Dos futbolistas de apenas 65 kilos desafiarán este jueves el culto al músculo que impera en el fútbol: el brasileño Neymar da Silva Jr. y el croata Luka Modric son las estrellas encargadas de reivindicar los físicos livianos. Rivales enconados en sus clubes, Neymar, del Barcelona, y Modric, del Real Madrid, inaugurarán el Mundial de […]
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Dos futbolistas de apenas 65 kilos desafiarán este jueves el culto al músculo que impera en el fútbol: el brasileño Neymar da Silva Jr. y el croata Luka Modric son las estrellas encargadas de reivindicar los físicos livianos.
Rivales enconados en sus clubes, Neymar, del Barcelona, y Modric, del Real Madrid, inaugurarán el Mundial de Brasil en el Arena de São Paulo como dos de los jugadores que más atenciones atraen. No por su imponente físico, pero sí por su magistral técnica y visión de juego.
Los dos serían peso superligeros si se dedicasen al boxeo, pero se dedicaron al fútbol, un deporte que ha ganado en fuerza y previsibilidad y perdido en creatividad e improvisación. En detrimento de futbolistas como ellos.
Por eso, su opción por el balompié les llevó a ser una ‘rara avis’ en el escultural balompié de hoy en día, repleto de abdominales, bíceps protuberantes y prominentes pectorales.
La delgadez de ambos, más propia de corredores de maratón, levantó a algunas suspicacias, sobre todo en el caso del liviano Neymar.
Nada más fichar por el Barcelona, se sometió a un exigente plan de refuerzo de la muscular del tren superior y del inferior.
Los dos superligeros, que además miden en torno a los 1,75 metros, han suplido su escaso ‘punch’ físico gracias a la técnica, la colocación táctica, la velocidad y la inteligencia.
De Neymar restan pocos adjetivos para clasificar su innato talento para el balompié. Excelso técnicamente, ambidiestro, de envidiable aceleración y con un faro para el gol, tiene los ingredientes para convertirse en el heredero de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. Y apenas cuenta con 22 años.
Pero su primera temporada en el Barça ha tenido más claros que oscuros, tanto dentro, como fuera del campo. Un total de 14 aciertos -nueve en Liga, cuatro en ‘Champions’ y uno en Copa del Rey-, y ocho asistencias no han colmado las expectativas.
Fuera del campo, los números ocultos de su fichaje hicieron temblar los cimientos del Camp Nou, tanto que Sandro Rosell, el artífice de la millonaria transferencia, se vio abocado a la dimisión.
Con los ‘Canarinhos’ toca otra música. Vencedor de la Copa Confederaciones en el 2013 y considerado mejor jugador de aquel torneo -zarandeó a España en la final-, el hábil Neymar está arropado por los 190 millones de habitantes de Brasil.
Con 31 goles en 48 partidos con la selección, su jerarquía es indiscutible. Comienza por la protección de Luiz Felipe Scolari, un zorro viejo en lidiar con egos, y acaba por el respaldo unívoco de los más experimentados, como el capitán Thiago Silva.
“Nosotros necesitamos a Neymar como Portugal a Cristiano Ronaldo o Argentina a Messi”, aseveró Scolari después de empatar ante Serbia en el último amistoso antes del encuentro inaugural.
Para los croatas, la dependencia de Modric alcanza niveles parecidos. “El Cruyff” de los balcanes, apodo alusivo tanto a sus habilidades con el cuero como por el enjuto físico que compartía con el genio holandés, se ha forjado como un centrocampista total.
A pesar de desplegarse en una zona del campo proclive al choque, el croata, nacido en Zadar hace 28 años, evita los enfrentamientos físicos con agilidad, resistencia física e inteligencia táctica.
La estrella croata, cuyo ídolo no es Cruyff y sí el legendario Boban, ha evolucionado al calor de Carlo Ancelotti, entrenador que, después de la grave lesión de Sami Khedira, le entregó el mando del centro del campo junto a Xabi Alonso.
“Es excelso llevando el balón en conducción”, ha dicho de él Ancelotti. Un dato lo ilustra con nitidez.
En la ida de las semifinales frente al Bayern de Múnich de Pep Guardiola, registró un porcentaje de pases correctos asombroso: 97,1 % en el primera parte y 95,5 % en la segunda.
De su pie derecho, nació además el cabezazo salvador de Sergio Ramos en la final de la Liga de Campeones ante el Atlético de Madrid, el que forzó la prórroga en el 93.
Nueve asistencias de gol en todas las competiciones también le acreditan. Con Croacia, el creativo del Real Madrid busca los laureles de la generación de Suker, Jarni y su ídolo Boban, que acabó tercera en el Mundial de 1998.
De momento, suma 71 presencias con la selección, entre ellas dos en el Mundial del 2006, y ocho tantos.
“A Brasil viajamos humildes, modestos, pero hambrientos de buenos resultados”, ha asegurado Modric, producto de la prolífica cantera del Dinamo de Zagreb.
Antes de comenzar a rodar el balón, la pelea de los superligeros está igualada. Si Neymar venció los dos embates de Liga con el Barça (2-1 en el Camp Nou y 3-4 en el Santiado Bernabéu), Modric se coronó campeón de la Copa del Rey en la final de Valencia ante los culés. El Arena Cortinhians podrá dictar el desempate.