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Opinión

12 de Junio de 2014

Karen Espíndola, la obligaron a tener un hijo y él murió: ¡Paremos la tortura contra las mujeres!

Desde que supo que su embarazo era inviable, en el año 2008, Karen Espíndola golpeó todas las puertas intentando abortar. Su hijo finalmente nació y vivió con ella poco más de dos años. Un período tortuoso que la dejó prácticamente en bancarrota y con una depresión que todavía no supera. Espíndola denuncia la hipocresía de las agrupaciones pro-vida, el abandono del Estado y el sesgo religioso de los parlamentarios que no se atreven a legislar. “Dicen que están por la protección de la vida del que está por nacer, pero se olvidan de ellos cuando nacen”, sostiene.

Claudio Pizarro
Claudio Pizarro
Por

Karen-Espíndola
¡Abortista, asesina, atea”, le gritaron a Karen Espíndola en las tribunas del Congreso Nacional un grupo de enfurecidas mujeres de diversas organizaciones pro-vida, durante el debate sobre el aborto terapéutico el pasado 3 de abril. El ambiente estaba caldeado y algunas de las manifestantes, que portaban pequeños fetos de plástico en sus manos, no encontraron nada mejor que enrostrarle a la mujer, que el año 2008 pidió al Estado interrumpir su embarazo, que “parara de sufrir” y se “extirpara los ovarios”.

Las frases, cargadas de odio, no dejaron indiferente a Espíndola. “Fue una falta de respeto y me dio rabia. Es gente que no quiere ver más allá de sus zapatos, si se sienten tan misericordiosos por qué no ven el dolor en las otras personas. El cielo se gana con hechos, no con palabras”.

¿Qué otras cosas te dijeron?
-Puras estupideces, porque ni siquiera conocieron a mi hijo y lo único que hacían era criticarme. Me decían que estaba loca. Imagínate que había gente de Chile Unido, las mismas personas que me habían llamado diciendo que estaba induciendo a la gente a abortar y que si no quería a mi hijo lo entregara al pequeño Cotolengo… Los provida armaron un discurso del terror sobre el aborto cuando el proyecto sólo trataba sobre la idea de legislar. Son grupos de pastores evangélicos, de la iglesia católica, habían hasta monjas, son gente doble estándar que no hacen nada.

Por eso has dicho que su discurso es esquizofrénico.
-Es un discurso esquizofrénico e hipócrita porque dicen que están por la protección de la vida del que está por nacer, pero se olvidan de ellos cuando nacen. Hay una indiferencia generalizada, no existe ayuda de nadie. Yo tuve que dejar de trabajar, el Compin me rechazó todas las licencias y a mi hijo no me lo aceptaban en la isapre. Todo el mundo se olvidó de mí. Me cansé de mendigar ayuda en el gobierno, el hospital y el ministerio de Salud. Todavía estoy con siquiatra. Esto es demasiado fuerte. Me desgasté y en mi trabajo me echaron. Hay un abandono extremo.

Ha costado, como sociedad, ponerse en el lugar de las mujeres que sufren embarazos inviables…
-Para mí los políticos y senadores nunca se han puesto en el lugar de las mujeres, por eso van a seguir existiendo casos de mujeres violadas, embarazos inviables y niños que mueren. ¿Quién financia toda esa enfermedad, ese gasto sicológico de la mamá, ese costo psiquiátrico, el funeral y hasta la tumba de tu hijo?

¿Quedaste muy encalillada?
-Uff, en unos ocho millones o más. No tenía plata, entonces uno recurre a las tarjetas para poder vivir. El Osvaldo gastaba mucho dinero en la semana, tomaba leche especial, que no te la regalan, salvo los remedios más chiquititos, como los de la epilepsia que son baratos y las jeringas, porque se alimentaba a través de un hoyito en la guatita. Los demás remedios eran caros. Las gotitas para dormir valían como 28 mil pesos. Por eso quiero señalar el tema de la salud y el abandono de un Estado que se autodenomina pro vida. Aunque exista la mejor salud del mundo las malformaciones cerebrales no tienen solución, igual los niños se van a morir. Por eso he seguido la postura del aborto terapéutico.

También has dicho que el Estado promueve la tortura en contra de las mujeres…
-Es una especie de tortura, una tortura encubierta, y el Estado la promueve al vulnerarme todos mis derechos. A mí me obligaron a tener a mi hijo, al que amé con todas mis fuerzas, pero me dejaron en el más completo abandono. Imagínate que la pensión de gracia le llegó a Osvaldo cuatro días antes de morirse, ni siquiera me sirvió para comprarle su tumba, y como era sólo de por vida nunca más la recibí.

¿Por qué se la dieron, entonces, si sabían que iba a morir?
-Yo creo que fue por el tema del doble estándar. Si no hubiera sido por el senador Chahuán quizá jamás la hubiera recibido. Él ha sido un hombre ejemplar y se ha ganado mis respetos. También yo estoy recibiendo una pensión, que salió en marzo, y me va a durar dos años, hasta diciembre de 2013…

¿Qué piensas del intento de compensar el dolor a través del dinero?
-Para mí reafirma su hipocresía. Te voy a contar la verdad. A mí me dijeron que me iban a entregar la pensión de gracia con prensa pero les dije que no me iba a quedar callada, que no les iba a decir “muchas gracias, con esto aplacaron el dolor y la tortura mía y de mi hijo”. Me la iba a entregar el mismo Presidente a través del ministerio del Interior. La idea era decir que ellos estaban por la vida y que ayudaban a través de la pensión. Por eso te digo que son doble estándar. El argumento de ellos, al final, fue para que yo me mejorara…

O sea, para pagarte un psiquiatra.
-Claro, y no me alcanza ni para pagar mis deudas con mi siquiatra. La clínica, cuando estuve hospitalizada, me salió un millón de pesos por 20 días. Imagínate que tenía Fonasa nivel C y tuve que bajar a indigente para que pudieran atenderme.

Mártires a la fuerza.
-En marzo del año pasado, Karen Espíndola se encontró en la calle con el ministro de Salud Jaime Mañalich. Osvaldo, su hijo, todavía estaba con vida pero en condiciones deplorables. Espíndola aprovechó la oportunidad para comentarle al ministro sobre su tratamiento psiquiátrico, la necesidad de legislar sobre el aborto terapéutico y el abandono en que se encontraba su hijo. Mañalich, según Espíndola, le dijo que la iba a ayudar y le entregó una tarjeta para contactarlo. Hasta el día de hoy, sostiene la mujer, el ministro no le ha contestado ninguno de los mail que le ha enviado. “Incluso le escribí por medio de un oficio del Consejo de Defensa Ciudadano y tampoco me respondió”.

Pero sí lo hizo a través de la prensa, argumentando que tu postura a favor del aborto era nazi…
-Cuando lo escuché me di cuenta que no entiende nada de lo que está pasando. Lo que habló fue por el tema eugenésico, porque mi hijo tenía una malformación, y lo tomó como si mi intención hubiera sido perfeccionar la raza. Yo no estoy hablando de un niño con síndrome de down o con autismo, mi hijo no tenía el cerebro completo, su enfermedad era incurable aunque se haya sometido al mejor tratamiento de salud del mundo.

Hace poco el ministro dijo que quienes piden el aborto terapéutico eran unos ignorantes porque en Chile se practicaba…
-Eso deja entrever su ego. Una decana de la Universidad de Chile tuvo que salir a desmentirlo. Todo el mundo sabe que en los hospitales no se pueden hacer abortos. El trasfondo de todo esto, para ellos, es el tema religioso.

De hecho Mañalich comentó que algunos abortos se aplicaban bajo el “sostén de documentos formales de la Iglesia” ¿Qué te parece que se ponga a la Iglesia como garante de un tema de salud pública?
-Sus palabras tienen un trasfondo incompatible con un estado democrático y laico. Querer que la Iglesia documente mi estado es algo estúpido, más encima lo dice un médico y, además, ministro de gobierno. Es impresentable. Cómo vamos a tomar una decisión a base de documentos de la Iglesia si hay mucha gente que no cree en la Iglesia ¿De qué estamos hablando? Aquí nadie está hablando de temas religiosos, ver a mi hijo morir inmerso en un dolor terrible es un tema de humanidad. Por qué tendría que traerlo a este mundo si a lo mejor va a durar dos meses, no va poder comer, no va poder hacer pipí, porque había que sacarle hasta la caca, así de cruda era la enfermedad. Entonces, ¿por qué yo, una persona racional, no puede decidir sobre esto?

Quizá lo que se necesita es transparentar los discursos y no terminar transformando esto en un debate engañoso…
-Lógico, el tema de fondo es que nunca han transparentado qué es la vida para ellos. ¿La vida es tener signos vitales y respirar? O sea, ¿a quién estamos defendiendo?, ¿para qué?, ¿de quién realmente estamos hablando? ¿De Dios? Porque las cosas que hablan son como de leyes universales, que sólo dios da o quita la vida. Eso es una falta de respeto para la gente que no es creyente. Hay muchos políticos que no se han podido sacar su sesgo religioso para poder legislar. Yo no estoy hablando de un tema de fe, pero si esa fe quieren imponérsela al resto del país están mal. Si ellos quieren seguir su religión en su casa, con su familia, que lo hagan, pero vivimos en un estado laico que se separó de la Iglesia en el año 1925. Dónde queda, entonces, la libertad de creencia.

Qué piensas que Hernán Larraín sostenga que, detrás la iniciativa de legislar, exista la posibilidad de un aborto encubierto…
-Larraín habla que la vida empieza en la concepción y se termina en la muerte natural, que sólo Dios podría quitarla, desde ese punto de vista no hay discusión. Es una falacia resbaladiza porque cierra automáticamente el debate sobre el tema, como lo hicieron el pasado 4 de abril. Es una campaña del terror porque ni siquiera se cuestiona qué pasa cuando un niño viene con una anencefalia, sin cerebro, ¿qué van a hacer? Obligar a la mamá a ser como un féretro y tener al niño 9 meses. Por eso, insisto, el Estado chileno ha violado los derechos de las mujeres y continúa generando mártires a la fuerza. Paremos la tortura contra las mujeres.

¿Has conocido muchos casos?
-Sí, muchos, no puedo decir sus nombres pero en algún momento van hablar. Hay niñas de otras ciudades que han tenido sus hijos y les han durado vivos 20 minutos. Otras que venían con hijos con malformaciones congénitas que duraron dos meses y quedaron completamente abandonadas, nadie las ayudó. Yo hice una agrupación para ayudar a estas familias porque lo viví en carne propia, sé lo que es estar botada. Los únicos que han llegado a mi casa han sido Francisco Chahuán y Karla Rubilar, que después se enojó porque no la nombré en una columna en un diario, desapareció y nunca más me llamó.

¿Hay mucho aprovechamiento político?
-Mucho. Cuando estuve internada en una clínica psiquiátrica, Chahuán hizo una colecta. Karla Rubilar también puso dinero y le pidieron plata a Carlos Larraín que dio 100 mil pesos y nunca más me ayudó en nada. Eso es hipocresía. Algunos a lo mejor deben creer que se van a ganar el cielo golpeándose el pecho. Ellos saben perfectamente acerca de esta realidad pero no quieren legislar, hay que decirlo, son los mismos que apoyaron asesinatos en Chile, de gente hecha y derecha, y ahora hablan de la vida como un valor absoluto. Es un discurso doble estándar en todo sentido. Y ahí están sentados y las mujeres que tienen problemas siguen esperando.

Qué piensas de las palabras del arzobispo Fernando Chomalí, que sostuvo que había que “inclinar la cabeza frente a los designios de la vida”
-Para mí es inaceptable, es algo que va mas allá de la fe y de la ciencia, no se puede hacer nada si el niño viene así. Es inaceptable que me hablen de los designios de la vida si yo no creo en eso.

La alternativa sería, entonces, esperar un milagro…
-Claro, obviamente que sí. Todo lo pueden argumentar por lo religioso, pero esa no es la idea. Intentan justificar el sufrimiento imponiendo su moralidad en un asunto tan importante como continuar o no con un embarazo inviable. Porque, claro, la gente te dice “oh, qué pena” y ahí se queda y ráscate con tus propias uñas. Lo mismo el Estado, que te deja botada.

El argumento del sufrimiento, de su aceptación, es muy típico de los católicos
-Es un argumento bajo, mucha gente te dice Dios te manda a tu hijo al mundo para enseñarte, para mí eso es inaceptable, no creo que Dios sea tan sádico para mandar a un niño a sufrir para que aprendas. Lo he dicho mil veces, o sea, ¿la pobreza existe para concientizar al más rico? Yo no soy un medio para otra cosa. No creo en eso. Hay gente que le puede dar sentido al sufrimiento pero yo no se lo dí nunca.

Y qué piensas de la tesis de Ena, que las mujeres prestan el cuerpo durante el embarazo.
-Es algo inaceptable, además es una falta de respeto para las mamás que tienen un embarazo inviable. Lo encontré desubicado, ignorante, de mal gusto e impresentable para una senadora.

“Ya no soy la misma”
¿Hace cuanto murió tu hijo?
-Hace 8 meses, el 25 de julio de 2011. Ha sido difícil por los lazos que se generan. Luché tanto por él. Mi único consuelo racional es que está descansando porque sufrió mucho. Yo lo palpaba todos los días. Su vida fue muy limitada. El Osvaldo era casi un niño vegetal porque no hacía nada, los dos años y medio que duró prácticamente lo pasamos en el hospital. A los dos meses le pusieron sonda en la nariz, estaba desnutrido crónicamente porque no sabía comer.

Tu convicción, aún después de nacer, se mantuvo igual.
-Sí, cuando nació vi una esperanza pero después los médicos me confirmaron que la enfermedad estaba ahí, que tenía convulsiones, epilepsia, microcefalia, laringomalacia, sus vías respiratorias no se le desarrollaron bien, sus pulmones sonaban, tenía un reflujo severo, todo lo que nosotros le dábamos lo vomitaba. No tenía la glándula pituitaria que nos maneja a todos. Por donde se lo mire era una malformación realmente severa. Si ni siquiera podía dormir. Tomaba 15 remedios al día.

Por eso dices que fue una tortura.
-Para mí fue una tortura, un trauma, claramente tengo una depresión severa mayor, he estado internada por intento de suicidio. Imagínate ver a tu hijo nacer, verlo sufrir tanto, fue espantoso, yo decía por favor, Dios mío que yo sufra su dolor. Al final pesaba seis kilos, tenía dos años y debería pesar 14. Verle sus huesitos era horrible, verlo convulsionar, había días, semanas, que lloraba todos los días y no sabías qué le pasaba. Fue mucho el dolor…

¿Cuántas veces te intentaste matar?
-Varias veces, antes de que Osvaldo muriera también. Estaba mal psicológicamente, muy mal, no podía ver a mi hijo así, lo tomaba en brazos y me ponía a llorar, era demasiado, decía esto no puede ser. Me corté el cuello, las venas y me tomé miles de pastillas que me causaron un severo daño hepático. Todavía tomo pastillas, estoy en tratamiento. Todo mi embarazo fue terrible. Imagínate pensar que tarde o temprano mi hijo se iba a morir…

Tú misma dijiste que era más genuino prepararte para su funeral que arreglarle la pieza para esperarlo.
-Esa es la verdad, no le compré ni ropa. Imagínate que cuando el tema salió en la prensa me llamaron de un cementerio para ofrecerme una sepultura. Vivir con esa incertidumbre es abrumador. Muchas veces vinieron periodistas a entrevistarme y el niño se ahogaba, llegaban a tiritar y yo les decía “esta es mi vida”. Casi no dormía. Por lo mismo me enfermé. Tenía que tomar pastillas para dormir. Todos los días pensaba que le podía pasar algo.

Además, tuviste que “bancártela” sola…
-Sí, tienes que salir a luchar en esta salud poco igualitaria, donde construyen grandes clínicas mientras los hospitales se caen a pedazos, y tenís que ir a luchar por una hora para que lo vea un neurólogo y, como es una enfermedad muy rara, algunos no tenían idea. Mi hijo nació el 13 de febrero y la primera hora que le dieron para el neurólogo fue para el 4 de marzo. Y eso que el gobierno me prometió que iba a tener un parto especial… Luché tanto esos dos años y medio, golpeando puertas, llorando por ayuda. Ya no soy la misma persona de antes, no he podido salir a trabajar y la isapre tampoco me acepta porque lamentablemente tuve un desorden metabólico y engordé 30 kilos.

Hay gente que te ha sugerido que, pese al dolor, valió la pena tener a Osvaldo contigo…
-Muchos han dicho que me rectifique, que hable de la vida, que diga que era un ángel. Claro que era mi ángel, pero a mí me dejó una misión, que todo su sufrimiento no quede en vano. Cuando se lo llevaban en la ambulancia, antes de morir, le grité “hijo mío, ándate”. Al morir tenía una cara de paz que nunca la tuvo en sus dos años de vida…

Fuiste la primera mujer que puso en el tapete el aborto terapéutico… ¿Crees que se ha avanzado en algo estos últimos años?
-Yo creo que lo más importante se ha dado en la ciudadanía. A lo mejor no fue tan fuerte en las noticias, pero en las redes sociales explotó. La gente está cambiando su postura. Hay una encuesta de la Flacso que sostiene que el 64% de las mujeres está de acuerdo con el aborto terapéutico por causales. La ciudadanía despertó en ese ámbito y también en otros temas. Pero el Senado no ha sido capaz de representar lo que pasa. Creo que vamos a seguir siendo un país hipócrita, se van a seguir haciendo los abortos escondidos y van a continuar torturando a las mujeres.

*Archivo The Clinic.

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