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Opinión

22 de Abril de 2013

Ricardo Cid, el pastor más delirante de Chile: “¡Piñera me quiere mataaaaar!”

El pastor que se hizo famoso por hacer llover oro vive por estos días un conflicto más terrenal: un joven de su iglesia lo denunció por abuso sexual y el líder evangélico intentó suicidarse en La Moneda con una pistola a fogueo. Luego, en un arranque de locura, quiso matar a su chofer. Cid se paseó por los canales alegando inocencia, acusando a la derecha de querer matarlo y llamando a votar por Bachelet. El viernes santo hablamos con él y este fue su “mensaje”.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
Por


Foto: Alejandro Olivares

Es viernes santo y en la iglesia Impacto de Dios se espera que ocurran verdaderos milagros de Cristo. Se espera, por ejemplo, que inválidos salgan caminando, que ciegos recuperen la visión, que sordos escuchen por primera vez la palabra del Señor. Pero también se espera un milagro para su máximo representante del templo, el pastor Ricardo Cid, que por estos días ha sido acusado de abuso sexual a un menor e intentó suicidarse frente al Palacio La Moneda con una pistola de fogueo. Los fieles quieren el milagro. Oran para que se aleje el diablo del templo que quiere destruir a su Siervo más querido con una serie de infamias.

El pastor se hace esperar. Mientras, unas doscientas personas escuchan atentamente las palabras de una pastora centroamericana que llama a los fieles pecadores a limpiar su alma y evitar llegar al temido lago de fuego. Se escuchan cánticos religiosos que provocan que algunos fieles caigan en trance y se muevan como si tuvieran una crisis epiléptica. Una mujer joven da vueltas en círculo con los brazos extendidos y los ojos cerrados. Sólo se detiene una hora después cuando se desmaya. Lo mismo pasa con otras diez mujeres que visten de blusa blanca y falda negra. Los niños miran a sus mamás sin entender nada. Todas caen en trance y lloran mirando al cielo. Gritan en otras lenguas. En el templo todos están en éxtasis.

Una hora después llega el Obispo Cid que se baja de un auto polarizado escoltado por cuatro hombres vestidos de negro, gafas oscuras y peinados engominados. Parece un rockstar. Reparte saludos por todos lados. Dos mujeres lo reciben con besos y abrazos.

-Fuerza, Siervo Cid, el pueblo está con usted- le gritan. El pastor les agradece y las deja pasadas a perfume Carolina Herrera. Para todos ellos, Ricardo Cid es un especie de semidiós, un mesías, un Siervo de Cristo, el único elegido para hacer llover oro. “El que ha estado tres veces en el infierno y vivió para contarlo”, dice una abuelita.

OCHO HORAS EN EL CIELO
Después de repartir saludos y hablar para el programa Intrusos, el mismo viernes santo, el pastor Cid entra a su oficina. Lo acompañan su mamá Lucía y su tía Mónica. Ambas tienen el pelo largo y usan faldas al tobillo. También se suman cuatro pastores que integran su círculo más cercano y se quedan escuchando la entrevista.

El pastor Cid no habla, grita. Cuesta que se calle. A ratos se pone a llorar y al segundo hace como si nada hubiese ocurrido. Y cambia de tema. Cuenta, por ejemplo, que a los 9 años empezó a tener sueños, no alucinaciones, donde se veía predicando en medio del mar o en iglesias tapizadas de oro y plata. Después habría sido “transportado” a un túnel donde conoció al mismísimo Dios en persona. El 10 de noviembre de 1994 marcaría su vida: se convirtió en el elegido del Señor. Un mesías. Un semidiós. Toda su verdad, dice, está en el dvd “Ocho horas en el cielo”, que suma más de diez mil visitas en youtube.

¿Cómo es el cielo?
-Escuché voces de trompetas en el camino. Y cientos y cientos de gente que susurraban la palabra de Dios. Una mano me tocó en un culto y caí rendido sin fuerza. No podía hablar. Esa mano me subió al cielo. La tierra empezó a alejarse de mí. La luna que está sobre la tierra, la vi con mis ojos, al igual que el sol. Cruzamos las nubes glorificando a Dios. Y me llevó por ocho horas al tercer cielo. Y llegué a un túnel larguísimo que quedaba a millones y millones de años luz. Yo temblaba, Ahí una voz celestial, que después supe que era la de Dios, que estremeció los cielos, me murmuró “sé santo, sé santo, sé santo Ricardo, trasmite mi mensaje”.

¿Por qué te escogió a ti, a un chileno?
-Esto ocurre en todos lados. Hay elegidos en Canadá, Puerto Rico y también en esta nación. Porque Cristo ama a Chile.

¿Cómo es Dios?
-Dios es musculoso, poderoso. No era de yeso ni de madera, sino que era un Cristo vivo. Tenía músculos en sus brazos. Es blanco como la nieve, sus ojos eran como una perla brillante, su piel como la de un bebé, su cuerpo musculoso. Era un cuerpo hermoso. El señor me llevó por calles de oro, me llenó el cuerpo de oro, todo era oro. Y yo tiraba el oro sobre mi cuerpo.

Ricardo Cid, que en ese entonces era un simple feligrés, solo atinó a responderle a Dios: “no puedo ser santo, soy humano, tengo errores como todos. He mirado a los mujeres con otros ojos, soy un pecador”.

¿Usted ha pecado mucho?
-Somos carne, hija. Dios mío, los ojos se te van, se te van, se te van al escote. Porque ahora la mujer está muy descotada y sin darse cuenta uno dice “perdóname, chuta, ay, Dios mío, ayúdame”. Y Dios te ayuda.
Luego de una negociación con Dios, cuenta Cid, este le pidió que creara un ministerio y que fuera su líder espiritual. Y le ordenó salir a predicar el verdadero evangelio a razas y naciones. Cid, llorando, le aseguró a Dios que cumpliría su palabra.

Ya en tierra nuevamente, juntó a su familia, les contó sobre la bendición divina. Al poco tiempo el clan inauguraría su propia catedral. “Yo no sabía que nombre colocarle, así que le consulté a Dios, quien me hizo mirar al cielo donde se formó con letras de oro la frase Impacto de Dios y así la llamé”, recuerda.

Su hermana Sandra fue la primera pastora de su templo y Cid se autoproclamó Obispo. En las primeras reuniones no iban más de siete personas. Pero eso poco importaba. De a poco se empezó a correr la voz de que había un pastor que hacía llover oro. Y empezaron a llegar en masa los fieles.

Pero no todo fue bienaventuranza. Su hermana Sandra en el año 2006 lo acusó de homosexual y de haberlo pillado teniendo relaciones sexuales con un feligrés en el templo. El obispo Cid se defendió de las calumnias acusando a su hermana del robo de millones de pesos desde el templo.

Fue el comienzo del fin para el obispo. Desde EEUU le quitaron la ayuda económica y debió conformarse con las regalías de algunos feligreses que aún confiaban en su palabra. El golpe más fuerte vino después, cuando lo echaron de su templo por no pagar el arriendo. Cid, entonces, se tomó una esquina del Parque Almagro donde juntaba a sus fieles. Los vecinos lo denunciaron a la municipalidad de Santiago por ruidos molestos y el comercio ilegal que se armaba espontáneamente los días de culto. El pastor se enfrascó en una pelea con el entonces alcalde Zalaquett. Al final lo echaron. Y no se supo más de las andanzas del religioso hasta que volvió a las páginas policiales.

EL SACRIFICIO DEL SIERVO
Hace dos semanas, el obispo Cid se desayunó con una noticia en la tele. Un joven de 17 años, que participaba en el coro de la iglesia Impacto de Dios, lo acusó de abuso sexual y entregó detalles escabrosos. Denunció que el líder espiritual le había dado besos en la boca, corrido mano y que habían más casos de abusos que el pastor silenciaba con plata. Cid al ver la nota, cayó en shock, pescó un arma y se fue derechito a La Moneda con la intención de matarse. Pero antes llamó a la prensa. En el palacio de gobierno, el pastor montó el tremendo show. Pescó su pistola y disparó al aire. Los carabineros lograron reducirlo, pero al poco rato comprobaron que el arma era de fogueo.

¿Por qué alguien querría matarse con una pistola de fogueo?
-Es demasiado la persecución contra este Siervo, contra este pastor, contra este obispo. ¡Hasta cuándo! Me cansé. Por eso cumplí mi palabra y me quise matar. La asesora del gobierno, Gloria no sé cuánto, sabía que el pastor Cid atentaría contra su vida. El presidente de Chile sabía que este pastor atentaría con su vida. Y no hizoo naaada.

¿Por qué morir en La Moneda?
-Hija, yo quería morir en la casa de Allende, como un mártir. Y yo estaba dispuesto a irme al infierno por el pueblo. No me importaba nada. En mi corazón esperaba que los carabineros abrieran fuego contra este servidor para irme al cielo. Te estoy hablando con el dolor que ando trayendo todo el día aquí dentro (solloza).
Luego de un minuto, recupera la voz y larga: “pero no lo hicieron. El único daño que me hicieron fue no matarme. El Piñera es más astuto, es como la serpiente antigua. Pero, hija, es mejor que no me hayan matado. En Cancún me esperan cinco estadios de 40 mil personas. Tengo una multitud de gente que me sigue por todo el país. He llenado estadios, tú crees que ésta es la única nación que tengo. No. Tengo miles, miles y miles. Tengo gran parte de Chile del lado mío. Por eso no le daré el gusto a Piñera de verme muerto. Yo ¡luscharé, luscharé, luscharéee por mi pueblo!

El pastor Cid se pone a llorar. Su tía y mamá lo animan a seguir. El pastor obedece. “ME VOY A MATARRRRMEEE, MEEE VOY A MATARRRMEEE EN LA MONEDA!!!, grita. Luego agrega: “mataron a Cristo porque no les convenía que hablara tanto. Por eso no les conviene que yo hable tanto”.

Pero usted no es Cristo.
-No lo soy. Lo que pasa es que los mismos obispos me dijeron: “obispo, no siga hablando porque lo van a matar, lo van a matar, lo van a matar”. Todo el pueblo sabe que quieren mi cabeza. El gobierno quiere mi cabeza. El gobierno quiere mi cuello.

Su mamá, enfundada en un vestido color damasco, mete la cuchara: “Él es un Siervo de Dios. Dios siempre lo guardó, como a Abraham, como guardó a muchos de sus escogidos. Si él señor lo llevó ocho horas al cielo, es porque él es un Siervo de Dios y no será fácil matarlo”.

EL DIABLO Y LA MANDOLINA
Sus fieles ponen las manos al fuego por el pastor. Es más, dicen, que el diablo se metió en el templo con la clara intención de desprestigiar al “Siervo Cid”. Por eso no dan crédito a la denuncia de abuso sexual. “El muchacho inventó todo después que lo pillamos robándose una mandolina del coro. Hasta su familia nos ha manifestado su apoyo. El diablo que se metió en su cuerpo quiere matar y destruir al Siervo Cid”, reflexiona la pastora Claudina Cáceres.

La tía del Obispo Cid asiente con la cabeza y agrega: “Te lo digo delante de Dios, hija, él jamás, jamás, jamás ha sido un pedófilico y homosexual. Eso es una mentira del diablo. El Siervo Cid es lo más macho que hay, es hombrecito para sus cosas. Pudiendo casarse dos veces ¡no lo hizo! No porque no le gustaran las mujeres, sino que por amor a su templo. Fue un sacrificio en honor a Cristo”.

El pastor se defiende de la denuncia en su contra. Dice que no le gustan los niños y que no es “pedofílico”. “Si veo a alguien toqueteando o besuqueando a un niño, me tiro encima del abusador y dejo la grande. A los niños hay que respetarlos.

¿Le molesta cuando lo tratan de gay?
-Claro que molesta, porque no soy homosexual.

¿Pero le gustan los hombres?
-Cómo se te ocurre, hija. No. No. No. No tengo nada en contra de ellos. Que hagan lo que quieran con su vida. Yo como pastor te hablaré con la verdad. Para mí que la derecha le pagó a este joven para que me acusara”.

¿Pero qué tiene que ver el gobierno con la denuncia de abuso sexual en su contra?
-Tiene que ver. Piñera me quiere mataaar, quiere destruir mi iglesia, porque pienso distinto a él. Y paga para que me destruyan. Piñera quiere hacer lo mismo que hizo con Camiroaga: hacerme desaparecer porque soy un líder. A esos tipos no les importa la vida, no les importa naaadaaa… Yo te voy a decirte una cosa: estamos igual que en los tiempos de la dictadura donde hacían lo mismo. Con la señora Bachelet estas cosas no pasaban. Ella no me perseguía. Por eso quiero que salga presidenta. Es la presidenta del pueblo. ¡Gloria a Dios! ¡que Dios bendiga a la señora Bachelet!

-Que Dios la bendiga y que la guarde en su santo reino- remata su tía Ángela.

EL ORO ES ORO
El miércoles pasado en el culto habitual en la iglesia Impacto de Dios, no habían más de veinte personas. No había nadie en trance. Ni música cristiana. Nadie tampoco quería hablar del pastor y sus problemas. Esa tarde el líder evangélico llegó atrasado al templo y sin ganas de hablar. La noche anterior lo habían tomado preso por intento de homicidio. En un arranque de locura, intentó ahorcar a su chofer Jonathan Vásquez porque lo había criticado por sus nefastas apariciones televisivas.

Jonathan lo trató de loco…
-Chi, ¿por tomar ravotril? Cualquiera que esté enfermo de los nervios, como este pastor, se toma un par de ravotril. Es más, puedo tomarme hasta cuatro cuando ando con los nervios de punta. Yo tomo ravotril para tratar la ansiedad, el sufrimiento y el dolor. Pero eso no quiere decir que esté loco.

Pero la iglesia evangélica le quitó el piso…
-Emiliano Soto dijo que yo era como un llanero solitario. Pero él no representa a nadie. Su iglesia es muy chica. La iglesia de Emiliano Soto no tiene más de diez personas. Si alguien le va a tomar en cuenta sus palabras, ellos sabrán. Todo lo que tengo yo, no tiene comparación. Yo debería ser el obispo mayor de todos los obispos. Porque no hay iglesia como mi iglesia.

¿Cuánto gana un obispo?
-Los obispos se mantienen con la ayuda del pueblo. Pero no ando por la plata ni por el oro de la gente. De hecho, yo quiero que el gobierno me pague los mil millones de pesos que adeudan a mi pueblo. Quiero que me devuelvan las casas. Quiero que me devuelvan todo.

Usted se queja que le deben dinero de todos lados, ¿por qué no hace llover plata?
-No soy mago. Dios le puede mandar una bendición grande. Y ahora con esta fuerza que me están dando, puede haber un milagro de este ser humano, de esta persona, de este Siervo Ricardo Cid.

El oro que hizo llover se comprobó que era falso, que era chanta.
-Lo que pasa es que el Fariña, es de derecha y cambió las cosas. Yo te comparo al Fariña no con el Guasón, sino con el pingüino. Verdad. Me cambió el oro de Dios y él lo sabe muy bien. Fue un engaño. El oro era oro.

¿Le han dicho que tiene un aire a Juan Gabriel?
-Schiaaa, él canta re lindo, pero re lindo soy yo.

En tuiter dice que escucha a Justin Timberlake, Lady Gaga, Justin Bieber…
-No, no es verdad.

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