El 11 de diciembre del 2005, 318.434 chilenos votaron por Pablo Longueira para que fuera -durante ocho años- su representante en el Senado por la Circunscripción 8 de la Región Metropolitana de Santiago. Sin embargo, ayer esas preferencias en las urnas se interrumpieron dos años antes de lo estimado. El mismo día, 94.877 vecinos de […]
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El 11 de diciembre del 2005, 318.434 chilenos votaron por Pablo Longueira para que fuera -durante ocho años- su representante en el Senado por la Circunscripción 8 de la Región Metropolitana de Santiago. Sin embargo, ayer esas preferencias en las urnas se interrumpieron dos años antes de lo estimado.
El mismo día, 94.877 vecinos de la VI Región optaron por Andrés Chadwick para el Senado por la Circunscripción 9, mientras que 71.697 chilenos se inclinaron por Evelyn Matthei en la circunscripción 4 de Coquimbo y 90.030 lo hicieron por Andrés Allamand para un cupo en la Cámara Alta por la Décima Región norte.
Hoy, ninguno de esos 575.038 chilenos tiene un representante en el Senado electo por las urnas. Al contrario, sus delegados en el legislativo son designados a dedo por los partidos políticos a los que pertenecen sus candidatos: tres a la UDI y uno a RN.
El tema volvió a instalarse ayer después de que el cambio de gabinete de Sebastián Piñera volviera a echar mano al Parlamento en busca de rostros políticos para reforzar su gobierno y abriendo la puerta al retorno de los Senadores designados, como en los peores tiempos de la transición.
Esto es posible mediante la Ley 20.050, una reforma constitucional promulgada por el Gobierno de Ricardo Lagos en acuerdo con la Alianza para diseñar un nuevo mecanismo de reemplazo para los parlamentarios que abandonaban su cargo por voluntad propia.
“Hay un problema grave ahí, pero es interesante que esta regla es a la que se llegó después de constatar lo inaceptable de la regla anterior. Según esa, el segundo en la lista ocupaba el cargo”, explica el abogado constitucionalista Fernando Atria.
Bajo esa norma -siempre al alero del sistema binominal- un candidato con 30% de los votos podía renunciar y en su lugar su cargo era asumido por el segundo en su lista, así este hubiera alcanzado apenas el 1% de los votos.
Algo así sucedió cuando Miguel Otero, con un 15 % de los votos, reemplazó a su fallecido compañero de fórmula Jaime Guzmán a pesar de que Ricardo Lagos hubiera alcanzado el 30,62 %.
Según el analista político Claudio Fuentes esto “afecta al propio congreso porque los senadores que han salido tienen bastante experiencia legislativa, pero adicionalmente tiene una implicancia para la sociedad. Para la opinión pública es muy mal visto esto de los enroques que van de un puesto a otro”.
Este podría ser el caso si la hasta ayer vocera de Gobierno Ena von Baer ocupa la vacante en el Senado dejada por Andrés Chadwick, colándose en el Parlamento por la ventana después de que en el 2009 perdiera en las urnas frente a su compañero de lista por la Araucanía Sur, José García Ruminot.
Según el senador y presidente del Partido Radical José Antonio Gómez “este cambio de gabinete significa que la ciudadanía no tiene posibilidades frente a los que eligió como sus senadores y lo más grave es que si de esta situación se designa a un ex ministro para ir al Senado, estamos ante la transformación hacia un sistema parlamentario, asunto que no permiten las normas constitucionales”.
Según Atria, la solución a esta tara del sistema electoral va mucho más allá de la simple revisión del sistema de reemplazo, pues a su juicio la mejor forma de llenar una vacante sería la realización de una elección complementaria: una nueva votación en la circunscripción que un parlamentario abandone y que abre la posibilidad de que el cargo pueda pasar a manos de la fuerza política contraria.
Sin embargo, este mecanismo no figura en la agenda legislativa pues se contradice con el sistema binominal, que reparte los cargos entre los dos principales bandos políticos.
“El problema más grave del sistema político chileno es que las elecciones están reducidas a la irrelevancia por el sistema binominal. El binominal reparte antes de la elección. El hecho de que no haya elecciones complementarias para estos casos revela que la elección no es importante, con el binominal ya se eligió antes de llegar a las urnas”, explica Atria.
Según él, el hecho de que cuatro senadores -más del 10% de esta instancia- sean nombrados a dedo por los partidos oficialistas, deja al Parlamento con un serio déficit de legitimidad.
Por su parte, el analista político Alfredo Joignant cree que este sistema de reemplazo “busca evitar que las elecciones complementarias se transformen en un barómetro del estado de las correlaciones de fuerza. Si hoy hubiese elecciones para reemplazar a estos cuatro senadores que se fueron, claramente la derecha perdería”.
Según él, el Senado es cada vez menos legítimo. Eso al menos en términos electorales. “A menos de que nos vengan con la cuchufleta de que la gente vota por partidos, lo cual es falso. Las personas votan por candidatos individuales que entre otras cosas y otros argumentos pertenecen a partidos. Entonces no hay voluntad popular en el origen de estos cuatro senadores”.