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Nacional

8 de Septiembre de 2014

Así vivieron el bombazo los trabajadores en el Subcentro de la Escuela Militar

– Chooaaa, ¿qué pasó acá? – preguntaba ayer un pasajero de la micro C-20 pasadas las seis de la tarde al ver la cinta amarilla de Carabineros de Chile alrededor de la entrada del Metro Escuela Militar que se encuentra por Vespucio, abajo de Apoquindo. – ¡Pusieron una bomba! ¡A un hueón le cortaron la […]

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– Chooaaa, ¿qué pasó acá? – preguntaba ayer un pasajero de la micro C-20 pasadas las seis de la tarde al ver la cinta amarilla de Carabineros de Chile alrededor de la entrada del Metro Escuela Militar que se encuentra por Vespucio, abajo de Apoquindo.

– ¡Pusieron una bomba! ¡A un hueón le cortaron la cabeza! – le respondía su compañero mientras caminaban a la entrada habilitada.

Pero nadie murió en el atentado que dejó 14 heridos, de los cuales cuatro sufrieron lesiones y siete trauma acústico. Una de las heridas fue Marta Elda Hernández Alcapán, de 61 años, quien se dirigía a limpiar el basurero donde dos jóvenes dejaron el extintor con pólvora negra que estalló cerca de las 14:00 horas, cuando muchos recién se sentaban a almorzar en alguno de los locales de comida que hay en los dos túneles paralelos que conforman el SubCentro; aledaño al Metro Escuela Militar. La explosión fue en el túnel norte, frente Juan Maestro. Ahí vio Sergio, supervisor de seguridad de SubCentro, el dedo solitario de Marta Elda en el suelo, pero de nada servía a esas alturas recogerlo: por el tipo de impacto y de corte, la prioridad de los médicos de la Clínica Las Condes fue cerrar la herida y curar los cortes de sus manos, con las que hasta ayer además de basureros, limpiaba los baños de los empleados del centro comercial.

El estallido del basurero metálico, el último del pasillo si se entra desde el oriente, también le fracturó la tibia derecha a María Silvia del Carmen Novoa Espinoza (67), la pierna izquierda al venezolano Jorge Luis Arias Riera (36) y la pelvis a Benjamín Ulloa Correa (24). Los heridos fueron trasladados a la Clínica Alemana y la Clínica Las Condes mientras la Presidenta Michelle Bachelet invocó a un Comité Policial Especial a las 20:00 horas, del que participaron el Ministro del Interior, el Subsecretario de Interior, el Subsecretario de Prevención del delito, el Intendente de la Región Metropolitana, el director de la Agencia Nacional de Inteligencia, el director de la PDI y el General Director de Carabineros.

Antes de eso, el Intendente Orrego, el Senador Ossaondón, el presidente de la UDI Ernesto Silva, el de RN Cristián Monckeberg y el alcalde de Las Condes Francisco de la Maza visitaron el lugar y dieron declaraciones a la prensa. El mensaje fue similar en todos los casos: van 30 bombazos este año y “aún no se ha avanzado en nada”, dijo el alcalde.

Esa no era la preocupación de los trabajadores del SubCentro que pasadas las 16:00 horas, habiendo terminado su turno, aún no podían irse porque sus cosas estaban en el área clausurada por Carabineros. Pedro era uno de ellos. Todos los días llega desde Maipú a trabajar en Pronto, que queda en la salida oriente del pasillo norte, es decir, al otro extremo del lugar donde explotó el basurero. El polvo recorrió todo el túnel y llegó hasta donde se encontraba él, en la cocina. Corrieron a auxiliar a las personas: “fue chocante igual. Había un caballero con un fierro enterrado en la pantorrilla. No lo queríamos sacar, así que le tratamos de hacer un torniquete”. Dice que aunque hay miedo y un impacto inicial: “uno no puede andar con miedo por todo, por salir a carretear, por tomar el metro”.

El estallido se escuchó hasta el interior de la Escuela Militar, a una cuadra del lugar del bombazo. Ahí lo sintió Felipe, que trabaja en el recinto como periodista. Cuando llegó a mirar qué pasaba, sólo vio polvo saliendo del fondo de las galerías. Lo primero que Sergio, funcionario de seguridad de SubCentro, pensó fue que estaban intentando robar un cajero automático, pero cuando llegó al lugar de la explosión, se dio cuenta que era algo peor. Comenzaron a evacuar y dice que “ahí fue cuando la gente se empezó a asustar. Porque todos entendieron que no sabíamos qué pasaba y que podía estallar otro artefacto en cualquier parte”.

A esa hora pasaba por la vereda, arriba del Metro, una señora que no quiere dar su nombre porque dice que no quiere que después la reconozcan. Trabaja en una casa en Los Militares, una calle paralela a Apoquindo ubicada a una cuadra del Metro. Vio, angustiada, cómo sacaban en camillas a los heridos, y dice que tiene rabia: “¿qué culpa tiene la gente inocente de que ellos (los responsables del bombazo) estén desquiciados?” Todos los días usa el transporte público para llegar a su trabajo desde el paradero 32 de Santa Rosa: “¿qué me voy a asustar?”, dice por la explosión. “Ya me basta con tener miedo cuando entro a la población”. A las seis de la tarde camina con unas bolsas de basura que pasa a tirar antes de irse de partir de regreso a su casa: “Yo viví el Golpe. Pero estos cabros ni pensaban en nacer”.

La asociación de lo ocurrido con una nueva conmemoración del Golpe de Estado este 11 de septiembre, no es la única que se hace en las calles cercanas al Metro Escuela Militar. Sin embargo, el fiscal Francisco Bravo se negó a establecer una relación con el rechazo al recurso de nulidad presentado por el abogado de Juan Aliste Vega, acusado por el asesinato del cabo de Carabineros, Luis Moyano. Sí dijo que el artefacto se asemeja al usado en el Metro Los Dominicos en julio de este año.

“Esto es lo más grave que ha pasado desde el asesinato a Jaime Guzmán”, dice un Carabinero que vigila el sector acordonado a la entrada del Metro. Si bien han colocado 30 artefactos incendiarios este año y el Caso Bombas terminó por ridiculizar la idea del terrorismo en Chile, este es el primer bombazo que deja heridos a terceros. De hecho, desde la detonación en el Metro Los Dominicos, el fiscal con dedicación exclusiva, Christián Toledo, pidió información a México sobre una reunión anarquista llamada “la internacional negra”. En ese país, estos grupos han intensificado su nivel de violencia para manifestarse contra el presidente del PRI, Enrique Peña Nieto. Este partido ya había tenido el poder político por 60 años entre 1929 y 1989.

Antes de las seis de la tarde, personal de seguridad del Metro y Carabineros habilitaron el túnel sur del SubCentro. Los locales permanecían cerrados y la gente caminaba en un silencio poco habitual. A las siete de la tarde ya habían empezado su turno Catalina y Sergio, dos jóvenes que trabajan cargando minutos a los celulares. “La gente está asustada. Se nota. Nosotros a esta hora normalmente ya llevamos entre $200 y $250 mil. Ahora llevamos como $60 o $70 mil”, dice Sergio. Su tocayo, supervisor de seguridad de SubCentro, trata de ver el lado positivo: “estas cosas nos mantienen alerta y ayudan a mejorar los protocolos”. Como todos, también tiene su teoría: “hace como dos semanas se escuchaba un ruido, como un pito en un basurero en ese mismo túnel. Metro no hizo un buen procedimiento porque llegaron y lo sacaron, ni siquiera evacuaron; y podría haber sido un explosivo. Era un sensor de movimiento. Seguramente estaban viendo a qué hora había más gente”. Sin embargo, Carabineros no recibió ningún llamado ni aviso y hasta el momento no hay información que permita establecer una conexión entre ambos hechos.

Sergio, que carga celulares, trabaja en la mañana repartiendo y supervisando la entrega de un diario gratuito. Catalina en cambio, estudia en un preuniversitario. A las cuatro de la tarde empiezan su turno y terminan a las 21:30. Dicen que están acostumbrados a andar con cuidado porque “igual andamos con plata y la tenemos que depositar hasta el final del día. Pero ahora se viene el 11 y ahí no sé, están viendo si vamos a trabajar o no”, dice Catalina mientras atiende a un cliente. Luego de un momento en silencio, agrega: “pero tenemos que trabajar igual ¿qué vamos a hacer sino?”.

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