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Opinión

30 de Junio de 2015

Columna: Aquí estamos otra vez, Molinare

Los futbolistas son organismos vivos, no máquinas Molinare. Pero volvamos otra vez a lo nuestro. Si la Roja de Todos los parroquianos del fútbol ocupó el tercer lugar en el Mundial del 62 jugando al “toque-toque-toque-el-gol-sale-solo” de don Fernando Riera, hoy los espacios no se abren como antes, tan de esa manera. Demasiado pressing, Molinare, los jugadores levitan por el verde césped, semejan ángeles y demonios, nadie puede, así no se puede jugar a lo Di Stéfano, a lo Cuacuá Hormazábal, a lo George Best.

Erick Pohlhammer
Erick Pohlhammer
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Aquí estamos otra vez maravilloso Molinare, desde el borde de los abismos infinitos, entusiasmadísimos, instalados ya en nuestra caseta de transmisiones, no para dictar cátedra ni ponernos predicadores, sí para combatir, libres de la peste sarnosa y la moralina, todo asomo de chovinismos obsoletos; yo auguro que América se hará el América con esta Copa América, 2015, en salutación al antiguo y novísimo sueño bolivariano. Como ha dicho Jorge Valdano, “el fútbol es un juego que consiste en cerrar y abrir espacios”, abramos, entonces, nuestras conciencias, y cerremos el ciclo de los fronterizos odios egomaníacos. Unámonos, diría Unamuno, autor de ese verso ¡notable!, Molinare de la Plaza: “Oye mi ruego Tú, Dios que no existes”.

Alrededor del círculo central de nuestras almas inmortales, que la pelota sea símbolo de esta nueva Aldea Global, post cartesiana, holística y participativa, bueno y vamos a lo nuestro: conversaba anoche, en una sesión de espiritismo, con el cuerpo astral de Garrincha. Sí. Y yo le preguntaba por Alexis Sánchez, el abrelatas chileno, el nuevo Leonel Sánchez pero más habilidoso, pero menos zurda neta furibunda, ¿qué le preguntaba? Por las marcas mixtas, que en tiempos de Garrincha y Honorino Landa no existían. ¿Serías tú el mismo Garrincha en este fútbol velocísisimo, jugado a dos, tres toques, matemático, neoliberal, en que ganar un partido equivale a más billetín y punto? “Sería el mismo y mejor”, me dijo, “y ganaría más billetín que nadie”. ¿Se ve el fútbol con tanto smog desde el paraíso? Y esa es otra Molinare: el smog atentará contra Arturo Vidal, sin dudas, contra Messi, contra James Rodríguez y tantos otros crá de alto rendimiento. ¿Hasta cuándo respiramos veneno? ¿Temor a decisiones radicales?
Tan gallinas somos.

Los futbolistas son organismos vivos, no máquinas Molinare. Pero volvamos otra vez a lo nuestro. Si la Roja de Todos los parroquianos del fútbol ocupó el tercer lugar en el Mundial del 62 jugando al “toque-toque-toque-el-gol-sale-solo” de don Fernando Riera, hoy los espacios no se abren como antes, tan de esa manera. Demasiado pressing, Molinare, los jugadores levitan por el verde césped, semejan ángeles y demonios, nadie puede, así no se puede jugar a lo Di Stéfano, a lo Cuacuá Hormazábal, a lo George Best.

Y ahí me paró la voz del silencio, Molinare: mentira, mentira, filosofías baratas, como dijera el mismo Fernando Riera qué estrategia ni qué táctica, el fútbol es mucho más simple: “se trata de pasarle la pelota a un compañero desmarcado”. Se enojó el deté. Y volvemos, Molinare, a lo de Valdano, y le apuesto mi puesto de supuesto informador de cancha, más allá de los pequeños egos personales o si lo tiro yo o lo tiras tú, le apuesto la secreta esperanza de que Bolivia tenga salida al mar por los laterales, que Brasil no sea Tunga y vuelva al jogo bonito, que nuestro Chile querido se expanda en gritos de gol de Pinilla de Arica a Punta Arenas y de la Cordillera al Mar, etcétera.
Se apaga acá la carga de batería, hay interferencias cuánticas, acá, desde el borde de los abismos infinitos. Siga usted sentado al lado de Julio Elías Musimessi y Nemesio Antúnez, de Alfonsina Storni y Simón Bolívar (por lo pronto), Molinare, siga allá-acá en el Portal de la dicha eterna disfrutando estos preludios de esta, lejos, mejor Copa América Unida de todos los tiempos. Donde esta vez ganará, volviendo a Valdano por útima vez, no sólo el que sepa abrir y cerrar los espacios con mayor velocidad, sino el que mejor decrete que vencerá con el alma insuflada de amor universal. No por su bolsillo, sino por hacer realidad de una vez el notable sueño bolivariano, eterno y amado Nicanor Molinare de la Plaza. Y nunca olvide que usted es, como todos, incluido Dunga y Máximo Clavería, un golaaaazo de Dios, o de Krizna o Alá, o el Corazón del Cielo, que es lo mismo con otro nombre. ¡Hasta una brizna de hierba me acuerda de usted!

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