Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Mundo

18 de Febrero de 2016

Relato: Las canalladas que le hacen a tu cuerpo las pegas de noche

Además de los efectos ultra negativos que se generan física y psicológicamente en tu organismo, el protagonista de esta historia -asistente de carreteras- detalló que en su horario laboral "la gente está más nerviosa, irascible y violenta. Además, cualquier persona de bien está durmiendo a las cuatro de la madrugada; sólo los cabrones y la chusma están despiertos. Camioneros que apenas saben hablar su propio idioma, gente borracha y drogada, sospechosos conductores de Mercedes de nombre eslavo en carreteras secundarias que insisten en que deben estar en su destino en una hora sí o sí... He llegado a recibir amenazas de muerte".

Por

trabajo-de-noche-yt

“Era 2008, mi antigua empresa, el call center de una famosa web de apuestas online donde atendíamos llamadas de simpáticos ludópatas y vividores, cerró de un día para otro”.

Así comienza el relato de una persona que trabajó durante largos 5 años en horario nocturno porque así le tocó y porque era derechamente un gusto. Sin embargo, con el paso del tiempo descubrió todas las canalladas y efectos negativos que provocaban este tipo de pegas, aunque muchos no lo quieran creer.

Tras quedar cesante, contó, “en un atisbo de madurez, decidí mandar mi currículum a cualquier trabajo que pagara más de 1200 euros (927 lucas), de hecho, el salario fue lo único que miré a la hora de aplicar en las ofertas)”.

Continuó detallando que “así que una mañana de resaca, recibí una llamada de uno de esos dos empleos a los que aspiraba: una compañía multinacional de seguros necesitaba gente para el departamento de Asistencia en la Carretera. Todo eso me importaba más bien poco: lo bueno era que pagaban bien. Una vez contratado, lo segundo que hice tras presentarme fue preguntar por el horario nocturno”.

En este punto, el protagonista de esta historia recordó que “ya en mi anterior trabajo descubrí la existencia de ese maravilloso turno de noche donde hay menos carga de trabajo y se cobra más, pero el prematuro cierre de la empresa me impidió probar aquellas mieles nocturnas. Así que me fijé como objetivo a largo plazo acabar entre los privilegiados que formaban parte de dicha guardia nocturna. Dos años después, mi guardia comenzó”.

Aquí su mundo y su vida practicamente se fue desmoronando día a día. Él mismo lo reconoce: “trabajar de noche básicamente te mata poco a poco”.

“Lo primero que hice, como buen hipocondríaco, fue mirar los posibles efectos adversos a la salud. El primer dato: ningún médico recomienda dicho trabajo. En resumen, es tan jodido para el cuerpo que no hay manera de hacerlo sano. Ni durmiendo en una cámara aislada de ruido y luz, ni siguiendo una dieta milagrosa, ni cambiando tus horarios de manera estricta… Tu cuerpo no es tonto y sabe que lo estás vacilando con eso de dormir de día. No es sólo que nuestro hígado sólo se regenere de noche, que aumente la mortalidad de manera disparatada o que tus ritmos circadianos sean vapuleados de manera brutal, es simple y llanamente que tu cuerpo se pudre más rápido con cada hora nocturna trabajada. A eso hay que añadirle las secuelas psicológicas: depresión, ansiedad, cambios de humor… Son tantos los efectos adversos para la salud que los profesionales se refieren a este turno como un mal necesario. Ni los jugosos sueldos que se ofrecen ni la jubilación anticipada que puedes obtener sacrificando tus horas de sueño lo compensan, según dicen los mismos médicos”, planteó.

Pese a que “todo eso suena muy mal”, prefirió enfocarse en pensar que “al fin y al cabo, ya hasta el tocino es cancerígeno, así que me olvidé de todo rápidamente cuando me dijeron mi nuevo sueldo y mis horario”.

En ese sentido, sobre su pega recalcó que “básicamente trabajaría semanas alternas, lo que hace aproximadamente 15 días de trabajo y 15 días libres más vacaciones. Y claro, como todos estos trabajos, iba a ser ‘temporal’. Pero el año o dos planeados se convirtieron en cinco y pude experimentar todos los efectos nefastos en mis carnes”.

Su vida en esta etapa se convirtió en un completo calvario: “Créeme, da igual lo que te obsesiones con tu sueño, las curas de sueño que intentes, los trasnocheos que hagas para cansar a tu cuerpo, las pastillas que tomes… Si tu cuerpo decide dormir tres horas en tres días como venganza, no hay nada que hacer”.

“Pasé de no haber tomado jamás una baja laboral a casi encadenarlas, de ser la persona más estable mentalmente del mundo a acabar llorando porque el día estaba demasiado soleado y bonito o enfermarme tres veces en menos de un mes en pleno verano”, confesó.

El protagonista de este relato reconoció que “probablemente el reflejo de mi futuro estaba en uno de los compañeros que en ese momento negociaba su despido tras nueve años de trabajo nocturno. Una persona en los huesos, con una acusada paranoia y brotes de locura que rozaban la psicosis. Por aquel entonces militaba en el sindicato de la compañía y me tocó acompañarlo a dicha negociación, ésa fue la primera vez que coincidí con el güey de recursos humanos: ‘Este tipo está muy jodido’. Asentí”.

La extensa lista de efectos negativos que provoca en tu cuerpo trabajar de noche se queda corta quizás para el protagonista de esta historia: “Aparte de todas estas horribles secuelas a largo plazo, el turno nocturno tiene un hándicap inmediato que se convierte en tu enemigo constante: tu ritmo circadiano. Básicamente intentas engañar a tu cuerpo cada semana: una de ellas le dices que por la noche se duerme, y cuando se lo cree, le dices ‘oye, ¡Era broma, hay que dormir en el día!’. Y tu cuerpo se enoja bastante con eso. Estos cambios, que cada año cuestan más, hacen que tu ‘semana libre’ se convierta en un tiempo en el que intentas llevar una vida normal mientras tu cuerpo decide que despertarte a la una de la madrugada tras tres horas de sueño es genial, ya que el pobre está tan confundido que no sabe qué chingados hace contigo. Esto te imposibilita tener cualquier tipo de rutina normal, y hace que estés tan cansado de dormir tan mal y poco, que te pasas el día prácticamente como un zombie. O un vampiro”.

En otros pasajes de su historia, sostuvo que “da igual lo que te obsesiones (y te obsesionarás) con tu sueño, las curas de sueño que intentes, los trasnocheos que hagas para cansar a tu cuerpo, las pastillas que tomes, que aísles tu habitación… si tu cuerpo decide dormir tres horas en tres días como venganza, no hay nada que hacer. Y mejor evitar los sedantes controlados: es demasiado caro conseguirlos y una adicción no es lo que más necesitas para tu ya maltratado cuerpo”.

El Año Nuevo, Navidad o cualquier tipo de evento masivo nocturno es un tema complicado: “Supongo que no se han fijado en que Nochevieja cae cada año en el siguiente día de la semana. O sea, si este año cae en lunes, el siguiente será en martes. ¿No? Claro, sólo los pendejos que trabajamos ese día nos fijamos en eso. Esto quiere decir que estoy condenado a trabajar siete años desde las doce de la noche hasta las ocho de la mañana. De empezar el año con gente por la que no derramaría ni una lágrima en el día de su muerte y salir de la oficina y encontrarme rodeado de gente que se la pasó de puta madre, está drogada y probablemente tenga sexo esa misma mañana, mientras tú te vas a la cama entre lágrimas de desconsuelo (porque claro, trabajar de noche aumenta el riesgo de tener depresión)”.

Agregó que a todo eso hay que sumarle “que tienes un 50 por ciento de probabilidades de trabajar en cualquier fiesta, concierto, festival o evento que se celebre, y que una relación sentimental con gente normal es prácticamente imposible cuando estás demasiado cansado para salir de casa o simplemente eres un bastardo insoportable. Y encima las chicas de Tinder se acaban cansando de ti cuando tienes que agendar tus citas a una semana mínimo, o lo problemático que es despertarte con el celular lleno de notificaciones y mensajes importantes que se te olvidan al mirarlos recién levantado, por no decir las llamadas telefónicas que atiendes a las doce de la mañana en un estado somnoliento en la que hasta balbucear cuesta, llamadas las cuales también acabas olvidando o confundiendo con un sueño. Idílico”.

Al ser asistente de carreteras, admitió que “la hora del lobo, como no podía ser de otra manera, no es la mejor franja para un trabajo. Es de noche cuando todo lo malo del ser humano sale a las calles. Siendo Asistencia en la Carretera, pueden hacerse una idea de que los accidentes son el pan de cada noche”. Precisó que “nosotros somos los que vamos a operarte a las tres de la madrugada tras un accidente, los que vamos a tu casa a las seis de la madrugada a apagar un fuego, somos el policía que para al energúmeno de tu marido a medianoche”.

En su turno, según dice, “la gente está más nerviosa, irascible y violenta. Además, cualquier persona de bien está durmiendo a las cuatro de la madrugada; sólo los cabrones y la chusma están despiertos. Camioneros que apenas saben hablar su propio idioma, gente borracha y drogada, sospechosos conductores de Mercedes de nombre eslavo en carreteras secundarias que insisten en que deben estar en su destino en una hora sí o sí… He llegado a recibir amenazas de muerte, algunos gruístas se han negado a cargar un vehículo porque el conductor resulta ser un narcotraficante presumiblemente prófugo y más de una vez nos ha tocado hablar con un cliente que unas horas más tarde descubres que ha muerto. Y no hablemos de la luna llena. Las llamadas se disparan y los niveles de agresividad también. Niveles de agresividad de los cuales no estamos exentos nosotros, por supuesto”.

Aunque aclaró que “el sueldo no está mal”, advirtió que “la gente no suele ser consciente de que no se puede extrapolar el trabajo diurno al nocturno. Tu rendimiento jamás es el mismo, y sólo el estar despierto ya sería un trabajo digno de remunerar”.

Notas relacionadas