
Tendencias
15 de Febrero de 2025¿Por qué ponemos en un pedestal a la persona por la que comenzamos a sentir amor? Esto dice la ciencia
Nuestro cerebro experimenta cambios y enfrenta etapas en el proceso del amor. Existe un tránsito que va desde los primeros signos de atracción hasta alcanzar el apego, lo que a su vez permite la construcción de un vínculo de confianza y cooperación.
Compartir
Mientras en gran parte del planeta se conmemora el amor, en el marco de un nuevo 14 de febrero, desde la ciencia nos entregan valiosos insumos para lograr comprender el comportamiento de nuestro cerebro en esta materia.
Y es que cuando nos enamoramos, es nuestro cerebro el que experimenta profundos cambios, viéndose así enfrentado a distintas etapas. Todo parte por los primeros signos de atracción.
Pero después vienen otras etapas. En una de ellas, por ejemplo, tendemos a idealizar a esa persona por la que comenzamos a sentir amor. Es como si tuviéramos bloqueado el reporte de emociones negativas.
Y eso tiene explicación desde el punto de vista científico. Así lo establece María Teresa Barbato, bióloga de la Pontificia Universidad Católica, PhD en Complejidad Social y especialista en Emparejamiento Humano.
“Cuando nos enamoramos nuestro cerebro produce múltiples cambios y se pueden dividir en tres etapas”, plantea de entrada Barbato.
Las etapas del amor en nuestro cerebro
La especialista establece que “la primera etapa es cuando uno tiene que encontrar a una persona entre múltiples y ahí la testosterona y el estrógeno empiezan a aumentar en nuestro cuerpo. Luego cuando ya tenemos claro quién nos atrae, nosotros ocupamos energía de conquista (segunda etapa)”.
“Empiezan a haber cambios muy importantes desde nuestro cerebro como el aumento de dopamina, tenemos una sensación de euforia, dejamos de hacer otras cosas y otras necesidades básicas para poner energía en esa persona y que nos devuelva con algún feedback emocional”, continúa.

En ese contexto, quien utiliza el nombre “Dr. Oxitocina” en redes sociales sostiene que “muchas veces se le echó la culpa que era la dopamina la que permitía que yo me obsesionara con esa persona y omitiera todo de mi ambiente, pero empezamos a ver con los trabajos neurocientíficos que es la oxitocina la que produce que nuestra amígdala también no reporte emociones negativas hacia la otra persona. Yo pongo a esa persona en un pedestal y todo lo que me digan alrededor de esa persona es omitido en ese momento“.
Para finalizar su explicación, María Teresa Barbato cuenta que “la tercera etapa que es la del apego. Aquí nosotros liberamos oxitocina, que nos permite generar un vínculo de confianza, para poder cooperar con lo que se viene después de las relaciones cooperativas, reproductivas y no reproductivas también”.