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Opinión

9 de Abril de 2014

Una casa más grande

El 2014 no será sólo el año de la re-instalación de Bachelet en La Moneda, también será el año de la re-instalación de la centro derecha en la oposición. En este doble contexto, la centro derecha tiene una oportunidad histórica de revisar cuál es el aporte y espacio político donde va a desarrollarse en el […]

Francisco Irarrázaval
Francisco Irarrázaval
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El 2014 no será sólo el año de la re-instalación de Bachelet en La Moneda, también será el año de la re-instalación de la centro derecha en la oposición. En este doble contexto, la centro derecha tiene una oportunidad histórica de revisar cuál es el aporte y espacio político donde va a desarrollarse en el futuro.

Con este nuevo ciclo político, que se inicia con el término del primer gobierno de centro derecha en 50 años, nace la oportunidad de recoger el guante de la modernización ideológica que arrojó el presidente Piñera. Nace la oportunidad de detener los viejos conflictos entre quienes estuvieron a favor del golpe y de quienes fueron golpeados. Nace la oportunidad de comenzar a definir principios que nos proyecten unidos y nos ayuden a interpretar las dificultades del Chile de hoy. Pero por sobre todo, nace la oportunidad de agrandar la casa de nuestro sector político para que más personas puedan entrar.

El recientemente instalado debate, sobre las revisiones de las declaraciones de principios, tanto en la UDI como en RN, en especial en lo que se refiere al Golpe Militar y su “acción libertadora”, deben ser frutos de profunda esperanza para todos quienes nacimos después del golpe militar, para quienes no votamos por el Sí ni el No -hoy ya más de la mitad del país- y para quienes queremos ser parte de una centro derecha moderna.

Crear una centro derecha cuyo ethos más profundo no esté asociado a la defensa política de una dictadura parece ser la mejor contribución que los líderes políticos de la UDI y RN le podrían hacer a las generaciones futuras, independientemente de que defiendan las reformas políticas y económicas concretas que dicho gobierno realizó.

Dicha revisión, debiera también abarcar el rol de la mujer en la sociedad, incorporando al hombre en la “crianza de hijos y cuidado de la familia”, así como también ampliando el rol de la mujer hacia todos los campos del quehacer humano. De hecho, no es claro que la declaración de principios deba contener capitulos especiales sobre esta materia, así como tampoco sobre el “nuevo rostro del marxismo”.

Además de estas actualizaciones -que resultan para muchos evidentes en el Chile de hoy- esta revisión puede ser una buena oportunidad para renovar las declaraciones de principios en ámbitos y temas que hoy están instalados en el debate público. Temas en los que la centro derecho ha tenido una postura pero que no necesariamente están en sus textos fundacionales.

Se debe, por ejemplo, definir con fuerza el rol de la libertad y la responsabilidad individual como medio para una sociedad más justa, inclusiva y equitativa, recalcando con mayor fuerza el rol del Estado allí donde las injusticias de cuna han eliminado la posiblidad de elegir o las oportunidades de surgir. Se deben reconocer la multiplicidad de familias existentes sin asignar más valor a unas por sobre las otras. Valorar la diversidad como fuente de conocimiento y riqueza. Abrazar nuestras herencias históricas y étnicas como fuentes de conocimiento, identidad y patrimonio.

Entender la ciudad como generadora de oportunidades y evitar las segregaciones de cualquier tipo. Recoger el rol de la sociedad civil como una organización que ayude a articular entre el individuo y el Estado. Defender sin tapujos el rol de “Lo Público” allí donde es necesario; educación y salud entre otros. Defender con orgullo los avances que Chile ha tenido en los últimos 30 años, avances que han sido positivos para la inmensa mayoría de los chilenos, y que nos dan hoy una base de aspiraciones más altas y equitativas. Defender sin excepciones los derechos humanos y condenar sus violaciones sin distinciones.

Sin embrago, cuántos de estos u otros puntos se incorporarán en este proceso de revisión interna no es lo más importante. Lo importante es que como sector político se abrace con mayor fuerza la diversidad de corrientes al interior de la centro derecha y se distinga con mayor claridad lo que es una alianza política de lo que es un partido. Sin duda este fue uno de los legados más importantes del presidente Piñera; mostrarnos una casa más grande para la centroderecha chilena. Una casa que quizás no es exactamente la que cada partido imaginaba, pero es una donde todos pueden tener una pieza sin traicionar sus principios.

Si cada uno de los partidos que componen la centro derecha, se abren a revisar sus prinicipios a la luz de los 30 años que han transcurrido desde que se escribieron. Si los nuevos movimientos y referentes políticos que han ido apareciendo, son recibidos con los brazos abiertos por la contribución que pueden hacer a la construcción de una casa más amplia, entonces quizás, sí tengamos la oportunidad de que nuestra casa vuelva a ser La Moneda. En esta re-instalación existe una oportunidad histórica. La buena noticia, es que la discusión está instalada.

*Consejero de Evopoli.

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