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Poder

12 de Enero de 2016

EL FIN DEL CAE: el último bastión de los bancos en la educación superior

El Crédito con Aval del Estado (CAE) es lejos, el crédito universitario más extendido en la historia de Chile. Sin la obligación de contar con aval familiar como sus antecesores y su amplia cobertura para alumnos de universidades privadas y estatales, el CAE logró bancarizar a miles de estudiantes que con solo 18 años, no podían costear su educación superior. Pero el escenario estaría próximo a cambiar. Hace unos días se filtró el primer borrador de la Ley de Educación Superior, en medio del lío generado por la resolución del Tribunal Constitucional, que enuncia una petición histórica: la derogación de la ley que tiene a miles de jóvenes endeudados hoy en día. El anuncio, sin embargo, dejó más dudas que certezas en plena discusión del rompecabezas educativo del país.

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La historia de Juan Pablo Rojas (35) con la educación, está llena de encuentros y desencuentros. Después de salir de cuarto medio en un colegio en Puente Alto, logró ingresar a la universidad gracias al Fondo Solidario. “Entré a Ingeniería Pesquera en la U. Católica de Valparaíso, estaba feliz”, recuerda.

Sus padres, que hoy están en DICOM por sus propias deudas educacionales arrastradas por más de tres décadas, vieron en la forma de financiamiento una oportunidad para que su hijo no pasara por lo mismo que ellos. La esperanza duró apenas cuatro años. “Mi papá perdió su trabajo y no pudo seguir pagándome la pensión”, cuenta.

El anhelo de terminar una carrera en la educación superior, como ha sido la tónica de miles de estudiantes, se transformó en una simple ilusión. Juan Pablo tuvo que volver a Puente Alto; empezó a trabajar como obrero y jardinero. También vendió empanadas y pan de pascua, todo para volver a estudiar. A los 23 años, recuperó las ganas y con los ahorros de todos sus trabajos, entró a Criminalística en la UTEM. “Me di cuenta que lo mío era la justicia, pero nunca imaginé que mi carrera se transformara en una vergonzosa estafa de este país”, cuenta. La universidad pública impartió la carrera a través de una sociedad anónima sin informar a sus alumnos, asegurándoles un campo laboral que en Chile era inexistente.

Hoy, ocho años más tarde, Juan Pablo arrastra una deuda con el Fondo Solidario que asciende a más de seis millones de pesos. “No pude pagar porque nunca encontramos trabajo y nadie ha respondido por eso. Como estudiantes los demandamos, pero hasta hoy, nadie nos ha compensado un peso”, asegura Juan Pablo.

Su historia de vida lo ha motivado hoy a ser el líder de “Deuda Educativa”, un movimiento político creado el año 2013, que agrupa a todos los deudores de créditos educativos brindados por los bancos y también por el Fondo Solidario. “Nuestra principal bandera de lucha es la condonación de la deuda a todos los que fuimos asaltados por el sistema bancario y la derogación del CAE”, afirma.

Actualmente Juan Pablo estudia Derecho en la Universidad de las Américas y ha tenido que congelar más de una vez por falta de recursos. “Me han ofrecido el CAE, pero no lo voy a aceptar. El CAE es una máquina perfecta del libre mercado: un negocio redondo disfrazado de beneficio social”.
Hace unos días, la filtración de la nueva Ley de Educación Superior, reveló varias medidas claves para entender el escenario educativo del 2016: regulaciones para las universidades que adhieran a la gratuidad, la derogación de los aportes fiscales directos e indirectos, el fin de la Comisión Nacional de Acreditación y, sorprendentemente, una de las peticiones del movimiento estudiantil del 2011: el fin al Crédito con Aval del Estado. Una modalidad de financiamiento instaurada durante el gobierno de Lagos en el año 2005, que figuraba como una alternativa al antiguo Crédito Corfo: no necesitaba avales familiares, mantenía una tasa de interés fija del 6%, su cobertura estaba presente en universidades públicas y privadas, y el estudiante podía hacerse cargo de su propia deuda una vez que ingresara al mercado laboral.

Para Juan Pablo Rojas, la eventual derogación del CAE es desconcertante pues el documento, asegura, plantea más dudas que certezas. “Para estudiantes que no tengan gratuidad, pero estudien en una institución que la ofrezca, se creará un nuevo crédito, pues se propone derogar el Crédito con Aval del Estado”, explica el borrador de la ley. Nadie sabe con certeza de qué tipo de crédito se trataría.

-Como movimiento y como chilenos debemos encender las alarmas ¿Qué pasará con los deudores que arrastramos deudas del CAE y otros créditos universitarios por 20 años? ¿Habrá condonación? ¿Qué implicará un nuevo crédito? Ahora es el momento de exigir la deuda histórica que tiene Chile con nuestros derechos- consigna Rojas.

EL CAMINO DE LA DEUDA

A principios de septiembre de este año, decenas de estudiantes protestaron afuera del ministerio de Educación. Exigían la salida de Sergio Bitar del Consejo Asesor de Educación –conformado por la actual ministra de Educación, Adriana Delpiano- por ser el principal símbolo de la educación de mercado y de la instalación del CAE como modelo de financiamiento. “Hoy le entregamos el sobre azul, para que por respeto a la dignidad de los endeudados dé un paso al costado de este proceso”, aseguró ese día Javiera Reyes, presidenta de la FECH.

Pese a que el CAE fue aprobado bajo su gestión como ministro de Educación, hoy Sergio Bitar sigue sin asumir su responsabilidad. Asegura que el proyecto venía desde mucho antes que él fuera ministro de Ricardo Lagos, entre el 2003 y el 2005.

– Solo los alumnos que podían entrar a universidades del CRUCH tenían beneficios. El resto, que entraban a otras instituciones y eran de menores recursos, no tenían nada. Con el CAE el Estado respondía como mecanismo intermedio para permitir que los jóvenes con mérito y escasos recursos entraran por fin, a la Educación Superior- afirma Bitar.

Mathias Gómez, investigador de Política Educativa de Educación 2020, comparte este diagnóstico; sin embargo, asegura que el CAE afianzó la lógica de financiamiento mercantilizado al estudiantado, lo cual debe modificarse con urgencia. “Necesitamos avanzar hacia el financiamiento de las instituciones en vez de focalizarla en torno al estudiante. La gratuidad es un derecho, por eso el próximo crédito no debería ir enfocado a los jóvenes, debería ser dinero que el Estado le pase a cada universidad por alumno”, plantea Gómez. Y agrega: “Debemos ir a un nuevo modelo de financiamiento, los créditos actualmente en Chile están muy subsidiados e introducen más distorsiones a un sistema que ya tiene muchos problemas”.

La figura del Estado como mecanismo intermedio, le ha costado miles de pesos a Chile. La ley 20.027 o ley “del CAE”, aparte de describir el funcionamiento de este crédito entre los estudiantes, los bancos y el fisco, también fija las garantías estatales que la Tesorería General de la República paga anualmente a las instituciones financieras. Estos son los famosos “subsidios estatales” que reciben todos los estudiantes “beneficiarios” del CAE: el subsidio de la rebaja del 6 al 2% de interés, la contingencia de cesantía, el pago de no más del 10% del sueldo, entre otras.

“Todos estos subsidios no los paga el endeudado, los paga el Estado. Pero al hacerlo, está empobreciendo a Chile y los bancos se están enriqueciendo con un derecho social”, asegura Juan Pablo Rojas, líder de “Deuda Educativa”. Según datos conseguidos a través de la ley de Transparencia por parte de “Deuda Educativa” y la Fundación Sol, la Tesorería General de la República ha entregado por concepto de garantías estatales $35.276.114.371 entre el 2010 y septiembre del 2015 a los siete bancos que participan en el CAE.

Estos son los montos que “Deuda Educativa” plantea redirigir para financiar la educación gratuita en el nuevo proyecto de ley de Educación Superior y la eventual derogación del CAE: “Esto demuestra que los recursos para financiar la educación existen pero están mal diseñados. Están disponibles para los bancos y no para los estudiantes”, asegura Rojas.

Entre el año 2006 y 2015, más de 624 mil estudiantes accedieron al CAE para costear su educación superior. Sus deudas, que se fijarán por más de 20 años, contrastarán duramente con las nuevas generaciones que accederán a la tan ansiada educación gratuita. Sergio Bitar, a pesar de su defensa al crédito en el contexto 2005, hoy cree que los tiempos han cambiado, por eso es imperante que los bancos salgan de la ecuación en la nueva modalidad que pretende crear el Ejecutivo.

¿Cuál es su crítica al CAE ad portas de un nuevo crédito?
Sergio Bitar: Creo que en la medida que el Estado tenga la capacidad de administrar los créditos, es conveniente que los bancos no intervengan. La Comisión Ingresa, que hoy maneja el CAE, podría alcanzar la totalidad de los créditos y por lo tanto, hacer la gestión directa utilizando los apoyos necesarios para el cobro y operando directamente como Estado.

Pero eso es lo ideal. ¿Cómo piensa que será el modo que ocupará el Estado si tuviera que sacar totalmente a los bancos del sistema educativo?
No creo que el Estado tenga el 2016 los recursos para reemplazar el crédito. Pero creo que hay dos formas: trasladar todos los créditos al Banco del Estado y poner normas estrictas de cobro y condiciones no abusivas para el fisco o a través de Comisión Ingresa o la Tesorería General de la República. Yo creo que actualmente la mejor opción es hacerlo sin pasar por el sistema financiero.

¿No pensó en esa posibilidad cuando creó el CAE?
Las condiciones eran distintas, pero el grueso de los endeudados viene de otros créditos como el CORFO o el Fiscal.

¿Y por qué no se logró en su momento crear un crédito que fuera justo tanto para el Estado como para los estudiantes?
En esos tiempos el cobre valía menos de un dólar, no había recursos. El Estado no tenía las opciones que tiene hoy. El proyecto del CAE en su momento fue aplaudido. Las dos cámaras lo aprobaron por mayoría absoluta, nadie discutió nada.

Ahora que discutimos la derogación del CAE. ¿Debería existir condonación de la deuda para los miles de ex estudiantes que hoy deben millones de pesos a los bancos?
Creo que deberíamos concentrarnos en deudas de otros créditos. Pero esa es una pregunta que debería hacerle al gobierno, no a mí. Lo que tenemos que tener claro, es que el joven que hoy está endeudado en un tiempo empezará a preguntarse “¿y por qué yo?”, cuestionará al Estado y el gobierno debe estar preparado cuando eso pase.

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