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Opinión

8 de Mayo de 2010

La balsa y la madre

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Por DR. OCTAVIO ROJAS G.*
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Hace 10 años nos conmovimos con la historia del niño Elián González, rescatado por los guardacostas estadounidenses en un neumático en el estrecho de Florida, nuestro cementerio más lúgubre a pesar de su celeste entrañable.

Hoy Elián, quien perdió a su madre escapando de un sistema asfixiante, es militante activo de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba y estudia en una escuela militar “Camilo Cienfuegos”. Su padre es diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento monopartidista de Cuba). En su natal Cárdenas el niño tiene una estatua de bronce con el puño en alto y en su casa se encuentra el “Museo de la Batalla de Ideas”. En la casa de su familia de Miami, en la otra orilla, otro museo. Su pieza tiene los juguetes dispuestos como el último día: el 22 de abril del 2000 cuando fue sacado a la fuerza por efectivos militares al fracasar las negociaciones que se sostenían para hacer cumplir el fallo judicial resultante.

El gobierno de Cuba ha interpretado esta tragedia como una victoria ideológica y política sin hacerse responsable ni por un segundo del dolor, del desgarro por la pérdida de la madre y las otras 10 personas que fallecieron. Fidel Castro, perversamente, se hizo cargo de un regreso cuando sus absurdas políticas y su obcecación maquiavélica han hecho que miles de cubanos emprendan esta travesía de muerte. “Yo vi cuando mamá se perdió en el mar”: esas fueron las primeras palabras de Elián cuando pudo contactarse con su padre vía telefónica ya en EE.UU. En condiciones normales el niño debió haber regresado inmediatamente con su padre a Cuba toda vez que estuviese estabilizado médicamente. El exilio cubano de Miami, conmovido y exasperado en su propio dolor, tampoco captó este desgarro y desató su propia batalla de ideas, sosteniendo la postura que el niño no debía regresar a Cuba a pesar del deseo expreso de su padre. Curiosamente los EE.UU. quedaron por primera vez como espectadores del drama cubano, al cual también han contribuido con creces: la división profunda que acarrea a la última nación que se independizó de España en América.

Este caso tuvo su desenlace con las fórmulas que han mostrado solucionar los conflictos entre los seres humanos, mediante lógicas dialógicas y normas éticas consensuadas, con las garantías del Estado de Derecho. (Todo lo anterior se extinguió en Cuba en 1952 con el golpe de estado del dictador Fulgencio Batista y Fidel Castro profundizó su obra destructiva). En ese momento Bill Clinton, en plena campaña electoral de su vicepresidente Al Gore, arriesgando perder el electorado de Florida, encargó a la Fiscal General Janet Reno enfrentar el caso. Se realizaron múltiples evaluaciones médicas y psicológicas a cargo de notables especialistas de salud mental. El padre de Elián incluso viajó a Miami y se le otorgaron plenas facilidades y protección. Los jueces escucharon los argumentos técnicos y se determinó el inmediato regreso de Elián a Cuba junto a su padre. Los familiares de Miami (maternos) tuvieron su instancia de apelación, pero finalmente el 28 de junio del año 2000 llegó el balserito a su casa de vuelta. El gobierno de Cuba no reconoció las recomendaciones de los evaluadores de respetar el duelo. Organizó una parafernalia política insensible, colocando el acento en una supuesta victoria sobre los anticastristas y los enemigos de la Revolución (léase cubanos que sólo piensan distinto).
Nuestros dolores siguen intactos, la brutalidad sigue su inexorable marcha, la espera se alarga: la libertad, las leyes, la tolerancia, la protección de la vida aún no hacen su aparición. La madre de Elián no sabía nadar, justo antes de desprenderse para siempre de la balsa alcanzó a darle una botella de agua potable, tal vez con esto su hijo de 6 años pudo salvarse.

Se llamaba Elizabeth Brotons Rodríguez.

* Médico-Psiquiatra, radicado en Chile desde 1995.

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