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El cardenal hondureño Oscar Andrés Rodríguez, a nombre de la Conferencia Episcopal de ese país, realizó una ferviente defensa del gobierno surgido del reciente golpe de estado. No con esas palabras, pero fue bastante claro. Salvo por una referencia descontextualizada a Jesús, habló como si fuera el flamante canciller de Micheletti. Al igual que el presidente de facto terminaba llamando a Manuel Zelaya a desistir de regresar al país culpándolo de cualquier “baño de sangre” que se desatara. Lo que efectivamente ocurrió cuando el ejército disparó sobre quienes esperaban al depuesto mandatario en las inmediaciones del aeropuerto de Tegucigalpa.