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Opinión

27 de Diciembre de 2012

El desfile de los pavos

El año que viene, para los chilenos, será un año políticamente interesante. Un año de campañas en las que no sólo concursarán los publicistas. Los movimientos sociales pusieron en órbita una serie de interrogantes postergadas. ¿Qué es más importante, la libertad de los padres para elegir el colegio de sus hijos o la obligación estatal […]

Patricio Fernández
Patricio Fernández
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El año que viene, para los chilenos, será un año políticamente interesante. Un año de campañas en las que no sólo concursarán los publicistas. Los movimientos sociales pusieron en órbita una serie de interrogantes postergadas. ¿Qué es más importante, la libertad de los padres para elegir el colegio de sus hijos o la obligación estatal de proveer una educación lo más igualitaria posible para todos sus habitantes? ¿Impulsar la libre empresa o el derecho de un pueblo a escoger sus modos de vida? ¿Conservar los valores primeros del matrimonio –procrear, etc.– entre un hombre y una mujer, o entender que las instituciones evolucionan, y que hoy simplemente éste sella un tipo muy especial de compromiso entre dos seres humanos? Yo soy partidario de promover entre los miembros de cualquier categoría sexual eso que se ha dado en llamar Acuerdo de Vida en Pareja.

Me resulta más llevadero que el matrimonio histórico. Algunos olvidan que en sus orígenes, y durante siglos, no fueron los contrayentes quienes eligieron con quién se casaban, sino sus padres. Los contratos por amor son siempre para toda la vida, solo que la vida es tan larga… ¿Corresponde que alguien decida por otro con quién es bueno acostarse y con quién no? Estos problemas, por supuesto, como todos los grandes problemas, están repletos de matices. ¿Cuánto debemos pagar por el hecho de vivir juntos? ¿Cuántos derechos y cuántos deberes caben en la ecuación aconsejada? Ninguno de los bloques existentes, en el actual estado de cosas, representa a la mayoría. Los defensores del lucro, en todo caso, han sido últimamente protagonistas de escándalos más bullados que los de sus contestatarios. Desaparecieron los peñascazos, y quedaron las estafas al descubierto.

Las preguntas, esta vez, serán menos genéricas. ¿Están dispuestos a dar pasos concretos hacia una nueva Constitución? ¿Es acaso un momento constituyente? ¿Qué pasos? ¿Por qué sería mejor una nueva Constitución si con esta que tenemos se supone que hemos avanzado tanto? ¿Usted me quiere decir que progreso es salir del barrio pobre en que se nació, o más bien seguir viviendo en un barrio que mejora con el tiempo? ¿Energías renovables y experimentación, aunque cuesten inicialmente más caras, o generación veloz de energía, para que las industrian crezcan sin pérdida de tiempo, y hasta el más pobre sea más rico lo antes posible? Bachelet dijo que hablaría en marzo. Yo espero que, si no en público, comience ya las conversaciones en privado. El gobierno por venir no será nada de fácil. Habrá muchas decisiones que tomar, y, a un cierto punto, el silencio habla. ¿Estará ansiosa por conocer más de las organizaciones nacientes? ¿Habrá tendido lazos? Sus voceros, por el momento, han demostrado ser los viejos vinagres. La pataleta de Carlos Larraín, todos lo sabemos, es anecdótica. Ni siquiera la relación de su partido con el gobierno hoy importa demasiado. Son material para las noticias de la semana. Golborne parece que se está apagando, aunque vaya uno a saber si las empluma. Ojalá se imponga Allamand. Tendría respuestas algo menos gelatinosas. Me intriga en qué andará Marco Enríquez. Me dicen que recorre las provincias. De ser así, chapó. En estos momentos, desfilan los pavos. Mientras la historia avanza.

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