “Somos muchos, porque todo es cooperación”. La propiedad de la tierra y en realidad toda la operación quedará en manos de cooperativas: “El sistema laboral va a ser un socio más”, dice y añade: “¿Qué significa eso? Que los trabajadores tendrán que construir sus propias cooperativas, de acuerdo a las áreas donde se desempeñen, mecánica o agrícola o administrativa, para poder prestar los servicios necesarios al proyecto”. Ricardo Ríos señala: “Si logramos hacer que esta cuestión funcione, nadie se lo va a poder comprar, porque una cooperativa es incomparable. Nadie pueda echarle la mano y decir: Se lo voy a vender a Bill Gates”.

Esta primera fase de Kume Ulmen alojada en El Huite tiene, en este momento, dos grandes tareas que sortear. Ambas están ligadas a la compra del fundo.

La propuesta es adquirir los terrenos, con la asignación de fondos que entrega Conadi, a precio de mercado. Una tasación de fines del año pasado cifra las 3.853 hectáreas en unos $73 mil millones. Con ese dinero se serviría la deuda que, en números gruesos, equivale a unos $60 millones de dólares. Ricardo Ríos dice: “Ellos puede usar el beneficio de comprar tierra a través de la Conadi. Se hizo un compromiso con el directorio de la compañía, que somos los dueños del fundo, de que todo lo que quede de la compra de la tierra sea para construir fábricas y proveer de capital de trabajo a las comunidades”.

En efecto, explica Pedro Herrera, hasta ahora el más grave problema con las compras por vía de la Conadi es que las comunidades adquieren los campos, pero no tienen dinero para hacerlo andar. “Sin capital de trabajo para sembrar, para comprar maquinaria, para trabajar, no se pueden hacer las cosas. Nosotros les dijimos: ya muy bien, cómprenlo y el vuelto se invierte para empezar el proceso de industrialización”, dice Ríos. La único que espera -agrega- es que también se cumpla la promesa de que esta industrialización “no sea sólo para los mapuches, sino para todos los habitantes del Wallmapu”.

En este momento ya hay aprobada la compra de 1.500 hectáreas, pero la adquisición está detenida por un asunto administrativo. Dado que Chileterra está en medio de una Reorganización Judicial, fue asignado un veedor, quien está cargo de monitorear y visar la venta. Según explica la página de Chileatende, veedor es una persona natural, sujeta a la fiscalización de la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento. Su tarea es favorecer los acuerdos entre el deudor y sus acreedores, facilitar la proposición de acuerdos de reorganización judicial y resguardar los intereses de los acreedores, requiriendo las medidas precautorias y de conservación de los activos del deudor.

Actualmente el veedor en la RJ de Chilterra es el abogado de la Universidad de Chile y profesor de Derecho Comercial Patricio Jamarme Banduc, conocido como uno de los más cotizados del mercado de liquidaciones y reorganizaciones chileno. Reemplazó en el rol a Enrique Ortiz y dice: “El acuerdo de regularización se encuentra incumplido y con los plazos para la venta de los inmuebles a punto de vencer”. 

Ese plazo, añade, era de 18 meses prorrogables por seis meses más: “Esa prórroga se hizo y durante ese periodo no hubo ninguna venta de bienes destinada al pago de los acreedores”, señala Jamarme, quien indica que la fecha de caducidad es este fin de mes. El veedor explica que existe una proposición de compra de estas 1.500 hectáreas, que ya fueron tasadas por la Conadi, “con dos comunidades que estarían calificadas para ello”.

Jamarme dice: “Estoy a la espera que me digan que cuál es el último requisito para la firma de los de las escrituras correspondientes. El mío es procedimiento judicial y el de la Conadi es un procedimiento administrativo”. 

Un factor que ha retrasado el proceso es que existe una deuda de contribuciones. Eso ha hecho que el Conservador de Bienes Raíces de Los Ríos se haya negado a visar un cambio de rol que se exigió para completar las 1.500 hectáreas de compra: “Ese proceso está hecho. Firmó el acreedor hipotecario, que es el Rabobank, y firmé yo, en mi carácter de interventor, autorizando. Pero como existe esta deuda de contribuciones hay un embargo del Fisco de Chile”, dice Jamarme. También indica que hay una petición judicial para solicitar al Conservador que inscriba igual, a pesar de la deuda y el embargo.

Rabobank, que curiosamente es un banco cooperativo y tiene su casa matriz en los Países Bajos, es uno los principales acreedores de Chilterra. José Santelices, quien además lleva parte de lo que Kume Ulmen llama relaciones internacionales, considera que esa entidad bancaria no ha sido deferente ni “ha mostrado, a pesar de lo que declara, una real disposición a agilizar este proceso”. Santelices además cuestiona el rol del primer veedor de la RJ, Enrique Ortiz: “Pasó un año y medio sin hacer nada”.  Y sobre el Conservador de Los Ríos añade: “Se ha demorado dos años en una cuestión que debió tomar tres meses”.

Los representantes de Kume Ulmen y de Chilterra consideran ha faltado voluntad para agilizar. Indican que puede deberse a desconfianza: “Los bancos empezaron a dilatar la cuestión. El campo está al lado del lago Ranco, entonces obviamente hay una presión para que los mapuches no compren ahí”, dice Ricardo Ríos. José Santelices afirma: “Al principio, de hecho, llegó un fondo de inversión a tratar de comprar a precio de huevo”.

Patricio Jamarme afirma: “Mi misión es vender, recuperar los dineros y entregárselos a los acreedores. No tengo otra misión más que ésa y nada me gustaría más que mañana tuviéramos listas las compraventas. Ahora, si esto es por la Conadi y la Conadi está OK y el precio es el que corresponde, voy a ser primero en la fila para vender. No tenga ninguna duda de que va a ser así”.

Para Pedro Herrera, de todos modos, es solo cosa de tiempo: las tierras de El Huite ya están reclamadas por las comunidades y -añade- legítimamente les pertenecen. Nadie más -agrega- las puede comprar. Para Ricardo Ríos, la propuesta de Kume Ulmen permite pensar en positivo dentro de un panorama negativo: “Cuando partimos había unos 20.000 productores lecheros. Ahora, con suerte, quedan 2.500 y, en los próximos meses, se va a morir otro grupo más. Los únicos que realmente sobreviven son los de la Colún, que son unos 800 productores. Todo el resto está agonizando. Aquí está el futuro”.

Comentarios

Notas relacionadas