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Opinión

30 de Noviembre de 2010

Wikileaks: El nombre de los títeres

Pepe Lempira
Pepe Lempira
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La Embajada de Estados Unidos en Santiago suma 1.400 cables diplomáticos, de los 250 mil que serán publicados en los próximos días por el sitio Wikileaks. Algo así como el 0,5% del total de la bienvenida filtración. Claro que el período de tiempo que abarca la mayoría de los despachos, la última década, no parece poner a Chile en el medio del radar de Departamento de Estado. País ordenado y que no se ríe en la fila de los estados latinoaméricanos, según nos han hecho saber los propios jerarcas de EEUU en sus ocasionales visitas al país; Chile no debiera reservar revelaciones tan sabrosas como estados con agendas más independientes respecto del decaído gigante del norte. Pero el turbio mundo de la diplomacia asimétrica promete bastantes sorpresas. Y, considerando la historia, en la relación con Estados Unidos nada debiera sorprendernos. Si ya conocemos transcripciones de diálogos privados de sádicos presidentes, que casi eyaculaban en la Casa Blanca ante la posibilidad de hacernos sufrir. ¿Qué más?

Pero la embajada del águila calva, por lo pronto, ya llamó al canciller Moreno para alertarlo de que se viene la mano pesada. Así que resulta que sí, efectivamente hay más. Sólo es cosa de tiempo.

Hoy, por ejemplo, El País de España (miembro del puñado de medios con acceso preferente a los archivos antes de que sean publicados al público general por Wikileaks) difunde que, en Madrid, EE.UU. maniobró secretamente en la Audiencia Nacional (la corte suprema local) para boicotear los casos ‘Guantánamo’ y ‘vuelos de la CIA’. Causas abiertas por el juez Garzón para investigar crímenes universales, de lesa humanidad, y el uso de pistas españolas por parte de aviones que transportaban -clandestinamente- prisioneros torturados, fruto de las guerra norteamericanas. Las maniobras estadounidenses resultan presiones esperables. Pero ahora están acompañadas de una revelación más sabrosa y útil frente a las elecciones locales: Los nombres de políticos y fiscales españoles que colaboraron con EE.UU. en echar tierra al asunto.

¿NOMBRES?

Las sorpresas sobre Chile podrían tener un cariz similar. España y Chile, en términos generales, actuaron parecido durante la década del 2000: como aliados del poder resquebrajado del norte. Claro que Chile lo hizo en su ubicación periférica, en el patio trasero. Pero son esperables revelaciones sobre presiones para defender intereses norteamericanos. Como frente a la votación de Chile en contra de la invasión de Irak, como miembro de turno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Un caso del que ya se tienen noticias de presiones, a través del libro del entonces embajador, Heraldo Muñoz (Una guerra solitaria, 2008), que cuenta algo sobre el trato poco amistoso y hasta el espionaje que recibieron los diplomáticos chilenos. Sólo porque entonces intentaban dilatar el inicio de una guerra basada en la mentira de las armas de destrucción masiva iraquíes.

Ahora tocaría, como en los casos españoles, no tanto confirmar lo obvio, la existencia de presiones, sino que conocer el nombre de los testaferros y lacayos de ocasión. Las caras de la política cotidiana que actúan como recaderos y títeres de Washington. Los incondicionales miembros de la 5a Columna de un estado extranjero, que habitualmente son los primeros en proclamarse a sí mismos como rabiosos patriotas y nacionalistas. A sentarse y ver rodar sus cabezas. O, al menos, a verlas sudar.

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