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Cultura

15 de Julio de 2011

Juan Pablo Abalo: “Cuando Piñera escucha música clásica se ve dirigiendo la quinta sinfonía con peluca a lo Beethoven”

Columnista del pasquín, el compositor Juan Pablo Abalo acaba de lanzar "Siete canciones", un disco en el que se pasea por el folclor, lo popular y la música contemporánea y donde musicaliza poemas de la Mistral y César Vallejo. También profesor universitario y a la vez estudiante de doctorado, Abalo acá conversa de su disco, de la fecha de vencimiento de los conciertos y tocatas. Y ojo, que se apresta a sacar un tema sobre Karadima.

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Foto: Alejandro Olivares

Hace rato que a nuestro columnista musical Juan Pablo Abalo (1978) le aburrió la academia. Su gran reparo se basa en que ésta se ha vuelto “de un nivel de sordera que raya en lo piñerístico”. Dice que está perdida en el espacio y en el tiempo. “No es que esté pasando todo en la calle, sino que también hay mucho lugar entre medio”. Le aburrió también que todos terminaran haciendo lo mismo y encontrándose todo fantástico entre sí. “Ese aire pedantón no me gusta. Nunca me creí eso”. La academia, en todo caso, le sirvió como una especie de entrenamiento militar para salir bien preparado (y para ganar plata en concursos internacionales de composición).

Por eso desde que salió de la universidad ha estado haciendo el ejercicio de desmarcarse de su formación, cuidando siempre su libertad para hacer la música que se le antoje. No le gusta que lo coarten. “Las categorías sirven sólo para formularios de premios de cultura”, dice.

Acaba de sacar un disco llamado “Siete canciones”, a través de portaldisc.cl, donde lleva al límite la canción. Según él, la hace zumbar y juega con ella. Sus canciones las define como de corte impresionista: quietas, inmóviles, reiterativas, aunque por dentro igual se están moviendo. En este disco, además de tocar casi todos los instrumentos (menos el violín, a cargo de Julio Retamal, cuya colaboración fue crucial), canta. No tiene una voz virtuosa. Es más bien precaria. Pero le gusta que sea así. “Canto como cualquier persona. Me gustan más los modos de cantar que no son fingidos ni forzados, sino que son más la voz que uno tiene con ciertas inflexiones”.

En este disco musicalizó poemas de Gabriela Mistral y César Vallejo, que tenía guardados de hace años y que para este trabajo los “pichicateó”. “Con Vallejo me metí en un tete, porque es difícil de musicalizar. Pero me ayudó bastante hacerlo”. Y también incluye letras propias que hablan de recuerdos de personajes con los que se cruzó alguna vez. “Pienso que todas las canciones son fantasmas para atrás”, dice.

A Juan Pablo Abalo lo agotan los conciertos en vivo. Aún así piensa hacer un lanzamiento de este disco para tocarlos en vivo. Él cree que un músico no debiera tocar más de una o dos veces cada disco. “El exceso de tocatas puede matar el concierto en vivo”, aforma.

¿Por qué?
-El concierto es una instancia súper agotadora. A mí me pasa que es una demanda de energía tremenda. No sé si esté dispuesto a andar en la tocata por la vida. Los conciertos pienso que terminarán reventando y dejarán de ser atractivos como ahora. Hoy está en un boom, pero el día que venga una crisis y cague Grecia, cague Italia, cague España y cagué Portugal, ¡qué conciertos y nada!

¿Qué va a pasar ahí, entonces?
-Se volverá a la musicalidad a la cubana, a la vuelta de la esquina, lo que sería fantástico y una instancia mucho más íntima que ahora.

NI A SU PERRO
¿Qué te pasa con las letras en las canciones? ¿Importan tanto o pasan a un segundo plano?
-Son fundamentales. Hay un problema con la música instrumental y clásica: hacen que sea muy difícil burlarte de la situación política o relatar las aventuras y desventuras de un cura pedófilo.

Son muy abstractas como lenguaje.
-Y dejan todo a la imaginación. Las canciones con letras son un modo muy directo de decir algo muy concreto. La opereta que hice el año pasado (se refiere a “El Participante”, inspirada oblicuamente en la aparición del poeta Rodrigo Lira en ¿Cuánto vale el show?) fue un modo de echar mano a la literatura, a la música, al video, a la pintura, para hacer una sátira del éxito de una persona que se queda atrapada en su casa viendo televisión, que para mi juicio es uno de los agentes más dañinos que ha tenido Chile en los últimos 30 años 0 40 años.

¿Por qué no te gusta la tele?
-Siempre vi mucha tele y me entretenía lo morboso que tenía. Y es muy divertido eso, porque la tele es una caja de humillación. Y uno no puede contenerse de ver cómo se ríen de la gente en su cara… Pero ahora no veo tele. Antes la encontraba loca, ahora como que los tipos se toman en serio y eso me da lata. La tele es súper arribista, es súper cuma. Ha sido tan dañina generando ilusiones como la educación privada, que ha jugado con las ilusiones de un país.

Ya que te metiste en el tema, siendo profesor y alumno a la vez, ¿has participado de las marchas?
-He ido a casi todas. En la última me comí todos los gases. Y estuvo buena. Hay una transversalidad en las marchas que las hace ver mucho más maduras que antes. Y me parece absolutamente legítimo lo que se está exigiendo. Y fui a las otras de HidroAysén también, principalmente, porque lo que más me molesta es el modo en que se estaba haciendo el negocio. La prepotencia de estos gallos es una sirvergüenzura. Todos estos empresarios, como los de La Polar, son unos caradura. Es una cara de rajada pero ya vergonzosa. Este gobierno es la culminación de una serie de cosas que vienen de Pinochet y de la Concertación, que se acomodó los bigotes. Este gobierno vendría siendo la guinda de una torta de caca. Me gustaría que este sistema se fuera a la chucha. Estos tipos en el gobierno los encuentro medios incultos, súper limitados de cabeza, cuadrados y barzúos…

Piñera dice que escucha música clásica.
-Pero él cuando escucha música clásica se ve dirigiendo la Quinta Sinfonía con una peluca a lo Beethoven. Piñera no escucha ni a su perro.

MANNS, ASUAR

El año pasado hubo una pequeña discusión por el Premio Nacional de Música. No sabían si dárselo a Vicente Bianchi o no, al final se lo dieron carepalo a Carmen Luisa Letelier…
-El año pasado fue un premio muy mal dado. A Bianchi deberían habérselo dado hace mucho rato. Pero estas decisiones se toman entre cuatro paredes. Y tú dices “cómo está Lavín ahí, o Víctor Pérez (que me merece todo el respeto)”. En todas estas comisiones la mayoría de la gente no tiene idea del tema que está votando. Y eso no da para más. Las comisiones tienen que ser con gente que cacha.

En una columna en The Clinic decías que Patricio Manns tenía méritos de sobra.
-Sólo por escribir “Arriba en la cordillera” se lo merece. Sería mucho más valioso que otros premios que se han dado. A José Vicente Asuar también se lo daría, un gallo que desarrolló la electrónica en Chile y que ha dejado un sedimento detrás de su trayectoria tan importante para el desarrollo de la música en Chile, que creo que lo hace merecedor del premio.

¿Por qué será que este premio suele ser entregado a gente a punto de estirar la pata?
-Acá se da, como en muchas otras cosas, la caridad. El Estado chileno tiene una cabeza de Hogar de Cristo. El Premio Nacional opera en esa línea, como también lo hacen los fondos culturales. Es muy diferente que se lo des a una persona joven, con todas sus facultades y a la que todavía le quedan muchos años de producción como un empuje, que dárselo a alguien que está parando la chala.

¿Qué te parece el neofolclor de Manuel García, Gepe o Chinoy?
-De Manuel García me gusta su música, pero no la escucho todos los días.

Y estas minas que quieren parecerse, vivir, vestirse y ser como Violeta Parra.
-Pasa algo bien raro con la figura de Violeta, igual que con Bob Dylan: que todos querían ser como ellos. Ese es un muy mal negocio que tiene los días contados. Es tan difícil lograr una voz propia para perder tiempo fotocopiándose… Además que si vas a repetir el chiste, es mejor escuchar el original que es más gracioso siempre.

En lo musical, ¿dónde crees que están pasando cosas interesantes que no muestran los medios?
-Por ejemplo, Tata Barahona cuánto tiempo estuvo sin que nadie se enterara de lo que estaba haciendo. A él lo encuentro la raja, es un gallo que tiene la película clarísima hace mucho rato. La locura de los medios que están tan metidos en la mera actualidad que repiten y repiten lo mismo. Lo bueno es que van apareciendo nombres y saliendo a flote, porque hay un mundo que se está moviendo en lo under y que está saliendo y que los medios no pueden no pescar.

¿Estás escuchando música chilena?
-Sí. El otro día estuve escuchando el disco de Mostro y de VariosArtistas, que me entretuvieron mucho. Sigo pegado con Inti Illimani, con el disco “Pequeño Mundo”, lo escucho mucho. Las orquestas tropicales antiguas también. Me gustan mucho los sonidos de esas orquestas como las de mambo. No digo la cumbia chilena, porque con ella no me pasa nada.

¿Qué música le mostrarías a un chino que no sabe nada de Chile?
-Difícil pregunta. Porque, en general, el chino está esperando una cosa muy de tarjeta postal de Chile. Uno podría decir sería mucho mejor mostrarle a Quilapayún, Inti Illimani, Violeta o Víctor Jara, pero es una cosa parcial de lo que es la música chilena hoy en día. O sea, a un chino tendrías que llevarlo al restorán El Hoyo en Estación Central, a Valparaíso y también llevarlo al Parque Arauco. Para que se haga idea de esta mezcla tan rara. Le mostraría el disco “Composiciones para guitarra” de Violeta Parra, Inti Illimani, pero también le mostraría algo de Asuar, Los Tres, Los Prisioneros. Haría un tour musical variopinto.

¿Qué no le mostrarías?
-Hay un ala del pop súper producido que creo que da un poco de vergüenza, porque pasa más o menos algo similar cuando en Chile se hacen películas de efectos especiales a lo Hollywood siendo que no está toda esa infraestructura. Y siempre quedan a medio camino, con un resultado pobre… No le mostraría tampoco estas cosas juveniles de gente de la tele. Eso lo botaría a la basura. Esas cosas como de Kel Calderón o Sergio Lagos no le hacen bien a la música. O tal vez sí, porque nos hacen justicia. Tal vez hacemos cosas muy buenas y por otro lado somos como la corneta.

¿Estás en algo más?
-Estoy escribiendo un tema sobre Karadima, que pienso incluirlo en un disco sobre personajes y relatos macabros. Además estoy haciendo una traducción a la chilena de un ballet de Debussy que en su momento fue bien controversial. Se trata de un fauno que despierta de una siesta, ve a unas ninfas y se masturba. Y de hecho en el estreno el bailarín se masturba en vivo. Pero no, no haré nada de eso que crees.

SIETE CANCIONES
Juan Pablo Abalo
2011


www.portaldisc.cl

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