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27 de Septiembre de 2015

El cara a cara de Cheyre y una de las víctimas de La Serena

El 15 de julio de 2015, el excomandante en jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, fue careado con Oscar L.O.V quien lo acusa de haber sido testigo en 1973 de los vejámenes a los que fue sometido en el Regimiento Arica de La Serena, de haberlo maltratado verbalmente y de haberlo amenazado de muerte. Cheyre aseguró en la ocasión que todo era falso y que sus labores en los primeros años del Golpe de Estado en lo que es hoy el Regimiento de Infantería Nº 21 de Coquimbo, fueron sólo administrativas.

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El 15 de abril de 2015, Oscar L.O.V declaró ante la jueza Patricia González que investiga el Caso Caravana-La Serena. Su testimonio implicó directamente al excomandante en jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, como testigo de los abusos que ocurrían en el Regimiento Arica -hoy Regimiento de Infantería Nº 21 Coquimbo- y además lo sindicó como el teniente que en la época lo amenazó de muerte.

Su relato se suma a los otros siete testimonios a los que tuvo acceso The Clinic y que según el informe de la Policía de Investigaciones, de mayo de 2015, tienen “bastante veracidad” y dejan “establecido que el Oficial tenía injerencia y mando sobre los detenidos, lo cual se sustenta en que varios testigos lo conocían con anterioridad al día 11 de septiembre del año 1973, producto de las diferentes reuniones de trabajo gubernamentales que se sostenían en conjunto con el Comandante de Ariosto Lapostol Orrego, quien siempre era acompañado por el Teniente Juan Emilio Cheyre Espinoza”.

Oscar L.O.V relata que el 11 de septiembre del año 1973 estaba en Coquimbo. Su profesión era tornero mecánico y trabajaba en la Industria Ivesa de La Serena. Siempre había sido dirigente sindical y además militaba en el MIR desde 1967.

El día del quiebre democrático, consigna “nos reunimos con un grupo de compañeros del MIR de la Región para ver qué hacer, y nos fuimos a La Serena a una casa de seguridad. Durante varios días pasamos por distintas casas de seguridad hasta que llegamos a una ubicada en Coquimbo, y me transformé en enlace entre la dirección regional y la base partidaria del MIR (…) y eso me llevó a una casa de contacto en pleno Coquimbo, lugar en el cual me encontraba el día 30 de octubre de 1973, cuando en horas de la mañana llegó una patrulla de Carabineros quienes nos rodearon, allanaron el lugar sin encontrar armas porque no las teníamos, y me detuvieron junto a un compañero de nombre Roberto Ramos Carrera e Iván Fonseca” relata.

En su testimonio asegura que fue trasladado en una camioneta tapada por una carpa a la Primera Comisaría de Coquimbo, “donde comenzaron inmediatamente a torturar” con golpes con palos, puñetes y patadas. Tras una hora y media, y cuando ya los reos no se podían parar más del suelo, los ingresaron al calabozo. Durante tres días por tres veces al día, sostiene, recibió apremios comandados por el capitán de la época, Sergio Contador.

Al tercer día, junto a Roberto Ramos fueron trasladados al Regimiento de La Serena. De Fonseca perdieron el rastro.

Oscar recuerda que la tarde del día 2 de noviembre llegaron al Regimiento Árica de La Serena, donde permaneció por 33 días, “en muy mal estado de salud, hinchados completamente desde el cuello hacia abajo, tanto que la ropa con la cual nos habían detenido ya nos apretaba mucho y casi no nos podíamos mover ni caminar. Roberto Ramos además tenía un tremendo cólico estomacal producto que en la Comisaría le habían dado a comer comida con excremento”.

En el sitio fue vendado y trasladado a un sitio que supuso, por el olor, que era la enfermería del Regimiento donde Osvaldo Pincceti lo habría intentado hipnotizar y le habría inyectado pentotal. En los 33 días que estuvo en el Regimiento Arica, Oscar pidió hacer algo y le pasaron una escoba para barrer.

“Este tiempo en la guardia también me permitió informarme que el capitán Cheyre conducía patrullas de militares reservistas, en camiones, hacia el interior de la zona, a localidades como Vicuña, Illapel, Salamanca, Combarbalá, etc, para detener personas. Esto lo supe porque los conscriptos reservistas lo conversaban entre ellos y otros directamente me lo contaban, sobre todo aquellos con quienes tenía más contacto y confianza adquirida por el tiempo que yo llevaba en la guardia”, relata.

Tras el paso por el regimiento, fue trasladado de la cárcel de La Serena donde estuvo cuatro años, periodo en que era llevado al Regimiento Arica para ser interrogado.

“Las otras oportunidades en que me trasladaban al Regimiento, era para llevarme a la fiscalía militar, que se ubicaba en el mismo Regimiento, en dónde me hicieron Consejo de Guerra, siendo el fiscal siempre el mismo, el señor de apellido Cazanga, quien mantuvo siempre un buen trato conmigo, prueba de ello que en una oportunidad en que me estaba entrevistando, apareció el capitán Juan Emilio Cheyre -a quien yo conocía perfectamente producto que como miembro del MIR teníamos información respecto de los militares de la zona-, y le preguntó a Cazanga ‘quién es este’ a lo que le informó mi nombre, momento en que Cheyre dándome un golpe con su mano en la cabeza dice ‘a éstos conchesumadres hay que matarlos a todos’ y Cazanga, en una actitud muy digna guardó silencio y agachó la cabeza sin hacer ningún comentario, lo que me dio a entender que él no estaba de acuerdo con la actitud de Cheyre”, cuenta Oscar en su declaración.

Otra vez en que tuvo contacto con Cheyre -hoy parte del Servicio Electoral y del Consejo Asesor de Chile ante la demanda boliviana en La Haya- fue cuando se le realizó un Consejo de Guerra junto a otros 10 trabajadores de Ivesa con el cargo de ser una empresa revolucionaria y combativa dentro de la zona.

“Uno de los miembros de este Consejo era el capitán Juan Emilio Cheyre, quien una vez terminado el Consejo y habiendo sido nosotros condenados y puestos en fila a la salida de la sala de la fiscalía, pasó por detrás de nosotros y grito, muy alterado ‘a estos conchesumadres hay que matarlos a todos’. Estoy seguro que dijo esto dado que estaba muy molesto porque durante el Consejo ninguno de nosotros se quebró, y siempre estuvimos con la frente en alto”, informa.

Dos meses después de su declaración, Oscar fue careado con Cheyre. Las versiones que ambos entregaron el 15 de julio de 2015 de los hechos fueron contradictorias.

Cheye aseveró que no recordaba haber visto antes a Oscar mientras que éste narró nuevamente el episodio con Cazanga, pero respecto de su encuentro con Cheyre aseveró en el careo que el militar usó un epíteto distinto al que le imputó en su primer testimonio. Con todo, la amenaza que habría recibido del general ® , es la misma. Oscar afirmó que Cheyre dijo “ah, éste es Oscar O, a éstos weones hay que matarlos a todos”, dándome al mismo tiempo dos golpes fuertes de mano —de ida y vuelta-, en la cabeza”.

Cheyre, en tanto, mantuvo la versión respecto de que sus “labores en los meses desde el 11 de septiembre de 1973 y muy especialmente en los meses de octubre de ese año y hasta noviembre de 1974, fecha en que fui destinado a la Escuela Militar, estuvieron centradas en actividades de apoyo y organización de la vida normal en la Serena y Provincia de Coquimbo, vinculadas a la organización de gobierno, y por lo tanto mi presencia en el Regimiento era ocasional, limitándose a la formación de las 08:00 de la mañana y a partir de ese momento, ya en los meses de octubre y noviembre, mi quehacer se desarrollaba en la Intendencia”.

También agregó que es “inverosímil que un teniente a la fecha de 25 años entre a una fiscalía presidida por un hombre especialmente correcto, como bien dice el señor Oscar, que era el Mayor de Carabineros Cazanga, superior en dos o tres grados y al menos en 15 a 20 años mayor que yo, y me permita atribuirme un comentario de una naturaleza ante una persona, que además de la diferencia de edad y de grado, tenía la investidura de fiscal”. Y remató con que nunca ha sido una persona con tendencia a decir groserías, lo que está reflejado en su hoja de vida.

Luego de ello, Oscar apuntó a que el 05 de octubre de 1974 se realizó el Consejo de Guerra en que Cheyre tuvo participación y destacó que “el Teniente Cheyre a esa época no es la persona respetuosa que estamos enfrentando hoy en día porque a esa fecha, él debe haber sido un Teniente muy inmaduro porque sería lo único que explicaría el trato agresivo que tenía a esa fecha y la prepotencia de los golpes y amenazas de muerte”. Respecto de esto último, Oscar adujo que las amenazas “efectuadas por un militar, en un recinto militar, son cercanas a que se hagan realidad por la situación en que se producen, dentro de un recinto militar. Es más, como el señala respecto de su vocabulario, existió una segunda oportunidad en que me amenaza de muerte, esto fue cuando al término del Consejo de Guerra, al salir y encontrándome manos atrás contra la pared inmediatamente en la salida de la sala donde se efectuó el Consejo de Guerra, sale señor Cheyre junto a los otros militares que componían el Consejo, se paró detras de nosotros —detrás de los detenidos-, y nos dice muy ofuscado ‘a éstos weones hay que matarlos a todos’”.

Según Oscar, Cheyre hace un tiempo “declaró en la televisión que él nada tenía ver con presos políticos, hasta que en otro momento, un periodista de televisión nacional le mostró un acta de un Consejo de Guerra —que era mi Consejo de Guerra- en que aparecía firmando Juan Emilio Cheyre, y si bien no recuerdo lo que él respondió, se retiró inmediatamente, siendo esta oportunidad en que salió a la luz pública su participación en Consejos de Guerra”.

Cheyre argumentó que “en sucesivas declaraciones anteriores he establecido que una de esas actividades fue participar ocasionalmente, y en un número de oportunidades que no podría precisar, en Consejos de Guerra, dando cuenta de esos hechos oportunamente ante este Tribunal, a la cual se convocaba por una orden de regimiento que definía los oficiales que integrarían esa actividad, correspondiéndome en más de una oportunidad hacerlo, por tanto no hay contradicción alguna ni omisión en relación a éste tema” y acusó que los medios de comunicación califican una información como nueva, pese a que ésta ya haya sido conocida por las autoridades.

“En mis declaraciones que obran en este proceso, antes de la entrevista, siempre reconocí y di detallada cuenta de los procesos vinculados a mi participación eventual en los Consejos ya mencionados. No ha sido la primera vez que comunicacionalmente se hace aparecer en la prensa una
actividad como descubierta por la prensa en circunstancias que ya antes estaba en pleno conocimiento del Tribunal y de las autoridades, siendo la más notoria en un programa de televisión en el canal 13 cuando en relación al caso Lejderman se presenta como un descubrimiento en circunstancias que los autores de dicho crimen a la fecha se encontraban presos, yo había declarado en los procesos y como lo especificó el Presidente Lagos, al momento de mi nombramiento en
2002 como Comandante en Jefe, fue un caso debidamente analizado y ponderado”, arguyó Cheyre.

Respecto del maltrato que según Oscar el militar le provocó, Cheyre responde que Oscar “cuestiona y manifiesta que hoy podría tener criterio o expresiones caballerosas, pero no en mi juventud, sin embargo las anotaciones de mi perfil, características y conducta, son precisamente de los años de mi juventud, como lo son también las declaraciones de las líneas de actuar con respecto a ésa fecha, la que ha sido mantenida a lo largo de la vida”.

EL CASO LA SERENA

El careo con Oscar no fue para Cheyre la primera vez en tribunales.

El 18 de enero del 2000 ya había declarado por el episodio La Serena en una indagación respecto de la desaparición de 15 personas tras el paso de la “Caravana de la Muerte” en 1973.

El 18 de octubre de 2013, la Quinta Sala de la Corte de Apelaciones rechazó procesar al ex comandante en jefe del Ejército. Sin embargo, la causa sigue abierta tras una nueva querella interpuesta en mayo de 2014 por los familiares de Carlos Enrique Alcayaga Varela -una de las víctimas de Arellano Stark- en la que imputan a Cheyre, Lapostol y Guido Díaz Paci “así como de todos los que resulten responsables, en su calidad de autor, cómplice o encubridor, de los delitos de secuestro calificado seguido de homicidio calificado” de los 15 prisioneros políticos que fueron acribillados en el regimiento Arica.

Respecto de Cheyre se aduce que “en un acto de inteligencia militar, colaboró en la redacción de un bando o comunicado público con la ayuda del agente de la Sección Segunda Luis Araos Flores para informar y a la vez amedrentar a la población, dando cuenta, mendazmente, que un Tribunal de la República y en el marco de un debido proceso había decidido ejecutar a los 15 peligrosos ‘delincuentes’. Con el comunicado en la mano el Sr. Cheyre dio la orden a medios de prensa de la zona de difundirlo”.

Ya en el 2000, Cheyre había ahondado sobre su rol en el asunto. En esa ocasión sostuvo que en la época era Teniente y que había llegado al Regimiento Arica en febrero o marzo del año 1973. El 10 u 11 de septiembre, no lo recueda con exactitud, asumió como “ayudante del Jefe de Plaza y también como ayudante en sus funciones como Intendente, no teniendo ningún mando sobre alguna unidad”.

“El ayudante de acuerdo a nuestra reglamentación tiene la misión de colaborar al Comandante en actividades personales, administrativas y protocolares; también es el Oficial de relaciones públicas, estableciendo el reglamento de una serie de actividades de ese carácter, liberándolo de misiones con la unidad misma de carácter militar e incluso se excluye los roles de guardia y servicio”, aseveró.

Sobre la Caravana de la muerte liderada por el General Arellano Stark, contó que éste arribó “el 16 de octubre de 1973, pasada la mitad de la mañana, en helicóptero, que no recuerdo haber visto en el Regimiento. No podría precisar la tenida. Venía con un grupo de oficiales que no identifiqué en ese momento, con excepción de Arellano Stark y el Mayor Moren, quien se desempeñó como segundo Comandante del Regimiento Arica y de vista al Teniente o Subteniente Fernández Larios. Con el resto de oficiales me fue difícil identificarlo, en ese momento”.

Según Cheyre “ellos vestían mayoritariamente de militar” y sus funciones con el grupo “fueron las mismas funciones que realizaba como ayudante, estando siempre cercano al Comandante del Regimiento Ariosto Lapostol Orrego”.

El general asegura además que Arellano Stark hizo una reunión en que expuso cómo se debía tratar con respeto a los prisioneros. “En la reunión escuché una exposición del General Arellano. Recuerdo que el sentido de la reunión fue reiterar los fundamentos de la realidad en que se vivía, lo complejo de la situación y la necesidad de actuar con apego a nuestras normas con respeto a las personas y de ser responsables en lo que cada uno hacíamos”.

Tras el encuentro, se sucedieron otras reuniones y Lapostol le encomendó a Cheyre acudir a buscar al Coronel Cazanga quien era el Fiscal.

“La reunión en la Comandancia fue larga. Yo entraba y salía de la oficina del Comandante. Recuerdo que revisaban documentos que presentaba el Fiscal. Posteriormente, mi Comandante se retiró. Se almorzó. Estuvimos en el frente del Regimiento conversando con el General Arellano y el Teniente Coronel Ariosto Lapostol. En la Ayudantía recuerdo que había uno o dos oficiales de los que acompañaban al General Arellano. De ahí recuerdo haber escuchado unos disparos, primero aislados y en breves minutos, según me pareció, una mayor cantidad de disparos. Estos venían del fondo del Regimiento. Vi sorprenderse a mi Comandante e iniciar un diálogo con el General Arellano”, consigna Cheyre.

Tras los tiros, Arellano Stark se retiró y Cheyre dice que Lapostol fue sin él a inspeccionar el sitio donde los prisioneros habían sido acribillados. Después de eso, Lapostol, destaca Cheyre, le “ordenó difundir un comunicado que redactaría la Fiscalía y que firmó personalmente, en el cual, no después de las 19,00 horas pienso yo, quedó consignada la versión de lo que había sucedido. Recuerdo que la preoupación fundamental y la orden que recibí era asegurárme de la pronta entrega de este antecedente a la opinión pública, tarea que me correspondía, que como dije es una de las tres misiones que tiene el ayudante, que cumplí en el Diario El Día (…) Lo importante era darlo a conocer rápidamente. Finalmente y en relación a este hecho, al día siguiente, recuerdo haber coordinado una conferencia de prensa que dio el comandante Lapostol para ampliar la información contenida en el Bando, que era la forma usual de comunicar o difundir a la opinión pública los hechos importantes en relación a ellos”.

Cheyre insistió en que “no vi el lugar de los hechos ni concurrí a él en ningún momento, como tampoco vi los cuerpos de las personas fusiladas. Mi labor se centró prácticamente, luego de los disparos, en la Ayudantía cumpliendo tareas administrativas de enlace con los medios de comunicación y las órdenes que me daba el Comandante en relación a la situación de conmoción que se vivía en ese momento”.

También aseguró no tener antecedentes respecto de quiénes ejecutaron los disparos y destacó que “yo no participé ni supe de la convocatoria de un Consejo de Guerra”.

El 7 de noviembre de 2007, en calidad de testigo, volvió a declarar. Planteó nuevamente que en los meses posteriores al Golpe realizó actividades más bien civiles, que no tuvo contacto con prisioneros y que no se enteró de la existencia de inhumaciones.

Consultado por el Tribunal acerca de si tuvo conocimiento de la existencia de una sección de Inteligencia al interior del Regimiento dijo que “todo Regimiento tiene una sección de Seguridad y éste lo tenía, normalmente tiene el nombre sección II”.

En cuanto a cómo pudo ser parte de un Regimiento e ignorar lo que allí ocurría sostuvo que en el Ejército rige el “compartimentaje, que podríamos resumir en que cada cual debe velar por las tareas propias del ámbito de su competencia y no de otras. Necesidad de saber, que se sintetiza en que nadie debe buscar información en órganos paralelos en los cuales no le compete actuar, es decir, cada uno, debe conocer aquello que le incumbe en forma directa, sin inmiscuirse en asuntos que no sean de esa naturaleza. Complementan estos dos principios básicos otros como el secreto, las disposiciones de archivos de documentos”.

Al ser contactado por The Clinic Online respecto de los testimonios a los que este medio tuvo acceso y su rol en 1973, el excomandante en jefe del Ejército respondió por escrito.

“He recibido sus preguntas, las que de acuerdo a su requerimiento original aludirían al caso que lleva la Ministra Patricia González. Al respecto, puedo señalar que no tengo responsabilidad alguna en los hechos en que se me intenta involucrar, que los tribunales nunca me han imputado participación directa o indirecta en este caso, y que ello fue ratificado de manera unánime por la Quinta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago en octubre de 2013.

Le agradezco su interés y la oportunidad de expresar a través de su medio mi firme compromiso con la justicia y la verdad”, dijo.

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