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LA CARNE

18 de Junio de 2015

Diario de un puto: La fantasía del hincha

* Lo único que me divierte de las épocas futboleras son los close-up de la cámara sobre los futbolistas, su sudor, las piernas, el culo, la cara de extasiados que tienen cuando meten un gol. También me gustan los hinchas que prefieren celebrar pagando por sexo con un putito como yo. El orgullo futbolero, esa […]

José Carlos Henríquez
José Carlos Henríquez
Por
alexis sanchez efe


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Lo único que me divierte de las épocas futboleras son los close-up de la cámara sobre los futbolistas, su sudor, las piernas, el culo, la cara de extasiados que tienen cuando meten un gol. También me gustan los hinchas que prefieren celebrar pagando por sexo con un putito como yo. El orgullo futbolero, esa especie de pasión delirante me hostiga, pero cuando llegan medio acalorados, hediondos a celebración en Plaza Italia, no me cuesta nada complacerlos en su delirio. La fantasía con el “shorcito” futbolero, las calcetas casi hasta las rodillas se repiten durante todo el año, pero sobre todo estos días, “sus días”, en que solo quieren desparramar toda esa pasión que los tonifica. Las camisetas de algún equipo o de la selección chilena suelen ser bastante calentonas y rentables.

Hace unos días un cliente me pidió que me pusiera una camiseta del Colo Colo. Me trajo el uniforme completo. Jugamos a que era mi entrenador, pero en resumen era follar vestidos de futbolistas. Él también tenía su uniforme blanco y negro. Sus pantorrillas estaban bien tonificadas y el borde de sus calcetas, con la típica franja deportiva, era uno de sus rincones más sexies. A ratos se ponía a hablar de futbol y a comentar lo calentón de ciertos jugadores. Yo solo conozco a los futbolistas que aparecen en comerciales. Le conté de las veces que me masturbé imaginando a Alexis Sánchez tirando con Johnny Herrera y me bajó solo un poco el short para metérmelo por unos minutos.

La euforia de un hincha enamorado de sus héroes lo vuelve todo muy intenso, pegajoso y deliciosamente violento. Quizás es la misma pulsión que les estalla cuando ven un gol. En ningún momento me quitó el uniforme, pero me levantó, me bajó, me aplastó y me dio todas las instrucciones que quiso. Tenía que chupárselo sin bajarle el short y tratar de sudar lo que más pudiera. “No me cuesta mojar la camiseta”, le dije cuando fue mi turno de meterle los goles que había pagado. Quizás el fútbol me provoque sueño y el fanatismo en todas sus formas me hostigue, pero tengo que reconocer que culiar con el indio estampado no me parece una fantasía aburrida.
Cuando acabó lo hizo gritando hacia adentro. Fue una “U” extendida hasta botar todo el aire. Me dio risa y él también se percató de la ironía. Le devolví la ropa completamente sudada y tibia. La guardó de inmediato en un bolso: “Este es el trofeo que me llevo pa la casa, Camilito”. No le quise decir que me gustaría culiar con el traje de la “U”, pero antes de irse le conté que me quedé con ganas de hacerlo con el traje de la selección, y quizás unir a otros al equipo. Me pidió que viera los partidos estos días para tener qué conversar la próxima cita. Parece que toda esa masculinidad en venta me está resultando de lo más estimulante. Ojalá abunden los close-up en el short de Alexis Sánchez y cada vez que haya goles el equipo se abalance y se manoseen extasiados en su celebración. Si no fuera por esa tensión sexual de las cosas “entre hombres”, no valdría la pena soportar tanto baboso angustiado por un simple juego.

*Prostituto, escritor y activista de CUDS.

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