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Cultura

29 de Junio de 2013

Dave Gibbons, ilustrador de Watchmen: “Hoy necesitamos héroes en política”

Vía Elpais.com El cómic se hizo adulto no hace tanto, en 1986. Fue de golpe. El milagro de la novela gráfica se llamó Watchmen, de complejidad narrativa sin igual hasta entonces y con un tratamiento del superhéroe de psiquiátrico. En los EEUU de 1985 que aún preside Nixon y marcados por el pavor nuclear contra […]

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Vía Elpais.com

El cómic se hizo adulto no hace tanto, en 1986. Fue de golpe. El milagro de la novela gráfica se llamó Watchmen, de complejidad narrativa sin igual hasta entonces y con un tratamiento del superhéroe de psiquiátrico. En los EEUU de 1985 que aún preside Nixon y marcados por el pavor nuclear contra la URSS, los superhéroes vigilantes que ayudaron a ganar en Vietnam han sido prohibidos y uno, El Comediante, asesinado. Por vez primera, los héroes son débiles, moralmente ambiguos, ideológicamente dudosos: Rorschach (amargado ultraderechista y paranoico), el Dr. Manhattan (con superpoderes pero incapaz de sintonizar con los sentimientos humanos), Ozymandias (genio extraño); Espectro de seda (fémina llena de complejos)…

El guionista fue el revolucionario Allan Moore (padre también de V de Vendetta), pero si la obra (premio Hugo a un cómic por vez primera, en 1988; entre las 100 mejores novelas de todos los tiempos, según Time en 2005) funciona es también por unas meticulosísimas ilustraciones de Dave Gibbons (Londres, 1949), que se sometió a una estructura muy clásica, con unas ya míticas nueve viñetas por página, pocos bocadillos, sin líneas de movimiento… “Fue un sacrificio consciente: el guión era ya lo bastante complejo como para hacer filigranas, por eso apostamos por un estilo directo que permitía también a Moore un mayor control de cada viñeta al saber la estructura”, comenta Gibbons en Barcelona, donde promociona la reedición de la obra en España bajo el sello ECC.

Pero como en todo en Watchmen, lo simple es apariencia. “Se trataba de confundir al lector ofreciéndole, bajo esa opción gráfica tradicional, un mensaje más complejo: la ambigüedad entre el bien y el mal, la doble moral del héroe… Es como caminar por un sendero floreado que acaba conduciendo de golpe a un bosque oscuro donde alguien te pega con un bate de béisbol”, simboliza Gibbons, con inquietante semisonrisa lateral bajo sus metálicas gafas.

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