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Poder

11 de Agosto de 2013

“Uno de los problemas del Presidente Piñera es su facilidad para banalizar”

Como todos los domingos, y éste no fue la excepción, el columnista de El Mercurio, Carlos Peña, afiló su pluma. En esta oportunidad tajeó al Presidente Sebastián Piñera, por el cagazo del censo 2012, principalmente en su manera de pedir perdón. “Uno de los problemas del Presidente Piñera -descontada su personalidad alérgica al carisma- es […]

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Como todos los domingos, y éste no fue la excepción, el columnista de El Mercurio, Carlos Peña, afiló su pluma.

En esta oportunidad tajeó al Presidente Sebastián Piñera, por el cagazo del censo 2012, principalmente en su manera de pedir perdón.

“Uno de los problemas del Presidente Piñera -descontada su personalidad alérgica al carisma- es su facilidad para banalizar, hasta casi desproveerlos de todo significado, las palabras y los conceptos”, escribió.

Peña recordó la frase del mandatario cuando se conoció el informe de la comisión que analizó los problemas de la muestra. En esa oportunidad dijo: “Se cometieron errores en la planificación y en la ejecución del censo del año 2012, y quiero pedir humildemente perdón a todos los chilenos por esos errores”.

Para Peña el perdón es “un concepto teológico de raíz abrahámica, es decir, se practica en general en las religiones monoteístas como la judía, la musulmana y la cristiana; aunque es en esta última donde presenta los rasgos más fuertes”.

Con ese contexto Peña analizó la palabra perdón, apuntando a todas las culturas y religiones que han poblado la tierra desde que el mundo es mundo y algunas personas que han usado la expresión, entre ellas Patricio Aylwin.

“Pero pedir perdón por la chapucería y ardides es estirar demasiado la nobleza del concepto. Por la chapucería y los ardides hay que dar disculpas y explicaciones (fue lo que alguna vez hizo Bachelet por el Transantiago), pero no pedir perdón. La petición de perdón adorna con una pátina la dignidad casi religiosa a lo que es simple incumplimiento objetivo de un deber”, apuntó.

E insistió: “Cuando el Presidente Piñera pide perdón por los errores deliberados del censo, no está intentando restablecer una comunidad rota ni lavar un pecado ni reconciliarse con el Dios en el que cree. Lo que está intentando es simplemente acallar las críticas y evitar que se advierta lo obvio: su propia e inevitable responsabilidad en el manejo de datos y su innegable megalomanía al presentar cifras. Lo que el Presidente hace es usar la solemnidad de un concepto para atenuar la torpeza gubernamental”.

A juicio de Peña, “la petición de perdón parece noble; pero es puro utilitarismo, el camino más breve para evitar las críticas y dar por saldado el asunto”.

A fin de cuentas, nadie se salva.

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