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Opinión

17 de Enero de 2018

Branislav Marelic: “No tengo duda que mi despido es porque me metí con el Sename”

El exdirector del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), removido el pasado lunes, profundiza en su destitución y adelanta los elementos centrales del informe que debería ser publicado la próxima semana: "De los 405 niños que encuestamos, la mitad denunció o evidenció algún tipo de vulneración, desde abusos sexuales hasta desescolarización". Además, explica por qué demoró tanto la realización del documento y apunta al Sename, a la nueva directora y a otros consejeros, como "obstaculizadores" de su trabajo.

Benjamín Miranda
Benjamín Miranda
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La Comisión de la Cámara a la que asististe ayer te brindó su respaldo de forma transveral. ¿Cómo interpretas este gesto?
-Sentí el apoyo de parte de los integrantes de la Comisión de Familia a la gestión que realicé en el Instituto, que intentó superar visiones específicas en materias de derechos humanos y constituirse en un referente transversal. Cuando hay reconocimiento de todas las bancadas y varios partidos políticos a este trabajo, es una señal de que se hizo bien.

¿Esas señales no se manifestaron desde el interior del INDH?
-Por lo que ha ocurrido, el consejo del Instituto –no en su totalidad, algunos miembros- no concibieron que se estaba haciendo un buen trabajo, cuando todos los signos externos daban cuenta que fue una gestión adecuada y exitosa. Tuvimos mucha mayor participación y presencia nacional, más efectividad en la resolución de temas judiciales. Son cosas concretas que a mí me dejan satisfecho por el año y medio que tuve como director.

En la Comisión comentaste que comenzaste tu período como director con cuatro votos en contra, ¿cómo se expresó esa postura durante tu gestión?
-Cuando uno empieza con esos votos, que es totalmente normal en un cuerpo colegiado, también ve y entiende cómo trabaja la oposición. Estos cuatro votos, lamentablemente, trabajaron de manera bastante obstruccionista.

¿Por qué?
-Revisando las actas del Instituto, que son públicas, es posible percatarse que las pugnas que se planteaban por parte de estos cuatros votos siempre fueron obstrucciones, como ralentizar el trabajo, cuestionar mis atribuciones de gestión administrativa y de contratación. En definitiva, obstaculizar el buen trabajo de la institución. Al final siempre había obstáculos. Yo puedo entender que existan distintas visiones e ideologías, pero el consejo era el espacio para ponernos de acuerdo, no para obstaculizar nuestro trabajo.

¿La nueva directora, Consuelo Contreras, formó parte de esta postura permanentemente?
-Sí, por supuesto. La situación siempre fue compleja con ella.

Además de obstaculizar tu trabajo, mencionas que hubo presiones mientras fuiste director. ¿Cómo se manifestaban?
-Cuando digo presiones me refiero también a obstáculos. La verdad es que nunca nada fue fácil en la institución. Sacar un proyecto, una iniciativa o revisar una acción siempre fue complejo. Y externamente el Instituto todavía es muy desconocido, frente a las otras organizaciones del Estado es poco valorada. Yo me daba cuenta cuando iba a una comisaría o cárcel de menores, donde muchas veces no me dejaban entrar porque no conocían el Instituto ni las atribuciones que tenía como director. Ahora, lo importante no es recibir presiones, sino resistirlas, y yo lo hice con todas las que sufrí. Sin embargo, mi remoción demuestra que ya no dependía de mí. Por ejemplo, una vez estuvimos discutiendo más de cuarenta minutos el monto de los viáticos que debíamos asignar, algo que en mi opinión no tiene gran debate. Ahí me daba cuenta que no había ánimos para avanzar, sino de discutir y dar vuelta situaciones que eran de fácil solución.

¿Estos contratiempos, entonces, no se limitaban a la discusión en torno al Sename?
-No, pero yo creo que el Sename fue un sello temático de mi gestión, y fue en lo que más enfocamos nuestras energías. Aun así abordamos temas que son muy importantes, como aumentar la participación de las organizaciones de la sociedad civil. En regiones hicimos muchos encuentros y fue la primera vez en que el Instituto salía a encontrarse con la gente de afuera, porque cuando hacían encuentros siempre eran en Santiago. Y eso también fue resistido por el consejo.

Si el INDH no es tan conocido por la sociedad, ¿crees que esta situación es un manchado de papel irremediable, como dijo la diputada Karla Rubilar?
-Esta situación va a ser una marca muy fuerte en el Instituto, y le va a costar mucho tiempo superar. Cuando existen tantas dudas, tan poca claridad e información, se van generando creencias que le hacen daño a la institucionalidad. Si se va a tomar una decisión tan radical, como destituir al director, tiene que existir una razón clarísima y una opción de defensa también.

Cosa que no ha ocurrido hasta la fecha.
-Hasta el día de hoy, oficial y públicamente desconozco las razones por las que se me destituyó. En la sesión del consejo se leyeron referencias, pero eran muy genéricas.

¿Cómo cuáles?
-El director incumple los acuerdos del consejo, tiene una mala gestión. Cosas así. Yo quiero saber cuándo hice eso y por qué lo consideran así.

¿Y por qué crees que no ha existido un pronunciamiento oficial respecto a los motivos de tu destitución?
-No les importó. Para un sector, un grupo de consejeros y consejeras, esta situación era un trámite. Estamos en el año 2017, una democracia diferente, donde las cosas acordadas entre cuatro paredes de esta índole ya no resisten, la ciudadanía no lo tolera.

Claro, pero este caso tiene componentes para generar el revuelo que ha levantado, sobre todo porque te destituyeron el mismo día en que se terminaba el informe sobre el Sename.
-Ese lunes se iba a terminar el documento, pero el fondo ya estaba armado. Ese informe ha costado tanto que salga.

¿Por qué?
-Porque es un documento muy rico en información. No va a tener, como quizás existió el miedo en mucha gente, un detalle pormenorizado de vulneraciones de derechos como la Comisión Valech o Rettig. Este informe es un intento para explicar causas y dar soluciones. Busca contribuir a que el Estado adopte de manera técnica, basada en evidencia, la mejor forma de solucionar este problema. Y ha costado sacarlo porque ha sido muy debatido.

El informe se anunció para mediados del 2017, pero todavía no se ha publicado. ¿Por qué tanta demora?
-Hay múltiples motivos. La primera gran razón es porque el período de planificación se retrasó mucho, porque en el consejo se hizo un debate muy fuerte en torno a la metodología, que fue muy cuestionada por la actual directora del Instituto. Ella no quería que se hablara con los niños, por lo que ese debate consumió mucho tiempo para armar la planificación. Así, en vez de partir en noviembre de 2016 la misión en terreno, comenzamos el 31 de enero del 2017. El segundo gran retraso que tuvimos se debe a que no hubo colaboración total del Sename, quien no quiso prestar Senainfo, su base de datos.

¿Qué razones esgrimió para no hacerlo?
-No tenemos una respuesta oficial todavía. Nos pidieron hacer un convenio de resguardo de privacidad de los niños, y el borrador que armamos para eso todavía debe estar archivado en la Subsecretaría de Justicia esperando ser aprobado. En base a nuestra facultad como Instituto, podemos acceder a la información de cualquier poder del Estado, pero en esta ocasión no fue posible.

¿Cómo impactó esta negativa?
-Tuvimos que construir el marco muestral de manera diferente. Una de las gracias de este informe es que tiene una muestra representativa, no es simplemente una realidad de los 405 niños encuestados, sino de todos los del Sename. Y habían dos formas de construir esa muestra: teniendo el universo muestral, o sea todos los niños que acuden a la institución, y hacer una selección aleatoria –para eso nos servía Senainfo-, o construirla en base a cada centro, que fue lo que tuvimos que hacer. Para lograrlo tuvimos que contratar al triple de personal, porque con el método que solicitaba la colaboración de Senainfo, debíamos construir un equipo de tres o cuatro personas, pero como eso no ocurrió, tuvimos que armar un equipo que juntara a todos los niños, los mantuviera entretenidos y luego hiciera el sorteo aleatorio. Eso significó contratar profesores y trabajadores sociales, lo que produjo una demora cercana al doble de lo presupuestado en terreno.

¿Y qué método se utilizó para seleccionar a los niños encuestados?
-Diseñamos un método en que cada niño sacaba una tarjeta de una tómbola, y según el color que le tocaba iba a participar en la encuesta, quedar de respaldo o ninguna de las dos. Para eso había que juntarlos a todos y explicarlo. La tercera razón de demora tiene que ver con los datos, porque el análisis arrojó situaciones tan complejas que los consultores demoraron más tiempo en procesarlos. Todo eso produjo que los informes comenzaran a salir en agosto, porque más encima tuvimos que parar el debate del Sename para armar el informe anual, que es obligatorio, y enfrentar una toma de cuatro meses. Por todas esas cosas demoró tanto.

¿Qué tipo de situaciones institucionales se fueron revelando mientras desarrollaban este trabajo?
-Fueron tres instrumentos de evaluación que nosotros implementamos, más uno de observaciones adicionales. Llegaba el profesional con su equipo, que era muy grande, y hablaba con el director del centro, que en muchas ocasiones no era titular sino subrogante. Aquí se implementaba el instrumento que llamamos institucional, que preguntaba cosas como cuántos niños había en ese centro formalmente, después cuántos había realmente, lo que reveló condiciones de hacinamiento o sobrecupo en muchos de ellos. Luego, aplicamos el instrumento de niños, que era cuando los juntábamos a todos y realizábamos el sorteo. En este paso, una dupla de sicólogos especialistas en traumas se encargaba de hablar con ellos. Después aplicamos el tercer instrumento, que estaba enfocado en los trabajadores. Ahí repartimos cuestionarios a los funcionarios de los 171 centros que vistamos en todo Chile, preguntando por el sueldo, si se sentía estresado. Así construimos los datos. Y al final se juntaba el equipo de trabajo y realizaba una reflexión de lo que vio, lo que componía nuestra cuarta herramienta. Muchos declaraban haber quedado en shock por las condiciones del centro, porque los niños los abrazaban o pedían ayuda.

Pero en materia práctica, ¿qué revelaron todos esos instrumentos?
-De los 405 niños que encuestamos la mitad denunció o evidenció algún tipo de vulneración, desde abusos sexuales hasta desescolarización y tomar medicamentos sin saber qué era. Otros que no sabían por qué estaban allí, no habían tenido nunca un contacto con abogado ni conocían los Juzgado de Familia. No sabían qué estaban haciendo ahí, algo que nosotros denominamos abandono judicial. Esto proyecta que la mitad de los niños del Sename están bien y la otra muy mal.

¿Y se evidenció algún tipo de diferencias entre los centros regionales y de la capital?
-Muy en general, porque esto tiene que ser consignado por el informe, los centros más precarios materialmente son aquellos rurales alejados de las grandes urbes, que son muy pobres. No hay que demonizar a los funcionarios o funcionarias del Sename, porque yo creo que son parte afectada de un sistema que debe ser reformado. Algunos tienen una vocación muy fuerte por los niños, pero tienen mala formación y malos sueldos, lo que incide en una asistencia poco adecuada. Por otro lado encontramos trabajadores que vulneran los derechos de los niños, que fueron denunciados, pero en general la situación es de una precariedad muy evidente.

El día que se te destituyó, este informe se encontraba en su parte final.
-Sí, solo faltaba la introducción y la conclusión.

Y esa última parte incluye recomendaciones. ¿En qué línea iban estas medidas?
-Hubo mucho debate por eso, pero finalmente quedaron diez recomendaciones generales y otras específicas por cada tema, que según tengo entendido ya fueron aprobadas.

¿Qué tipo de recomendaciones generales se incluyeron?
-Quizás pueden parecer obvias, pero son urgentes,como que cada centro debe respetar los derechos humanos de los residentes. En lo personal, una de las situaciones más complicadas, es la violencia entre los niños, el bullying. En este sentido, el problema que evidenciamos, es que había patrones de violencia entre los niños que los adultos no intervenían. Así había amenazas y golpizas, incluso con objetos contundentes, donde los adultos no mediaban. Una de las más urgentes, por lo tanto, es que exista un criterio uniforme de prevención de violencia entre los funcionarios y una correcta capacitación de ellos. Se trata de generar mecanismos de prevención y buena convivencia, por eso espero que se publique a la brevedad.

¿Cuándo debería ver la luz?
-Mi plan como director era que se discutieran estos puntos el lunes pasado, con el objetivo de aprobarlo y ver la forma de publicación la semana siguiente, el 22. Pero eso ya no depende de mí, desconozco el cronograma, aunque el informe está teóricamente aprobado.

Teniendo en cuenta el contenido del informe que acabas de mencionar, ¿qué conexión estableces entre el resultado del documento y tu destitución?
-El diputado Ojeda dijo que mi remoción es arbitraria hasta que se esgriman los argumentos. No tengo duda que mi despido es porque metí con el Sename. O al menos fue el factor más determinante.

¿Incomodó?
-Mucho, y no fue entendido. La tarea del Instituto es de colaboración y protección, no es para perjudicar a alguien, manchar al gobierno o hacer un punto político. Eso finalmente me costó el cargo.

¿Pero que la nueva autoridad sea directora de Opción, la organización más importante que colabora con el Sename, no es una movida política?
-El hecho habla por sí solo. El Instituto, en estos últimos años, ha puesto la situación del Sename como foco central de su política. Me daría mucha pena y rabia que con el nombramiento de la nueva directora, sobre todo en este contexto que es irregular, retroceda en sus líneas de intervención en protección de niños. Esa es mi gran preocupación y espero equivocarme.

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