Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Poder

5 de Mayo de 2013

Carlos Peña: “¿Acaso alguien piensa que Longueira, el sustituto -uno de los políticos que causa más alergia en el electorado- podrá ganar?”

En su tradicional columna de los domingos en El Mercurio, apunto a las grandes contradicciones de la política chilena, en relación a los conflictos de interés que marcaron el funeral vikingo a Golborne. “Y es que los dedos se hacen escasos para enumerar a conspicuos miembros de la UDI que tienen trayectorias peores que las de Golborne. ¿O acaso haber formado parte de una dictadura que violó flagrantemente los derechos humanos sin nunca haber pedido siquiera disculpas por ello no es peor que haber abusado de los consumidores?”.

Por

El columnista de El Mercurio, Carlos Peña, como todos los diarios de este fin de semana, dedicó sus letras a hablar de la salida de Golborne como candidato presencial de la UDI.

En poco más de 3500 caracteres, Peña asegura que más allá del caso Cencosud o la sociedad en los paraísos fiscales, Golborne salió porque era un chanta entre los políticos. No era ni chicha ni limonada. Un engendro mezcla de libre mercado, guitarrero de fogatas de apellido hebrero, pero de pasta política nada, máxime cuando no estaba marcando nada en las encuestas.

Peña, apuntó a que los hechos conocidos públicamente sobre sus conflictos de interés, al analizarlos, parecen pueriles, en contradicción con los argumentos de fondo que tuvo el gremialismo para extirpárselo, como si se tratara de un cáncer que podía avanzar. En este sentido comparó: “Y es que los dedos se hacen escasos para enumerar a conspicuos miembros de la UDI que tienen trayectorias peores que las de Golborne. ¿O acaso haber formado parte de una dictadura que violó flagrantemente los derechos humanos sin nunca haber pedido siquiera disculpas por ello no es peor que haber abusado de los consumidores?”.

Y se pregunta: “¿Acaso alguien piensa que Longueira, el sustituto -uno de los políticos que causa más alergia en el electorado- podrá ganar?”.

Peña insiste en que la explicación va por otro lado, escondida, serpenteante entre tanto rito de muerte política, mal funeral vikingo, desfenestración con flores antes del degollamiento y olvido.

Insiste en que los políticos que “cachan” de política, son aquellos que saben leer las señales, como Alessandri Palma, el León de Tarapacá, dijo. “La principal virtud del político consiste en saber intuir o detectar esa corriente, saber para dónde va la vida subterránea. Un gran político (en el sentido arquetípico de la expresión) fue Arturo Alessandri: detectó, antes que nadie, los desafíos de la sociedad de masas (otra cosa es qué hizo con ellos”.

Y remató: “Alguien en la UDI se dio cuenta cuáles son las corrientes subyacentes en la sociedad chilena. Advirtió que la hegemonía está trizada y que el campo de la política es hoy una arena en la que no se disputan los cargos del Estado, sino algo más grande. Nada menos que la índole de la modernización chilena: si acaso seguirá siendo estrictamente contributiva (donde cada uno recibe tanto como previamente da) o universalista (donde la condición de miembro de la comunidad es título suficiente para ser acreedor de ciertos bienes); si la corrección de la desigualdad seguirá entregada a la mejora incremental del capital humano (mediante la educación) o se acelerará (acentuando la redistribución); si, en fin, las políticas públicas seguirán garantizadas con quórums contramayoritarios o si, en cambio, estarán entregadas a la deliberación de la mayoría (mediante una reforma constitucional)”.

En otras palabras, Peña apuntó al riesgo del proyecto político ultramontano de la UDI. Por eso más allá de que pierdan las próximas elecciones presidenciales, reflexionó. Y sobre Longueira, el flamente reemplazo de última hora, insistió que, más allá de las alucionaciones de que habla con Jaime Guzmán, hay algo que no ve o no quiere ver y por eso se parece en algo a Golborne. “Y confirmaría el viejo aserto de que en la arena feroz de la política, casi siempre los protagonistas tienen una imagen distorsionada de su propio papel: no saben que suelen ser sombras de otros”, concluyó.

Notas relacionadas