Cada verano es la misma imagen: decenas de niños chapoteando en fuentes en la vía pública, sumergidos en agua de dudosa pureza. Pero, ¿cuáles son las preferidas de los niños? ¿Cuáles son las que mejor emulan una piscina de verdad? A pesar de las apariencias, más de una pasa la prueba y sus aguas, en […]
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Cada verano es la misma imagen: decenas de niños chapoteando en fuentes en la vía pública, sumergidos en agua de dudosa pureza. Pero, ¿cuáles son las preferidas de los niños? ¿Cuáles son las que mejor emulan una piscina de verdad? A pesar de las apariencias, más de una pasa la prueba y sus aguas, en estos días de calor, se ven más tentadoras que nunca. Este es un ranking de las mejores y más populares piscinas improvisadas del centro de Santiago.
Fuente Cristóbal Colón, Patronato con Ismael Valdés Vergara
De fondo, una caravana de autos desfila bajo el sol del centro de Santiago. Noemí y Yazmín juegan en el concho de agua que queda en la pileta, bajo pétrea mirada de un busto de Cristóbal Colón y de Diego Nicolás Contreras. Trajo a las niñas desde la comuna de Recoleta a disfrutar de un día de recreación acuática. “Pa’ no estar todo el día encerrados en la casa, puro viendo tele. Mejor traerlas pa que jueguen”, dice Diego hablando rápido y tirando una toalla sobre el pasto del Parque Forestal. Tiene tajos en la guata y un tatuaje en el antebrazo con el nombre de una de las niñas. “Es más para ellas, porque si es por mi prefiero pegarme una duchá helada de media hora”, dice riendo. Las piscinas más cercas de su casa cuesta como $2.500, lo que es mucho para gastar. La pileta sale gratis y el agua, según las niñas, está bien rica. “Rica y calientita”, dice Yazmín mientras se seca tiritando con una toalla. “Está limpiecita, tiene puras hojitas”, dice Noemí, la más chica, antes de decir que esta es la pileta que más le gusta. Tiene poca agua, pero el fondo es del mismo mosaico que tenían las piscinas lujosas de mitad del siglo pasado. Un lujo de otro tiempo en el centro de la capital.
Fuente Rubén Darío
Al lado del Emporio La Rosa, por el Parque Forestal, una extraña pileta tiene a un poco masculino hombre de bronce tocando una lira en medio de una tibia lluvia de agüita estancada. Y ahí se baña Dominique, de polera rosada en la foto. “Tiene un poquito de hojas y de caca de paloma, así que nos bañamos con la lluvia no más”, aclara la niña. Elizabeth los vigila unos metros más allá, y aclara que no deja que se bañen en el agua del fondo, porque esa, y no la que sale expulsada por los tubos, es el agua sucia. Aunque sea la misma. Vienen de el barrio El Salto, en Recoleta, y es la opción más barata que tienen de jugar en el agua ya que “la piscina sale 5 mil pesos”, afirma Elizabeth, echada en el pasto. Para ellas, la mejor pileta está entre esta y la del Parque O’Higgins, pero lo piensan un poco y afirman que esta, con su lluvia, es mejor. Puntos a favor de esta pileta es que está encajonada en un montículo y a la sombra de unos árboles, haciendo de esta una de las más fresquitas del circuito, ya que la emblemática Fuente Alemana sigue en reparaciones.
Fuente en el Parque Bustamante
Pileta en Plaza de Armas
“Es que no tenemos plata pa la piscina, jajaja” dice Rosa para explicar por qué, en este día con casi 29º, ella y su sobrina están jugando en la fuente que está en el medio del medio de Santiago, en la mitad de la Plaza de Armas. En realidad tienen dos razones más; “Porque a la niña le gusta”, dice, y la otra es “porque es bonita la decoración”, dice apuntando al entorno de la plaza. Aracelli, que se está bañando en calzones, no quiere salir en la foto y se hunde en el agua. “La niña lo pasa bien, juega con otros niños, se conocen. Venimos unos tres días a la semana”, dice Rosa. Vienen desde Independencia y allá, según ella, sencillamente no hay piscinas. “Los días que no la traigo, la saco al parque, o si no, juega en el computador, dice Rosa mientras le pasa una botella de plástico a Arecelli para que juegue. “Ningún guardia fastidia”, expresa en su acento peruano.
La mejor de todas, Pileta de la Plaza de la Ciudadanía
Lejos, la mejor fuente de todo Santiago es la que menos se usa. A pesar de tenerla en frente, ningún presidente de la República ha siquiera mojado las patitas en sus aguas. La pileta de la Plaza de la Ciudadanía, en La Moneda, no es usada por nadie. Apenas un par de caóticas y teatrales protestas de Andha Chile y sería. Sus aguas, prístinas, se ven heladitas gracias al mármol que las contiene y fácilmente podría competir en pureza con cualquier piscina municipal de Plaza Italia pa’ arriba. Enrejada con vallas papales, a nadie se le permite intentar el seductor acto de mojarse el pelo en sus aguas. Una lástima, porque si se permitiera el baño en esta pileta, sería una verdadera fiesta de la democracia.