Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

7 de Diciembre de 2013

Los campeones del odio

  Vía Revista Replicante Un día de finales del año pasado iba hacia Chedraui Río Nilo —como se conoce esa zona del municipio de Tonalá— y cuando estaba parado a un semáforo de la Calzada Independencia, arteria que divide geográfica y socialmente a la ciudad de Guadalajara en dos partes, pasó a pie un travesti […]

The Clinic Online
The Clinic Online
Por

 

Vía Revista Replicante

Un día de finales del año pasado iba hacia Chedraui Río Nilo —como se conoce esa zona del municipio de Tonalá— y cuando estaba parado a un semáforo de la Calzada Independencia, arteria que divide geográfica y socialmente a la ciudad de Guadalajara en dos partes, pasó a pie un travesti que usualmente ronda con su perro y duerme en la calle por la llamada zona rosa de Chapultepec. Es, por el acento, un migrante centroamericano, con un estilo punk-harapiento. Desde una pick-up a mi lado una familia entera sentada en la caja trasera, desde niños de cuatro años, mamá e hijos adolescentes, se burlaron alegre y obscenamente de él, que iba tranquilo, por la banqueta, sin hacerles mucho caso.

El recuerdo de esa escena se me hizo más vívido, como si lo estuviera viendo en el espejo donde nos reflejábamos Alondra y yo, una hora después, mientras ella me hablaba de la represión que vivió en su familia cuando todavía era un niño llamado César. “Cuando supo que era homosexual mi papá me desconoció. Me decía que le daba vergüenza que la gente supiera que era su hijo”.
Esta infeliz coincidencia en cualquier otro lugar podría haber parecido solamente eso: una coincidencia. Pero en Guadalajara, ciudad donde “se dan los hombres, pero unos con otros” —como dice sarcástica Alondra y una vieja frase— es algo más. Porque la perla tapatía es uno de los lugares donde la fachada machista de sus hombres se convierte a menudo en violencia, que desemboca en actos de misoginia y homofobia que la ubican, con todo el estado de Jalisco, entre los primeros lugares del país por feminicidios y homicidios de homosexuales y transgéneros.

Historias de abusos, agresiones e impunidad se sumaron en mi libreta lo largo de más de cuatro años de reportear sobre este tipo de discriminación y de asesinatos, cometidos por parejas, amantes, proxenetas e instituciones. Familiares, víctimas y sobrevivientes fueron dibujando con sus relatos un panorama —del que aquí intentaré dar un fresco a través de algunos bocetos— poblado por distintas formas de aniquilar el “otro”, en el que, sin embargo, prevalece una constante: el odio hacia lo diferente.

El odio homofóbico I: El sueño

Desde los seis años, cuando se veía al espejo, César soñaba con ser mujer. Y, como mujer, se vestía y se veía; pero, como lo había aprendido en la familia, odiaba a los homosexuales. Pasarían muchos años, muchos espejos y muchas desventuras antes de que César Velázquez se convirtiera y se aceptara plenamente como Alondra Hernández.

Siga leyendo aquí

Notas relacionadas