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10 de Febrero de 2024

Piletas públicas vuelven a ser un problema de difícil solución: el vacío normativo que impide actuar a la Seremi de Salud

Fotos: Felipe Figueroa

Cada verano el panorama es el mismo en la ciudad: transeúntes van a mojarse y a bañarse en las fuentes. No obstante, exponerse al agua no sanitizada de estos espacios puede provocar diversas infecciones y enfermedades a largo plazo, además, del riesgo existente de caída e incluso, electrocución. En Santiago, el problema es común, y muchos comentan que nunca han visto fiscalizaciones a estos "bañistas". El Código Sanitario no incluye piletas o fuentes de agua dentro de la responsabilidad de la Seremi de Salud.

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Jaime (39) veía sonriente como su sobrino de tres años y medio se refrescaba en agua. El pequeño chapoteaba en polera y calzoncillos, mientras su tío le hacía señas para que saludara a la cámara y así mostrarle a su mamá cómo la estaba pasando. De vez en cuando le advertía que tuviera cuidado con caerse o enterrarse alguna punta de concreto del lugar. Y ese era precisamente el problema, el menor no estaba en una piscina, sino en la Fuente Alemana del Parque Forestal, ubicada a unos metros de Plaza Baquedano.

Era la primera vez que Jaime llevaba a su sobrino a una pileta para bañarse. Él comenta que no tenían otra opción a los 37 grados que hacían durante esa tarde de martes. El segundo día de la primera ola de calor pronosticada en el país, de la cual se esperaban incluso 40ºC en algunos sectores de la región Metropolitana.

“Nosotros vivimos en un departamento antiguo en Providencia. No tenemos piscina donde refrescarnos”, detalla antes de afirmar a su sobrino que salta sobre la orilla mojada de la pileta. “No hagas eso que te vas a caer”, le repitió por séptima vez. 

Niños bañándose en la Fuente Alemana, ubicada en Parque Forestal.

Ejemplos como el de Jaime y su sobrino son muchos. Ya sea por el calor, la cercanía de las piletas desde sus casas o la falta de lugares para refrescarse, jóvenes, niños y adultos acuden a fuentes de agua pública para hacer frente al calor. Algunos se sumergen completamente, mientras que otros se limitan a sacar agua con ambas manos para mojarse y así lograr algo de refresco.

No obstante, esto implica una serie de riesgos para la salud, desde infecciones hasta caídas. Luis Salamanca, ingeniero en prevención de riesgos, comenta que las fuentes de agua son un peligro porque no ofrecen medidas de seguridad suficientes para garantizar el ejercicio del baño. “Si bien es agua potable en la mayoría de los casos, no tiene características sanitarias ni está registrada. No hay forma de saber si también son ocupadas como baño”, indica.

Un ejemplo de ello es que, a fines de enero, se viralizó un video que muestra a niños de distintas edades bañarse en la pileta del monumento a Alberto Larraguibel, en Viña del Mar. En el registro, se puede apreciar un llamativo color verde del agua. Tras esto, se realizaron muestras y se detectaron coliformes fecales. Finalmente, la Municipalidad encabezada por Macarena Ripamonti decidió vaciarla.

Transeúnte refrescándose en pileta de Plaza de Armas.

Ya eran las 17:30 de la tarde, casi media hora desde que Jaime y su sobrino llegaron a la Fuente Alemana del Parque Forestal. El pequeño se afirma de una superficie donde se ven pequeñas algas creciendo y mira cómo más niños llegan para mojarse. En cuestión de minutos la pileta se llena, algo usual en estas fechas. 

Jaime dice que las enfermedades que podrían contraer al bañarse son “un riesgo que uno corre”. “Pero tantas cosas han pasado en el país, pandemia, etc. Un riesgo más, un riesgo menos… después llegas a bañarlo nomás”, comenta mientras ve a su sobrino jugar con los demás niños.

Un vacío en el reglamento y nula fiscalización

Quien está a cargo de fiscalizar que las personas no se bañen o mojen en las piletas es la municipalidad. En el caso de Santiago, la comuna contiene alrededor de 70 fuentes de agua ornamentales, las cuáles son usadas regularmente como piscinas en verano. Por mencionar un par, las más populares están en Plaza de Armas, Paseo Bulnes y Santa Lucía.

En Paseo Bulnes, algunos comentan que de los años que llevan mojándose en las piletas nunca ha ocurrido un accidente grave. “A lo más un rasguño o un niño que se resbala”, dice una transeúnte.

La pileta de Plaza de Armas es una de las más concurridas en verano.

Desde el Seremi de Salud remarcan que las piletas no deben usarse como piscinas, y recalcan que solo las municipalidades están mandatadas a controlar la situación. “No tenemos mucha potestad en el tema”, agregan. La razón de esto es por lo señalado el Código Sanitario.

El reglamento indica que a este organismo le corresponde autorizar la instalación, ampliación y modificación de balnearios, baños y piscinas. Además de vigilar su funcionamiento. Esto no incluye piletas o fuentes de agua, por lo tanto no pueden interferir. Es decir, existe un vacío que no permite la acción del Seremi de Salud. Desde el departamento comentan que quienes pueden darles la potestad es el parlamento o la Dirección de Políticas (Dipol) de Minsal.

Luis Muñoz es técnico de Hidroservicios Holzapfel. Una empresa que construyó e instaló reconocidas piletas como la Neptuno en el Cerro Santa Lucía. Él comenta que “hace muchos años” se pedía que las fuentes fueran aptas para el baño, pero eso ha cambiado. “Los requisitos ahora son distintos. Si fueran para meterse habría que hacerles mantenimiento más seguido, y eso conlleva recursos”, indica.

Niños refrescándose en pileta de Plaza de Armas.

Jaime relata que cuando era pequeño siempre se bañaba en las piletas cercanas a la Plaza de la Aviación en Providencia o en el Parque Bustamante, y que ahora, por su trabajo, siempre camina por lugares con fuentes de agua. “Durante todos estos años no he visto a nadie fiscalizar, no he sabido nada de eso”, comenta. Al consultar a más transeúntes que frecuentan estos lugares, la respuesta es la misma: no han visto fiscalización.

Originalmente, las piletas o fuentes de agua fueron construidas con un rol funcional en la ciudad: lavar ropa, proveer agua o incluso tomarla. Pero con el pasar de los años, poseen un rol turístico, patrimonial e incluso contribuyen a bajar la temperatura en algunos entornos. Luis Salamanca comenta que las piletas tienen conexiones eléctricas que, si bien deberían estar selladas, no se tiene garantía de ello. “Un corte eléctrico o exposición de cables por uso indebido, podría causar un daño tremendo”, señala.

Infecciones y posibles soluciones

Eran las 20:30 en Santa Lucía. A esa hora el calor sofocante del verano ya daba tregua e incluso corría un poco de viento. Algunos salen a pasear a sus perros o a caminar. Una de ellas es Virginia (53) quien llevaba a su nieta de tres años en coche por Merced hasta llegar a Fuente Neptuno y Anfitrite. La enorme pileta que se encuentra al frente de la entrada al cerro, entre Victoria Subercaseaux y calle Santa Lucía.

El sonido del agua y las luces le llamaron la atención a la menor. Antes de hacer pataleta, su abuela la saca del coche y la deja caminar por la orilla sin soltar su mano. Virginia sólo dejaba que su nieta tocara el agua, y cuando lo hacía, tenía preparada una pequeña toalla roja para limpiarle las manos.

Fuente Neptuno y Anfitrite, ubicada entre Victoria Subercaseaux y Santa Lucía.

Mientras sostiene a la menor, Virginia dice que jamás dejaría que ella se bañara ahí. “Esto es arte, no es para que la gente se bañe, por más calor que haga, no están hechas para eso”, expresa. Pero también porque el agua está contaminada.

Al bañarse en piletas públicas, tanto niños y adultos se exponen a una serie de enfermedades e infecciones. Natalia Castillo, académica de la Escuela de Técnico de Nivel Superior en Enfermería de la Universidad de Las Américas, detalla algunos síntomas que podrían manifestarse tras mojarse en piletas. “Los niños podrían tragar el agua y pueden tener infecciones gastrointestinales, con cuadros graves como diarrea y deshidratación”, explica.

Además, las personas se exponen a infecciones oculares -por el contacto con esta-, infecciones a la piel, urinarias, de oído o incluso respiratorias. “Existen bacterias, virus e incluso parásitos que pueden provocar enfermedades a largo plazo”, agrega la académica.

Niños bañándose en pileta de Plaza de Armas.

Ante este panorama, una opción a las piletas son las recién inauguradas plazas de agua. En total son 45 y se encuentran repartidas en 18 comunas de la Región Metropolitana como Recoleta, La Florida, Estación Central, San Miguel. Sobre iniciativas como esta, y juegos de agua ubicados en parques como el Metropolitano Sur de Cerro Chena, el académico de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Diego Portales, Francisco Bosch, comenta que infraestructuras diseñadas para el baño son necesarias en la ciudad. “Tienen recirculación y cloración de agua, lo que evita problemas sanitarios”, agrega el académico.

Después de unos minutos caminando en el borde de la pileta, Virginia le dice a su nieta que se despida del agua. Le limpia las manos y la pone en el coche. “Para que salga de la curiosidad de tocar el agua, la dejo que la toque un poco. Como tiene tres años, le llama la atención”, dice mientras mira el agua. Ambas dejan atrás la fuente de agua, la misma que durante la ola de calor, fue usada como piscina durante por personas en situación de calle.

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