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Cultura

1 de Octubre de 2015

Encuesta Top: ¿Fue Neruda un violador confeso?

“Confieso que he vivido” se publicó hace 41 años y ha sido objeto de mil lecturas, pero hace sólo un par semanas surgió una nueva y no la más elogiosa: para algunos, las memorias de Neruda contendrían el testimonio de una violación cometida por el propio poeta. La escena data de 1929 y ocurre en la isla de Ceilán –hoy Sri Lanka–, al sur de la India. El entonces cónsul chileno contaba con 25 años y, según relata, llevó a su cama a una sumisa mujer de la raza tamil, de la casta de los parias, responsable de limpiar el cubo de metal que hacía las veces de excusado en el bungalow donde vivía. “Confieso que he violado” se tituló la columna de la artista Carla Moreno que recogieron varios medios e incendió las redes sociales. ¿Cometió Neruda una flagrante violación o está siendo víctima de una lectura equivocada? Poetas y escritores entregaron a The Clinic su opinión al respecto, justo cuando en el Parlamento se discute si rebautizar al aeropuerto de Santiago con el nombre del imputado.

Macarena Gallo y Daniel Hopenhayn
Macarena Gallo y Daniel Hopenhayn
Por

Encuesta-Top

LA “CONFESIÓN” DE LA DISCORDIA

“El cubo amanecía limpio cada día sin que yo me diera cuenta de cómo desaparecía su contenido. Una mañana me había levantado más temprano que de costumbre. Me quedé asombrado mirando lo que pasaba.
Entró por el fondo de la casa, como una estatua oscura que caminara, la mujer más bella que había visto hasta entonces en Ceilán, de la raza tamil, de la casta de los parias. Iba vestida con un sari rojo y dorado, de la tela más burda. En los pies descalzos llevaba pesadas ajorcas. A cada lado de la nariz le brillaban dos puntitos rojos. Serían vidrios ordinarios, pero en ella parecían rubíes.

Se dirigió con paso solemne hacia el retrete, sin mirarme siquiera, sin darse por aludida de mi existencia, y desapareció con el sórdido receptáculo sobre la cabeza, alejándose con su paso de diosa.

Era tan bella que a pesar de su humilde oficio me dejó preocupado. Como si se tratara de un animal huraño, llegado de la jungla, pertenecía a otra existencia, a un mundo separado. La llamé sin resultado. Después alguna vez le dejé en su camino algún regalo, seda o fruta. Ella pasaba sin oír ni mirar. Aquel trayecto miserable había sido convertido por su oscura belleza en la obligatoria ceremonia de una reina indiferente.

Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia”.

Pablo Neruda, “Confieso que he vivido” (1974).

Claudia Donoso, escritora:
“No le cae encima como macaco”
“A Neruda lo considero un hombre de su tiempo nada más. Lo que veo por su texto es que se le disparó una calentura exótica, muy a lo Rimbaud. No veo ahí una violación porque el tipo corteja a la ceilandesa, o sea no le cae encima como macaco. Y cuando ve que ella no está ni ahí, que obedece como la paria que es y que responde como una estatua, Neftalí se siente despreciable y fuera de tiesto. Por lo tanto, no veo ahí una violación sino un gazapo de la sensibilidad, un guatazo antropológico”.

Tal Pinto, crítico literario:
“La primera violación es a su conciencia de izquierdas”
“ ‘Era tan bella que a pesar de su humilde oficio me dejó preocupado’. ¿Le preocupa que sea bella y pobre? ¿Le preocupa la belleza en general? ¿Preocupa a Neruda tener a su disposición una mujer quebradiza y sumisa, aplastada por la cultura cengalí? No, nada de eso le importa. La primera violación del poeta es hacia su propio sentido del decoro y la justicia, a su conciencia de izquierdas. La segunda, difícil de probar, es hacia la callada limpiadora de caca. ¡Qué me puede importar cómo se llame el aeropuerto! A mí lo único que me importa es que haya un gran cartel en aduanas que diga ‘Bienvenido al horroroso Chile. Claro que tenemos té de Ceylán. Pase nomás’”.

Romina Reyes, escritora:
“Era un conchasumadre, pero es literatura”
“No me sorprende, Neruda era un conchesumadre. Pero me pasa que es literatura, y la literatura hay que leerla como tal. La vida de los artistas casi siempre es polémica, y el juicio final pasa por si te gusta la obra o no. Y a mí me gusta. Aprovecho el espacio para invitar a cuestionar otros nombres de calles, colegios, políticos, figuras televisivas y etcétera que tengan nombre de hombre chileno o colonizador español. La conclusión será que todos son machistas y abusadores, revelando al fin la verdadera naturaleza de Chile”.

Vicente Undurraga, editor:
“Al aeropuerto le pondría Residencia en la Tierra”
“Nadie va a defender una violación ni mucho menos, pero cómo tanta literalidad: es ridículo creer que todo lo que Neruda cuenta en esas memorias es cierto y está referido fielmente en sus detalles (véase, por ejemplo, cuán equívoca es la descripción que hace de la muerte de Allende). Es ridículo el dictamen de la artista, no hay que ser abogado para saber que no basta la confesión de un crimen para establecer la culpabilidad. Más allá de este episodio (que si se comprobara que fue una violación por supuesto es execrable), es ridículo creer que Neruda era un santón; era un poeta inmenso, ni más ni menos. Y por último, es también medio ridículo siempre todo homenaje: sería mejor homenajear la obra que a la persona, por lo que a Pudahuel yo le pondría Aeropuerto Internacional Residencia en la Tierra”.

Jaime Quezada, poeta:
“Me parece exagerado”
“A la luz o trasluz del párrafo citado me parece exagerado llamar ‘violador’ a un Neruda que cuenta o ‘confiesa’ una experiencia (algo más que sensual y misteriosamente mágica) de su no tan melancólico tiempo residenciario en Ceilán. Y transformada o maravillada para sus memorias en tema de escritura muchos años después. Realidad o mito, quedémonos con ese buen contar que es, a su vez, encantar. No hay razón ni justificación, ni literaria, ni moral (¿qué moral?) ni otra alguna, para evitar que el aeropuerto de Santiago de Chile se llame merecidamente Pablo Neruda”.

Claudio Bertoni, poeta:
“Es peor que inaceptable”
“No había leído el libro / es sin duda una violación y por lo tanto inaceptable, peor que inaceptable / nadie tiene el derecho de hacerle algo así a nadie nunca / es cruel y peor”.

Francisco Ide, poeta:
“Es imposible no condenar el acto”
“En el texto es evidente para el propio Neruda que está incurriendo en una violación. ‘Hace bien en despreciarme’, dice sobre la estatuaria ‘reina indiferente’, una mujer de clase trabajadora que limpia sus excrementos y debe dejarse violar sin abrir la boca. Como era un hombre ligado al poder, siempre he pensado que Neruda debe haber sido una persona un tanto vil, machista y poco inteligente. Y pasa mucho que personas capaces de crear la más acojonante belleza sean también capaces de las más despreciables acciones. Por lo tanto creo que es imposible no condenar el acto, pero también me gustaría que nos escandalizara la gran cantidad de buenos actos que hay en la vida del poeta, y el aporte de su poesía a la belleza del mundo. Y creo que el aeropuerto debería llamarse Jorge González. Sería bueno que se homenajeara a alguien así de importante en vida”.

Pía Barros, escritora:
“Es violación, no hay otra lectura”
“Obviamente, es terrible. Entiendo que estamos en una cultura donde todo eso parece seducción, pero eso es violación. No hay otra lectura. Además cómo termina esto: hice el amor con una esfinge. ¡Nadie hizo el amor ahí! Lo triste y patético es este mundo de viejos de creer en los cuerpos como un territorio. Y es muy patético que no se den cuenta que estos machos recios son un asco. Es siniestro desde el punto de vista machista. Y aberrante y horroroso desde el punto de vista de las mujeres. Neruda es un gran poeta, pero no garantiza que sea un gran hombre. Tiene antecedentes previos: una hija abandonada, su mujer abandonada. No hay que olvidarse de eso. Me encantaría que quienes le bajan el perfil tuvieran la misma apertura con la sexualidad de Gabriela Mistral, pero no existe, y su sexualidad es infinitamente mucho más enriquecedora que la de Neruda. Y si estamos hablando de aeropuertos, sería bueno que al fin se acordaran de las mujeres y le pusieran Gabriela Mistral o Violeta Parra”.

Rafael Gumucio, escritor:
“Es el colmo total del beaterismo iletrado”
“He leído completo ‘Confieso que he vivido’, pero nunca había notado esto que están reflotando ahora de Neruda como violador. Es además un hermoso, pudoroso, sensual, valiente momento de prosa. Esto prueba que hay algunos que no saben ni a los que deberían enseñarles a leer. Creo que es el colmo total del beaterismo más ramplón e iletrado, y un reflejo de la imbecilidad que esto conlleva. Es no leer su libro en su contexto ni en su época. Y, por lo demás, Neruda es un gran poeta. Me parece una estupidez peligrosa y deberían arrestar a los tontos que creen esa teoría del violador. No tienen ningún límite”.

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