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Nacional

29 de Abril de 2016

La nueva vida de Nelson Ávila: “La política está hedionda. Por fortuna, el aroma en Los Faroles es a tierra”.

Luego de haber incursionado desde muy temprano en la política y de haber dedicado gran parte de su vida a ella, el exparlamentario ya no haya encanto en lo que alguna vez lo apasionó. En cuanto a su cotidiano a las afueras de la Región Metropolitana, admite que su estupefaciente por excelencia es Netflix y que tiene pensado escribir un libro sobre un momento de su vida con motivo del golpe militar.

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El refugio actual de Nelson Ávila ya no es el Congreso, sino una parcela llamada “Los Faroles”. El lugar es parte de un pequeño poblado ubicado a las afueras de la Región Metropolitana, al cual solo es posible llegar por caminos angostos y ondulados que van dando paso al verde entorno en el cual viven sus escasos pobladores.

Allí vive hace algún tiempo el político junto a su mujer, Margarita Silva. Lo acompaña también Simón, el viejo pastor alemán que se pasea junto a Nelson mientras recorre el extenso predio durante sus tardes libres, y realiza sus tareas de “vigilancia” alrededor de lo que es hoy su hogar. Se distinguen también en el terreno cuatro gatos, un par de gallinas e incluso un número de alpacas.

Y es que cualquier panorama es mejor para él que estar metido en la política.

En una entrevista para La Segunda, Ávila declara que está en un período sabático, en un repliegue de la contingencia política debido al hedor que emana de ella.

“Por fortuna, el aroma en Los Faroles es a tierra. A campo”, declara felizmente.

Pero el exparlamentario no está ni cerca de ser un agricultor promedio. Afuera de su terreno hay un Audi blanco descansando en el estacionamiento y no piensa usar ningún tipo de vestimenta cercana a lo campesino. No le acomoda.

Dentro de sus preocupaciones, lo que más lo incomoda es la frustración que le provoca no concretar un libro que tiene en mente. Está todo aún en el aire, pero según relata, tratará sobre un episodio de su vida con motivo del golpe militar.

Su estudio es el lugar donde pretende plasmar su nuevo proyecto personal. El despacho parece una vieja librería y puede sentirse el olor a madera emanando de cada rincón. En el decorado, se advierte una gran cantidad de libros, un computador portátil, fotos con familia y amigos, una extensa colección de chunchos que avalan “al bulla”, uno que otro diploma, y finalmente una bandera de Chile que le da un toque patriótico al refugio del político.

Ávila va rumbo a los 74 años y promete seguir acompañándolo su discurso sarcástico, de observación y humor. En cuanto al momento que atraviesa Michelle Bachelet a propósito del caso Caval, acota que “la Presidenta ha tenido el infortunio de beber la pócima letal que le suministró Compagnon y su consorte. Su sonrisa ya no es la misma y su mirada tampoco es igual”.

Comer es otro de los gustos que disfruta en su santuario temporal. Grandes momentos de su día los vive sentado alrededor de una mesa. No tanto así en un casino ni en un santuario católico que son las pocas cosas que le quedan cerca. Ambos le son objeto de indiferencia casi total, aunque admite que es más benévolo con la santa y más frío con el casino.

En cuanto a la marihuana admitió que su estupefaciente por excelencia actualmente es Netflix. Lo tienen loco Breaking Bad y House of Cards, aunque sus predilectas son las series de narcos.

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