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LA CALLE

14 de Mayo de 2013

La ruta de los casinos universitarios: con cuántas lucas comen los estudiantes

Casi tan importante como pasar un ramo corta cabeza o carretear un viernes, comer es una de las preocupaciones centrales de un estudiante universitario. Y cómo no sólo en años de acreditación se mide la calidad de las instituciones, The Clinic Online seleccionó diez planteles capitalinos para conocer en carne propia cómo son sus casinos, cuánto cuesta un almuerzo y cuáles son las alternativas alimenticias del futuro de Chile. De sopaipillas al Starbucks, un paso.

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Desde que estalló el movimiento estudiantil, en 2011, la discusión sobre el costo de la educación en Chile se convirtió en el debate político favorito de nuestros parlamentarios. Sin embargo, poco y nada sabemos sobre la cotidianidad de los estudiantes, que más allá del endeudamiento a largo plazo con los banqueros abusados (perdónenos señor Jorge Awad por la patudez de mencionarlos) deben tener lucas fresquitas en el bolsillo para comer en los casinos de sus universidades, porque nadie rinde bien si está con la tripa vacía.

Y dentro de la diversidad de dramas del chileno promedio que busca progresar en la vida (Golborne es nuestro copiloto) del tipo falta de plata para sacar fotocopias, hay uno transversal: las monedas para el pan nuestro de cada día en la U. La diversidad de la oferta; el precio de un almuerzo o de un café; la calidad de las instalaciones o la efectividad de la tarjeta de la Junaeb son algunos de los aspectos fundamentales que fuimos a conocer -cual Ruta de la Seda pero sin glamour- en diez universidades de Santiago, que abarcan a todos los quintiles que componen nuestro vilipendiado sistema educativo. Aquí la lista de “cuánto sale el pan con queso, tía”:

1-Universidad del Desarrollo (campus rector Ernesto Silva Bafalluy, Las Condes)

Al ingresar sorprende la rigidez de la arquitectura de los edificios, todos de hormigón al aire y uniformadas puertas azules por donde sea que se mire. En el pasillo hacia el casino, cuyo primer hito es un cajero automático, aparecen baños diferenciados entre “alumnos” y “profesores”, y un diario mural que invita a la reflexión y el servicio social con afiches tipo “Vive la calle, un kilo de lentejas por un kilo de alegría”.

El epicentro de la alimentación de la UDD es el casino ubicado al centro del predio, que da la bienvenida con cuatro microondas impecables y múltiples sillones de cuero al estilo Starbucks. Interrumpidos en su sobremesa, un grupo de espigados alumnos comenta la calidad de su dieta: “el casino es bueno, lo malo es que son pocas las opciones de precio y las comidas no son muy saludables. Pero también está la cafetería al frente y al lado el Líder; muchos se van a comer pallá”.

Efectivamente los precios son altos. El “clásico” del lugar, las papas supreme (con carne de vacuno y queso cheddar) vale $2790; le siguen las salchipapas italianas a $2490, mientras para los menos adinerados se ofrece un hot dog + bebida a $1490. Al lado, otro afiche benéfico: “junta chapitas y cámbiale la cara a la solidaridad”. Cuesta concentrarse en la comida con tanta alumna con cara de modelo.

La sorpresa del lugar es un carrito que pareciera ser de completos, pero que, contra toda apuesta de este humilde servidor, vende distintas especialidades de la yerba mate. Su nombre es Pop Mate y su vendedora una sensual tesista de sicología que explica: “es un producto innovador que lleva un mes vendiéndose. El proyecto es de un ingeniero comercial, de quinto  año. Lo que más se vende es uno que es como el latte del Starbucks”.

Marcela Saavedra, así se llama la chica a la que le compraría todos los mates, agrega que es caro comer en la UDD: “si andai sin desayuno y te quedai hasta tarde tenis que gastar unas seis lucas, es carísimo”.

Más disgustados, Rafael y Benja disparan: “comemos como el pico. Hay mucha comida chatarra. Pero también podis traer comida de la casa, depende de ti. Aquí con tres lucas comis la raja. Afuera piensan que porque somos de la UDD estamos forraos”. Por último, está la esplendorosa cafetería Coffee Break. Estos son sus precios: Hallulla jamón-queso: $890, té $890. Se reproducen diversos sillones de cuero. No se menciona la sigla Junaeb.

2- Universidad de Los Andes (Las Condes)

En su interior, la atmósfera lúgubre y la luz tímida llaman a la oración y la prudencia. Entre la oscuridad eclesiástica del casino de Ingeniería Comercial (los seis edificios del campus cuentan con su casino), seis bellezas hacen tertulia casi acostadas en un sofá redondo. Un verdadero living. Al frente, una lola de apariencia más mundana se queja: “los almuerzos son buenos, pero poco asequibles: cinco lucas la bandeja completa”. Aunque admite que en Ciencias se puede encontrar sushi y tacos.

El confort es el sello de los casinos de la U Andes. Sólo en su interior hay cuatro tipos de sillas, con diseños vanguardistas y otros más conservadores. También hay una pantalla LED que pasa las noticias. En el diario mural se motiva a jugar fútbol en el colegio Tabancura: $140 mil por equipo 5×5.

Afuera, al alero de una pileta que pareciera anunciar la presencia de Dios, un grupo de alumnos trata de resolver un imposible ejercicio matemático. Uno de los muchachos defiende con orgullo la capacidad alimenticia del plantel: “Hay más variedad que la mierda. Los precios son caro-piolaTenemos sillones. A veces cuando el plato es rico te cobran tres lucas, pero hay hartos microondas para los que no quieran pagar”.

3- Universidad Adolfo Ibañez (Alto Peñalolén)

De las universidad Abc1 es la que presenta mejores alternativas para sus alumnos, entre los que ya se puede apreciar alumnos morenitos. En la cómoda cafetería Coffee Break hay tres plasmas que indican los horarios de las diferentes carreras. Algunos de sus precios: té $650; Barros Jarpa $1790.

En el casino empinado en las faldas andinas, la bandeja completa vale $2590, aunque Carlos de Ingeniería Comercial se queja de que “sube tres gambas por semestre”. Eso sí, agradece que los menús son variados y cuentan con buffet. Además, hay diversos kioskos, máquinas de snacks y carritos de comida rápida. Pablo, alumno becado, se queja de que con la tarjeta Junaeb no alcanza para un buen almuerzo.

Rodrigo Jiménez, de Ingeniería Civil, cuenta que “hay de todo, desde pizza a sushi, pasando por ensaladas y comida chatarra”. Además, alaba la calidad del local “El Hoyo”, donde el almuerzo vale $2900 con bebida y entrada. “No he escuchado quejas. Hay hartos microondas para los que no quieran gastar. También está el Hot spot para comer comida chatarra”. El sushi de cinco piezas vale $1200.

4- Universidad de Chile (Campus Juan Gómez Millas)

El campus Juan Gómez Millas, ubicado en Macul con Grecia en la comuna de Ñuñoa, ofrece la más amplia variedad de opciones alimenticias. Sus instalaciones albergan seis facultades, y casi todas tienen casino. El almuerzo completo (para alumnos con o sin beca Junaeb) vale $1800 en el casino de periodismo; en el de Filosofía $1600 y en el de Ciencias Sociales $1850. El logo Junaeb estás en toditos los locales.

Sin embargo, Camila de Biotecnología critica al casino de Ciencias: “acá comer es maravilloso. Barato y rico, menos en el casino de Ciencias donde hoy hay lentejas y mañana lentejas”.

El entorno de Gómez Millas destaca también por la gigantesca industria de las sopaipillas. En la cuadra a la redonda hay por lo menos cuatro carritos, donde se puede pillar una sopaipa a $80 y hasta vegetarianas hechas con manteca vegetal.

En los kioskos y casinos de JGM (que pertenecen a microempresarios y no a Sodexo) el té se puede encontrar a $300 y las empanadas a $700 (en kioskos) y a $500 (vendedores ambulantes). La debilidad del campus está en los microondas. Federico Sepúlveda, estudiante de periodismo, dice que “se hacen las medias colas en el casino, los aparatos no calientan y no giran, porque no tienen el platito”.

5- Utem (Campus Macul)

La Utem es el paraíso alimenticio para comer con pocos recursos. La mayoría de los estudiantes prefieren a la popular “tía” Sole, cuyo kiosko está en la salida a la calle Las Palmeras. Junto a la vereda, la señora tiene cuatro sillas donde los muchachos se sientan a degustar chaparras (masa con vienesas y queso) con bebida ($700 con Fruna chica y $850 con Fruna grande); empanadas napolitanas  ($700); hamburguesas de soya ($600) o panes aliados ($500).

“Las chaparras arrasan”, asegura la tía Sole, que lleva más de diez años en el sector.

Estilosos y fashions, un grupo de futuros ingenieros industriales comenta su realidad almuerceril. Ante la pregunta “¿Qué comen?”, un pícaro responde: “¿se cuentan las mujeres bien acicalás? jaja, nah, donde la tía Sole. Nadie compra en el casino; la comida que dan con la Junaeb ($1300) es mala. También vamos al patio de comidas del mall (Portal Ñuñoa). Ahí por plata y cantidad conviene el Doggis”.

En la Utem no tienen problemas de microondas, pues poseen por lo menos uno por carrera. “De microondas nunca vai a estar corto. Que calienten es otra cosa“, agrega el pícaro. Sin embargo, son poco los que llevan comida de la casa. La explicación la tiene Jorge: “hay caleta becados. Somos estudiantes precarizados. Acá el 70% tiene la Junaeb y cuando alguien no tiene, los amigos se rajan. Por algo se llena la hueá del patio (de comidas)”.

Por último, Jorge hace sus descargos con la administración del campus Juan Gómez Millas de la Chile, que está al lado: “lo peor que nos pasó es que no nos dejaran entrar a la Chile. Antes, a la hora de almuerzo, había más estudiantes de la Utem que de la Chile”. El planeta sopaipillas-arrollados también está en la dieta.

6- Universidad Católica de Chile (Campus San Joaquín)

Tiene tres casinos principales: el del hall; el de Sociales y el de Ingeniería. El del hall está aledaño a un Banco Santander (con tres cajeros automáticos); un Lápiz López y un Savory Break. El casino tiene cómodas sillas pláticas, además de sillones de cuero.

Con Junaeb, el almuerzo vale $1500. La bandeja completa, en tanto, se eleva a $2500. Algunos precios del Break son: hallulla $690; completo italiano $1090. Para los que traen almuerzo de la casa abundan los microondas en estado excelente. Martín, Santiago y José, de tercero de Historia, lamentan la falta de kioskos con productos baratos: “Quedan pocos carritos. Ya sacaron a unos peruanos que vendían empanadas. Los acusaron de truchos. Acá se come bien con dos lucas mínimo”.

También disparan contra la presencia de un Starbucks, el único que vimos en todo el recorrido: “lo encontramos nefasto. Le da un toque de clasismo a la universidad, porque mientras unos comen en el pasto pasan otros con un mega café de tres lucas. Es provocador y da mala imagen. Dicen que un 5% de las ganancias va a la beca Cardenal Silva Henríquez”. Algunos precios del Starbucks: té entre $1350 y $1700; café mocha blanco venti $3150.

Otros precios del casino de ingeniería: café a $690; almuerzo entre $2350 y $2900 en El Rincón.

7- Universidad Santo Tomás

Cuentan con un enorme casino ubicado en el piso zócalo. Sin embargo, los espacios escasean entre las más de cien mesas y sillas de plástico blancas (las típicas de fuente de soda). Sin embargo, el precio es lo más convenientes dentro de las universidades privadas visitadas: $1600 la bandeja completa con beca Junaeb (fondo, jugo, pan, ensalada y postre). Para alguien que no cuenta con el beneficio estatal: $2220.

Lo positivo: sólo en el zócalo hay 28 microondas de última generación.  No obstante, una alumna se queja de la preparación de las comidas del casino: “Es caro y dan muy poco, es una mierda. Le echan agua al puré. Prefiero las fajitas o completos en un local de afuera”.

“Para estar todo el día gasto como máximo luca”. También hay un Punto Break de Sodexo. Sus precios: té $450; café chico $550.

8- Universidad Diego Portales (Facultad de Comunicaciones)

El casino es pequeño, con mesas y sillas negras en su interior hacinado. Afuera, entre plantas y el taca-taca las mesas son metálicas y el espacio más amplio. Los precios son adecuados, pero los alumnos alegan que los principales problemas están en el servicio y la organización.

Pagando con Junaeb, el plato solo vale $1300. Para los desafectados de la ayuda estatal, el precio se eleva a $2200 con postre. Jennifer García, de Publicidad, comenta: “el precio es razonable y hay variación para vegetarianos, pero cuando todos salen a la 1 el espacio se hace chico. El personal es poco y mala onda. La mayoría trae comida o sale a comer afuera”. El problema es que hay apenas dos microondas, que no dan abasto.

Algunos precios: churrasco italiano más bebida $1750; café chico $600 y sándwich de queso $400. Para sobrevivir un día entero se necesitan $2500.

9- Universidad Andrés Bello (República)

Todo el centro de operaciones alimenticio de la Unab de República ocurre en el edificio B3, donde hay dos casinos (uno grande y uno chico). El más grande está en el piso -1 y es muy caluroso; tiene estilosas sillas de plástico y madera; pantallas LED y juegos.

Los alumnos se quejan de que almorzar aquí es caro: con Junaeb (plato solo) cuesta $1300 y la bandeja completa $2190. Otros precios: té $450; empanada napolitana $950 y hallulla $690.

Un grupo de estudiantes de ingeniería civil industrial precisa: “es caro, nosotros preferimos salir a comer fajitas o completos; o traer comida de la casa. Por suerte hay varios microondas (en el casino se lucen impecables ocho aparatos de última generación). Ojalá hubieran espacios al aire libre”.

Se sobrevive el día entero con $3000.

10- Universidad de Santiago de Chile

Cuenta con dos casinos comunes (Facultad de Economía y Planetario), pero con uno monumental: el central. Ubicado en la zona de la legendaria Escuela de Artes y Oficio, ofrece dos salones gigantescos con sillas colegiales de madera tipo quinto básico.

La gran virtud de este recinto es que de todo el recorrido que hicimos, es el único que da un almuerzo de bandeja completa (fondo, sopa o ensalada, pan, jugo y postre) a sólo $1300 para los becados Junaeb, que bordean el 70% del estudiantado. Sin beca, el almuerzo completo sale $2000. Los que no tienen tarjeta Junaeb pueden ir a un local de la Villa Portales, donde el almuerzo con todo sale $1500.

Los que cuentan con menos lucas, pueden encontrar empanadas a $700 y completos gigantes a $850. El té vale $250 y el pan aliado $500. Según un grupo de estudiantes de ingeniería eléctrica, un 20% del plantel trae comida de la casa, para lo que hay suficientes microondas funcionando bien. El comercio ambulante ofrece a módicos precios “todo lo que es” sushi y hambuguesas de soya.

Para estar todo el día se come con máximo $2500.

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