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Opinión

31 de Agosto de 2014

La historia de la “niña símbolo” de los fracasos de la educación superior privada

Desertó dos veces de Psicología por problemas económicos, cinco años en la Universidad del Mar hasta el descalabro y este 2014 probó de nuevo con otra carrera en la Universidad Arcis. Ex presidenta de la federación de estudiantes de la U. del Mar sede Maipú, Susana entrega un testimonio de fracasos universitarios, ligados a la condena del financiamiento, ya sin opciones que tomar.

Ricardo Ahumada
Ricardo Ahumada
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Susana Giacaman fb

Inmobiliaria, crisis, lucro, cierre. Las palabras más temidas por Susana Giacaman (31) vuelven a repetirse en su cabeza, y a atormentarla. Ha pasado un año y medio desde el cierre de la Universidad del Mar, dos desde el estallido del escándalo de esa casa de estudios, y Susana se enfrenta nuevamente a lo mismo. Como un karma, el fracaso estudiantil la persigue donde vaya.

Después de ser presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad del Mar (sede Maipú) y en esa calidad querellarse por estafa contra sus controladores y buscar apoyo en el Congreso para un proyecto de ley que asegurara un cierre digno para estudiantes y trabajadores de un plantel de educación superior, Giacaman optó por estudiar una tercera carrera en la Universidad Arcis.

Tras 14 años buscando un título universitario, la estudiante piensa en volver a congelar, tratar de recuperar su Crédito con Aval del Estado y salir de una universidad donde ve que se repiten las escenas que hundieron a la U. del Mar. Este es el testimonio de un recorrido fallido por la educación superior privada y por el desafortunado destino de un estudiante que añora un cartón para enmarcar.

“Soy la primera hija de mi familia, la más grande, y así tuve que encarar mi salida del colegio. En el 2000 salí del liceo Juana de Ibarburú A-48, de Macul, y dando una decente Prueba de Aptitud Académica (PAA) pude entrar el 2001 a estudiar Psicología en la Usach. Era la carrera que más me gustaba. No tenía cómo pagarla por lo que pedí un Crédito Corfo. Fue mi primer fracaso. Duré apenas un semestre porque uno de mis avales no pudo seguir adelante y tuve que desertar.

Al salir de la Usach trabajé para pagar el Corfo. Hice de todo: trabajé de promotora, en supermercados, donde fuera. Tenía que conseguir plata de alguna forma para volver a estudiar. Al año siguiente entré intenté nuevamente Psicología, esta vez en la Universidad Bolivariana. No duré nada porque el nivel era muy malo. Me fui de ahí porque era muy evidente que no tendría mucho que decir una vez que saliera de ahí.

Pasaron varios años en los que estuve trabajando, pagando lo que debía del primer crédito. Estuve años buscando una opción, visitando Institutos Profesionales incluso, aunque no quería entrar en uno de ellos porque consideraba que tener un título de ahí no me iba a rendir muchos frutos.

Mi tercera incursión fue en 2007 cuando entré a estudiar Licenciatura en Nutrición y Dietética en la Universidad del Mar, en la sede de Maipú. Llegué ahí porque entre varias cosas, buscando alternativas, tomé ramos e hice ayudantías en el Instituto Iplacex, del Barrio Brasil. Ahí llegó un jefe de carrera, Mario Salas, que hizo charlas a los alumnos del instituto, promoviendo lo que podríamos hacer en la U. del Mar. Y varios de ese lugar llegamos ahí, a distintas carreras, todas ligadas a la salud.

No era mi mejor opción, pero no me quedaban muchas. El primer año, ya dándonos cuenta que la universidad no era lo que prometía, se llevaron detenido al mismo jefe de carrera al que vi haciendo charlas en el instituto, por vender títulos universitarios. Comenzamos a ver detectives en los pasillos y con eso empezamos a entender que nada muy bueno vendría de ahí. Pusieron de reemplazo a una mujer que ni siquiera estaba titulada, algo que supimos después.

Como la universidad no estaba acreditada, los que no teníamos para pagar la carrera al tiro, que éramos la mayoría, tomamos un crédito interno. Era muy parecido al Corfo, pero era la única manera de estudiar. Cubría un 50% del arancel y la otra mitad lo pagaba yo con ahorros y pegas. Al interior nos dimos cuenta que nuestras deudas las tenía un factoring, que estaba puesto en el departamento de finanzas de la sede, era del hermano del rector sede Maipú, Carlos Ossandón. En 2011, los problemas fueron tantos que incluso cuando ibas a pagar la letra correspondiente, no tenían la letra ahí. Cosas por el estilo.

Desde entonces, cada carrera se preocupaba de patalear por las peleas internas. Teníamos muchas falencias. Habían laboratorios que eran ocupados como cocinas, muchas cosas que faltaban. Comenzamos a avanzar los cursos y nos dimos cuenta de la calidad de los profes. A algunos incluso les hacíamos bullying porque sus clases eran muy malas. Les preguntábamos cosas que sabíamos no nos iban a responder o que nos respondían con algo contrario a lo que decían los libros. Cuando los rumores se expandieron, comenzaron a irse todos. El último profe bueno que tuve fue el primer semestre de 2011.

Ante los problemas de las carreras, nos organizábamos cada uno por su frente. Pero a fines de 2011 constituimos una federación. Agarramos estatutos de la “Chile”, otros de otras universidades y armamos los nuestros en dos semanas. Luego los plebiscitamos y conseguimos más de mil votos para validar la votación. Con eso constituimos la directiva y armamos la Federación. Se eligió también los cargos y yo quedé como presidenta.

Susana Confech Agosto 2012
*En la foto, con representantes del Confech y otras organizaciones sociales en agosto de 2012

En 2012 fue cuando empezamos a ver que venía algo raro. A principios de año hubo un retraso en el inicio del año por falta de pago. Después, cuando entramos, faltaban las prácticas clínicas que eran aseguradas por la universidad. Fue un año convulsionado. Después de la revelación de Urrutia (el rector), vino un paro, después una toma, luego una contra-toma. A fines de mayo comenzó a aparecer la prensa.

Cuando estallaron las tomas, comenzamos a escuchar el discurso de tener que salvar a como dé lugar el proyecto educativo, el mismo que escucho hoy día. Lo decían administrativos, profesores, todo el mundo. Pero nosotros ya pensábamos que lo que venía no era bueno y que no se podía seguir así.

Nos dimos cuenta que ese año también arrancó el factoring del hermano del rector Ossandón, llevándose hasta las CPU de los computadores del departamento de finanzas. Con ello se perdieron letras de estudiantes y los que pagaran o no, igual estaban en Dicom.

En el segundo semestre de 2012 comenzamos a ir a la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados. Primero era por el supuesto cierre, luego por la reubicación. Perdí un año yendo al Congreso, porque hasta ahora no logramos nada. Ahora me pregunto de qué sirve una comisión investigadora, porque a nosotros no nos sirvió de nada.

Se publicó de todo en los medios de comunicación, se “movilizaron” parlamentarios, el Gobierno… y no pasó nada. Mis ex compañeros están repartidos entre los que desertaron y los que terminaron en otras instituciones, discriminados por venir de esa universidad. Si tú me preguntas, los estudiantes de la Universidad del Mar demuestran el fracaso del sistema de educación superior privada en Chile. En todas partes hay una Universidad del Mar en potencia. Es todo una gran U. del Mar.

Durante el segundo semestre de 2013, le entregamos un proyecto de Ley a los diputados de la Comisión de Educación. Lo hicimos entre nosotras, con Valeska Concha (ex vocera de la Mesa de Estudiantes de Educación Superior Privada) y un amigo, Ernesto Manríquez. Es sobre la responsabilidad penal de las personalidades jurídicas. El texto busca que con la sanción que debían recibir las universidades que lucraban, como el caso de la U. del Mar, y buscaba proteger a los estudiantes y los trabajadores en caso del cierre de un personalidad jurídica.

El proyecto ingresó, se lo entregamos listo, hecho, en bandeja a los parlamentarios y no pasó nada. Entró en septiembre de 2013 a la comisión. Hasta ahora no se ha discutido ni avanzado nada al respecto.

Por eso, el 2013 fue un año perdido. Nada de lo que prensa publicó ni de lo que se denunció logró nada. Si ese proyecto hubiera sido tomado en serio, porque era constitucional, estaba bien hecho, podríamos recuperar algo de lo que fuimos estafados. Pero aún no ocurre nada. Eso como si no hubiera pasado nada.

A principios de este año comencé a ver qué podría hacer. ¿Qué cresta voy a hacer conmigo?, dije. Mi carrera se cerró con la Universidad del Mar. Estaba en quinto año. El 2012 me debería haber titulado, pero no me matriculé. Estoy egresada, pero sin título. Podría sacarlo, pero no me serviría de nada. ¿De qué sirve hoy un título de la Universidad del Mar?

Ahí comencé a buscar alternativas y terminé optando por la Arcis. La elegí porque era más barata que el resto, podía ocupar el Crédito con Aval del Estado nuevamente y encontré una carrera que me podía servir a mezclar con lo que había estudiado. Además hay un proyecto educativo que supuestamente es acorde con lo que estaba buscando.

Entré a Administración Pública. Antes de entrar revisé la malla, busqué alternativas y me decidí porque vi que había una posibilidad de terminar una carrera aquí. Duré un semestre. Con paros, tomas y toda la convulsión, igual saqué buenas notas. Pero ahora no sé si seguiré, no creo. Las mismas preguntas y discursos que escuché en la Universidad del Mar los escucho ahora en la Arcis. Que hay que salvar el proyecto educativo, que debemos defender la universidad, que no hay lucro. Pero esto es repetitivo, es cíclico.

Enfrentarse ahora a un nuevo cierre no puede ser peor. La frustración es lo peor de todo, ya casi no me quedan alternativas. Quedarme acá es volver a pasar por una situación como ésta. Estoy buscando alternativas para que me devuelvan mi CAE y ver qué puedo hacer con él, aunque en teoría ya no puedo volver a ocuparlo. Pero todo lo que me ha pasado, me demuestra que este sistema de educación superior privada es una gran Universidad del Mar. Hay estafa en todas partes. Hoy estoy nuevamente parada, sin saber qué podré hacer para terminar todo esto. Y aún, después de tantos años, no puedo llegar a lo que quería”.

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