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Opinión

15 de Junio de 2009

Salvador Muñoz, jovencito de Arrate: “¿Si Bowen a los 27 ya está conforme, qué se puede esperar para cuando tenga 50?”

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La campaña de Jorge Arrate, aunque modesta de aspiraciones y recursos, también tiene a su “joven promesa” para pelear con Bowen y con los Piñera boys. Salvador Muñoz se llama, es el coordinador de la campaña, y ayer calificó de “ingenuo” a su par de la concertación, por calificar a Chile de “país progresista”. “Me da la impresión de que Sebastián es un buen tipo, quizás ingenuo, pero es claro que no puede ser progresista un país con una cultura decimonónica, donde el sistema patriarcal que impera hace que las mujeres no tengan autonomía reproductiva”, expresó este cientista político de 23 años en el sitio web de Arrate.
“Se lo digo en buena, una persona a su edad debe tener no sólo la esperanza, sino también la disposición y anhelo de un mejor país para todos, no sólo para los que tienen dinero. ¿Si a los 27 ya estás conforme con lo existente, qué se puede esperar para cuando tengas 50 o más?”, se preguntó Muñoz.
“¿Cómo vamos a ser un país progresista, si nuestra sociedad sigue sustentada en la división sexual del trabajo: las mujeres a la reproducción y los hombres a la producción. ¿Dónde queda la satisfacción subjetiva de los hombres que desean ser padres responsables del cuidado de sus hijos? ¿Cómo vamos a ser un país progresista si el matrimonio en Chile es una institución patriarcal? Hoy el régimen legal-económico del matrimonio no reconoce la plena capacidad jurídica de las mujeres, sólo los hombres tenemos la administración de los distintos bienes de la mujer por el sólo hecho de estar casados. Hasta que no tengamos un marco normativo más igualitario, que reconozca la unión, la plena capacidad jurídica de quienes decidieron conformar esa unión, mejorar la protección de bienes que se han producido en esa unión, y que ambos puedan administrar los bienes, me parece un exceso hablar de progresismo en Chile. A lo anterior hay que agregarle nuestras políticas de seguridad, fundadas en la represión y violencia. Un país progresista enfrenta el hacinamiento en las cárceles, el mal trato a los adolescentes privados de libertad y las inapropiadas políticas de rehabilitación. Un país progresista terminaría con la militarización de la Araucanía y la política represiva que atenta contra todo movimiento social (como los estudiantes). Un país progresista tendría verdadera libertad de expresión, sin monopolios en la propiedad de los medios”.

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