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Opinión

3 de Diciembre de 2011

“Yo dono hoy a la Teletón porque no existe una política que se haga cargo del tema, y me da vergüenza tener que hacerlo”

"Mejor comiencen la responsabilidad social empresarial, contratando y remunerando justamente a sus trabajadores, dejando de destruir el medio ambiente, retribuyendo a la sociedad silenciosamente –mediante un alza de impuestos- y no faranduleramente, la oportunidad de generar onerosas ganancias, para que podamos financiar los desafíos e injusticias sociales que el país necesita"".

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Resulta difícil no emocionarse al ver cada uno de los casos que se ven estos días en TV abierta, niños o adultos que producto de algún accidente o problemas congénitos, han sido tratados por la Teletón. Cada uno de ellos representa una muestra casi incomparable de sufrimiento, discriminación, trabajo, perseverancia y superación. Por su parte, quienes trabajan en la Fundación Teletón, nos dan lecciones al entregar su vida y vocación al servicio de una causa durísima pero noble, como lo es la medicina y en particular, la rehabilitación.

De chico siempre pensé –un poco ingenuamente- que los días de la Teletón cambiaban las conciencias de las personas, contribuyendo a tener un país más inclusivo, donde quienes padecieran de alguna discapacidad se sintieran integrados –como un ciudadano más- y no discriminados. Sin duda es emocionante ver abrazarse por una causa así a gente que se pelea todos los días. Por supuesto que me conmueve que tanto niños como trabajadores hagan donaciones y que, de esta manera, se pudiese dar una señal de transversalidad y urgencia por una causa. Lamentablemente han pasado 33 años desde la primera Teletón y al parecer la concientización no ha sido más que un pequeño espacio anual de culpa y sensibilización, ya que el tratamiento de niños y adolescentes con necesidades especiales no se ha transformado en una política pública sustentable.

¿En qué se ha transformado la Teletón?

Hoy, las 27 horas de la Teletón –separarlo de la Fundación Teletón- y las semanas previas, parecen más un supermercado de caridad que una campaña de concientización destinada a superar el problema de fondo que hay tras la discapacidad. Hay ofertones de todas las empresas para donar cierta cantidad condicionado a las ventas diarias y todas las calles con marketing gratuito de las empresas, intercalado con experiencias de vida asombrosas y emocionantes, que revelan procesos íntimos y privados que, probablemente, nadie quisiera mostrar. Con este panorama y ante la crítica de muchos sectores a la manifestada negativa que muchos dirigentes estudiantiles sostuvimos ante la posibilidad de asistir a la programación televisiva de la Teletón, me surgieron varias preguntas para cuestionar la pertinencia de dicha decisión.

¿Es necesario que nos tengan que mostrar las tragedias más grandes para que entendamos la necesidad de aplicar políticas estables para quienes sufren de una discapacidad?

Probablemente, como parte de la concientización, esta violación al espacio privado sea un mal necesario relevante para la integración, la necesidad de generar políticas sociales “amigables” con las necesidades especiales (Vivienda y Urbanismo, Educación, Transporte, OO.PP., etc.) y contribuya a la lucha por la no discriminación. Debería contribuir al despertar del “velo de la ignorancia”, que nos llama a ponernos en el lugar del otro y qué esperaríamos de la sociedad en ese caso.

¿Es bueno que la gente done sus recursos particulares para esta causa?

A mí me parece genial que alguien de manera voluntaria quiera desprenderse de algo por el bien del prójimo. Pienso que todos –en mayor o menor medida- lo hemos hecho. Creo, sin embargo, que no puede ser un chivo expiatorio para desentenderse de la problemática, sino todo lo contrario. Debiese servir como chispa que prenda un compromiso mucho más profundo por los derechos de las personas y que éstos no dependan de la caridad de otros, ya que la salud y la rehabilitación se tratan de un acto de derechos sociales y justicia.

¿Está bien que las empresas, de manera voluntaria y solidaria, donen porcentajes de sus utilidades a esta causa?

Es difícil negarse con una pregunta planteada de esta manera. Al menos, mi respuesta, sería exactamente la misma que la anterior.

Ahora, vemos algunos ingredientes que hacen muy distinta esta pregunta. Existe una franquicia tributaria que transforma un porcentaje no menor de su donación en donación del Estado de Chile (aunque algunos argumenten que esa plata nunca llegó a las arcas fiscales), además de una omnipresente publicidad durante 2 días de cadena nacional en TV abierta y carteles por todo Chile. Las mismas empresas se niegan a hacer una reforma en nuestra estructura tributaria –de las más bajas del mundo- mientras la desigualdad en Chile es de las más abultadas del mundo. Las empresas aportan sólo el 33% de los fondos recaudados (Teletón 2010). Es decir, menos de 20 millones de dólares. Ahora, reformulemos la pregunta:

¿Está bien que las empresas, luego de 27 horas de Televisión Abierta publicitando gratuitamente sus marcas donen un monto que representa aproximadamente el 0,5% del presupuesto anual del ministerio de salud?
Primero, me preocupa que este esfuerzo sobrehumano hecho por las empresas no afecte al empleo ni al crecimiento económico, menos ante un escenario de crisis económica internacional. Ahora, fuera de ironías, creo que la Teletón es una fundación que hace un trabajo increíble, donde la ciencia y la calidad humana se aplica en pos de la calidad de vida de muchos niños, adolescentes, adultos y sus familias, que han sufrido mucho. Lo que sinceramente me molesta del show –y disculpen por generalizar en el término “empresarios”- es que se blanquee la imagen de muchos empresarios que se oponen a reformas tributarias y se aprovechan de una plataforma de publicidad, morbo y sensibilidad social para cumplir con su “responsabilidad social empresarial”.

Mejor comiencen la responsabilidad social empresarial, contratando y remunerando justamente a sus trabajadores, dejando de destruir el medio ambiente, retribuyendo a la sociedad silenciosamente –mediante un alza de impuestos- y no faranduleramente, la oportunidad de generar onerosas ganancias, para que podamos financiar los desafíos e injusticias sociales que el país necesita.

Yo dono hoy a la Teletón porque no existe una política que se haga cargo del tema, y me da vergüenza tener que hacerlo. Espero que en un par de años no sea necesario hacer este tipo de colecta por la salud de la gente, me niego a pensar que los derechos de las personas dependan de la caridad. Honestamente no podría mirar a los ojos a uno de los niños mencionados en los casos de la Teletón y decirle que no va a poder ser rehabilitado porque no hubo suficientes ventas en Ripley. Eso me mataría de vergüenza, y es una de las razones por las cuales muchos no quisimos hacernos parte de la parte televisiva de la Teletón.

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