Opinión
25 de Julio de 2010La escuela holandesa de España (Y el futuro de La Roja chilena)
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POR RODRIGO GÓMEZ
La final de Sudáfrica 2010 fue una final completamente diferente a todas las otras. Por primera vez, llegaban dos países que nunca antes habían sido campeones. Muchos pensaban que la tercera debía ser la vencida para Holanda. Para otros, el triunfo obvio era el de España, equipo que había llegado como gran favorito a este mundial.
Además de ser equipos debutantes en finales mundiales, los dos tienen algo muy importante en común, los dos son de la misma escuela de fútbol: la escuela holandesa.
Es raro que España juegue con la escuela holandesa. Es raro pero no es casualidad. Después del mundial de Francia 98, y del fracaso de Clemente, la asociación española de fútbol decidió darle un giro a la forma de jugar de sus selecciones. Ya no ser más la furia roja, sino un equipo que juega un fútbol total, producto de un trabajo y un proceso.
El vínculo de España con el fútbol holandés baja desde Catalunya hacia el sur hasta adueñarse de la selección. Parte en 1973, cuando llega Johan Cruyff a jugar al Barcelona, al año siguiente llega su compatriota Neskens y tienen un par de temporadas inolvidables. Este vínculo se selló a sangre en 1988, cuando Cruyff asume la dirección técnica del equipo, equipo que dirigió por 8 años. Es el entrenador que ha estado más tiempo a la cabeza del club, con temporadas muy buenas y algunas de las otras, tal como es esta actividad, pero siempre con el reconocimiento del trabajo y un objetivo final que era el desarrollo del fútbol en la cantera del Barcelona.
Después de Cruyff han pasado muchos jugadores y entrenadores holandeses por la tienda azulgrana. De esa forma, se han ido solidificando las bases de la escuela de fútbol holandesa, a tal punto que hoy el Barcelona, teniendo un entrenador español, juega igual o mejor que los propios holandeses, y su selección rescató lo mejor de ellos.
Lo que decía Piqué en una entrevista es lo que mejor grafica esta escuela: “desde muy chicos nos trabajan la técnica individual, luego viene la incorporación a la competencia para terminar haciendo el filtro donde quedan los que están capacitados para la alta competencia”. Es así como el Barcelona, dentro de sus 11 titulares, tiene a 9 jugadores salidos de la cantera.
La escuela no lo es todo, en los mundiales y en las selecciones hay que sumar más componentes, entre otras cosas porque los jugadores vienen de diferentes clubes. En ese sentido, Del Bosque, con su liderazgo, hizo un trabajo de lujo, se nota que los años le dan la paz y la sapiencia necesarias. Potenció todo el trabajo hecho por Luis Aragonés cuando salió campeón de la Eurocopa, trabajó con la columna vertebral del Barcelona (Puyol, Piqué, Busquet, Xavi, Iniesta y Pedro) y a ellos les sumó las estrellas que vienen de los otros clubes
Al ver jugar a España reconocemos la técnica en velocidad, la paciencia para generar las oportunidades, convertirse en un fútbol vertical cuando era necesario, y la madurez necesaria para no cometer faltas, tarjetas amarillas que pudieran costar una suspensión. Toda esta suma de factores hace que ver jugar a España sea un agrado para el paladar de casi todos los amantes del fútbol. Dejando todos los prejuicios nacionalistas de lado y abocándose 100% al fútbol, España fue un justo y merecido campeón.
En España el camino fue largo porque vino desde un club a la selección, tuvo que ganarle la pulseada a monstruos como el Real Madrid en el camino, un ejemplo claro fue dejar a Raúl, el referente y goleador histórico de los merengues, fuera de la selección. No era tarea fácil.
En Chile, la tarea puede ser más fácil. La solución está al alcance de la mano. Este camino es renovar con Marcelo Bielsa y hacerlo responsable del desarrollo del proyecto deportivo de nuestras selecciones.
Si para algunos esto es un gasto, están equivocados. No tengo dudas que ésta es la mejor inversión que podría hacer nuestro fútbol para seguir desarrollando un sistema que viene soportado por infraestructura, trabajo, mentalidad, profesionalismo y el respeto por la profesión.
Afortunadamente durante mis años en el fútbol tuve entrenadores que siempre nos recordaban todos estos aspectos, pero nunca fuimos lo suficientemente fuertes como para imponernos a la mediocridad del medio; en cambio, hoy está el 50% del trabajo hecho. Pero todavía falta la otra mitad. La más difícil. Esa que lograría cambiar para siempre nuestro fútbol; la posibilidad está al alcance de la mano y no la debemos dejar pasar.