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LA CALLE

13 de Noviembre de 2014

Gaspar, discapacitado que pide limosna en el Paseo Ahumada: “Esto de la Teletón lo encuentro chanta”

La ONU presentó un informe que critica la Teletón de México por promover estereotipos de las personas con discapacidad como sujetos de caridad, en vez de sujetos de derechos. La solución real estaría en manos del Estado y consiste en la inserción de estas personas al mundo laboral. Ad portas de la Teletón chilena, Gaspar, un hombre que perdió sus piernas y vive de pedir plata porque no le dan trabajo, critica la institución por pedir pura limosna: “Las historias que muestran en la tele es lo mismo que yo hago aquí: dar lástima a la gente para que den monedas”.

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Gaspar-foto-alejandro-olivares

“A los 19 años me atropelló un tren que me cortó las piernas. Desde ahí con mi familia empezamos a buscar ayuda, pero no sabíamos muy bien qué hacer. Mandamos cartas y todo, pero la Teletón sólo atendía a niños menores y tampoco nos resultaba en otras instituciones. Así que nunca tuve rehabilitación, me conseguí una silla de ruedas y solo no más salí adelante.

Esto de la Teletón lo encuentro chanta. No voy a desmentir que ayudan al niño discapacitado, pero he visto con mis propios ojos cómo discriminan a la gente: si a una persona famosa le pasa algo, la Teletón la atiende al tiro, ni les importa la edad, pero si una persona que no es nadie queda discapacitada, queda no más, po. Igual yo prefiero ser independiente que estar metido en la Teletón. Probablemente nadie me conoce, nunca he salido en la tele, pero tengo mi libertad. Estoy mucho más capacitado para vivir en la vida real, estoy más inserto en la sociedad que una persona que sale de la Teletón; sé realmente cómo es viajar en Transantiago. A los niños en la Teletón los tratan como chiches. Los miman mucho y cuando salen al mundo real ¿tú crees que los de la Teletón les vuelven a preguntar algo? ¿Cómo les ha ido en la vida? Si es que se llegan a acordar de alguno, es en unas tres o cuatro teletones más, cuando lo vuelven a mostrar en la tele un poquito. Pero del resto de su vida nada, no se preocupan más de ellos y nadie sabe si están trabajando o no.

Yo, por ejemplo, estoy capacitado para trabajar, pero nunca he tenido contrato y no lo voy a conseguir jamás. Lo intenté: participé en varios cursos de la municipalidad para poder trabajar. Un taller en cuero para hacer billeteras, clases de señalética vial para hacer los carteles con los nombres de calles y un curso de computación. Varios discapacitados tomamos esos cursos, pero después quedábamos igual en la calle porque nadie nos quería contratar. Supuestamente nos iban a dar un puesto para que vendiéramos la artesanía en cuero y nunca sucedió. El taller de señalética lo arrendamos con nuestra propia plata porque la municipalidad nos iba a comprar los carteles para renovar la señalética, pero, de un día para otro, nos dijeron que no. Tuvimos que cerrar y se perdió todo ese material. Se hacen muchas capacitaciones, pero nadie dice: “Ya, mire, cuando esta persona esté preparada me avisan y yo lo recibo a trabajar al tiro”. No existe. No hay ninguna empresa que quiera trabajar con discapacitados.

He buscado distintas pegas, pero ya me cabrié. Una vez me mandaron a una zapatería que me dio risa: para entrar no más había que subir una escalera y los materiales estaban guardados en un entretecho. Ni en los edificios estatales hay facilidades para andar con silla de ruedas, ¿qué se puede esperar entonces de un privado, que no tiene ninguna obligación de adaptar un edificio? El Estado debería hacerse cargo, pero acá uno se las tiene que arreglar solo.

A mí varias personas me han dicho “oye, ¿no te da cosa pedir limosna?”, pero si todos piden limosna, les digo yo. La Teletón pide limosna. Claro, es una institución y está representada por Don Francisco, pero ¿quién da la plata? la gente. Las historias que muestran en la tele de los niños y las familias llorando son para causar lástima. Lo que hago yo mismo aquí: estoy tirado en el suelo y le doy lástima a la gente para que me den monedas para vivir.

Obvio que preferiría estar trabajando antes que pedir limosna, pero no me queda otra. La pensión para los discapacitados es de 86 mil pesos mensuales. Con eso pago agua, luz y dividendo y quedo mirando pal techo. Y si un discapacitado consigue un contrato de trabajo, pierde la pensión. Todos sabemos que el trabajo nunca es eterno y si uno se queda cesante hay que volver a postular a la pensión. Puede demorarse años, entonces al final es un riesgo conseguir pega.

De los 365 días del año hay un puro momento en que nos tratan bien: para los días de la Teletón. Los colectivos andan parando solos. Que para dónde va, para dónde lo llevo. ¿Y qué pasa el resto del año?”.

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